Cerveza artesanal, ¿posible negocio?
Es indudable que una de las señas de identidad de España es nuestro peculiar proceso socializador. Los españoles dedicamos una buena parte de nuestro tiempo de ocio a relacionarnos alrededor de la barra de un bar, por lo tanto no sería descabellado considerar a los bares, y todo lo que estos establecimientos representan, como uno de los vértices configuradores de nuestra cultura social.Pero esta “socialización tabernera” no sería tal si no viniese acompañada por el consumo de una de las bebidas más aceptadas y demandadas entre los asiduos visitantes a estos locales: la cerveza.
La cerveza se ha convertido en un vínculo de unión y en una excusa de encuentro; no es necesario recurrir a una celebración especial para disfrutar de esta bebida. Tenemos tan interiorizado su consumo que es frecuente utilizar la expresión “¿unas cañas?” para formalizar una cita. La cerveza se erige como uno de nuestros más característicos ritos sociales.
Ante la evidente y generalizada aceptación de este producto, no es de extrañar que, en tiempos de crisis, su fabricación se haya convertido en una posible vía de escape a la insostenible situación económica que atraviesa el país. Hablamos de una realidad fácilmente contrastable: que la fabricación y comercialización de cerveza artesana se abre hueco en España, como posible negocio contra la crisis y que éste es un sector en claro auge, lo demuestran las cifras. A día de hoy España cuenta con cerca de 200 microcervecerías, a lo que se suma el hecho de que el consumidor tiene la opción de elegir entre más de 400 marcas artesanas, tradicionales y de importación.
Otro factor que incide en la percepción de que estamos ante un negocio con futuro es la proliferación de empresas satélites y actividades de todo tipo vinculadas a este sector. La venta online; la venta de equipos, herramientas y utensilios para la elaboración de cerveza artesanal; la venta de materias primas; cursos y talleres; ferias; campeonatos; certámenes; clubs… un sinfín de ofertas, cada cual más atractiva, que acercan al consumidor, y mucho más al emprendedor en ciernes, a un mundo que, aún conocido, está todavía por explorar y por explotar. Cierto es que las cifras que se desprenden de la producción de cerveza artesanal distan mucho de las alcanzadas por la industria cervecera española, pero también parece evidente que las posibilidades de este sector se muestran halagüeñas.
Varias son las razones que nos llevan a considerar que estamos ante un proyecto viable, quizás porque esta bebida ya era habitual en la antigüedad, quizás porque en el siglo XVI a.C. ya se calificaba a la cerveza como bebida de dioses, quizás porque en la actualidad forma parte indiscutible de nuestra tradición mediterránea, quizás porque se ha convertido en un relevante nexo de unión… sea como fuere el sector cervecero ha alcanzado tal protagonismo que apostar por su fabricación artesanal se ha convertido en una opción a tener en cuenta.
Un buen ejemplo de ello es David Castro, madrileño de profesión ingeniero informático, quien se planteó su futuro en un momento de profunda inestabilidad y cambió su puesto de directivo en una gran compañía, para hacer cerveza artesanal, uno de los hobbies que más le apasionaban. “Yo hacía la cerveza en casa” cuenta David, quien reconoce que entre las distintas posibilidades que se planteó para reinventarse, lo que más le motivaba era ser cervecero. “Me veía como cervecero porque es muy gratificante, porque entra dentro de lo que es una bebida, un alimento y al final llegas a un punto en el que dices ¿por qué no? ¿Cuántas fábricas hay en Madrid con capital español? Ninguna. Entonces he pensado, ¿por qué no sacar una marca de cerveza de Madrid para los madrileños? Y sobre todo di el paso porque la gente pagaba por mi cerveza. Mis amigos me la pedían para comuniones, bautizos; había demanda y fue entonces cuando empecé a plantearme fabricar cerveza”. Así nació La Cibeles, una de las cervezas artesanas más conocidas de España en la actualidad.
La empresa de David, vio la luz hace casi cuatro años y desde su creación no ha parado de crecer. Lo que empezó como una pasión casera se ha convertido en un negocio con seis trabajadores en nómina y 19 variedades de cerveza, que no solamente se distribuyen a nivel nacional, sino que también se exportan a países como EE.UU, Japón, Suecia, Finlandia o Nueva Zelanda.
Fue en 1970, en Reino Unido, donde el movimiento de las cervecerías artesanales despegó, extendiéndose muy pronto a Estados Unidos y, poco más tarde, a otros rincones del mundo. El brewpub o microcervecería en sus orígenes, tal como su nombre indica, hacía referencia al tamaño de las cervecerías, sin embargo poco a poco se convirtió en una actitud, en busca de métodos alternativos a la producción de la cerveza industrial y de un trato más cercano con el cliente.
El Pub Krugers, ubicado en un pueblecito irlandés llamado Dunquin, se erigió en 1971 como el impulsor de la iniciativa CAMRA, Campaign for a Real Ale o, lo que es lo mismo, Campaña por una Cerveza Real, que buscaba “recuperar el sabor de la cerveza tradicional”, hartos de “un mercado cada vez más industrializado, en manos de pocas compañías que elaboraban productos cada vez con menos sabor”. A día de hoy siguen manteniendo los mismos ideales y objetivos de su fundación, reuniéndose una vez al año en el Gran Festival de la Cerveza Británica (The Great British Beer Festival), donde, en la edición del año pasado, se juntaron más de 800 productores artesanales de todo el mundo.
Aunque mucho más tarde, la fiebre de la cerveza artesana también ha llegado a España, donde actualmente se vive una auténtica revolución. Sólo en Castilla y León se abría el año pasado un negocio semanalmente, a pesar de los tediosos trámites burocráticos, uno de los mayores obstáculos a los que se enfrentan los pequeños empresarios.
“En estos tres últimos años este sector está expandiéndose muchísimo. De treinta cerveceras que había hace cuatro años, ahora debe de haber unas 200”, cuenta David orgulloso. Además de La Cibeles, otras marcas como Archi, Boira, Azahara o Espiga se hacen hueco en un mercado industrializado, donde cada vez cuenta más lo natural. Y es que sus ingredientes puros (agua, malta, cebada y levadura), sin aditivos añadidos y su sabor y aroma inconfundibles, hacen que cada vez se sumen más adeptos.
Como todo micronegocio el problema está en la distribución y en los precios de los productos complementarios. Una vez se consigue todo lo que rodea al producto (que es lo caro) se puede hacer carrera. Cervezas como Cibeles son una gran idea y es muy gratificante que personas decidan hacer lo que quieren y no lo que les de dinero, aunque esto se lo de, porque el resultados son buenas ideas y buenos productos.
Un artículo fantástico!! Muy completo, ha sido un placer leerlo. Enhorabuena por el trabajo.
No ha mucho tiempo que me topé con esta prácica amateur de la elaboracion de cerveza. Es positivo que cada vez haya más gente que elabore su propio ‘caldo’, a su gusto; aunque no sé si eso del nulo control sanitario puede ser bueno.
Un artículo muy interesante chicas. El alcohol como medio socializador y la cerveza como recurso más económico están a la orden del día haciendo con esto un negocio que mueve grandes cantidades de dinero. Gran artículo y muy entretenido.
Soy bebedora habitual de la cerveza y me encanta documentarme, investigar en muchas direcciones. Presente artículo me resulta original. En mi última visita a Ifema,con motivo de la Feria de Marketing, se habló mucho sobre la marca y la identidad de España. Éste sería un buen ejemplo.
Me ha encantado la expresión “socialización tabernera” para definir una forma de relacionarnos tan nuestra y me ha parecido una excelente idea de negocio en un país tan cervecero. ¡Enhorabuena por el artículo! Por cierto ¿Alguien conoce algún bar donde sirvan cerveza La Cibeles? Estoy deseando probarla 😉
Desde luego que ante la crisis este es un sector en el que no hay problemas para tener éxito. Me ha parecido muy interesante lo que comenta David Castro, no tenía ni idea. Ahora también tienen mucho éxito las catas de cerveza. Muy bueno el artículo ¡Viva la “socialización cervecera”!
Muy buen artículo!! La cerveza artesanal es una delicia, y encima ayudamos a pequeñas empresas consumiéndola. Muy interesante chicas
Me gusta ka idea de fabricar de manera artesanal cualquier cosa, incluida la cerveza. Los procesos industriales tienden a desplazar la calidad por el beneficio. Ojala se consiguiera una buena distribucion y un precio asequible