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Pobreza infantil, una realidad en España

La pobreza infantil es una realidad con la que España convive a diario. España es el país de la Unión Europea con mayor número de casos de pobreza infantil, solo por detrás de Rumanía. Según refleja el informe de Cáritas Europa en el mes de marzo, 2,5 millones de niños son los afectados. El informe que publicó el FMI hace dos meses también muestra esa desigualdad entre Europa y España. La crisis económica y financiera y los recortes sociales del Gobierno han provocado que España esté a la cabeza de ese ranking. Esta desigualdad ha dado lugar a que España sea uno de los países en Europa con más diferencia entre las rentas más altas y las más bajas. Una de las consecuencias de la citada brecha social es el aumento de la pobreza infantil.

Informe sobre pobreza infantil según Cáritas

Informe sobre pobreza infantil según Cáritas

Según Cristóbal Montoro, ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, el informe de Cáritas sobre la pobreza en España “no se corresponde con la realidad española”. El secretario general de Cáritas España, Sebastián Mora, ante estas declaraciones, en una entrevista reciente asegura que el análisis está sacado de la base de datos de Eurostat, el organismo de estadística oficial de la UE. En esta misma entrevista, Sebastián Mora se plantea la siguiente cuestión: “¿por qué hay un plan de pobreza infantil si es falso lo que decimos?”.

Otra llamada de alerta sobre la pobreza infantil en España ha sido realizada por la conocida ONG Save The Children. Ésta ha denunciado el pasado mes de abril que un 33,8% de niños en España (el equivalente a 2,8 millones de niños), están en riegos de pobreza. La cifra es incluso mayor que la que dio Cáritas. Esta ONG no sólo tiene en cuenta la renta familiar sino que también analiza el nivel de empleo de los padres y el nivel de privación material de las familias.

Las realidades

Alberto es el nombre ficticio de un alumno de un colegio público del distrito de Vallecas, en Madrid. Tiene ocho años, los ojos enormes y unas galletas en la mano. Está desayunando en el colegio. Alberto, igual que muchos otros niños y niñas de España, acude al colegio sin desayunar. Laura es maestra interina en la Comunidad de Madrid. Debido a su interinidad ha pasado por diferentes colegios públicos en los últimos años. “En Primaria estamos muy pendientes del alumnado. Cuando te enteras de que cualquier alumno no ha desayunado entramos en la sala de profesores y le sacamos una pieza de fruta o un paquete de galletas”, explica. La mayor parte de los colegios públicos desarrollan una serie de programas destinados a la prevención, “de modo que la sangre nunca llegue al río”, explica Laura.

En Secundaria, la situación es diferente. A muchos kilómetros de distancia de Madrid, los alumnos de Fran Puga Domínguez, profesor de secundaria del IES Josefina de la Torre de Las Palmas de Gran Canaria, se percataron de la otra realidad. “Mis alumnos se dieron cuenta de que había muchos compañeros que ya no podían ni comer”, explica. Es lo que impulsó Yo también educo, una iniciativa solidaria que partió de los propios alumnos del instituto para intentar paliar la dramática situación de pobreza que sufren algunos de sus compañeros.

Los propios estudiantes diseñaron, desarrollaron y pusieron en marcha una campaña, impactados al ver que cada vez había más compañeros que solicitaban becas de desayuno. Así nacieron las pulseras solidarias de Yo también educo, que se vendieron primero a nivel local y, más tarde, a nivel nacional, en distintos institutos de varias Comunidades Autónomas.

La campaña contó desde el primer momento con el apoyo del instituto y de algunos medios de comunicación, que se hicieron eco de la iniciativa. Actualmente, cuentan con el apoyo de distintas ONG´s y centros de educación de España y aspiran a crear una organización no gubernamental con autonomía propia.

“Ojalá que este tipo de iniciativas se extiendan a todos los centros educativos para enseñar a los niños a construir un mundo mejor, algo para lo que el Gobierno actual no está ayudando en nada”, confiesa Fran lleno de esperanza. Gracias a la campaña han conseguido que los alumnos con dificultades sigan estudiando y que sus familias puedan comer.

Alberto, con su estómago vacío llenándose gracias a la acción de la escuela pública, y todos los otros Albertos que hay por España, tienen una opinión muy diferente de lo que la realidad española es, lejos del crecimiento y la recuperación de la que habla el ministro Montoro. En su día a día hay dificultades, pobreza y hambre. Pero también hay esperanza.

Iniciativas desde los colegios

Muchos colegios públicos adquieren recursos a modo de cooperativa. Maestros, maestras, padres y madres aportan un pequeño capital que les permite comprar materiales de papelería, libros de texto y alimentos. El CEIP Javier de Miguel, del distrito madrileño de Vallecas, tiene un acuerdo con una cooperativa de productores de fruta para el suministro de alimentos frescos todas las semanas. La fruta se distribuye entre el alumnado, fomentando así una alimentación sana y equilibrada. Otro colegio con un programa similar es el CEIP Carballal, de Pontevedra, que también promueve el consumo de fruta fresca distribuyéndola gratuitamente a su alumnado un día a la semana y, además, fue pionero en otro programa que fomenta el uso de conservas de mar para la elaboración de bocadillos.

Pero las iniciativas de los centros públicos de educación no se centran sólo en la alimentación. Las excursiones programadas para completar y enriquecer la formación del alumnado suelen tener un coste en torno a los 2-3 euros por alumno. Ahí es donde también nota el profesorado la crisis económica en las familias. Laura explica que en esos casos, los maestros y maestras terminan poniendo ese dinero de su propio bolsillo.

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Escuela Pública, EFE

La solidaridad como solución transitoria

La crisis económica y las políticas de austeridad adoptadas por el gobierno son las que han llevado a muchas familias a una situación de precariedad máxima. Los recortes en prestaciones y coberturas sociales han agravado aún más el panorama. En 2012, un 28,2% de la población española se encontraba en riesgo de exclusión social; un 3% más que la media Europea, y casi un 70% más que antes de la crisis económica.

“La gente más vulnerable es la que está pagando las consecuencias de la crisis”, asegura Jorge Nuño, secretario general de Cáritas Europa. Y dentro de estas personas, la infancia es el grupo social que más sufre las consecuencias. Por eso, iniciativas como Yo también educo, del IES Josefina de la Torre de Gran Canaria están surgiendo en los centros públicos de educación españoles en solidaridad con los alumnos más afectados. Sin embargo, la solidaridad es una solución transitoria, nunca la respuesta definitiva. Que una sociedad sea solidaria es motivo de orgullo; no obstante, para acabar definitivamente con esta realidad, quien debería ser solidario es el gobierno. Ese mismo gobierno para el que esta realidad no existe.

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