La educación intercultural: una materia pendiente
Desde finales de los 90, la inmigración en España ha supuesto un fenómeno con gran alcance demográfico y económico. En unas pocas décadas, España pasó de ser un país generador de emigración a ser un receptor de flujo migratorio. Fue con el restablecimiento de la democracia cuando la economía española comenzó a mostrar un gran dinamismo, lo que explica el fuerte crecimiento de la inmigración. Así, desde el año 2000, España ha presentado una de las mayores tasas de inmigración anual del mundo hasta la explosión de la burbuja inmobiliaria que nos llevó a la crisis en 2008.
La situación de crecimiento inmigratorio provocó cambios en la estructura educacional por la necesidad de integración en el sistema educativo de los descendientes de todas las familias que se mudaron al país.
«Mi madre llevaba aquí ocho años cuando llegué yo». Así comienza el relato de Fátima, una joven francesa de origen árabe, estudiante de derecho de la Universidad Complutense de Madrid. Su padre la animó a estudiar su carrera en Madrid por las oportunidades que la ciudad ofrece. Decidió cambiar su vida por completo y aprender un idioma y unas costumbres nuevas en un país desconocido para ella. Tardó seis años en aprender nuestro idioma y según dice, lo que más le costó fue aprender la pronunciación y la conjugación verbal, lo que complicó sus relaciones sociales. «Al venir a España el primer año lo pasé un poco mal con el idioma, pero es así como verdaderamente lo aprendí», asegura la estudiante.
Carlos recibió ayuda el primer año por parte de los profesores, que adaptaron algún temario a su situación, pues al principio sus compañeros iban más avanzados en temario y le costaba seguir los conceptos. «Otras veces era excesivo, me decían cosas que me hacían pensar que era tonto. En cuarto me dijeron que podría hacer un ciclo formativo porque no iba a poder con Bachillerato». Carlos Alberto tiene 22 años, llegó a España hace ocho y no sólo aprobó el Bachillerato, sino que entró a la Universidad de Segovia, donde estudia Derecho desde hace dos años.
Anca Lavinia vino de Rumanía un año después que sus padres, en 2008. A sus 21 años cursa segundo de bachillerato y recuerda sus inicios en España como una etapa agria: «La integración con mis compañeros fue difícil. La verdad es que lo pasé muy mal porque no conocía el idioma y los compañeros no me ayudaban, no me hablaban y me negaban el saludo. Apenas tuve relación con ellos durante el primer año».
El panorama que se encuentra el alumno inmigrante al llegar a un centro educativo en un país que no es el suyo es algo totalmente novedoso para la persona. Tiene que superar todo lo que conlleva ser un alumno nuevo en un país extraño, del que desconoce tanto los códigos lingüísticos como los sociales, sin identidad cultural. Esto conlleva desmotivación y desinterés, por lo que muchos jóvenes terminan por abandonar los estudios a la larga, incrementándose así el fracaso escolar y todo lo que ello conlleva para su futuro laboral.
Según afirma el profesor José Bernardo Carrasco en su libro Estrategias de aprendizaje: para aprender más y mejor «es la escuela el único espacio donde obligatoriamente interactúan minorías y mayorías teniendo que cooperar para poder relacionarse. En este sentido ha sido la Educación Intercultural la que se ha consolidado para dar respuesta a las desigualdades que de esta interacción puedan surgir».
Anca nos cuenta que en general todos los profesores la trataron genial, «excepto un profesor que tuve en primero de bachillerato. Me dijo que no sabía qué estaba haciendo ahí». Con respecto a su relación con los compañeros de clase, afirma que los profesores no hicieron nada por propiciar la integración de la joven.
Los estudiantes extranjeros en el sistema educativo español
Haciendo un recorrido por la legislación de nuestro país podemos ver cómo desde la Declaración de los Derechos Humanos se hace referencia a los problemas de igualdad para intentar paliarlos independientemente del origen de las personas que viven en nuestro país.
Las leyes españolas que regulan la atención educativa en España de los niños y jóvenes inmigrantes han variado mucho en los últimos años, acarreando múltiples modificaciones en la educación de los jóvenes que cursaban alguna etapa de aprendizaje durante esos años.
A nivel nacional se encuentra la Ley General de Educación (LGE) de 1970, que garantiza el derecho a la educación en igualdad de condiciones, con la oportunidad de realizar cursos complementarios para compensar los déficits que puedan tener.
Quince años después entraba en vigor la Ley Orgánica Reguladora del Derecho a la Educación (LODE) de 1985. En el artículo sexto del Título Preliminar, se reconoce que uno de los derechos básicos de los alumnos/as, entre otros, es: el Derecho a recibir las ayudas precisas para compensar posibles carencias de tipo familiar, económico y sociocultural. Es así como se inician las medidas compensatorias.
La LOGSE, Ley Orgánica General del Sistema Educativo de 1990 propone medidas concretas para la corrección de desigualdades dentro del capítulo 5 y continúa con el establecimiento de medidas compensatorias para abordar las carencias.
Términos como «pluralidad sociocultural», «compensación educativa», «escuela integradora» o «lenguas de acogida» no aparecen hasta 1995, en la Ley Orgánica de la Participación, Evaluación y el Gobierno de los Centros Docentes. Hace referencia de nuevo a acciones contra las desigualdades. En 2002 entra en vigor la Ley Orgánica de Calidad (LOCE), la cual no sólo no supuso ningún avance para la educación intercultural, sino que retrocedió al lenguaje primitivo utilizado en la LGE de 1970.
De la LOCE se pasa a la Ley Orgánica de Educación actual (LOE), en vigor desde 2006, que establece como principio básico la atención a la diversidad del alumnado, tratando de responder adecuadamente a sus demandas educativas evitando todo tipo de exclusión. Una de las novedades que aporta es que hace referencia a la atención a la diversidad en todos los niveles del sistema educativo. Además se contemplan una serie de objetivos generales para la etapa de Educación Infantil, como «relacionarse con los demás y adquirir progresivamente pautas elementales de convivencia y relación social, así como ejercitarse en la resolución pacífica de conflictos».
Una de las últimas propuestas del Ministerio de Educación y Ciencia (MEC) a través del CIDE (Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación) es la creación de CREADE. Es un Centro de Recursos para la Atención a la Diversidad Cultural en Educación que nació para responder a las inquietudes de los y las profesionales del ámbito social y educativo en relación a la diversidad cultural y sus implicaciones, con el propósito de convertirse en un referente. A través de su portal educativo se pueden encontrar múltiples recursos e información basada en la enseñanza del español como segunda lengua.
Por su parte, cada Comunidad Autónoma valora su situación y organiza sus planes de acogida e integración para realizar una incorporación efectiva e igualitaria del alumnado inmigrante en sus centros educativos. La responsabilidad de la acogida recae en todo el personal del centro educativo y no solo en el maestro tutor del aula o el profesorado especializado en la recepción de este alumnado.
La educación intercultural: enseñar integrando
Son los miembros de la comunidad educativa los que, respaldados por la ley, han de asumir el reto de integración del alumnado. Como dice María José Díaz Aguado, catedrática de Psicología de la Educación «son los maestros, quienes más directamente pueden fomentar el desarrollo cognitivo del alumnado en entornos de diversidad. Por ello, se convierten en destinatarios directos para afrontar la diversidad intercultural presente en las aulas». Educar conjuntamente a personas de diferentes culturas implica conseguir un espacio cultural común que no suponga pérdidas de identidad sino enriquecimiento. En algunos casos los niños inmigrantes pierden su cultura de raíz, pues en los colegios se tiende a «españolizar» a este colectivo.
La práctica de educación intercultural en los centros educativos requiere de una formación adecuada del profesorado. Las administraciones educativas han adoptado pautas para ello. Así, se imparten cursos, seminarios, conferencias, talleres, todo ello en colaboración con diferentes entidades o asociaciones de inmigrantes. No hay que olvidar la importancia de generar colaboraciones con Universidades donde se impartan los nuevos Grados de Educación Infantil y Educación Primaria para que la formación inicial sea más consistente. Además, se debe formar a los equipos directivos especialmente para conseguir una estructura y una organización del centro adecuada. Cabe resaltar en cuanto a la formación del profesorado en materia de Educación Intercultural, que en los nuevos planes de estudios universitarios se imparte la asignatura de Educación Intercultural para dar cabida a esta realidad desde la formación universitaria.
Existen multitud de asociaciones y ONGs dedicadas a la concienciación española sobre los problemas que acarrean los inmigrantes. Dichas instituciones crean proyectos que consisten en la elaboración de actividades que fomenten la inclusión de estos niños y jóvenes en el mundo educativo que les proporcione un futuro laboral digno y equitativo respecto a los españoles. ACNUR o Cruz Roja son algunas de las organizaciones que colaboran con la escolarización de niños inmigrantes. También existen ONGs dedicadas a esta situación escolar, como la Liga Española de la Educación y la Cultura Popular, con ligas federadas en el muchos puntos del país. Posee esta ONG un área dedicado íntegramente a la inmigración e interculturalidad de los jóvenes con multitud de Programas y Actividades.
En España se establecen programas compensatorios en los que se agrupan a este tipo de alumnos para que «superen las barreras lingüísticas y puedan posteriormente incorporarse a las clases normales». Según la resolución de 17 de mayo de 2010 de la Dirección General de Planificación, Ordenación e Inspección Educativa, la Educación Compensatoria se define como: «programa que intenta garantizar el acceso, la permanencia y la promoción en el sistema educativo del alumnado en situación de desventaja social». Este modelo no resulta muy útil para integrar al alumnado con el resto de su clase, pues son programas que agrupan únicamente a alumnos no hispanohablantes. Aun así, es un método útil para el aprendizaje del idioma.
Anca pasó por las clases de compensatoria su primer año. «Cuando llegué aquí en segundo de la ESO iba a clases de apoyo al español durante dos días a la semana». En estas clases hacían actividades de aprendizaje del idioma. Cuenta que todos los alumnos tenían un libro donde se traducían palabras de su idioma natal al castellano con imágenes y dibujos. «Me sirvió mucho», agradece la alumna rumana.
Pero de este modelo surge un inconveniente: definir al alumnado inmigrante de nivel socioeconómico bajo como alumno deficiente, obteniendo como resultado el efecto Pigmalión. Este efecto consiste en que los profesores formulan expectativas acerca del comportamiento en clase de diferentes alumnos, a los que van a tratar de forma distinta de acuerdo con dichas expectativas. Es posible que a los alumnos que ellos consideran más capacitados les den más y mayores estímulos, más tiempo para sus respuestas, etc. Estos alumnos, al ser tratados de un modo distinto, responden de manera diferente, confirmando así las expectativas de los profesores y proporcionando las respuestas acertadas con más frecuencia. Carlos ya nos lo contaba en líneas anteriores, cuando nos decía que los profesores, con el fin de ayudarle adaptaron algún temario a él. Con el tiempo esa ayuda comenzó a parecerle excesiva, pues le hacía pensar que «era tonto».
Rosa Aparicio, doctora en Ciencias Políticas y Sociología y Diplomada en Psicología Clínica, cuenta en su artículo ¿Qué es eso que llamamos integración? publicado en la revista Tiempo de Paz, que es importante destacar las causas que a su parecer han conducido a la diversidad de matices que puede llegar a tener la palabra integración, aparentemente referida a algo bastante más complicado, analizando los procesos sociales que hay detrás de dichos usos. Rosa ha formado parte del Consejo de Administración del Observatorio Europeo del Racismo y la Xenofobia (EUMC), dirige la revista Migraciones , y actualmente ha sido nombrada presidenta del Foro para la Integración Social de los Inmigrantes. Además, es autora de trabajos sobre movimientos migratorios como Hijos de inmigrantes que se hacen adultos: marroquíes, dominicanos, peruanos y Las asociaciones de inmigrantes de España: una visión de conjunto.
Así, se hace evidente que la situación educativa en España ha evolucionado desde los años 90 hasta la actualidad por convertirnos en un país receptor de inmigrantes. Con ello, la interculturalidad se ha vuelto una realidad cada vez más presente en nuestro país, por lo que a la hora de establecer un proyecto educativo no se puede dejar de tener en cuenta a estas minorías étnicas. Por ello, los colegios deben ser consecuentes con la educación que imparten a estos niños, teniendo en cuenta desde el ámbito religioso que los niños tienen en sus casas hasta las condiciones socioculturales y económicas, pasando por la lengua y las condiciones de vida y subsistencia que las familias de estos niños poseen. Haciendo esto, se conseguirá crear un país más igualitario, en el que todos los estudiantes tengan las mismas oportunidades, independientemente de dónde vengan.