La desaparición de los videoclubs: Ficciones, el último baluarte
Las plataformas de visionado de películas y series en streaming y la aparición de nuevas vías de descarga ilegal de productos cinematográficos han provocado, de manera irreversible, que los videoclubs y circuitos de proyección de películas minoriarios de toda España se encuentren al borde del colapso. Las razones: la aparición de Netflix, HBO, Filmin, Mubi y los canales de televisión de pago privados, con Movistar+ a la cabeza.
Desde sus comienzos el cine ha sido un arte comercializado como producto de masas, y la historia de su distribución en cines y salas siempre ha sido muy volátil. Ya desde la época de los pioneros, con Edison, los hermanos Lumière, Pathé y Gaumont a la cabeza, se vivió una intensa guerra de patentes en la que se buscaba maximizar el beneficio de los productos fílmicos y su distribución y proyección, siempre con el objetivo de erradicar a la competencia. No fue hasta la consolidación de las grandes majors en Hollywood, cimentadas por inmigrantes judeopolacos, cuando esta vertiginosa guerra de derechos –que llegó incluso a cobrarse alguna vida a manos de sicarios– cesó para dar lugar a un sistema de producción de películas en masa. En Europa no llegó a consolidarse hasta pasada la Segunda Guerra Mundial.
Con sus altibajos, este sistema de producción y distribución de películas acabó expandiéndose por todo el mundo. Primero lo hizo con las rudimentarias proyecciones cinematográficas en cafés y bares; luego, en establecimientos especializados, a los cuales los estudios cinematográficos les vendían –si no los controlaban– cupos de películas que debían proyectar durante un tiempo determinado. Finalmente, cuando las tecnologías lo permitieron, nacieron los Laser Disk, VHS y DVDs (psteriormente llegaría el Blu-Ray y el Ultra HD). Es aquí donde la industria de los videoclubs –una de las explosiones más grandes pero efímeras que se conocen– entra en juego.
La industria del videoclub nace en California en 1977 de la mano del actor y especialista de cine George Atkinson. Por aquel entonces la empresa Magnetic Video, filial de 20th Century Fox, puso en alquiler numerosas películas en formato Betamax y VHS 50. Atkinson, que percibió que el negocio de la compra física iba a ser muy limitado, ideó un sistema de préstamo/alquiler temporal y “robó” la idea a Magnetic Video. Bajo el nombre de Video Station, el imperio del alquiler de películas de Atkinson tuvo un comienzo tortuoso: se enfrentó a numerosas demandas judiciales hasta su consolidación. Pocos años después, consiguió abrir más de 600 establecimientos en Estados Unidos. En ellos ofrecía el alquiler de películas (con los formatos disponibles de la época, esencialmente VHS y, en sus inicios, DVD) a cambio de retribuciones económicas.
En todo sistema capitalista se busca el beneficio máximo de un negocio. Tras el éxito de Video Station, nace en Texas, en 1985, la compañía Blockbuster Video, que con el tiempo se convirtió en el referente mundial del alquiler de películas. Llegó a España en 1992, compró los mejores establecimientos y desarrolló un imperio del alquiler de cine descomunal, algo inaudito en nuestro país. Con una oferta que incluía VHS y DVD a partir de 1995, Blockbuster no solo ofrecía un catálogo cinematográfico desproporcionado, sino también de alquiler de videojuegos para diferentes plataformas de videoconsolas, por lo que el target de usuarios cubría toda expectativa.
Tras este boom empresarial, los pequeños empresarios de videoclubs proliferaron copiando la idea de sus mayores. Mientras que Blockbuster ofrecía productos mainstream para el gran público, algunos videoclubs, la mayoría empresas familiares muy pequeñas, se dedicaron a ofrecer otro tipo de servicio: el cine menos comercial, esa carencia de toda gran empresa que prefiere la cantidad frente a la calidad. Ostentando la bandera del cine independiente poco consumido, ofrecieron un escaparate de películas de cineastas poco conocidos: Mikio Naruse, Wojciech J. Has, Seijun Suzuki o Miklos Jancsó, por citar a los (menos) famosos, este circuito de productos cinéfilos se volvió una mina de oro para aquellos usuarios que buscaban desesperadamente encontrar joyas olvidadas.
Aquí es donde entra en juego Ficciones, nacido a principios de siglo, y mantenido en la actualidad gracias en buena medida a su fondo de catálogo, que cuenta con más de 24.000 títulos. Marcia, dueña y directora de Ficciones Malasaña, admite que las plataformas de streaming hacen daño, aunque se pueden entender con ellas. No obstante, reconoce la disminución en el alquiler de series en los últimos años. Sobre el cine reconoce que existe una relación fructífera entre ambas partes.
Acerca de las plataformas streaming, señala con claridad que “son fuertes en series, pero no en cine“, en clara referencia a Netflix y HBO. De las plataformas de cine puro como Mubi o Filmin indica que, pese a tratarse de competidoras directas, no resultan muy dañinas por la diferencia entre el catálogo del videoclub y el de estas plataformas.
Crecimiento del servicio streaming
El informe Las TIC en los hogares españoles del Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información (ONTSI) situó la televisión de pago en el tercer trimestre del año 2016 presente en casi cuatro de cada diez hogares españoles. Los contenidos más consumidos eran series y películas . No obstante, el servicio solo se puede encontrar aún en poco más del 5% de hogares, revelando que tiene todavía un largo camino por delante, la estocada final al cine y a los videoclub, que ya sufrieron la década anterior los primeros embates de la piratería y ahora ve multiplicados sus competidores.
El consumo de los contenidos de estas plataformas en momentos puntuales llegó casi al 30% de los internautas con más de 15 años, entre junio y septiembre de 2017. La población digital en España se cifra aproximadamente en unos 31’6 millones de personas, de las cuales 8’7 millones usaron los servicios de streaming en algún momento durante ese período, la mayoría con el uso de Internet fijo desde su casa, aunque también a través de sus smartphones .
Si se tiene en cuenta que las principales plataformas se muestran reacias a mostrar sus datos de seguimiento, esta no es más que una aproximación que se encuentra en la cercanía de millón y medio de usuarios. Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, de ese millón y medio de registrados, 1.000.000 estarían registrados en Netflix España y 400.000 registrados en HBO. También estimó que el número de hogares en los que no se utilizaron estos servicios pasó del 88% al 77% de 2016 a mediados de 2017.
Sin embargo, las cifras solo hacen referencia a la penetración en momentos puntuales, y no a la cantidad de registros fijos. En este sentido, anteriormente citamos que el porcentaje de hogares que tienen servicios de streaming en el tercer trimestre de 2016 se situaba en el 5’3%. En el segundo trimestre de 2017, como ya hemos señalado, la cifra de internautas que usó estos servicios de manera puntual aumentó. De forma análoga, los ingresos fijos también lo hicieron, situándose en este período en aproximadamente el 8’4% de los hogares en España.
La plataforma para ver contenidos audiovisuales más utilizada sigue siendo Movistar + / Yomvi, que está en cerca del 13% de los hogares que tienen acceso a Internet en España. Por debajo de Movistar , Netflix y HBO , se encuentran otras como Amazon Prime Video (1,1%) o Filmin (0,1%). Es especialmente paradójico y significativo el caso de esta última, ya que pese a tener más de 10.000 títulos en su catálogo, no parece haber sido aceptada del todo por los cinefilos españoles, al igual que parece suceder con otras plataformas de cine como Mubi.
Cine mainstream y blockbuster: la desaparición de los videoclubs
De forma análoga al auge del servicio de streaming y a la consolidación de la piratería, la asistencia al cine se ha ido viendo cada vez más mermada. La tasa de penetración del cine es descendiente desde el año 2002, pero fue más pronunciada desde la crisis financiera de 2007. En 2013 llegó a su punto mínimo, para repuntar levemente los años siguientes. En 2017 estuvo en el 3’9%, levemente superior que hace años, pero sin visos de mejorar.
Según datos del Estudio General de Medios (EGM) de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación (AIMC), de febrero a noviembre de 2017, aproximadamente la mitad de la población española no asiste nunca o casi nunca al cine. Entorno a un 17% menos de cinco veces al año. Un 23% va entre 5 y 12 veces al año, mientras que 5% asiste varias veces al mes y tan solo un poco más del 1% más de una vez a la semana.
En 2016, la cifra total de espectadores de cine se situó en 101’8 millones , posibilitando una recaudación de 602 millones de euros. Para el cine exclusivamente español la cifra de espectadores se encuentra en 18’8 millones y la recaudación en 111’2 millones de euros. En total, se exhibieron 1.678 películas en el total de 3.554 salas de exhibición que hay en toda España (de ellas solo el 37’4% fueron estrenos). Se exhibieron 451 películas españolas y 1.227 extranjeras.
Entre 2006 y 2016 los datos del anuario estadístico cultural revelan que, aunque se hayan producido más largometrajes y cortometrajes que antes, los cines y las salas han disminuido de manera drástica en estos diez años. Pese a todo, en los últimos dos años ha habido un ligero repunte : existen 24 centros más que el año anterior y 42 salas más. Un leve repunte que acaba con los descensos de los últimos diez años.
En cuanto a los estrenos, hay más actualmente que hace 10 años, aunque ha tenido muchos altibajos. Sucede algo parecido a las películas exhibidas, en cuanto a los altibajos, aunque en términos generales se exhiben menos películas ahora que antes. Los espectadores y la recaudación han repuntado en los últimos años, pero se siguen encontrando por debajo de las cifras de 2006. Los festivales españoles también han sufrido un trágico retroceso, pues prácticamente año a año desde 2006 no has ido dejando de desaparecer, pasando de haber 209 en 2006 a existir 37 en 2016.
De las principales cadenas de cine, Cinesa , Yelmo Cines y Kinepolis, cabe decir que ocupan la casi totalidad del espectro cinematográfico español, dejando en la irreverencia a otros como Renoir que se vende a través de una cuota de mercado mucho menor, si bien es cierto que cubre otro tipo de oferta cinematográfica. De las tres grandes ya mencionadas, cabe destacar que Kinepolis únicamente tiene seis cines en toda España, pero con una gran cantidad de salas en cada una de ellas, enormemente espaciosas. Tanto Yelmo Cines como Cinesa poseen una gran cantidad de centros y salas por doquier, y ésta última una media de más de 20 millones de espectadores anuales. Aunque, como ya hemos dicho, tanto el número de espectadores como de salas ha descendido drásticamente en la última década.
Otro tipo de oferta: la Filmoteca Española
Sobre el otro tipo de oferta que emana directamente del cine -tanto de los grandes como de los pequeños- pero que al mismo tiempo compite con este y con los videoclubs, cabe decir que el Cine Doré se erige como una alternativa al cine común al ofrecer una cartelera que exhibe tanto nuestro cine patrio como el extranjero. Cuenta con una media de 120 espectadores por sesión, lo que la convierte en una de las más altas entre las filmotecas del mundo, y cobra 2,50 euros desde 2006.
No obstante, se está echando a perder, principalmente porque no puede ofrecer una oferta atractiva como el cine de masa, su principal competidor. Esto va en detrimento de poder elegir experiencias diferentes, al margen del streaming y del cine convencional. Al igual que ocurre con tecnología desfasada, terminará por ser devorado y fagocitado por estos nuevos productos que permite acceder a una gran biblioteca con mucha mayor comodidad y rapidez. Pero la diferencia entre un visionado streaming y una bobina de 35 mm es la historia y el encanto que el viejo cine dio durante décadas, y influenció al resto de directores.
La filmoteca de España se encuentra en el Cine Doré
El surgimiento de la Filmoteca española se remonta al 13 de febrero de 1953. En 1956, la filmoteca pasó a ser miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF). Durante sus primeros años, la mayoría de películas de la etapa muda se perdieron. Para contrarrestar el deterioro, se llevó a cabo un proceso de recuperación y mantenimiento y conservación de las cintas. Gracias a las labores de restauración y recuperación actualmente se puede saber lo que era el cine en las etapas anteriores. Hoy día se sigue llevando este proceso de restaurar películas que se consideraban totalmente extintas en el panorama cinematográfico español. La Filmoteca Española se encuentra en el mismo cine Doré, donde se realizan las proyecciones.
Por eso el gobierno debería llevar a cabo medidas para preservar el patrimonio fílmico español, pero la tendencia apunta hacia todo lo contrario. En 2015, la filmoteca contó con 3,5 millones de euros de presupuesto, languideciendo en comparación a los 6 millones de 2010. Su análoga, la Cinematheque Française, cuenta con un presupuesto de 24 millones de euros, y la National Film Theatre, 13,4 millones de libras. Con muchos recortes y falta de autonomía, que adolece el cine Doré y la filmoteca española, ha derivado en la pérdida del 96% del cine mudo español. El ex-director de la filmoteca española, Chema Prado, asevera que una película de Buñuel es más frágil y perecedera que un cuadro de Goya.
Al final, todos estas joyas del celuloide perecerán junto con los videoclubs. A veces hay que dejar de lado el beneficio y proteger el avance inexorable del capitalismo. Si no, convertimos el cine en un mero instrumento con el fin de recaudar dinero. No es el séptimo arte sinónimo de la cinematografía por coincidencia, y hay que tratarlo como tal. Por eso el estado ya ha reaccionado y en la estrategia 1.9 del Plan Cultura 2020 planea ” Intensificar el papel del agente cultural dinamizador de la Filmoteca Española “. Veremos si el gobierno cumple al menos esto.