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Jóvenes poetas: una mirada optimista a la cultura

El mundo de la cultura se aqueja de una crisis motivada, en parte, por la situación económica actual. La poesía, en este contexto, parece herida de muerte. Y es que las grandes editoriales apenas dan cancha a escritores jóvenes. Sin embargo, una mirada profunda sobre la realidad puede aportar razones para el optimismo. El número de editoriales independientes existentes se ha multiplicado en los últimos años y la autoedición es cada vez una opción menos arriesgada. Lo cierto es que en algunas zonas de Madrid la poesía es la gran triunfadora. En el barrio de Malasaña se organizan de manera regular recitales de poesía abiertos en los que cualquiera, independientemente de su trayectoria, puede leer sus versos entre amigos, en un ambiente distendido y disfrutar con lo que algunos llaman perder el tiempo mientras que para otros es una forma de vivir. Es el caso del Aleatorio Bar.

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Entrada del Aleatorio Bar, situado en el barrio de Malasaña/Andrea Sánchez

El pasado mes de octubre, Monserrat Domínguez entrevistaba a Javier Marías en la presentación de su último libro Así Empieza lo Malo. Una de las respuestas del autor vino a confirmar la anterior premisa.

 -Domínguez: ¿ Cree que hubiese tenido el mismo éxito si hubiese empezado a escribir en esta época?

-Marías: No, ni mi amigo Pérez Reverte ni yo hubiésemos llegado a donde estamos. Las editoriales de hoy no tienen paciencia.

Lo cierto es que el joven escritor parece no tener cabida en el mundo editorial. Una industria de grandes dimensiones a la que le resulta más rentable convertir a famosos en escritores en vez de tratar de hacer lo opuesto. En este sentido, la poesía, parece una de las grandes perdedoras.

 Locales que acogen poesía joven

Sin embargo, cada vez son más los jóvenes escritores los que afirman que hay un hueco en el mundo para los poetas. El emblemático barrio madrileño de Malasaña es un ejemplo. Javier Marías ha explicado en más de una ocasión que escribe sus obras pensando en sólo “seis o siete amigos”.  Y esto es, precisamente, lo que se hace en algunos bares de Malasaña: jams de poesía –recitales abiertos– para todo aquel que  busque un hueco en el mundo de la literatura.

Es el caso de locales como el Aleatorio Bar, un lugar situado en la calle Ruiz –a escasos metros de la Plaza del Dos de Mayo– que ha tenido una grata acogida y en el  que “se intenta dar espacio a todas las voces posibles, no cerrarle las puertas a nadie, que sea un punto de encuentro”, según explica uno de sus dueños, el poeta Escandar Algeet. Allí, todo aquel que escriba puede leer sus poemas para seis o siete amigos.

Ya lo dijo Casimiro Parker

El sector de la cultura fue uno de los primeros en vivir la consecuencia de la crisis económica con medidas como la subida del IVA hasta el 21%, lo cual ha provocado que las ventas de libros hayan sufrido un gran descenso. En consecuencia, somos testigos de cómo la actividad editorial ha descendido en nuestro país a un ritmo acelerado. Pero, a pesar de esta situación, en los últimos años se ha producido una eclosión de las llamadas editoriales independientes. Se trata de editoriales pequeñas que publican un número reducido de libros al año y que se atreven a editar a escritores jóvenes y poco conocidos.

En poesía, editoriales como Lapsus Calami, Noviembre o Frida empiezan a hacerse un hueco en este mundo. La editorial Ya lo dijo Casimiro Parker ya lo tiene. Se lo ha ganado con creces desde que apareció en el año 2008. La premisa es simple: “la única intención es publicar libros, independientemente de la trayectoria del autor”.

Este concepto de editorial desempeña una gran función social: fomentar la diversidad y la creatividad en medio de una sociedad que se empeña, cada vez más, en reducirnos a meros consumidores de mensajes vacíos y prefabricados. En este sentido, el poeta Escandar Algeet afirma que las pequeñas editoriales son “lo más grande que hay en el mundo editorial, son las que están labrando los futuros bosques”.

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Exposición de arte contemporáneo en Bruselas, Bélgica/María Bueno

Andrés Martos, por otro lado, más conocido como Markus Versus, dueño de Casimiro Parker, considera que lo primero y más importante que tiene que hacer un escritor que quiere publicar es fijarse en el nombre de la editorial de los libros que tiene en su estantería, pues, “al final lo que tú lees es lo que tú escribes”.  Y lo segundo sería que “ uno tiene que ser exigente con su trabajo”.  Enviar libros a editoriales que no conoces, o poner en copia en un e-mail a 50 editoriales, no tiene sentido para él. El problema, dice, es que “mucha gente escribe un libro y no sabe qué hacer con él”.

Si os tomaseis esa caña con él, probablemente sonaría una canción de Joaquín Sabina de fondo, y os diría que, sin embargo, el proceso es muy “injusto”: “Si yo estoy enfadado, he discutido y llevo tres meses sin follar y me leo un libro hoy… Al final es una decisión personal, subjetiva”.

Una “forma de ver, de vivir”

A quien sí han publicado ya en Casimiro Parker es a Ecandar Algeet. Se enfada cuando le dicen que vive de la poesía: “ Yo soy camarero, la poesía me da unos ingresos mensuales, pero no puedo vivir de ella”, explica y acto seguido, afirma, sin embargo, que para él la poesía es “su forma de ver, de vivir”. Dos cosas, aunque sintácticamente parecidas, muy distintas en la práctica. “ De la poesía se vive, pero no a nivel monetario”, señala, “No sé si se puede vivir de la poesía a nivel monetario, no es lo que más me preocupa y no creo que debiera preocuparle a nadie”.

Para Escandar Algeet, la poesía “es un punto de vista que puede ayudar a entender las emociones y los sentimientos en una sociedad que es bastante analfabeta emocional”. “La gente tiene miedo a sentir emociones, intenta anestesiarlas, conformarse. Eso es porque no nos han enseñado a llevarnos bien con nosotros mismos”, señala. Cuando se le pregunta por las oportunidades para publicar siendo joven y poco conocido, afirma que sí las hay, “como siempre las ha habido”. “Quizás más ahora, que con las redes sociales se eliminan muchos escalones jerárquicos que tenías que recorrer para llegar a quien tenía el poder de editarte. En algunos aspectos, sí se ha facilitado el camino”, indica. Aunque esto no siempre es bueno, puesto que añade que “quizás eso vaya en detrimento de la calidad de algunos libros”. Explica que para él fue muy fácil. Sin embargo, continúa: “Habrá otros mucho mejores que yo que seguirán siendo inéditos. Cada uno tiene su suerte”.

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El poeta Escandar Algeet en el Aleatorio Bar/Marta Semitiel

En medio de la entrevista se refiere a las personas que están en el mundo de la poesía como un equipo, y eso ya nos da una buena idea de su visión. No se trata de ver “quién la tiene más larga”, dice, aunque reconoce que a veces pasa. ¿Su consejo para los nuevos escritores? Que no empujen, que hagan su camino, que no entren en el grado de competición de intentar quitarle el hueco a otro.

Posibilidades y autoedición

Cuando se le pregunta por la autoedición, Escandar Algeet explica que no está en contra de esa posibilidad. De hecho, puede decirse que precisamente la autoedición de una revista de poesía fue lo que le llevó a conocer a Carlos Salem, un poeta que ya entonces era reconocido en este mundo; al Bukowski, un local dedicado a la poesía; y a todo lo que vino después. Sin embargo, afirma que nunca ha pensado en autoeditar un libro propio. “No soy capaz de ir por la vida con un libro mío por delante, prefiero que lo hagan otros”, remarca.

Otros jóvenes poetas, en cambio, como Carlos Alfaro, explican que prefieren la autoedición: “ me parece la manera más real de hacer algo completamente mío, sin intermediarios, sin que nadie coarte el conjunto del libro. Quería que fuera eso, un libro de amigos para amigos”.

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Jóvenes poetas durante un recital en el Aleatorio Bar/Marta Semitiel

Una conversación con estos jóvenes escritores sobre lo arriesgado o no de la autoedición evidencia que se trata de una posibilidad más que factible. Así lo ha explicado Marcos Nogales, un estudiante de periodismo que con 20 años ya ha autoeditado su primer libro. No hace falta una gran inversión y se puede empezar con pocas copias, unas 100 o 200, y si va bien, ¿quién sabe? Eso sí, se necesitan buenos amigos: personas que te ayuden con la ilustración, la corrección o la distribución.

“Malditos porqués”

Son las ocho y media de la tarde de un miércoles de abril y empieza ya a llegar gente a Aleatorio Bar para la jam de poesía. Allí están Carlos Salem, Markus Versus y muchos otros que saben que la definición de poesía se escapará irremediablemente para siempre al movimiento frenético de sus dedos. Llega el final de la entrevista a Escandar, la última pregunta y él sólo contesta: “Malditos porqués, hablamos de emociones; no veo razones para casi nada, pero veo sentimientos para casi todo”.

Quizás la poesía sea un género minoritario, reservado a aquellos que sienten por encima de su ‘yo’ más racional. A aquellos que saben que lo importante no es el número de ejemplares vendidos, sino ser capaz de llegar a emocionar a “seis o siete amigos”. A los que saben que la poesía no es un género minoritario porque no es un género, es una forma de vivir. Eso es lo que significa ser joven y poeta en Madrid. Eso es lo que encuentras en Aleatorio Bar y lo que entiendes cuando te tomas una caña con Markus Versus y lo que ves en los ojos de Algeet Scandar la primera vez que te lo cruzas, antes incluso, de haber empezado a hablar con él.  Pero, sobretodo , eso es todo lo que tu ya sabías, porque escribes de verdad, desde dentro. Y eso, eso solo tiene un nombre: poesía.

2 Comments

  1. Es una lástima que la cultura esté como está… Con la de buenos artistas que hay por ahí escondidos.

  2. Un gran trabajo 🙂

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