La separación como estrategia educativa
La educación diferenciada es un antiguo debate pedagógico. Colegios para niños y para niñas. Separados por clases o por materias. Hay opiniones diversas y muy enfrentadas. Por un lado, los que opinan que es un modelo discriminatorio y sexista. Por otro, los que defienden que es la mejor manera de atender su diferente maduración psicológica y personal. Y, entre ambas opiniones, el debate paralelo sobre si tiene que haber un único modelo de educación pública y cuál debe ser. Desde Variación XXI nos acercamos a estos centros educativos para poder entender las razones que llevan a elegir o a rechazar esta opción.
La segregación educativa por sexos es uno de los modelos menos extendidos en nuestro país. A pesar de ello, cuenta con 150 escuelas y 22.000 alumnos de centros privados o concertados. La mayoría de ellos, están relacionados con congregaciones religiosas, a diferencia de las escuelas europeas que ofrecen este tipo de educación. Asimismo, mientras que en otros países como Alemania o Estados Unidos se intenta promover el desarrollo de este modelo educativo a través de la enseñanza pública, tanto en España como en Catalunya la educación pública tan solo propone educación mixta como modelo pedagógico único. Por eso, es importante analizar los motivos por los cuáles en España se rechaza este tipo de educación y comprobar si este posicionamiento de gran parte de la población en contra de la educación diferenciada por ser una formación discriminatoria y retrógrada es un hecho o si se trata de una opinión infundada. También, veremos si la creación de escuelas para niños y niñas es una opción discriminatoria o si, como sus defensores afirman, es necesario tener en cuenta las desigualdades y las diferencias individuales para conseguir la igualdad que la educación no ha podido lograr.
Los niños a Xaloc y las niñas a Pineda
Como cada mañana, padres y alumnos se agolpan a las puertas de los colegios Xaloc y Pineda en L’Hospitalet de Llobregat. Dos colegios parecidos pero con una diferencia importante: a Xaloc solo entran niños y a Pineda solo entran niñas. Estos son 2 de los 10 centros educativos que ofrecen educación segregada en Barcelona. Nos acercamos a hablar con Modest Molins, profesor de secundaria y subdirector del colegio Xaloc.
Nada más llegar, le preguntamos por su opinión: ¿Qué es la educación diferenciada? Según nos comenta: «Es un modelo educativo en el que, en algunos grupos de edad, se propone tratar de manera separada a los chicos de las chicas, atendiendo a su diferente maduración psicológica y personal». Nos da una respuesta de manual, parecida a la que podemos encontrar en organizaciones que defienden este tipo de modelo. Por ejemplo, la Asociación Europea de Centros de Educación Diferenciada (EASSE) define la educación diferenciada como «una aportación a la cohesión social, la convivencia, la igualdad entre sexos y la excelencia académica». Según Molins, con esta opción se pretende «potenciar las capacidades que presenta cada uno de los sexos, superar los estereotipos de género, garantizar la igualdad de oportunidades y luchar por evitar el fracaso escolar».
Además, aprovechamos nuestra visita al colegio para conocer la opinión del alumnado. Anna Folch, estuvo 12 años en el colegio femenino Pineda y, actualmente, cursa segundo de Bachillerato en el colegio mixto Salesians de Sarrià. Le preguntamos por su experiencia en ambos centros: «Después de haber visto las dos cosas me quedo con la diferenciada. Aunque pienso que ambos modelos tienen sus pros y sus contras. Si tuviera que elegir, haría que las clases estuvieran separadas por sexos pero que en las horas de recreo pudieran estar juntos». Sin embargo, también nos comenta alguna desventaja: «Cuando conoces gente del sexo opuesto te das cuenta de que las diferencias tampoco son tan importantes como para tener que separar a los dos sexos totalmente. Que somos distintos no lo niego, pero tampoco tanto como para que tenga que haber una diferenciación tan clara en los colegios».
Entre la discriminación y la diferencia
La Ley Orgánica de Educación (LOE), en su artículo 84.3, en relación con la admisión en los centros, aclara que: «En ningún caso habrá discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social». A pesar de que pueda parecer obvio, ninguna de las leyes educativas anteriores incluía el sexo en el listado de criterios de no discriminación en la admisión del alumnado. Al mismo tiempo, se ha impuesto la consideración de que mujeres y hombres tienen que tener igualdad de derechos y de oportunidades. Siguiendo esa misma lógica, tanto los centros como los contenidos educativos deberían ser los mismos para unos y otros. Quizá por esta razón, los colegios diferenciados no están exentos de polémica.
En un reciente análisis del Observatorio de Igualdad de Género de Comisiones Obreras (CCOO), se asegura: «Si se trata de educar igualitariamente a chicos y chicas, de proporcionarles los mismos recursos para su formación personal como ciudadanos y ciudadanas con los mismos derechos y las mismas posibilidades de inserción social, carece de sentido su separación en las aulas». En ese sentido, en 2012, el Tribunal Supremo negó el concierto a dos centros de Cantabria y uno de Andalucía argumentando que discriminan por sexo amparándose en ese mismo artículo. Discriminación que unos niegan y que para otros es evidente. A este tipo de afirmaciones, Alfonso Aguiló, director durante 11 años del colegio masculino Tajamar, replica: «Según ese tipo de razonamiento, también sucedería lo mismo en otros casos. Por ejemplo, la liga de fútbol de Primera División es masculina en casi todos los países del mundo. ¿Eso significa que discrimina y segrega? Si cualquier discriminación por razón de sexo es anticonstitucional, también lo sería la discriminación positiva. La cuestión de la discriminación no es sencilla, y resulta peligroso abordar el tema sin un poco de profundidad para no caer en simplificaciones».
A esta polémica se suma el hecho de que muchos de estos centros aplican este tipo de segregación por sexo con financiación pública. En el caso de los centros de Barcelona, el dato es evidente: los 10 centros que aplican la educación diferenciada están concertados por la Generalitat de Catalunya. Por ello, además de cuestionar este tipo de enseñanza, muchos son los que niegan que deba financiarse con dinero público. Por el contrario, los defensores de la educación diferenciada reivindican el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos y están en contra de que solo exista un único modelo de escuela pública. En ese sentido, Modest Molins, profesor de Xaloc, opina que «sólo discrimina aquel modelo que no da otras posibilidades. Perdón por el ejemplo pero si en un restaurante solo hay lavabo de caballeros estamos ante una clara discriminación. Si se ofrece una alternativa de lavabos diferenciados, a nadie se le ocurre decir que se discrimina al otro sexo por no compartir el mismo lavabo».
Aulas separadas, ¿ciencia o prejuicio?
Todos los centros que promueven la educación diferenciada, aluden a tres tipos de razones para defenderla. En primer lugar, aseguran que permite desarrollar mejor la personalidad de chicos y chicas basándose en el diferente grado de madurez. Por otro lado, defienden que mejora el proceso de socialización. Insisten en que «la conducta de los chicos en las clases mixtas suele ser más agresiva y egoísta que en las clases diferencias y se ha constatado que, en general, en los centros mixtos los chicos entienden mejor a las chicas pero les pierden el respeto». En tercer lugar, aseguran que incrementa la eficacia académica puesto que «facilita la adaptación por parte de los educadores al ritmo de cada persona».
Sin embargo, estas afirmaciones que se presentan como evidencias empíricas, en muchos casos, pueden tratarse de simples prejuicios o estereotipos de género. La educación diferenciada se basa en asociar características específicas a las categorías de hombre y mujer. Pero, como afirma el Observatorio de Igualdad de Género, estas categorías «ni son únicas ni son inamovibles, es decir, hay masculinidades y feminidades diferentes y, además, se transforman en función del tiempo, del espacio y del contexto cultural. Separar a chicos y chicas, con la pretensión de que unos y otras desarrollen mejor su personalidad supone, en la práctica, defender el mantenimiento de una única categoría –la hegemónica- para cada sexo, evitando la perversión de ese modelo hegemónico a través del contacto con elementos de la personalidad que no se consideran propios». En ese sentido, Anna Folch, alumna del colegio Pineda, no cree que este modelo favorezca la socialización: «al estar solo con personas de tu mismo sexo hace que veas a la gente como algo extraño. Después, cuando empiezas a tener amistades fuera del colegio te das cuenta de que tampoco es para tanto, pero el colegio no ayuda a que se produzca esa socialización aunque tampoco la impide».
En cualquier caso, en lo que sí podríamos estar de acuerdo es que, desde los centros educativos, debería promoverse la inclusión y la socialización de los alumnos. Sin embargo, en cómo conseguir este objetivo parece que es difícil llegar a un acuerdo. Tanto es así, que la LOE recoge como fin de la educación «el ejercicio de la tolerancia y la libertad dentro de los principios democráticos de convivencia, así como la prevención de conflictos y la resolución de los mismos». De este modo, separando a los alumnos es posible que se eviten conflictos pero no tendrán la oportunidad de aprender a resolverlos.
En cuanto al mejor rendimiento de los centros segregados, también es discutible. Desde el año 2008, la Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid ha instaurado una prueba anual a los alumnos de sexto de Primaria. En esta prueba, en la mayor parte de los casos, los centros segregados están por debajo de los centros mixtos con mejores datos. Según los últimos datos obtenidos, solo 3 centros segregados obtienen la mejor nota de su zona. En todos los demás casos, los centros mixtos obtienen mejores resultados académicos.
A pesar de todo, ni siquiera la educación mixta es sinónimo de coeducación. Que un centro reúna a chicos y chicas en sus aulas no tiene por qué significar que se esté llevando a cabo una educación igualitaria. La escuela debería tener como objetivo principal la construcción de personas independientemente de su sexo, sin estereotipos y que imparta una educación integral a todos sus estudiantes. Los centros mixtos, a pesar de tener parte del camino recorrido, también deberán plantear medidas para conseguir alcanzar el objetivo final: conseguir la igualdad entre todos sus alumnos.
Opino que mas de una profesor o representante educativo debería estudiar este tipo de asuntos