No hay tiritas para la capa de ozono
En los madrileños años 60 el incremento del uso del coche conllevó un cambio en la ciudad de Madrid que sigue imperante hasta el día de hoy. Para albergar todos estos coches desaparecieron los bulevares, se talaron árboles que no han vuelto a plantarse, se redujeron las aceras y ampliaron las calzadas quitando sitio a los peatones y dándoselo a los automóviles. Madrid es hoy en día una ciudad hecha para los coches, que son responsables del 80% de emisiones de dióxido de nitrógeno y del 60% de las emisiones de partículas. Lo que se ha conseguido es que la capital española sea la ciudad más contaminada del país y además que supere el límite máximo de emisiones contaminantes impuesto en Europa en 2010. Todo esto supone riesgos muy importantes para la salud de los ciudadanos, desde enfermedades pulmonares a efectos perjudiciales en la sangre.
El pasado 30 de octubre de 2016 los niveles de dióxido de nitrógeno superaban los límites permitidos. Se podría decir que el aire de Madrid era irrespirable. El Ayuntamiento se movilizó para frenar la situación y activó el escenario uno del protocolo de medidas. Este consistía en reducir la velocidad a 70 km/h en la M-30 y accesos, así como medidas de promoción del transporte público. Esa misma noche era activado el escenario dos, cuyas medidas son las mismas que en el anterior y la prohibición del estacionamiento de vehículos en las plazas y horario del Servicio de Estacionamiento Regulado (SER) en el interior de la M-30.
Al día siguiente, Madrid ponía en marcha el escenario tres. Para esta fase, ya se había superado el nivel de aviso por lo que a las medidas anteriores se le sumaba la restricción de la circulación en el interior de la almendra central (área interior de la M-30) del 50% de todos los vehículos. Los días pares podían circular los coches con matrículas par, mientras que los días impares sólo podían circular los coches con matrícula impar. Para que se active este último escenario han de superarse los 200 miligramos/m3 de dióxido de nitrógeno durante dos días consecutivos, por lo que se habla de niveles muy altos y perjudiciales para la salud de los ciudadanos, aunque hay que saber que activar el protocolo no soluciona el problema, solo lo reduce a corto plazo. Se corrige la situación momentáneamente en Madrid, pero es como colocar un parche a una herida que cada vez se hace más grande.
En busca de medidas estructurales
El dióxido de nitrógeno procede principalmente de los vehículos, de la combustión de estos y de las plantas eléctricas. Por eso una de las medidas más importantes para bajar el nivel de la contaminación es reducir al 50% el uso del coche dentro de la ciudad. Con todo esto, lo que se quiere es llegar a conseguir que se faciliten los desplazamientos andando y que Madrid sea una ciudad diseñada para el transeúnte y no para los vehículos, como explica Ramón Linaza, consejero técnico del Área de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid.
Otras medidas:
- Reducir el número de carriles para automóviles en la capital y no seguir ampliando estos porque solo conlleva a un aumento del uso de vehículos, no a una mejor fluidez.
- Mejorar el transporte público. Modernizar su infraestructura para que llegue hasta el último rincón de la ciudad. Crear una red que permita todo desplazamiento sin necesidad del coche.
- Disminuir el límite de velocidad permitido dentro de la capital y de los alrededores. Cuanto menor sea la velocidad permitida, menos combustible se consume y menos emisión de gases contaminantes se produce.
- Fomentar iniciativas como Car2go, para moverse por la ciudad con vehículos eléctricos que no dañan el medio ambiente.
En definitiva, llevar a cabo cambios estructurales en Madrid para acabar, en la medida de lo posible, con el problema de la contaminación. Junto con Ramón Linaza, hay más personas partidarias de no enfrentarse al problema actuando solo en momentos críticos como los que se han vivido días atrás en Madrid. Por ejemplo Tatiana Nuño, responsable de Cambio Climático y Energía de Greenpeace, ha recordado en numerosas ocasiones que cada año mueren 600.000 niños en el mundo por la contaminación, por lo que es un tema muy importante que debe abordarse a fondo con urgencia. Tatiana Nuño apoya las medidas tomadas en Madrid pero recuerda que es imprescindible llevar a cabo cambios estructurales tanto en las Administraciones como en los propietarios de vehículos. Sobre todo, mejorar el movimiento en bicicleta como en otras ciudades o países y apostar por el transporte público.
Otro ejemplo de estas ideas es el portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, José Manuel López. Este considera que todas las Comunidades Autónomas tienen un problema serio de contaminación y está bien atajar con medidas puntuales, pero hay que enfrentarse al problema con medidas estructurales como un cambio en el modelo productivo.
Facilita el desarrollo de enfermades pulmonares crónicas
La contaminación puede afectar a la salud de diferentes maneras. La más común es la acción directa de los elementos tóxicos del ambiente sobre el aparato respiratorio, que producen un daño crónico sobre el mismo. Esto facilita el desarrollo de enfermedades pulmonares crónicas, como pueden ser el EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), de crisis asmáticas o también favoreciendo la aparición de patología alérgica de diferentes tipos e irritaciones dérmicas.
El depósito de hollín que se crea en nuestras vías respiratorias tras una larga estancia en una ciudad contaminada es uno de los elementos más irritantes. Asimismo, nuestro sistema inmunológico se puede ver dañado por la polución cuando esta se encuentra en el aire en cantidades muy elevadas.
El humo de la ciudad puede tener también efectos sobre la sangre al aumentar los niveles de monóxido de carbono. Aunque no se lleguen a alcanzar niveles muy elevados como para producir daños graves instantáneos, sí podrían producir manifestaciones como pueden ser la cefalea, trastornos de concentración o astenia.
Igualmente pasa con el humo del tabaco. El problema de los fumadores se basa en el efecto aditivo de la polución sobre el propio humo del tabaco. Las personas fumadoras tienen niveles de monóxido de carbono en sangre más elevados que los no fumadores, por lo que los daños colaterales que conlleva vivir en una zona muy contaminada se vuelven más frecuentes en ellos, empeorando su cuadro clínico. Por otro lado, por términos generales los niños también suelen ser más sensibles a todo tipo de trastornos.
Aunque la contaminación sea uno de los motivos por el que se desarrolla un mayor número de enfermedades pulmonares, también hay una serie de elementos, como la sanidad, que hacen que haya una mayor esperanza de vida que en otros países menos desarrollados. Es por ello que podemos ver que la gente en Nueva York vive más que en África y sin embargo en África hay menos polución. Por igual ocurre al comparar la vida en la ciudad, que está asociado a una serie de enfermedades, con vivir en el campo, que está asociado a otras.
Según datos del último informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicado en septiembre, Madrid es la cuarta ciudad europea más contaminadas solo por detrás Londres, Berlín y Roma. En España, los protocolos de actuación contra la contaminación han llegado tarde. Sin embargo, en otros países, las medidas preventivas ante el alto nivel de polución se han convertido en imprescindibles para vivir. El caso más extremo es el de China. La situación en Pekín se ha convertido en una prioridad mundial por su grave riesgo para la salud y su importante contribución al calentamiento global. Pero, por cercanía, vamos a centrarnos en las tres ciudades anteriormente citadas.
Cierre inminente al tráfico de “Oxford’s Street”
La preocupación en Londres por el medio ambiente se remonta a 1952. En ese año, la capital británica sufrió la conocida como Gran Niebla, un fenómeno ambiental provocado por la quema incontrolable de los combustibles fósiles que causó la muerte de más de 12.000 personas. Este desastre hizo que el Parlamento de Reino Unido aprobará una serie de normas legales como el Clean Air Act de 1956 donde, por primera vez, se limitan las “zonas de humos” y prohíbe a las hogares quemar los combustibles fósiles. Más recientemente, el alcalde laborista Sadiq Khan tomó algunas medidas muy duras contra la polución, como el cierre inminente al tráfico de la calle “Oxford’s Street” (la calle más contaminada de Europa) o anticipar la entrada en vigor de la Zona de Emisiones Ultrabajas prevista para 2020, que prevé cobrar el “peaje de contaminación” a los vehículos diésel. Además, los londinenses ya pagan desde hace 15 años un “peaje de congestión” para poder circular por el centro de la ciudad.
La actuación de Berlín contra la contaminación se ha convertido en un ejemplo para los ecologistas, según un estudio publicado por European Environmental Bureau en 2011. La ciudad alemana ha impuesto llevar un distintivo adhesivo que confirma la calidad de los humos emitidos por el escape del motor. No obstante, Berlín destaca por el buen funcionamiento de su transporte público y por el uso de la bicicleta entre sus ciudadanos, lo que ha provocado que su modelo se convierta en una referencia para el resto del mundo.
En el lado contrario se encuentra Roma. La metrópoli italiana se ha caracterizado por pasividad respecto a la polución. Sin embargo, la alta contaminación en diciembre de 2015 provocó que el Ayuntamiento tomara alguna medida drástica como la prohibición de circulación alternándose las matrículas par e impar con los días del mes. Decisiones que han sido tildadas como “parche” por la oposición y expertos medioambientales, al igual que las medidas tomadas puntualmente en Madrid cuando los niveles de polución superan límites permitidos.
Finalmente, hay que destacar el protocolo que utiliza París. La capital francesa vetará al tráfico todos los vehículos con motores diésel en el 2020. Además, desde julio de 2015, los camiones y autocares matriculados antes del 1 de octubre del 2001 no pueden circular por el centro. En julio de este año se amplió esta decisión a los coches de gasolina matriculados antes de 1997, los diésel anteriores al 2001 y las motos previas al año 2000, lo que representa unos 30.000 vehículos.
De este modo vemos que, poco a poco, se están sustituyendo cada vez en más lugares los parches a la contaminación por medidas estructurales más drásticas para un problema que afecta a todos.
Muy positiva la preocupacion medioambiental pero se deben dar soluciones a los ciudadanos, el transporte en Madrid es deficitario sobre todo entre barrios perifericos y el SER no es la solución porque condena a la falta de relación entre ellos
Efectivamente creo que los parches no funcionan. Restringir el tráfico ciertos días o bajar la velocidad máxima de circulación son medidas puntuales para crisis puntuales. Nada más. Lo que necesitan ciudades como Madrid es una planificación sosegada de su urbanismo (fuera de la vorágine mediática que utiliza cualquier aspecto para intentar demoler al gobierno municipal), devolver las calles a los peatones, canalizar eficientemente el tráfico de coches e implementar transportes limpios. La ciudad de Madrid debe plantearse la construcción de más líneas de metro ligero (aka tranvía) para aligerar los atestados autobuses de la EMT.
Muy buen reportaje. Se nota que los autores han trabajado el tema en profundidad y que tienen madera de buenos periodistas
Me parece un artículo muy interesante y bastante bien documentado. Muy buena iniciativa para concienciar un poquito más a la población
Enhorabuena por el trabajo de investigación realizado. Han denominado a la perfección el gran problema que cada vez tienen más ciudades europeas y en concreto Madrid. Lamentablemente apenas se están llevando a cabo medidas eficaces que atajen esta situación y que no solo se limiten a “arreglos puntuales”. Con los ejemplos de otras grandes ciudades, como los que proponen en el presente artículo, solo queda esperar a que los gobernantes se pongan manos a la obra para reducir un grave riesgo para los ciudadanos.
Reportajes como este te hacen reflexionar sobre la validez de muchas medidas que se toman en la actualidad.
Por una vez deberíamos de estar a la cabeza de las primeras ciudades del mundo en hacer frente a este problema tan grave.
Wow, chicos, menudo trabajazo. Da gusto leer un texto tan cuidado a todos los niveles. ¡Nos leemos!
¡Saludos!