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Salvemos la noche

El pinchadiscos abandona su puesto provocando que los altavoces se queden mudos. Los jóvenes que hasta hace un instante se movían con desenfreno establecido, se quedan inmóviles. Los camareros murmuran unas palabras entre ellos y dejan de servir a los clientes. El local se sumerge en un minuto de silencio que romperá un espontáneo grito del dueño: ¡Salvemos la noche! Al instante, los altavoces vuelven a escupir sonidos abrumadores, letras indescifrables que hacen que los adolescentes recobren sus movimientos sin guión.

Es una postal que se repite todos los 21 de cada mes. Un minuto de silencio que se enmarca dentro de la campaña Salvemos la Noche’ que han puesto en marcha La Alianza Empresarial por el Ocio y el Turismo Pronoche junto con Noche Madrid La Noche en Vivo para movilizar al  público en contra de la subida del IVA al 21%. Desde el sector aseguran que el incremento fiscal pone en peligro la supervivencia del ocio nocturno y de su importante papel como atractivo turístico para la capital.

Willie Nile en la Sala El Sol

Willie Nile en la Sala El Sol

La subida del impuesto sobre el valor añadido del 8% al 21% en la entrada a cines, teatros, circos, conciertos y discotecas ha provocado un gran malestar en el sector del ocio nocturno madrileño. Es un decretazo que les afecta de lleno. Argumentan que si la crisis económica y la ley antitabaco les ha supuesto un importante mazazo en sus cuentas de resultados, el aumento del impuesto dicen que se convertirá en su estocada final.

La decisión tomada en julio del año 2012 por el Ejecutivo de Mariano Rajoy sitúa a España como el país de la zona euro con el IVA cultural más alto. Un 21% frente al 5,5% de Francia, el 7% de Alemania, el 10% de Italia y el 13% de Grecia y Portugal.  Unos datos que además indican que Madrid es una de las urbes españolas donde los locales de ocio están más castigados por la subida del IVA, ya que sus ingresos se centran sobre todo en la venta de entradas para pequeños recitales de música.

Esto ha provocado que la industria del ocio nocturno, que aglutina a discotecas pero también a salas de conciertos o micros abiertos, se haya puesto en pie de guerra contra la decisión del Gobierno central. “Los pequeños locales en Madrid, que nos dedicamos a ofrecer conciertos de bajo coste, con grupos emergentes pero que en un futuro tendrán su público, estamos sufriendo mucho. Las consecuencias para nosotros del aumento del IVA son fatales”, señala un preocupado Vicente Pizcueta, portavoz de la Asociación de Empresarios del Ocio y el Turismo de Madrid.

Programación alternativa

Más allá de las macrodiscotecas y las salas de gran aforo, existen otros elementos que configuran la oferta de la noche madrileña. Ellos juegan con menos márgenes de beneficio, pero la variedad en la programación y la comidad de “sentirte como en casa”, como ellos mismos cuentan, son parte fundamental en el éxito de las pequeñas salas de conciertos que, pese al contexto, continúan con su propuesta en el mapa nocturno. Marcela San Martín trabaja desde el año 1995 en la “Sala El Sol” de Madrid, una sala de conciertos que recién cumplidos los 35 años sobrevive a base de llenar la programación semanal. Da igual si es un martes, jueves o un sábado, la sala intenta llenar el máximo número de días con programación muy variada.

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Loquillo e Igor Paskual en la Sala el Sol, 2009

Pese a no ser una sala con gran capacidad de aforo, el papel de este tipo de salas de conciertos es indispensable para la difusión de la cultura en las ciudades. De otra manera, grupos pequeños que vienen haciendo giras desde muy lejos no podrían pasar por España si no fuera por el trabajo de programadoras como Marcela. Aun así no hay que caer en el error y en la simpleza de relacionar una sala pequeña con grupos de poco público: también la Sala El Sol es utilizada por grupos que mueven a mucho público que quieren organizar conciertos más íntimos. Un ejemplo es Dover, que tras una intensa actividad y éxito en los últimos años, el grupo decidió repetir la gira del disco con más éxito de la banda: Devil Came To Me.

Promotores

Los otros involucrados en la programación: pequeñas empresas o particulares que deciden dedicar parte de su tiempo en traer a tocar a los grupos de música que les gustan. José Luis Carnes dejó en 2011 su trabajo invirtiendo el finiquito que consiguió para dedicarse exclusivamente a la promoción de conciertos. Su trabajo enriquece la oferta del entramado las salas de conciertos pequeñas que, aunque no siempre han confiando al 100% en sus propuestas, la realidad es que Mad Note ha conseguido llenar varias salas de conciertos beneficiando a los dueños de las salas y al público interesado en las bandas: “Al principio lógicamente hay escepticismo, porque apareces casi de la nada, y las salas miran muy mucho su programación, pero cuando a base de trabajo la cosa empieza a funcionar, todo suele ir rodado, aunque cada concierto sea una apuesta casi desde cero.“

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José Luis Carnes, alma de Mad Note Co

Consecuencias inmediatas

Con datos sobre la mesa, Pizcueta denuncia la grave situación que atraviesan discotecas y bares de conciertos tras la subida del IVA. En concreto, tras el incremento  han cerrado un 18% de los establecimientos de tal manera que en Madrid ya no abren 800 locales de los 4.500 existentes».
Según el portavoz, todos estos datos tienen “dos víctimas fundamentales”.  Por un lado, “el retroceso en la actividad turística y el volumen de negocio del sector que ha retrocedido casi un 50% en su actividad, lo que supone una caída de 720 millones de euros sobre un descenso nacional de 6.000 millones de euros y un retroceso para la economía del -0,6% del PIB. Por otro lado, la crisis provocada por el IVA en el ocio nocturno tiene efectos inmediatos sobre el empleo juvenil”.

José Luis Carnes coincide con Pizcueta en la percepción sobre las consecuencias que provocan este tipo de situaciones en el turismo: “Es triste, porque es tirar piedras contra su propio tejado y dejar la escena cultural de la ciudad al borde de la muerte. Y las cifras turísticas están ahí, Madrid es una de las ciudades donde el turismo ha bajado, precisamente por malas gestiones y la imagen lamentable que están dando de la misma”.

Sin embargo, según explica Pizcueta, el objetivo de la campaña ‘Salvemos la noche’ no solo se limita a sensibilizar al público sobre los efectos negativos que a su entender tiene el incremento del IVA sobre el ocio nocturno madrileño. La campaña desde su origen también está concebida para desbloquear la negociación con el Ministerio de Hacienda que permita interpretar el decreto del IVA en el sector del ocio y de los espectáculos “en igualdad de condiciones que en el sector del turismo permitiendo aplicar el tipo reducido del 10% dentro del sector del ocio  y la música”.

Control de aforo

A la subida del IVA se une otro factor que está generado bastantes quebraderos de cabeza para los promotores de espacios culturales en Madrid. A raíz de los acontecimientos en torno a la trágica noche de Hallowen en el Madrid Arena, que se saldaron con el fallecimiento de cinco chicas, los empresarios de los locales se quejan del Ayuntamiento de Madrid ha incrementado los controles  “de forma exagerada”.

Marcela cuenta que no hay un solo día en el que no pase algo, refiriéndose a las visitas de la Policía o a las llamadas de atención del Ayuntamiento: “declaración….”

Los encargados de los establecimientos apuntan que la psicosis de las administraciones locales es tan elevada que se les está obligando a extremar las medidas de prevención y control sin tener apenas conocimiento de si las medidas adoptadas con anterioridad son la acertadas, las que marca la legislación para esto recintos y los eventos que en ellos se realice.

En concreto, los empresarios del ocio de Madrid vienen expresado su malestar por la campaña de control de aforos y la publicación sobre la misma que hace el Ayuntamiento de Madrid, ya que “genera una alarma absolutamente desproporcionada”, cuando en realidad el cálculo de los aforos “no se hace con criterios de seguridad”.

Por su parte, José Luis Carnes también ha vivido de primera mano las consecuencias legales de la tragedia del Madrid Arena: “aprietan a las salas para reducir sus aforos con cifras ridículas con las que es prácticamente imposible sobrevivir”. Según él, lo peor es que están pagando ahora las consecuencias de los amiguismos e intereses que provocaron la falta de seguridad aquella noche de Halloween: “al final pagamos todos los que estamos luchando por mantener esta escena con vida”.

El miedo

“El comportamiento del Ayuntamiento genera absoluta sorpresa y malestar empresarial, por la campaña y por la política de comunicación, ya que por un lado (el Consistorio) explica que se trata de hechos excepcionales pero por otro informa habitualmente de estas intervenciones, lo que genera confusión”, relata Pizcueta.

El miedo también está presente en los programadores: “Visitas policiales las hay, por supuesto, y el miedo está ahí constantemente, porque nunca sabes por dónde te pueden salir. He visto cerrar salas por tener un extintor caducado el día antes de la inspección”, relata José Luis Carnes. Con la ley presente, es evidente que se producen situaciones comprometidas por las dos partes, tanto por la Policía obligada a presionar a las salas, como por las propias salas que han tenido que negar la entrada no solo por aforo, si no por la edad de los asistentes. Marcela cuenta el caso de un chico minusválido de Tomelloso de 17 años que quería ver al grupo de su vida, los Alabama Shakes. La única oportunidad que tenía de verlos era en  Madrid, ya que en Tomelloso no es habitual ver grupos de una escena más underground. En cumplimiento de la ley, el chico no pudo entrar en El Sol para ver al grupo de su vida debido a la normativa tan restrictiva con la que se regulan las salas de conciertos.

 

Backstage de la Sala El Sol

Recuerdos en las paredes del backstage de la Sala El Sol

Recuerdos en las paredes del backstage de la Sala El Sol

Tanto El Sol, como Mad Note, y el resto de pequeños mercenarios de la industria del directo (por suerte todavía bastantes) resisten ante el panorama desolador en una batalla en la que no se puede flaquear, siempre en guardia. Esperemos que las paredes de las salas sigan supurando rock and roll por muchos años.

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