Próxima parada, Lavapiés
«Emigrar es desaparecer para después renacer, inmigrar es renacer para no desaparecer nunca más», Sami Näir y Juan Goytisolo.
Un barrio, cuatro historias y la inmigración como protagonista. Desde la plaza Tirso de Molina, a la calle Ronda de Valencia, conviven alrededor de 90 nacionalidades diferentes. En las calles de Lavapiés es visible la multiculturalidad, podemos encontrar un restaurante indio en la calle Lavapiés o cenar en el restaurante senegalés de la plaza Nelson Mandela, antiguamente llamada Cabestreros.
El pasado mes de septiembre, este emblemático barrio madrileño fue seleccionado por la publicación de ocio Time Out como el barrio “más cool” en su City Life Index, que incluye los 50 mejores vecindarios para visitar este año. Es un lugar que esconde la vida de muchas personas que, de una manera u otra, han llegado a España con la intención de quedarse. Y muchas de ellas merecen ser contadas.
Cerca de esta plaza, en la calle Abades vive Annye Ruiz Ulloa, de 25 años y nacionalidad peruana, que llegó con 15 años al barrio madrileño junto con su hermano y su madre. No sabía qué le iba a deparar este país, ni en qué condiciones iba a vivir, pero su madre estaba segura de que les daba una gran oportunidad. Sin embargo, su madre, Tania, tuvo que hacer grandes esfuerzos para demostrar que podía mantener a sus dos hijos, y así obtener la visa de reagrupación familiar, en la que el padre debía renunciar a la custodia de ambos hijos. La empresa en la que trabajaba le permitió conseguir una nómina adecuada, y sus hermanos, residentes en España, cedieron su casa para que pudieran tener un techo bajo el que hospedarse.
Sin embargo, la llegada no fue fácil. Según cuenta Annye a Variación XXI, ambos hijos debían ayudar a Tania, y consiguieron trabajos a pesar de ser menores de edad. Ahora, Annye vive en Madrid, y consiguió hace dos años la nacionalidad española que le permite moverse libremente, y trabajar como veterinaria tras acabar el grado.
La historia de Annye es una de las muchas que nos ayudan a comprender lo que significa el proceso migratorio y lo que conlleva, un largo viaje, un futuro incierto y la esperanza de una vida mejor. Este fenómeno puede traducirse en los datos, según el Ministerio de Interior en 2017 llegó a nuestro país 25.251 inmigrantes por las vías que se consideran irregulares. Sin embargo, el flujo migratorio que entró por los mecanismos regulares fue de 532.482 personas, según el INE, por tanto, solo el 4,5% de los inmigrantes que llegaron a España lo hicieron de manera irregular.
Annye, afortunadamente, es una de las personas que sí han podido estudiar en España. Sin embargo, la vida de Mohammed ha sido muy diferente. Llegó a Madrid hace 11 años, de los cuales ha estado nueve de manera ilegal. «Ahora puedo caminar tranquilo», nos confiesa. Esto se debe a que, hace dos años consiguió un contrato de trabajo como pinche de cocina, y obtuvo los papeles. Vino desde Senegal gracias a un visado de estudiante, cogió un avión y llegó a la capital lusa, y de ahí cogió un autobús con destino Madrid.
Con el contrato de trabajo, también consiguió la residencia, «soy pinche de cocina en un hotel, estoy contento», explica con una sonrisa. Al principio, vivía en el barrio de Lavapiés , aunque ahora prefiere vivir en Vallecas, «necesito descansar y en Lavapiés hay mucho ruido», expresa.
Para solucionar este problema, existen centros para gente sin hogar, que les ayudan a insertarse laboralmente en nuestro país. Sara Fernández, integradora social, emprendió esta vía laboral porque sentía que tenía que hacer algo por los demás. Con su labor en un centro para gente sin hogar en Madrid, intenta facilitar el proceso de integración de los inmigrantes en España.
La principal función de estos centros consiste en cubrir las necesidades básicas de la gente sin hogar, ayudarles a conseguir papeles en regla y encontrar un trabajo. Pero esto no es tarea fácil, como Sara cuenta a Variación XXI «El problema principal es la barrera idiomática, porque si no saben español no pueden conseguir nada, ni los papeles ni comunicarse con nadie». Para los integradores y trabajadores sociales de este centro, lo primero es ayudarles a aprender español, tanto en el propio centro como trabajando con otras asociaciones.
Otro de los problemas con los que los inmigrantes se encuentran a la hora de quedarse en el país de la manera legal, es que «tienen que tener tantos años de estancia en España, cotizar, y conseguir el permiso de trabajo». El empleo para estas personas es lo más difícil de conseguir, porque muchas de ellas vienen con estudios que en España no se pueden convalidar. «Aunque haya chicos que son doctores o profesores, no pueden acceder a tener un trabajo aquí, porque no les convalidan el título. Al final es como una pelota que no se puede solucionar, y los trabajos a los que pueden acceder son trabajos para los que están sobrecualificados», nos cuenta.
Un ejemplo de la dificultad de las convalidaciones de títulos, es la historia de Hinde Arciab, que llegó a España en 1997 desde Casablanca, Marruecos, con 23 años y la carrera de Traducción e Interpretación recién terminada. Decidió venir porque su hermano llevaba varios años trabajando en España, y ella también quiso probar suerte trabajando, pero en el sector de la costura.
Su hermano consiguió trabajo para ella, y cuando entró en el país lo hizo con un precontrato con el que pudo trabajar durante un año. Más tarde, se convirtió en un contrato de trabajo fijo. Con esto, la empresa se encargó de arreglar todos sus papeles , darle de alta en la Seguridad Social, y así conseguir una residencia.
Ya que podía vivir en España como una más, nunca se planteó sacarse la nacionalidad. Pero tras casarse y tener dos hijos con pasaporte español, decidió pedirla. No obstante, se encontró con muchos baches y trabas burocráticas. Para solicitarla, tuvo que realizar numerosos papeleos, entre ellos, solicitar los antecedentes en su país de origen, traducirlos y presentarlos en España. Pero, una vez iniciada la tramitación, se encontró con que estaban caducados, y tenía que volver a iniciar el proceso. «Ha sido un gran desembolso de dinero y una pérdida de tiempo, de momento no me planteo volver a intentarlo», lamenta.
La última parada por este barrio emblemático desemboca en un locutorio de la calle Sombrerete. Nos abre sus puertas el propietario del negocio, Zahidul Alam Masud, conocido en las calles de Lavapiés como Masud, un bangladéshí de 36 años que llegó a España hace trece con un permiso de trabajo, en abril de 2008. Aunque lleve trabajando todos estos años de manera legal, lamentablemente aún no ha conseguido su nacionalidad. Sin embargo, nos cuenta con una gran sonrisa en la cara, que a falta de escasos cinco meses va a poder hacerse con ella. Pero este objetivo no ha resultado fácil. Para los países asiáticos, hasta que no transcurren diez años vividos dentro de España no pueden hacerse con la nacionalidad, y pese a ello, una vez los cumplen, a Masud no se la aprobaron hasta pasados los tres años desde que la pidió. «Se necesita mucho tiempo», explica con tristeza.
Certificado de nacimiento, certificado de matrimonio, certificado de penales, vida laboral, contrato, empadronamiento… son algunos documentos de la larga lista que se le han exigido para conseguirlo. Un duro y complicado viaje, ya que varios de los papeles que ha necesitado los tiene que traer de su país de origen, lo que también requiere mucho tiempo. Sorprende una de las peticiones que le exigieron desde España, «cuando traje los papeles de mi mujer y de mi hijo debí presentar también una prueba de ADN».
Con una expresión desencajada, Masud revela que a su llegada a España no recibió ningún tipo de ayuda económica, ni para conseguir vivienda por parte de ninguna asociación: «todo me lo tuve que buscar yo». Pese a todos los problemas que se ha encontrado a lo largo de estos 13 años, a Masud le encanta España. «Me gusta mucho este país, de verdad. Lavapiés es mi barrio, Lavapiés es mi ciudad», sonríe.
Un artículo muy interesante sobre la inmigración!
Un muy interesante artículo sobre un tema de actualidad. Se nota el trabajo de campo que han hecho las periodistas. ¡Mis felicitaciones a las cinco!
Me ha parecido un artículo muy interesante hablar en estos días de la aceptación la pluralidad y la multiculturalidad como se aprecia en El Barrio de lavapies y más barrios en la comunidad de Madrid si vemos en la historia del país veremos que España ha sido un lugar de oportunidades para muchos inmigrantes durante bastantes años y yo creo que esas oportunidades se han visto reflejadas en los barrios en los que hemos crecido
Un saludo
Que interesante! La proxima vez que pase por lavapiés lo miraré con otros ojos, es increible cuanta diversidad cultural hay.
Es una tremenda tara de nuestra sociedad que todos los trámites y papeleos lleven tanto tiempo para procesarse teniendo en cuenta todos los avances tecnológicos que estamos sufriendo… en fin, una pena, sobre todo cuando está afectando a temas de papeleo importantes como es la nacionalidad de la gente…
Se nota la implicación tras las personas encargadas de éste reportaje, en especial por el contraste a la hora de hablar de “unos de los barrios mas cool” y a su vez de historias de “gente de la calle” los cuales se han tenido que enfrentar a distintas adversidades para poder ser lo que hoy en día son.
Creo que han sabido plasmar a la perfección cada una de las anécdotas contadas de primera mano.
Enhorabuena
Un reportaje muy interesante sobre el barrio emigrante Lavapiés!
Es una pena las muchas trabas que tenemos que sufrir las personas migrantes para regularizar nuestra situacion aqui en España pese a que, en muchas ocasiones, llevamos numerosos años viviendo, trabajando y disfrutando de este hermoso país. Muy buen reportaje para visibilizar la situacion de muchas personas en España. Un saludo.
Este reportaje me ha hecho reflexionar sobre la situación real de muchos inmigrantes que viven en España y que muchos ciudadanos desconocemos. También me ha sorprendido que los inmigrantes que entran de manera ilegal supongan tan solo un 4,5% porque cuando ves el telediario o escuchas a algunos políticos parece que sean la gran mayoría.