César Gil: la leyenda del profesor que brinda por sus alumnos

Alumna haciendo un ejercicio ante la cámara / Grupo 42

Aunque a priori no lo parezca, en la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM hay vida más allá de las aulas frecuentadas por el alumno recolector de créditos para la extracción del título. Una leyenda habla de unos estudios de radio y televisión ocultos en un sótano, en los que, desde hace casi 30 años, se imparte un seminario de comunicación, cuyo creador y profesor responde al nombre de César Gil Covarrubias. Casi tres décadas en las que lo que comenzaron siendo básicamente unas sesiones para hablar en radio han ido evolucionando hasta añadir enseñanzas prácticas de cómo hablar en público, en televisión y en discursos políticos, manejando actitudes corporales y no verbales.

Habla también la leyenda de que no todo el mundo está preparado, al menos en un primer momento, para enfrentarse a los retos que implica este seminario. Algunos años, debido a la gran cantidad de asistentes a las primeras sesiones, el bueno de César se encargaba de que algunos de estos jóvenes salieran corriendo con la convicción de no volver y no saber nada más sobre ese tema. Quedaban pues, un número razonable de valientes que, al comienzo de cada sesión, antes de ponerse delante del micrófono o de la cámara, debían estrecharle la mano firmemente a su profesor mientras este les miraba fijamente y les decía: ”¿por qué te pones tan rojo?”.

Con este y otros métodos es como a Sara, alumna del seminario el curso 2012/2013, César le ”vacilaba” y le ayudaba a perder  su timidez y a estar más segura ante el público y como persona. Y a Mónica, a la que en el curso 2012/2013 César supo  sacarle el máximo provecho a base de ”pincharla”. También a Manu, que durante el curso 2010/2011,  pese a esconderse los  primeros días de ese profesor que tan pálidos dejaba a algunos, acabó decidiéndose por ir a todas esas sesiones en las que  ponerse delante de la cámara y  el micrófono nunca había sido tan exigente. Y es que tener ganas y entregarse es indispensable  para los alumnos de César. Sobre todo, que muestren su profesionalidad.

Alumnos viendo desde el monitor el ejercicio de una compañera / Grupo 42

 Quizás se crea que si este es un seminario de sudar la gota gorda, se recibirán por lo menos unos cuantos créditos, ¿no? No,  nunca ha habido créditos. Pero dice también la  leyenda que en el seminario es tan necesaria la profesionalidad como el buen  rollo y el compañerismo entre todos sus futuros periodistas y comunicadores. Aquí comparten  virtudes y se hacen mejorar los  unos a los otros. Se ríen y se contagian, incluso  lloran a veces.

César y algunos alumnos en los controles / Grupo 42

Y siendo César uno más entre todos ellos. A veces no solo como profesor, sino como amigo de los que él ha considerado sus ”discípulos” durante estos 29 años, en los que un par  de generaciones han disfrutado de las enseñanzas altruistas de este señor que, desde que empezó con todo esto, se conforma con que sus alumnos sigan saludándole y recordándole con agrado.

Además, algunos de estos ”discípulos” han logrado notables carreras en el mundo de la comunicación, como Antolín Romero, Javi Nieves o Mariano Alameda. Otros muchos, la inmensa mayoría, no han llegado a tal nivel en los medios, pero todos tienen algo en común: que tuvieron la oportunidad de disfrutar en las entrañas de Ciencias de la Información de innumerables horas de radio y televisión, en las que conocieron a compañeros que acabaron siendo amigos, y que, aunque no tuviesen la oportunidad de aplicar lo aprendido en su vida profesional, sí se reservaron el derecho de recordarlo para su vida personal.

Y todo ello debido a que, después de casi tres décadas, el bueno de César, que tras la última campanada de cada Nochevieja levanta su copa y hace un brindis en honor a sus alumnos, se sigue empeñando en estar en deuda y ayudar a los jóvenes. Y en morir con la botas puestas, pues todavía se siente útil para la sociedad.