World Radio Challenge: La primera competición mundial de radios
Los días 6,7 y 8 de mayo 7 países participaron en una maratón radiofónica
Cuando Carlota Löffler recibe la llamada de su compañero universitario Daniel Schwesinger en diciembre de 2013, el World Radio Challenge (WRC) no es más que una idea engendrada por un puñado de estudiantes entre las paredes de los estudios de Inforadio, la radio universitaria de la Universidad Complutense de Madrid. “Me tienes que ayudar a realizar unas llamadas a radios italianas” le pide el estudiante de periodismo a la joven. Ella, también estudiante de periodismo y habladora de 5 idiomas, accede a realizar una prueba. “Ya tenemos directora de comunicación” sentencia Octavio Vellón, uno de los primeros colaboradores del WRC, tras la primera llamada en busca de cooperación para tan ambicioso proyecto. En ese momento hablaba en broma, pero pocas semanas más tarde el Presidente de la ya fundada “Asociación Desafío Mundial de Radios”, Fernando Carruesco, confirma el puesto a la chica.
Las semanas y los meses vuelan mientras Schwesinger, nombrado director de Relaciones Internacionales, se pone en contacto con radios universitarias de, literalmente, todo el mundo, teniendo que desvelarse muchas veces por ello a altas horas de la madrugada por la diferencia horaria. Mientras tanto, Löffler trabaja con Carruesco y el resto del equipo de estudiantes voluntarios comprometidos con la ambición, para elaborar las bases de la competición y organizar su desarrollo: consistirá en una auténtica maratón radiofónica en la que 7 países de todos los continentes luchen por realizar el programa de radio más largo y más seguido del mundo. La propuesta: alcanzar las 70 horas de programa continuo liderado por un grupo de locutores que, por cada hora completa de emisión, acumularían tan solo 5 minutos de descanso. Y todo ello en varios países a la vez y tratando de implicar al máximo a la audiencia.
“Lo más difícil es convencer a la gente de algo que nunca antes ha visto” afirma Schwesinger. Los demás están de acuerdo: hasta encontrar una sala donde poder trabajar resultó difícil. La Complutense, en cuyo nombre emitirá el equipo representante de España para el World Radio Challenge, niega a sus estudiantes todos los recursos solicitados: desde el salón de actos para celebrar el evento hasta el equipo técnico para realizar la emisión. Por no hablar de becas o siquiera respaldo para conseguir patrocinio. Sin embargo, el grupo de jóvenes ya se había propuesto algo muy grande y se conforma con una sala compartida y tener que llevar cada día el propio portátil a la facultad. Trabajaron durante meses a diario en los preparativos, montando la competición de forma simultánea al programa que Carruesco y Sergio Brau iban a emitir en representación de España.
Pronto, el equipo va a demostrar que se puede alcanzar mucho con muy poco y logra persuadir a empresas como Correos, Intermón Oxfam o Estrella Galicia para aportar patrocinio material o económico. El problema del salón de actos se soluciona con un lugar mucho mejor: la plaza de Callao, con el permiso concedido por el Ayuntamiento de Madrid y una carpa proporcionada por Correos.
Se acerca la fecha del pistoletazo de salida y el trabajo de Schwesinger y Löffler –que han pasado a formar la dirección del World Radio Challenge– está lejos de terminar: los rivales les asaltan a dudas, surgen complicaciones de última hora y, durante el evento, uno de los dos va a tener que estar siempre ahí para mantener la imparcialidad y el orden. “Es lo que tiene estar organizando una competición y participar en ella,” admite Löffler, “al final todo el mundo se ha pasado a los preparativos del espectáculo, y se han olvidado de que hay 6 países más que coordinar”.
Pero la ayuda llega pronto, al reunirse, pocos días antes de comenzar el show, el Equipo Internacional de WRC, encabezado por Schwesinger y Löffler. Un equipo tan cosmpolita como el evento mismo, formado por las estudiantes o recién licenciadas españolas Pilar Martínez, Teresa Santos como supervisoras y Lucía Domínguez de traductora que a su vez hace, junto con Jesús Márquez y el finlandés Samuli Harala, también de jurado. Todos ellos se turnaron para encargarse de la supervisión de cada uno de los programas, de coordinar la comunicación entre los países y de ofrecer un servicio de atención a los participantes. Al mando de las redes sociales se encuentra la Community Manager venezolana Vanessa Alejandra Sánchez, coordinando y evaluando la actividad en Facebook y Twitter.
¿El resultado? Todo un éxito. A pesar de tener que trabajar durante muchas horas seguidas, día y noche, y a lo largo de cuatro días seguidos, el tiempo pasa casi demasiado rápido. A las 50 horas de programa, el primer rival –Sudáfrica– se retira. 10 horas más tarde lo hizo también Finlandia. Pero el show sigue y algunos incluso siguen después de la retirada de España, a las 70 horas de emisión continua. Luego finalizan también los programas de Italia y Alemania dejando un duelo entre México y Malasia. Pero la diferencia de puntos conseguidos por audiencia y seguimiento en las redes sociales alcanzados por uno de ellos es tal que, a las 73 horas de comenzar la competición, se proclama ganadora a la Radio Universo 94.9 de la Universidad de Colima, México.
Ni siquiera entonces ha terminado el trabajo del Comité de Organización-que tienen que recoger los restos de un espectáculo montado en pleno centro de Madrid- ni para los directores de la competición, Schwesinger y Löffler. Aún hay que generar feedback y para ellos dos “esto acaba de empezar”. Los planes futuros: “montar otro evento igual, con todo lo que hemos aprendido, y conseguir un impacto aun mayor”. Para todos los que trabajaron en el proyecto ha sido “un sueño hecho realidad”. Su meta de escribir historia ha sido alcanzada.
Un evento único que muy pocas empresas serían capaces de hacer con tan pocos recursos. El equipo encargado de la parte más internacional ha hecho un trabajo excelente. Tenemos a gente preparada y con ganas, muy capaz de llevar a cabo todo lo que se propongan. Auguro un futuro excelente para estos chicos y ¡a por otra locura pronto!
R.