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periodismo universitario en internet

Porno con P de patriarcado

Porno, mirada, deseo, mujer

Imagen cedida por The Blue Dählia

Piense en una película para adultos. Imagínesela. ¿Qué ve? Seguramente un tándem bastante clásico: mujer caucásica rubia con pechos de silicona, mucho maquillaje y uñas de gel. Al fondo, un miembro de medidas imposibles. Alerta spoiler: la cinta termina cuando el semental eyacula. Del orgasmo femenino, poco o nada se sabe. Así es el porno hegemónico, tan fácil y predecible como irreal… Además de heterocentrado, coitocéntrico, falocéntrico, penetrocéntrico, eyaculocéntrico y un largo etcétera de adjetivos no inclusivos. El debate está servido. Si la pornografía busca promover y maximizar el deseo de sus consumidores, entonces, ¿por qué limitar tanto el placer? ¿Dónde está el cine para adultos ético y diverso? Con la incógnita en el aire, entra en escena el «posporno». Una respuesta feminista a la industria tradicional que fija entre sus objetivos hacer más y mejores vídeos al servicio de todas y de todos.

 

Historia de la histeria: el clítoris, ese gran desconocido

«Las mujeres somos afortunadas: tenemos el único órgano del cuerpo humano diseñado para el placer». Es la voz omnisciente del documental viral Le Clitoris la que apunta dos verdades universales. Una es la destreza natural de los franceses a la hora de hablar de sexo. La segunda es pura contradicción: el carácter extraordinario del clítoris frente a su boicot histórico. Todo un entramado de científicos, religiosos y filósofos dispuestos a confinar la sexualidad femenina a la reproducción de una especie. Ver para creer, hasta hace mucho, el clítoris era asunto de ellos.

Los tiempos cambiaron y de la censura se pasó al insulto. Freud llamó «falo inacabado» al órgano que posee, a saber, el doble de terminaciones nerviosas que su homólogo masculino. Arrojó a las mujeres que celebraban el orgasmo clitoriano al diván y las acusó de inmaduras. No contento con esto, formuló la teoría más machirula del psicoanálisis contemporáneo: la envidia del pene.
Pero hay más. La estela del intelectual trasciende al aquí y al ahora de nuestras aulas. Prueba de ello son los libros de secundaria donde el clítoris es aún una asignatura pendiente. Mientras, los garabatos fálicos del repetidor de la clase están a la orden del día y se consolidan, casi, como una corriente artística (probablemente de ascendencia freudiana y del gusto del autor).

La invisibilización del deseo femenino está en todas partes, también en la pornografía; un universo audiovisual construido por y para el hombre en el que de nuevo, ellas vuelven a ser definidas por ellos. «En el caso de las artes gráficas el feminismo es totalmente necesario, siempre hemos sido musas, inspiración y modelos. Debemos abrir la puerta a todas las mujeres que quieran contar su historia o la de otras mujeres», concluye la fotógrafa Ariadna Carrascull.

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El clítoris / Imagen cedida por Ariadna Carrascull

La pornografía mainstream

Hannibal Lecter dijo una vez: «Acabamos deseando lo que vemos cada día». Con la pornografía comercial ocurre algo parecido. La fuerza de la imagen genera realidad. El cine para adultos es uno de los mejores discursos reguladores de la sexualidad. La pornografía, en este sentido, se convierte en lo que en el periodismo llamamos, un manual de estilo. Fija y delimita no solo unos cuerpos o unas prácticas sexuales específicas y heteronormativas, sino que también discrimina en términos de edad, etnia, placer, género o discapacidad. Así lo certifica la socióloga y sexóloga Lara Herrero Barba, miembro de la Asociación Dialogasex: «La visión y el discurso de la pornografía tradicional son muy generalistas y poco realistas porque muestran un modelo de relación erótica basado en un patrón occidental heterosexual. Premia la juventud, la delgadez, la genitalidad y el coito». «Puede ocasionar que muchas personas se sientan excluidas al verse fuera de ese modelo», añade. Un sexo recortado y destinado a satisfacer la mirada voyerista masculina en el que el esquema a seguir es una coreografía más trillada que la Macarena: sexo oral para él, penetración para ella y eyaculación seminal al canto.

«Supongo que en algún momento alguien decidió que el sexo escenificado debía de ser eso y que el resto le siguió la corriente», Gwen

El hombre (y su placer) es el protagonista principal. A la mujer se le encomienda la tarea de ayudarlo. Ella es un medio y no un fin, una especie de herramienta u objeto. Una subordinada transformada en una diana para el acoso y derribo sexual. «Supongo que en algún momento alguien decidió que el sexo escenificado debía de ser eso y que el resto le siguió la corriente», bromea la sexblogger Gwen. La iniciativa femenina no vende en el porno. De esta manera, la industria normaliza los placeres violentos. Ariadna Carrascull, fotógrafa, detalla: «He visto compañeras, tanto modelos como performers del mundo del porno, que han tenido que soportar comentarios machistas, acoso de usuarios a través de mensajes y fotografías nada agradables e insultos».

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El año pasado, la palabra «violadas» fue tendencia en una de las webs para mayores de dieciocho más visitadas en España. Un auténtico estímulo a favor de las actitudes machistas contra la mujer en el que la erotización de la violación es tan sólo la punta del iceberg. El placer sexual masculino se compatibiliza así con el abuso. El vídeo más visto a nivel nacional en 2016, el tercero en el mundo, es otro ejemplo lamentable de lo que sucede. Este llevaba por título «Hermanastro se aprovecha de su hermana pequeña». 49 millones de visitas.

El debate feminista

Partimos de una premisa: consumir pornografía no es un hábito marginal. Tampoco en las mujeres. Nos guste o no, el porno ha llegado para quedarse. Y el mejor antídoto no es la censura, -afirma el filósofo transgénero y feminista Paul Beatriz Preciado- es la producción de representaciones alternativas de la sexualidad, hechas a través de miradas divergentes a la normativa.

«Durante un tiempo he colaborado con productoras del sector de la pornografía detrás de las cámaras, pero me impresiona cómo se da por hecho que yo soy la actriz, no la cámara», Ariadna Carrascull

Si al final resulta que el porno está institucionalizado, habrá que pensarlo desde las esferas del lo político y de lo social. Así nace el posporno, o el porno feminista, como un genuino manifiesto contrasexual que se atreve (por fin) a emprender una reconquista sin precedentes de la industria. El aplaudido, do it yourself. «Durante un tiempo he colaborado con productoras del sector de la pornografía y he realizado rodajes, siempre detrás de las cámaras, pero me impresiona cómo con frecuencia se da por hecho que yo soy la actriz, no la cámara», se queja la fotógrafa Carrascull.

Ahora bien, ¿qué es el porno feminista? ¿En qué se diferencia del comercial? Punto primero, los estereotipos bajan y la creatividad sube: esto es más que un festival de culos y tetas. «Mostramos la belleza de cualquier cuerpo». Según la versión oficial las tallas, las formas y la edad, no son un problema. Con la diversidad por bandera el abandono del esquema felación-coito-eyaculación, mejora el guión. El placer se da y se recibe. Nadie está por encima de nadie. Hay sexo más allá de la penetración y la mujer es un ente poderoso e independiente del hombre. ¿Significa esto que ellas son el único target de la erótica feminista? Nada más lejos de la realidad. Las películas pueden gustar por igual a hombres y a mujeres. Lara Herrero reclama «una alternativa que apueste por la igualdad entre los sexos, donde la mujer no sea reducida a un mero objeto pasivo de deseo y el hombre se libre de las exigencias heterosexistas de llevar la iniciativa sexual».

Entre tanto, el posporno mantiene su identidad de negocio, pero de negocio seguro y justo. Las condiciones de grabado son consensuadas, remuneradas y sobre todo, libres de riesgos para sus trabajadores. «Afortunadamente cada vez hay más productoras, a las que no me gusta llamar feministas, sino éticas, como Four Chambers, Ersties, Lustery o Mantis Lab», explica Ariadna.

La industria como medio: educación sexual

«Chris Turby comenzó a ver pornografía a los diez años cuando buscó en Internet la palabra «melones». Aquella búsqueda inocente derivó en otras, y en menos de una hora Chris estaba mirando un vídeo de título La reina de las corridas en las tetas. Quizá hubiera considerado que el vídeo era una rareza si no fuera porque el contador de reproducciones pasaba de los tres millones. Ahora, con quince años a Chris le cuesta mantener una erección si no tiene delante imágenes de sexo extremo».

¿Cómo cambiaría la historia si Chris, en lugar de abrir una web mainstream, diese con otra más feminista? La pregunta también se la hace Enrique Campos en la Jot Down Magazine. Por suerte (para Chris y para su pareja) este relato pertenece a la ficción de Hombres, mujeres y niños.

Porno, lectura, feminismo, información

Información frente al machismo / Imagen cedida por María de Ars Erótica

Sin embargo, fuera del cine no es muy distinto. De hecho, se calcula que los menores tienen su primer contacto con el mundo de los vídeos porno (accidental, como el de Chris, o no) precisamente a los 10 años. Una edad todavía demasiado prematura para discernir entre las buenas y las malas praxis pornográficas. La distorsión del verdadero significado del sexo y el enraizamiento de los estereotipos hegemónicos son las consecuencias lógicas de juntar porno y adolescentes. El mandamiento cae por su propio peso. La pornografía no puede, bajo ningún concepto, sustituir la educación sexual que los jóvenes demandan. «La única referencia que poseen son las películas porno», reconoce la experta Herrero Barba. Por ello, resulta fundamental recordarles que, tal y como menciona la sexóloga Barba: «El porno tradicional no se corresponde con la mayoría de los encuentros eróticos de la realidad». Hay una cuestión que se repite constantemente. ¿Dejaría a sus hijos sacarse el carné de conducir después de ver Fast and Furious ? Con el porno ocurre lo mismo. «En casa da reparo, tratar la sexualidad, y en los colegios e institutos sólo se habla de la parte biológica reproductiva y del infierno de las ETS / ITS, un canto a la abstinencia que empuja a buscar información donde se creen que están las respuestas», comenta Gwen.

La visión opuesta la detenta Nadia Karenina, una joven activista que colabora en la lucha feminista en AMMAR (Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina). «El porno no tiene responsabilidad de educar a nadie, es sólo ficción. Es como si responsabilizamos de asesinatos o masacres a las productoras audiovisuales que realizan cine de terror», afirma. Nadia, que trabaja en el diseño de imagen y sonido, sueña con atesorar su propia productora de cine adulto con perspectiva de género.

Pero, ¿qué pasa si le damos la vuelta a la tortilla? ¿Es posible transformar al enemigo en un aliado? La influencia, desde luego, ya la tiene. Consiste en virar el mal uso hacia el buen uso. A más información, menos pestañas de incógnito se visitarán en Google. Es hora de romper con el tabú. Toca hacer pedagogía del porno.

10 Comments

  1. Interesantes reflexiones directamente relacionadas con nuestra Educación Sexual, con el determinismo social y con el desequilibrio en la consideración de géneros.

    • Totalmente de acuerdo. Es hora de cambiar el punto de vista

  2. Muy bien Sabela!!!!👏👏👏👏👏

  3. Buena reflexión, no se trata uicamente de un Patriarcado que se extiende a todos los entornos de la sociedad. Como se apunta hay una INDUSTRIA Y UN COMERCIO muy importante en este sector que mueve mucho dinero.
    Enhorabuena!

  4. Simplemente espectacular.
    Aborda un tema tabu de forma apropiada, crítica y muy adecuada…
    En definitiva… merece la pena leerlo para ver desde otro punto vista una realidad que nuestra sociedad oculta…

  5. Boa reflexión q pode axudar a que moitas persoas muden a perspectiva q tiñan sobre a industria do cine porno. Reflexións como estas “fan camiño” cara unha igualdade de xénero, tamén neste eido.
    Parabéns

  6. Muy buen artículo, todos deberían de leerlo.

  7. Brillante artículo que aporta mucha información, remueve pensamientos y, tal vez, alguna conciencia.

  8. Bueeenisimo!! pero este post fue hecho en abril del 2018, no sé si aun tienen conocimiento acerca de la existencia de una película posporno hecha por Albertina Carri una directora Argentina, en ella el placer y la sexualidad femenina es la clave tonal, la diversidad y la disidencia tambien forman parte del relato. Porfavor mirenla, al fin alguien pone en pantalla grande al sexo femenino de una manera rupturista ya que derriba todo lo hegemonico y falocentrico, de hecho de no hay vergas/penes! a lo sumo dildos/consoladore.
    Una road movie alucinante
    https://youtu.be/qaVTaDoxRiM

  9. Primera vez que veo algo así, pero lo que tengo claro es que ha sido muy curioso e interesante todo esto.
    Recomiendo leerlo de principio a fin.
    Un cordial saludp.

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