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periodismo universitario en internet

El techo de cristal en el periodismo

En la actualidad, las redacciones periodísticas son prácticamente igualitarias en cuestión de género. Pero ¿sabías que sólo un 10,9% de mujeres es directora, directora adjunta, subdirectora y redactora jefa en los medios impresos españoles? ¿Que en televisión y radio sólo hay un 7,8% de directoras y editoras de informativos y que en la web las mujeres sólo representan un 3,9% del total de responsables de contenidos? Así comenta la situación Elsa González, presidenta de la FAPE (Federación de Asociaciones de la Prensa de España): «Las periodistas somos soldados de la comunicación. A todas nos necesitan en la trinchera de la redacción, pero cuando se trata de pisar moqueta y subir a dirección, no llegamos».

¿Por qué sucede esto? ¿Por qué a pesar de que más del 60% del alumnado en las facultades de periodismo es femenino, pero en los puestos de directivos sólo hay un 20% de mujeres? Cuatro alumnas de la UCM nos hemos juntado para intentar dar respuesta a esta incógnita para Variación XXI.

En un informe sobre mujeres ejecutivas publicado en el Wall Street Journal en los años 80 aparece por primera vez el término techo de cristal. Se refiere a una barrera invisible, difícil de traspasar que impide a las mujeres, y miembros de algunas minorías, avanzar en su carrera profesional. No corresponde a un obstáculo legal, sino a prejuicios extendidos a la hora de confiar en ellas para ocupar puestos de responsabilidad.

No es algo específico de una profesión concreta, sino que se da en todo el ámbito laboral. Aunque es una barrera invisible es posible percibirla en las estadísticas. Según informa la Comisión Europea, cerca del 60% del total de graduados en la Unión Europea (UE) son mujeres, sin embargo, los hombres ocupan la mayoría de los puestos de responsabilidad. Sólo un 22% de los ejecutivos de alto nivel son mujeres, y la dirección del 32% de los negocios está constituida de manera exclusiva por hombres. Asimismo, ellas ganan de media un 24% menos que ellos por realizar el mismo trabajo. Y al mismo tiempo, las mujeres representan un 52% de la fuerza de trabajo.

Comparativa de datos por género y años.

Datos recogidos por la FAPE (Federación de Asociaciones de la Prensa de España) y la APM (Asociación de la Prensa de Madrid).

Esta desigualdad no se produce en exclusiva dentro de las redacciones, sino que el 91% de expertos y el 82% de los portavoces consultados en los medios de comunicación generalistas son hombres, según un estudio realizado por el Proyecto de Monitoreo Global de Medios (GMMP). Para la presidenta de la FAPE la baja representación femenina en los puestos directivos de medios es prueba que «la gestión, la decisión, es masculina, de manera que los hombres reflejan su realidad en la política, la economía, los deportes o la cultura», y por ello llama a que las mujeres «rompamos ese techo de cristal blindado que tenemos para acceder a los cargos de responsabilidad».

Por nuestra parte, nosotras hemos salido a preguntar al futuro de esta profesión qué es lo que sabe y lo que opina de la situación.

Nuestro objetivo es conocer cuáles son los motivos que provocan esta situación. Teniendo en cuenta los datos presentados anteriormente, que hay paridad en la fuerza laboral, que se gradúan más mujeres periodistas que hombres, que a niveles más bajos dentro de la redacción la igualdad es más alta…a priori una se inclinaría afirmar que, si la balanza se hubiese de inclinar hacia un lado, sería hacia el de las mujeres. Nada más lejos de la realidad.

Sabemos que se trata de unos impedimentos basados en prejuicios. Pero también hay otros factores que pueden truncar la carrera profesional de una mujer. Una mala conciliación laboral, porque aunque cada vez más empresas ofrezcan la baja por paternidad, no se puede obviar el hecho de que el embarazo biológico es femenino. Quizás sea porque antaño había muchos más hombres que mujeres, y que esos hombres son ahora los que dirigen. Para poder dar respuesta a esta pregunta, hemos consultado a tres mujeres de diferentes campos del mundo de la comunicación.

Imagen sobre una pintura de Pauline Gagnon

La falta de corresponsabilidad

En el periodismo, así como en las demás profesiones, el techo de cristal tiene una de sus principales raíces en la conciliación de la vida privada con la carrera profesional – especialmente en lo referido a hijos y a familia. Desde su infancia, la mujer es socializada de forma que la maternidad y el cuidado de los demás cobra un papel más importante que en el caso de los hombres, lo cual luego se manifiesta en las desigualdades que ellas encuentran en su vida adulta y profesional. «Los hombres también van a casarse, a tener hijos, pero quizás no se les socializa en darle un valor tan potente a la paternidad y al contacto con los hijos, a la realización de esa paternidad», explica Inés Alberdi, catedrática de Sociología de Relaciones de Género en la Universidad Complutense de Madrid, y directora de UNIFEM entre 2008 y 2010. «Si la maternidad cobrase un valor extraordinario con respecto a otros esfuerzos personales, podría ser una razón por la que las mujeres valoraran más su carrera familiar que su carrera profesional», añade la socióloga. Sin embargo, Alberdi matiza que «no es solo que ella lo esté valorando, desde fuera la mirada muchas veces es así y, sus padres o sus hermanos o las revistas que ella lee o en la misma empresa piensan que ella va a dar más importancia a su vida personal, a su novio, a sus hijos, etc, que a su carrera profesional, a cumplir, a prosperar, a tener ambiciones».

Comparativa de datos por género y medios.

Datos recogidos por la APM (Asociación de la Prensa de Madrid).

Las mujeres trabajadoras viven bajo la presión de tener que ocuparse de su empleo y de sus hijos a la vez. «Cuando eres mujer no te puedes centrar en tu trabajo», alega Isabel Tajahuerce, profesora de Comunicación y Género en la Universidad Complutense de Madrid que también ha sido Directora de la Unidad de Igualdad y que actualmente es miembro de la AUVIM (Asociación Universitaria Contra la Violencia Machista). «El problema es que la corresponsabilidad no existe y las mujeres siguen teniendo que hacerse cargo de su trabajo fuera del hogar y su trabajo dentro del hogar», explica Tajahuerce, que ve con preocupación que haya mujeres que estén renunciando a su vida privada para poder encargarse de su vida profesional. «La cuestión es que algo pasa en una sociedad en la que tú para ser una mujer con éxito profesional tengas que renunciar a tu vida privada. No, ¿por qué? Tú tienes que poder elegir libremente si quieres o no quieres tener hijos. No tienes porqué tenerlos, pero tampoco tienes porqué renunciar a aspirar a puestos o salarios altos», zanja la catedrática. «Tú tienes que poder elegir libremente. Y, si a los varones no les afecta su vida privada para ocupar puestos de responsabilidad, lo mismo tiene que ocurrir con las mujeres». Esto es algo con lo que también está de acuerdo Alberdi: «tener hijos es una virtud en la cultura masculina y tener hijos en la cultura de las mujeres es un defecto – es verdad que existe el permiso de maternidad, pero el permiso de paternidad es todavía muy pequeño y no asusta tanto a las empresas».

La percepción social de las mujeres

Otra de los cimientos del techo de cristal es la valoración social que hacen las mujeres de sí mismas y que los demás hacen de ellas. Tajahuerce considera que «tal y como han sido socializadas las mujeres, siempre está el no aspirar a puestos más altos, quedarse ahí como mucho en puestos intermedios». Esto es algo con lo que concuerda Silvia Román, que tras 19 años trabajando en la sección de Internacional de El Mundo, fue asignada el puesto de directora de sección. «En algunas ocasiones, las propias mujeres dejan pasar o dejan de perseguir la oportunidad», valora Román. «A la mujer le queda un valor intrínseco dentro de la socialización, que, aunque lo vayas superando siempre queda algo en el chip de todos nosotros, y luego también está el exterior», matiza Alberdi. 

Comparativa de los datos por género y año respecto a la cantidad de dinero según el tipo de trabajador.

Datos recogidos por la APM (Asociación de la Prensa de Madrid).

No obstante, esas percepciones sociales también vienen impuestas desde fuera. Alberdi considera que la ambición laboral es un concepto que a veces tiene connotaciones distintas para los hombres que para las mujeres. «La palabra ambición tiene una connotación positiva en masculino y una connotación dudosa en femenino: ‘es muy ambiciosa, es una trepa’. Mientras que, en hombres, si un chico llega a una empresa y se quiere comer el mundo es un valor positivo». Tajahuerce concuerda con ese fenómeno, que según ella se encuentra dentro de los ‘imaginarios’ que presionan a la mujer en su carrera laboral. «Es como que no es legítima su aspiración, entonces esos imaginarios influyen en los frenos que se ponen las propias mujeres y los que le pone la propia sociedad». Así, esa realidad se ve reflejada en lo mucho que ellas tienen que esforzarse para llegar a ser valoradas por las redes de contactos que encuentran en el trabajo, redes que todavía están dominadas por los hombres. «Influyen los contactos, esos en los cuales los varones tienen su grupo, su clan, y siempre van a trabajar entre ellos», define la catedrática. «Las mujeres todavía, por desgracia, tienen que estar demostrando lo mucho que valen, lo muy buenas que son, y hacer el trabajo doblemente mejor, no cometer ningún error, porque están en el punto de mira, en el punto de mira para la crítica».

La educación como factor clave

Ante la pregunta sobre cómo cambiar la situación, las tres entrevistadas coinciden en el papel clave que juega la educación. Silvia Román hace énfasis en que esta debe darse tanto en casa como en clase, y que es algo en lo que se debe trabajar «desde ya». En este sentido, Tajahuerce apuesta por formar primero precisamente a aquellos que se encargan de la educación de los demás: el profesorado. «Lo primero que habría que hacer sería formar al profesorado universitario en cumplimiento de las leyes para que luego pueda aplicar la perspectiva de género en la docencia e investigación y a partir de ahí formar a comunicadores y comunicadoras con esa perspectiva. Lo que tiene el ámbito de la comunicación es que es un elemento de socialización permanente, y llega a todas las capas de la población y a todas las edades. Si cambias los medios de comunicación, estás cambiando a la sociedad en su conjunto».

Mujer Techo Cristal

El interior del Palacio de Cristal en Madrid (España)

 

Rompiendo el techo de cristal

Las tres coinciden en que, a pesar de que el proceso será lento, el techo de cristal se acabará rompiendo. Tajahuerce insiste en que la ruptura implicará voluntad política. Por su parte, Alberdi opina que, de hecho, el techo de cristal es «mucho más ligero que hace 15-20 años y más fácil de romper ahora». Asimismo, también comenta que hay dos razones principales por las que esta ruptura debe suceder: la justicia distributiva y la justicia histórica, ya que «las mujeres y los hombres en términos generales deben tener las mismas dificultades y las mismas facilidades para llegar a realizar sus ambiciones» y que «no hay derecho a que después de tantos cientos de años de relegación las mujeres sigamos relegadas».

3 Comments

  1. Muy interesante y bien documentado

    • Bien. …

  2. Muy buena presentación felicitaciones ante todo a la reportera

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