Batalla contra el aceite de palma
La polémica con aceite de palma se encuentra ahora mismo servida, siendo una de las noticias sobre salud más llamativas de los últimos años. Desde el comunicado que lanzó la Autoridad Europea para la Seguridad de los Alimentos en mayo del 2016, el aceite de palma ha sido el producto más que controvertido con el que nos hemos topado en nuestra alimentación cotidiana actualmente.
El aceite de palma es un producto usado como biocombustible y mayormente en la alimentación como estabilizante, conservante. Aporta sabor, untuosidad, da un punto crujiente, y es más manejable que otros tipos de aceites por su versatilidad. Es el aceite más usado en todo el mundo, subiendo su producción en 2015 hasta las 61,1 millones de toneladas. Sus mayores consumidores se encuentran en China, India, Indonesia y la Unión Europea, llegando ésta última a comprar 7 toneladas por año. Se calcula que cada europeo consume una media de 59,3 kg. al año. España es la tercera del ranking en su compra con 1,2 toneladas, sólo por detrás de Holanda e Italia.
Es recogido de los dátiles que da la palmera “Elaeis Guineensis”, oriunda africana y a la que debido a su éxito comercial, vio expandido su territorio por América del Sur y el suroeste asiático, siendo de estos últimos lugares sus principales productores (Malasia e Indonesia se erigen como los destacados, de donde procede el 85% de la producción mundial). Se exporta ya procesado y se puede ver en una gran cantidad de elementos que podemos encontrar en cualquier supermercado: Comida precocinada, velas, confitería, salsas industriales, coberturas y aperitivos son algunos de una larga lista.
Una guerra con varios frentes abiertos
Podría haber sido presentado como la salvación de las empresas de alimentación debido a que es mucho más barato que cualquier otro tipo de aceite, sin embargo, no es el ingrediente perfecto.
Con la ley de etiquetado de alimentos de 2014, se descubrió la llamativa cantidad de productos en los que aparecía el aceite de palma en su composición. La EFSA (European Food Safety Authority) lanzó una alerta el año pasado acerca de la posibilidad de que éste contuviera agentes que podrían propiciar la metástasis del cáncer en su versión comestible, considerándolo no seguro ya que no se pudo cuantificar la peligrosidad de dicho elemento tanto en ingestas grandes como moderadas. El proceso de refinado al que se lleva a cabo, al realizarse a altas temperaturas, crearía ácidos grasos que podrían provocar dicha metástasis.
Para apoyar esta hipótesis, otro estudio realizado en diciembre del mismo año en el que estuvo embarcado Salvador Aznar Benitah (jefe del grupo Células Madre y Cáncer del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona), señalaría a la proteína CD36 como la culpable de ello, provocando la misma virulencia en su metástasis que las causadas por células de melanoma y de cáncer de mama. Se puede encontrar dependencia de CD36 en tumores como el de ovario, vejiga o pulmón.
<<Proponemos que CD36 es un marcador general de células metástaticas, el primero del que tenga yo constancia que sea tan específico de metástasis>>
Podría decirse que sólo con esto, el aceite de palma tiene un gran obstáculo que abatir, pero no es su única batalla a librar. El aceite de palma también se encuentra en el ojo de una gran polémica por ser uno de los causantes de deforestación, siendo su víctima más sangrante la isla de Borneo. Su palmera es de rápido crecimiento y muy agresiva con su entorno. La laxitud de las autoridades con la legislación de plantación de estas zonas llega a tener estos lugares con incendios prácticamente constantes, haciendo peligrar la fauna y flora. Sólo en la isla de Borneo se ha reducido su extensión un 80% en los últimos 30 años.
A estas dos se le añade también la crítica a su certificado RSPO (Roundtable on Sustainable Palm Oil), que garantizaría que la producción de este aceite es segura para la biodiversidad y los derechos laborales de las comunidades indígenas. Sin embargo, se ha denunciado desde muchas plataformas ecologistas y afectados que estos permisos pueden ser comprados por productoras no sostenibles a otras que sí lo son.
Opiniones diversas entre los empresarios
La respuesta no se hizo esperar y varias compañías que utilizan este tipo de productos han tildado la investigación como alarma sin base científica. Ferrero fue una de las primeras en responder a estas acusaciones, en las que, a pesar de reconocer que sus productos sí que llevaban aceite de palma, pero que Nutella, uno de sus productos más exitosos, es un producto segura ya que se encuentra <<muy por debajo de los nuevos umbrales recomendados por la Agencia Europea para la Seguridad Alimentaria>>
Los que han sido llamativos en su contestación a estas investigaciones han sido los supermercados. La cadena SUPERSANO, dedicada a productos ecológicos, retiró todos aquellos productos con aceite de palma entre sus ingredientes. << Ha supuesto una decisión complicada porque hemos tenido que reducir nuestro surtido de productos de panadería, pastelería, bollería, galletas, chocolates, cremas para untar, snacks, etc., pero queremos ser coherentes con nuestros principios>> comentó el gerente de la cadena.
Otro supermercado que también se ha pronunciado contra esto es Aldi. Para 2017 su objetivo es retirar el aceite de palma de toda la producción de su propia marca ecológica. Sin embargo, esta no es la única medida que la cadena alemana ha tomado. En la memoria de sostenibilidad de 2015, se propusieron obtener la certificación RSPO en todo su manufactura propia para 2018. Esta medida también ha sido impuesta por otras grandes cadenas como Auchan -Alcampo- o el grupo Hipercor, a la vez que se plantean también su sustitución o eliminación Mercadona o DIA.
Barreras ante el aceite de palma
El problema reside ahora en qué hacer para disminuir su uso y cómo identificar qué productos contienen este aceite para evitarlo. Debido a la deforestación que produce, el Parlamento Europeo aprobó en Bruselas un informe en que proponía la desaparición del aceite de palma para 2020, pero sólo como biocombustible.
Debido a la anteriormente citada ley de etiquetado de alimentos, podemos comprobar toda la cantidad de productos que poseen aceite de palma. Las empresas que más lo utilizan son Uniliver (A la cabeza, que calculan que pueden llegar a usar unas 5 toneladas en sus productos y sus principales marcas son Frigo, Flora, Dove o Signal, entre otras), Nestlé (que llegó a comprar hasta un 1% de la producción mundial para su elaboración), Kellogg’s, L’oreal, las hamburgueserías McDonadls y Burguer King, The Body Shop, Colgate o Starbucks.
Se ha planteado la posibilidad de sustituir el aceite por otro que tenga las mismas grasas saturadas, como el esteárico, que además según organizaciones como la OMS o la EFSA han confirmado que no afecta al colesterol. Sin embargo, esto no parece convencer a los empresarios, que argumentan la imposibilidad de sustitución por sus propiedades únicas de consistencia y durabilidad. Sin embargo, otro parámetro a tener en cuenta puede ser que es el aceite más barato que existe, mientras que su sustitución podría ser un elemento costoso.
Ante este entramado, el consumidor se encuentra prácticamente desprotegido. Un obstáculo para él puede ser que, pesar de que debe estar mostrado claramente en el producto los materiales para su elaboración, muchas empresas esconden bajo un nombre técnico su uso. Otros nombres que se le da al aceite de palma son aceite de palmiste, grasa vegetal (palma), grasa vegetal fraccionada e hidrogenada de palmiste, palmoleina u oleína de palma, manteca de palma, estearina de palma o el propio nombre de la palmera.
En España ya se han empezado a tomar medidas contra ello, aprobando el 6 de abril de este año una proposición no de ley para que se presione a la Unión Europea a que se modifique el reglamento de etiquetado con todo lo que contenga aceite de palma y que se señale de manera clara y legible en el artículo en cuestión. Fue presentada por ERC y contó con el apoyo de Ciudadanos, Unidos Podemos y PSOE. También se insta en ella a que se elimine la promoción de sus productos hacia los menores mediante publicidad o regalos adicionales.