Formación universitaria versus mercado laboral
Cada vez son más voces las que destacan que la formación universitaria no responde a las necesidades del mercado laboral. Actualmente, en nuestro país, los grados prácticamente no valen nada sin un máster y los jóvenes titulados universitarios sufren para lograr adentrarse en el mercado
laboral. Sin embargo, un problema que podría explicarse con la difícil coyuntura económica o la sobrepoblación universitaria, tiene también raíces en las propias facultades: y es que también existe una importante desconexión entre los contenidos que se imparten en la universidad y las habilidades requeridas por los puestos de trabajo actuales.
Nuevos tiempos y salidas laborales
Los tiempos cambian y también lo hacen las profesiones. Las innovaciones tecnológicas actualizan año tras año las carreras de ciencias, pero las ciencias sociales también han sufrido una renovación profunda en los últimos años. Perfiles profesionales que desaparecen y otros nuevos que se crean son la causa de que se demanden más o menos ciertas habilidades y conocimientos. Eso, añadido a la difícil coyuntura económica, hace que los titulados que logren hacerse con estas capacidades durante sus estudios, tengan después una clara ventaja competitiva en el mercado laboral. El último informe del ministerio, “Inserción laboral de los estudiantes universitarios”, muestra cuáles son las carreras universitarias con mayor salida y oportunidades laborales en nuestro país. Medicina, óptica, enfermería y ciencias financieras colocan a sus alumnos en unos porcentajes superiores al 80%. Pero esto sólo es una mera anécdota en comparación con la verdadera conclusión que se extrae del informe: las carreras técnicas de ciencias son las que más salidas y posibilidades laborales ofrecen, mientras que entre las titulaciones de sociales y artes los porcentajes bajan muchísimo. Por ejemplo, las situadas en el ámbito de las Humanidades, el Derecho y las Artes no superan el 50% de afiliación. En el borde opuesto, las carreras pertenecientes a la rama de Ciencias de la Salud, la Matemática y Estadística, y aquellas relacionadas con la Informática aseguran al estudiante una colocación de más del 70%. Sin embargo, aún queda un dato que enrevesa un poco más toda esta situación. Si bien las carreras de ciencias tienen mejor empleabilidad, la inmensa mayoría de los estudiantes universitarios españoles (más de la mitad) se decanta por las titulaciones de la rama de sociales. Las otras cuatro ramas se reparten el 45% por ciento restante, a pesar de tener muchas mayores posibilidades de empleo. De hecho, el número de titulaciones de la rama jurídico-social supera también con creces al resto de carreras de las otras áreas.
Estando así el panorama universitario y laboral en España, parece que ya de primeras los estudiantes de letras parten en desventaja para la consecución de un puesto de trabajo. Sin embargo, las habilidades que reciben los universitarios en sus distintas carreras también supone una importante variable a tener en cuenta, y tanto o más definitiva que otras como el número de titulados o el estado del sector laboral en cuestión. En nuestro país, la educación pública, tan denostada actualmente, ha sido muy apreciada fuera de nuestras fronteras y son varias las titulaciones que tienen mucho cartel en el extranjero.
Un gran ejemplo de ello son los ingenieros industriales, civiles, de caminos y arquitectos, que actualmente tienen unas muy altas tasa de paro dentro de nuestro país. Sin embargo, las constructoras españolas están consideradas como las más importantes del mundo, por lo que a estos titulados españoles les llueven las ofertas en el extranjero, especialmente en aquellos países en vías de desarrollo, donde actualmente se encuentran dentro de un gran “boom” de la construcción. Brasil, India, Sudáfrica, China, Rusia y el golfo pérsico demandan con avidez y altos sueldos estos profesionales cualificados de la construcción donde los españoles son considerados los más preparados.
Enfermería, muy demandado fuera de nuestras fronteras
Otro tanto ocurre con aquellos estudiantes provenientes de las ramas de la salud. El sistema sanitario público español ha sido durante muchos años como una referencia en todo el mundo, constituyendo una de las redes públicas sanitarias más avanzadas de Europa, por delante de las infraestructuras de países como Reino Unido y Alemania.
En estos dos países en concreto son muy apreciados los enfermeros españoles, principalmente por dos motivos: su alta cualificación y su menor coste como mano de obra. A pesar de que el idioma suele suponer una barrera bastante alta, su preparación al final acaba traspasando las fronteras. “En un principio, suelen dedicarse a tareas menores que no corresponden al área de enfermería, más propias de celadores y auxiliares”, nos cuenta una supervisora del Hospital Gregorio Marañón, en Madrid. “Los recién titulados suelen tener muchas oportunidades allí, así que muchos van allí sólo como primer trabajo y de forma temporal”, explica. Más contundentes son algunas de las opiniones escritas en distintos foros y blogs donde los profesionales españoles cuentan sus experiencias en el extranjero: “Espero que a los que tienen pensado trabajar en Alemania sepáis que os vais a encontrar, de que aquí no es nada lo mismo, y de que debe ser un país de paso. No sé cuanto tiempo exacto me va a quedar, pero si tengo seguro de que no me voy a quedar en un país en el que no puedo evolucionar ni desarrollarme a nivel profesional”; “Es triste ver mi profesión así, y es muy frustrante trabajar en un medio así… en la que los médicos se creen que no tenemos idea de nada. Una vez un médico me dijo que no podía explicarme el sistema que hacía un drenaje torácico, porque era muy complicado para mí…” cuenta una voz anónima en un blog sobre las enfermeras españolas en Alemania.
Mientras que en otros países la titulación es concebida como un grado supeditado a la dirección de un médico, en España siempre se ha apostado por la formación de profesionales autónomos con distintas capacidades. Refleja, además, el gran carácter práctico con el que se imparte este grado en nuestro país. Con los nuevos planes de estudio de Bolonia, enfermería pasó a tener cuatro años de formación. Sin embargo, de los ocho cuatrimestres que tiene (dos por año), tres son prácticas en hospitales. Es decir, la mitad de todos los cursos excepto en primero están compuestos por un aprendizaje laboral directo. Y eso que Bolonia no aumentó precisamente las horas de prácticas de los alumnos: anteriormente, enfermería era una diplomatura de tres años, pero era “doble”. Y es que tras las clases de la mañana, los alumnos tenían que cursar sus prácticas en los hospitales universitarios por la tarde. En definitiva, un ejemplo de cómo la formación se adhiere a lo que busca el mercado: profesionales conocedores de la profesión y completamente listos y cualificados para desarrollar sus funciones desde el primer día de trabajo.
Sin embargo, existen otras titulaciones que se encuentran en el punto opuesto. A la falta de oportunidades hay que añadirle una formación desfasada a las exigencias del mercado, y que los alumnos deben completar con su propio tiempo (y dinero) fuera de las facultades.
Según los datos de los últimos años, los estudiantes de Medicina son los que más salidas profesionales encuentran, seguidos de los ópticos-optometristas y los licenciados en ciencias actuariales y financieras. En el extremo contrario, los que más complicado lo tienen para encontrar un puesto de trabajo son los que cursan la licenciatura en Radioelectrónica Naval y buena parte de las Filologías, como portuguesa y árabe.
La falta de adecuación a las exigencias del mercado laboral es una de las grandes deficiencias del sistema educativo español. De hecho, casi la mitad de los titulados universitarios que trabaja no tiene un empleo acorde a su nivel de estudios. Este porcentaje es del 51,5% al año de acabar la carrera y del 44,5% pasados cuatro años.
El Observatorio de Innovación en el Empleo de Adecco pone de relieve, de hecho, que el 80% de los jóvenes no cree que vaya a ejercer la profesión para la que se está formando y seis de cada diez universitarios consideran que el salto hacia el mundo laboral es demasiado grande. Los estudiantes de Humanidades son los que menos expectativas tienen de trabajar en su ámbito.
Periodismo, una mala idea
Un claro ejemplo de esto último lo encontramos en la titulación de Periodismo. En 2012, según el barómetro de easypress.es, un 77% de los periodistas considera que la situación de su profesión es “precaria” en el aspecto laboral, frente a un 21% que la juzga “mejorable”, mientras que tan sólo un 1% la califica de “buena”. Hoy todo parece apuntar que la situación y/o percepción de los futuros profesionales de este gremio no ha hecho sino ir a peor. El mercado está saturado y es difícil conseguir colocación más allá del trabajo precario.
Los alumnos de la titulación creen vislumbrar con claridad cuales son las causas de esta situación: prácticas que, por lo menos en la universidad pública, debe buscarlas el alumno por su cuenta; bolsas de trabajo para becarios en el sector de la comunicación muy reducidas; información y formación desfasada a los tiempos actuales, etc. Además, una queja común de los alumnos es lo poco práctico del grado, donde abundan las asignaturas teóricas. Así mismo, no son muchos los docentes habilitados para tratar el nuevo paradigma digital en el que está inmerso la profesión, paradigma en el que los futuros periodistas deberán moverse sí o sí. El desencanto con la carrera surge sobre todo a la hora de buscar trabajo: poco, bastante poco, según los estudiantes, de lo que se estudia en la carrera sirve de algo. “El mercado demanda conocimientos en idiomas, nuevas tecnologías, marketing y experiencia laboral. La facultad no te da ninguna de esas cosas de forma autónoma”, se queja un alumno. “En una asignatura de radio debíamos estudiarnos un manual publicado en los 80. Hablaba de que la futura participación de audiencias se iba a dar a través del teléfono, cuando el tiempo ha demostrado que es a través de las redes sociales. La materia está desfasada”, explica otro.
Algunas personas creen que esta mala conveniencia entre los contenidos que se ofrecen y la demanda profesional viene de que periodismo es una antigua licenciatura, y al transformarse en grado, no se adecuó como una carrera técnica, sino como una titulación teórica, enfocada más al estudio de la comunicación que a enseñar auténticamente una profesión. Por lo que parece este problema lejos de acabar va a seguir existiendo con las nuevas actuaciones políticas como el 3+2, que generan un gran descontento entre los estudiantes. Además,por ejemplo en el caso del Periodismo hay que sumar otras lacras como el cada vez más común intrusismo laboral o primar o la crisis de los medios tradicionales. A largo plazo los alumnos hablan de soluciones como refundar y otorgar una buena capacidad de adaptación al COIE, un programa de prácticas académicas cuatrimestrales (como las carreras técnicas) y la inclusión en los planes de estudio de contenidos actualizados y potentes de idiomas y nuevas tecnologías.
Como estudiante de periodismo he de decir que estoy totalmente de acuerdo con las opiniones expuestas en este reportaje, las materias impartidas en nuestro grado están totalmente desfasadas a lo que exige el mercado laboral de hoy en día, se debe hacer una reestructuración completa del grado de periodismo y adaptarlo a los nuevos tiempos.