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Carlos García: “Han sido mucho años dando la cara”

Carlos David García Fernández ha sido concejal del PP en la localidad de Elorrio desde 1999 y ha sufrido directamente la presión de ETA. Ahora, en supuesta Paz para todos, no tiene muy clara su continuidad en la vida política.

Salida de la votación en la que desalojó a Bildu de la alcaldía

C.García a la salida del consistorio de Elorrio tras conceder la alcaldía al PNV/ burbuja.info

Euskadi Ta Askatasuna o País Vasco y libertad son palabras que han marcado las vidas de muchas personas y lo seguirá haciendo por mucho tiempo en aquella verde comunidad del norte. Un dilatado y costoso proceso para alcanzar la paz, sin duda, se ha convertido en el punto de inflexión más importante en el camino de la lucha. Una batalla, que como en todas las guerras, nadie ha salido vencedor pero ha depositado muchas esperanzas para la construcción de una sociedad libre de miedos, odios y violencia, una mezcla clavada en las retinas y el corazón de nuestro protagonista, Carlos. Este bilbaíno y afiliado al PP desde 1997, “y no por ello rico”, como le advertía a Jordi Évole cuando la trifulca montada a raíz de las elecciones municipales de Elorrio atrajera a los medios. Y es que García rompió con su voto de concejal del PP el empate producido en las elecciones municipales entre Bildu y PNV –ambos 6 escaños- pactando con estos últimos. En este momento todas las miradas se centraron en Carlos. Durante la envestidura de la nueva alcaldesa, muchos asistentes afines a Bildu comenzaron a insultar a García, pero este rechazo ya había comenzado mucho tiempo atrás.

Tres concejales asesinados en las localidades próximas a la suya fue una de las razones que decidió afiliarse al Partido Popular, aunque siempre había tenidoel sentimiento de que algo tenía que cambiar, pero el trágico asesinato de Miguel Ángel Blanco nos hizo , a mi hermano y a mí, plantarnos en la sede del PP. Era el momento.” La política comenzó a formar parte de su vida un tanto distinto a lo que veía en casa, donde su padre, afiliado a UGT, hacía sonar La Internacional. Pero era un tiempo convulso con los GAL muy vivos aún, y la opinión pública situaba a su partido como la principal fuerza contra el terrorismo. Ya con tan sólo 15 años explotó una bomba cerca de su colegio y el padre de un compañero suyo murió, el terror era una parte de la vida del País Vasco.

Salir a la calle en cualquier evento del pueblo le supone insultos, gritos y desprecios.

 

“Que ETA esté en las instituciones es un paso atrás”

 

 

 

Una realidad bien distinta se construyo Carlos, quien de pequeño soñaba con ser ciclista. Época en la que era vecino de barrio del etarra y jefe militar de la organización en 2008 más conocido como Txeroki -Mikel Garikoitz Aspiazu Rubina -. “Nos cruzábamos por la calle y sabíamos lo que pensábamos cada uno, y al final uno se metió en ETA y el otro se hizo concejal”.  Es decir, desde adolescente, García, ya se movía en la polémica como pez en el agua, “uno se acostumbra, pero la polémica desgasta y no solo físicamente. Estar en el ojo del huracán hace que todo tu entorno quede un poco desordenado”, sobre todo cuando la banda criminal distribuyó su foto y lo calificó de objetivo, momento en el que reconoce haber tenido miedo porque “me comentaron que tenían las llaves de mi portal, aunque no cambiaba gran cosa, tomas más precauciones”. Esto hizo que Carlos cambiara de coche, revisara sus bajos cada mañana y mirara el correo con cautela. En realidad, “todo esto sirve para que ese sentimiento de querer cambiar las cosas siga creciendo.” Mientras tanto, el concejal de Elorrio intentaba no pensar mucho en eso, evadirse escapando a algún pequeño pueblo de España o simplemente quedando con sus amigos, “porque la convivencia es muy difícil cuando hay unos que matan y otros que mueren”.

Cuando se le pregunta por su primer logro político rememora tiempos del colegio, cuando consiguió con argumentos que un compañero suyo borrara un “Gora ETA” que llevaba escrito en el estuche. Éste fue el primero de muchos. Hoy, la gran mayoría de los ciudadanos españoles pensamos que la lucha llevada a cabo desde la política y la diplomacia contra la organización terrorista ha servido para conseguir tiempos de paz, aunque la convivencia en Euskadi entre las familias de los presos y las de las víctimas se haga muy difícil, porque perdonar es difícil y olvidar imposible. Esta victoria de la libertad para muchos no lo es tanto para Carlos, quien asegura que ETA no está derrotada, “ la banda esta cerca de la derrota, algo que viene de años atrás, aunque ahora está en un momento muy dulce”. En su partido no están de acuerdo con su opinión, pero él se resiste e indica “que ETA esté en las instituciones es un paso atrás”. Dice a diario recordárselo a sus compañeros de partido porque las realidades son distintas, “en Elorrio veo cómo es el día a día en un pueblo vasco y estoy seguro de que es muy diferente al centro de Vitoria o al de mi ciudad”, Bilbao.

A sus 37 años, a Carlos ya no le engaña nadie, los conoce muy bien, saben cómo son y advierte, “quien no ha tenido escrúpulos para asesinar no los tendrá para mentir” y “de momento les está saliendo muy rentable mantener los votos y las armas”.

“Sigo siendo del mismo equipo pero no comparto muchas de las decisiones técnicas.”

Con estas duras declaraciones que no se sitúan en la línea de su partido, Carlos David García Fernández se plantea seguir en la política. Una mezcla de cansancio y decepción, “la política se parece mucho al fútbol. Uno puede ser del Bilbao pero le puede dejar de gustar la manera en que juega su equipo. Sigo siendo del mismo equipo pero no comparto muchas de las decisiones técnicas” nos comentó al hilo del actual panorama. La cara de Carlos lo dice todo, hacer política en el País Vasco desgasta mucho y las condiciones físicas y personales ya no son las mismas que cuando empezó. “No sé aun. Ya veré, tengo que hablar con mucha gente, son muchos años dando la cara.”

Treguas y desconfianza.

Se suele tratar al tiempo como el fármaco por excelencia para paliar los estragos que causan más dolor cerca del corazón. Sin embargo, la herida cuando supura con cada acto violento incluso con mayor ardor, el daño no hace sino reavivarse.

En España, entendida ésta como un ente estatal, pero sobre todo como un espacio formado por conciencias sociales, el terrorismo ha supuesto una lacra demasiado compleja para resolverla con facilidad. Aceptando que cualquier atisbo para la paz, pasa necesariamente por el abandono de las armas y de una conducta beligerante en un estado de derecho, a lo largo de la historia, los períodos más duraderos sin violencia, han surgido a partir de acuerdos, de las llamadas treguas entre los gobiernos correspondientes y la banda terrorista ETA.

Los procesos más importantes que han escudriñado una solución para renunciar a la ilegalidad con que la banda ha procedido en su historia, han pasado por meros ademanes de alto el fuego como el que comenzó en 1981 tan solo unos días después del 23-F; pasando por pactos un tanto más dilatados, como el de enero de 1989, y surgidos a raíz de las llamadas Conversaciones de Argel; para acabar en verdaderas treguas, siempre con intervención de las administraciones coetáneas.

La primera de ellas fue la gestionada por las organizaciones políticas vascas, en septiembre de 1998. El 16 de ese mes, ETA comunicaba “una tregua lateral e indefinida” que suponía un antecedente único, y que se había establecido gracias a la firma de la Declaración de Lizarra, en la que los partidos nacionalistas vascos (PNV, EA, EH -antes HB-) IU y 19 entidades sociales de Euskadi se comprometían a emprender el camino de la paz. Poco más de 14 meses después, la banda ponía fin a dicha tregua.

El gobierno socialista de José Luís Rodríguez Zapatero abriría de nuevo las negociaciones con la banda terrorista, a comienzos de 2006. En marzo se instauraba un cese del conflicto armado de carácter permanente. Tal estado no prosperó demasiado, y a pesar de que el anuncio oficial de la ruptura no tendría lugar hasta junio de 2007, seis meses antes, ETA se cobraba sus primeras víctimas, en un atentado perpetrado en la T4 del aeropuerto de Barajas.

Por último, el 20 de octubre de 2011, a través de un vídeo difundido por el diario Gara, la BBC y el New York Times, la banda informaba del “cese definitivo de su actividad armada” y lanzaba un llamamiento a los Gobiernos de España y Francia para iniciar un proceso de diálogo a fin de resolver el conflicto. El desarrollo hasta llegar a este punto se enmarcó dentro de la Declaración de Bruselas, donde destacaron las intervenciones de mediadores internacionales, y del Acuerdo de Guernica.

 

La Conferencia Internacional de Paz de San Sebastián.

El Palacio de Ayete fue testigo de la llegada de distintas personalidades de la política internacional.  El ex Secretario General de la ONU, Kofi Annan, la ex Primera Ministra noruega Gro Harlem Brundtland, y destacados responsables del éxito del proceso de paz en Irlanda del Norte, como el ex  Primer Ministro irlandés, Bertie Ahern, o el presidente del Sinn Féin (partido político de ideología independentista). Aparte, estuvieron invitadas las principales instituciones vascas, así como los sindicatos más influyentes del país.

Al término de las sesiones de la conferencia, se concretaron cinco puntos condicionantes para alcanzar la paz:

  1. La llamada a ETA a hacer una declaración pública de cese definitivo de la actividad armada y solicitar dialogo con los Gobiernos de España y Francia para tratar exclusivamente las consecuencias del conflicto.
  2. Si dicha declaración fuese realizada instar a los Gobiernos de España y Francia a darle la bienvenida y a aceptar iniciar conversaciones para tratar exclusivamente las consecuencias del conflicto.
  3. Urgir a que se adopten pasos profundos para avanzar en la reconciliación, reconocer, compensar y asistir a todas las víctimas, reconocer el dolor causado y ayudar a sanar las heridas personales y sociales.
  4. Y la sugerencia de que los actores no violentos y representantes políticos se reúnan y discutan cuestiones políticas, así como otras relacionadas con el respeto, con consulta a la ciudadanía, lo cual podría contribuir a nueva era sin conflicto. Según la experiencia de los firmantes, las terceras partes observadoras o facilitadoras ayudarían al diálogo, que también podría ser asistido por facilitadores internacionales si así fuese decidido por las partes involucradas.
  5. Y para finalizar, la inclinación a organizar un comité de seguimiento de esas recomendaciones

La asamblea, pues se constituyo en la práctica como tal, especificó desde un primer momento que su intención no comprendía ningún mandato, sino que ofrecía una serie de disposiciones capaces de promover la paz, en caso de seguirse.

Sea por presentarse en coyuntura precisa, por la vehemencia con la que se abordó el procedimiento, o por el debilitamiento que que ETA venía manifestando, el espíritu que se originó en San Sebastián desembocó en el compromiso del fin la disputa y de un mal que venía asolando a los ciudadanos desde hacía mucho. Hoy, más de tres años después, España aún disfruta de una paz demasiado tiempo anhelada.

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