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Nutrición en instituciones públicas en España

Nutrición en instituciones públicas en España

Los hábitos en alimentación han sido la parte socio-cultural del ser humano que más ha perdurado y se ha establecido con el paso de los años. Sin embargo, con el desarrollo de la industria alimentaria y, por lo tanto, la caída del uso diario de alimentos locales y de cosecha nacional, principalmente, están provocando una nueva era en la alimentación humana. Los nuevos canales de distribución, los nuevos estilos y condiciones de vida, y canales de producción y procesamiento de los alimentos son otros de los principales causantes del cambio.

Un amplio estudio realizado en la Universidad de Sorbona (París) publicado en la British Medical Journal pone sobre la mesa la relación de los alimentos procesados con la aparición de determinados tipos de cáncer. Uno de los resultados más reveladores establece, qué si la producción de alimentos ultraprocesados aumenta en un 10%, el número de casos de cáncer lo hace en un 12%. Los factores relacionados con la alimentación en la aparición de cáncer rondan un 50%, según Mónica Benito, doctora en Nutrición del Hospital del Príncipe de Asturias.

Volver a la dieta mediterránea basada en legumbres, vegetales y frutas todos los días es fundamental’ -revela Mónica Benito-, estamos llevando una dieta de carne diaria y, además, procesada, que ha sufrido muchos tratamientos y aditivos para que dure. No es dejar de comer carne y pescado, pero si reducir su consumo, tanto para el ecosistema como para la salud.

¿Qué es un alimento procesado?

Alimentos que han sido cortados o empaquetados para nuestra convivencia. Alimentos que han pasado por determinado proceso para conservar su calidad nutricional y su frescura, como la verdura congelada o el atún enlatado. Altamente procesados listos para comer. Además, son alimentos con ingredientes agregados con el fin de mejorar el sabor, la consistencia del producto (edulcorantes, especias, azúcares, colorantes) y su duración en el mercado.

 

Problemática

Nos encontramos en una sociedad rodeada de un ambiente obesogénico; donde las personas son incentivadas al consumo de alimentos procesados y ultraprocesados. Existe una clara relación entre el consumo de estos alimentos y el aumento del riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles.

Las dietas que existen en la actualidad se basan en un alto consumo de alimentos ricos en grasas saturadas, azúcares y sodio (procesados); sustituyendo a las frutas, verduras, granos y cereales integrales.

¿Por qué sucede esto?

Esta problemática surge en torno a tres ramas; los nuevos estilos de vida, el gran poder de la industria alimentaria, y la desinformación de la población que se encuentra engañada por la publicidad y las instituciones corruptas. Los nuevos estilos de vida provocan que consumamos alimentos procesados porque son más baratos y rápidos y protagonicemos una gran tendencia al sedentarismo y menor gasto energético, debido a un mayor uso de transportes motorizados y electrodomésticos en tareas del hogar. Además de la utilización de tiempos de ocio en actividades que no requieren de esfuerzo físico.

Debido al poco tiempo que las personas dedican a la preparación de alimentos, la industria alimentaria vio el camino libre para vender alimentos de fácil consumición por su escaso tiempo de elaboración y que pueden crear hábitos de consumo poco saludables y adictivos.

Es fundamental recalcar la labor e influencia que las instituciones de la salud reflejan a la sociedad. Si los expertos en salud están corrompidos por intereses, vendiendo su sello a alimentos ultraprocesados y, por lo tanto, perjudiciales para la salud, crearán confusión en la población que consumirá esos alimentos pensando que son saludables. Solo hay que prestar atención a los principales alimentos procesados, como pueden ser las galletas o el Cola Cao, que contienen en su packaging sellos de las principales asociaciones de salud españolas, como puede ser la de pediatría.

 instituciones públicas en España

Producto ultraprocesado y azucarado y por lo tanto, perjudicial para la salud,”adaptado” por pediatras.

Sin embargo, este enigma no solo se cuela en los hogares de las familias sino también en las instituciones públicas de la salud. Los médicos, -y no nutricionistas-, son las personas de confianza para orientar a la población en cuestiones de alimentación. Si las instituciones se encontraran corrompidas por intereses económicos con la industria alimentaria o si los médicos estuvieran desactualizados o desinformados, estaríamos ante una situación de gravedad para la salud.

 

Problema en hospitales

La nutrición en instituciones públicas en España se encuentra en entredicho. Según se pone un pie en un hospital, lo primero que cualquier persona puede observar es una máquina expendedora que ofrece exclusivamente alimentos ultraprocesados. En los hospitales aparece una doble vertiente; por un lado, las dietas y menús que ofrecen tanto a pacientes como a visitantes. Por otro lado, las recomendaciones dietéticas que los médicos imponen a sus pacientes.

Desde el ámbito hospitalario; son diversos los menús que se sirven compuestos por galletas, zumos envasados o carnes procesadas. Precisamente porque se trata de centros sanitarios; su responsabilidad debería ser mayor. No es lógico que se ofrezcan productos como galletas, zumos envasados, panes refinados o carnes procesadas.

El nutricionista Carlos Ríos, creador del movimiento Realfood, es muy crítico con esta problemática y gracias a su influencia en las redes sociales ha logrado recopilar testimonios de pacientes que han recibido estas dietas poco saludables, visitantes que no encuentran ningún alimento insaturado en los bares del hospital o personal de la plantilla que ven lo que ocurre diariamente en su lugar de trabajo. Su artículo  sobre ello resulta interesante. Reivindica el consumo de comida frente a ultraprocesados ya que no es coherente que en dichos centros no se ofrezca opciones saludables a sus usuarios, muchos de ellos con enfermedades crónicas provocadas en algunos casos, por la mala dieta.

La calidad de los alimentos suele ser baja para ahorrar costes. Es más caro servir alimentos perecederos como una fruta que unas galletas que se conservan durante un tiempo más prolongado.

Además, los centros públicos con dietistas-nutricionistas en plantilla son prácticamente una excepción. Lo que suele ocurrir, es que empresas externas son las que se encargan de proveer la comida. Y, de no ser así, las dietas son gestionadas por técnicos dietéticos o médicos formados ligeramente para la ocasión, pero en pocas ocasiones por nutricionistas especializados.

Mantenemos una charla con Mónica Benito, única nutricionista en el Hospital madrileño de Alcalá de Henares. Aunque esta institución apuesta por la independencia alimentaria y tiene sus propios empleados encargados de la alimentación, nos revela algunas de las lagunas y escaseces que todavía abundan en los hospitales españoles. Sólo hay que prestar atención al hecho de que ella sea la única nutricionista en plantilla, y, además, mediante una beca de un laboratorio. Aunque, a diferencia de muchos centros, las mecánicas de alimentación y dietas están bastante adaptadas a cada paciente y enfermedad, no hay personal cualificado que estipule las dietas y pautas a seguir con cada paciente-situación. En la mayoría de los casos son médicos con cursos de corta duración o técnicos de alimentación los que se encargan de estas labores, y no nutricionistas. A diferencia de la mayoría de centros de salud, que reciben los alimentos y su gestión por parte de proveedores escogidos por el Estado en forma de concurso, el Hospital de Alcalá cuenta con un catering propio de la plantilla que ejerce su labor como un trabajador interno más.

 

La labor del nutricionista en hospitales

La labor de los especialistas alimenticios se basa en revisar las bandejas, pero no tienen la posibilidad de influir en las compras ni en el menú de los pacientes, en muchos casos.

Un dietista hospitalario se encarga de supervisar la dieta de emplate. Y, los trabajadores de dichos hospitales suelen estar controlados por laboratorios privados, empresas de alimentación o farmacéuticas. Son raras las ocasiones en las que hay una Unidad de Nutrición y Dietética y no suele estar coordinada por un dietista nutricionista sino por otros sanitarios, como enfermeros/as o médicos formados para la ocasión.

Hablamos con Concepción Bueno Jiménez, graduada en Nutrición humana y dietética en la Universidad Complutense de Madrid en el año 2017-2018. Nos cuenta su experiencia durante el período de prácticas en el Hospital madrileño Infanta Leonor y su visión acerca de la nutrición en instituciones públicas en España, en este caso en el hospital madrileño.

Durante 10 semanas, su labor en el hospital ha consistido en pasar consulta y asesoramiento nutricional a los pacientes no ingresados, junto con las interconsultas a los que sí estaban ingresados. Aporta su visión sobre el servicio de cocina de esta institución pública y cómo de una dieta basal se derivan otro tipo de dietas específicas, según las necesidades de cada paciente. En relación con los hospitales, trata los diferentes problemas que sufre la población española por mantener una mala alimentación. Habla de la Pandemia del Siglo XXI, como un síndrome metabólico, que engloba las tres enfermedades que están a la orden del día: obesidad, diabetes e hipertensión arterial.

Cuestiona la falta de divulgación informativa por parte del referente que debería ser los hospitales; y la falta de profesionales de la alimentación en la sanidad pública española, capacitados para un buen asesoramiento. Por último, la solución que ella aporta a este problema fundamental es educar a la población desde pequeños y asegurarse de que esa información sea dada mediante profesionales en la materia de nutrición.

 

Escasez de nutricionistas en hospitales

Algunos nutricionistas se han manifestado ante dicha problemática pidiendo que hubiese más unidades de nutrición en atención primaria ya que los nutricionistas podrían reconfigurar la alimentación del paciente -palabras del nutricionista Carlos Casabona, autor del libro Tú eliges lo que comes-. El pediatra se ha convertido en un referente en la lucha contra la obesidad infantil mediante la educación. Puedes escuchar a continuación, en palabras de Casabona, cómo enseñar a tus hijos a comer sano.

¿En qué deriva una mala alimentación?

Consumimos alimentos procesados porque son más baratos y rápidos, y no comemos ni muy bien, ni muy rico. Estos alimentos son bajos en vitaminas y altos en grasa, azúcares y sodio.

Tres cuartas partes de las muertes en países desarrollados es a causa de enfermedades directamente relacionadas con el estilo de vida y la alimentación. Cada vez hay más personas con sobrepeso y obesidad en las consultas: tan sólo en España el 40% de los niños españoles padecen sobrepeso.

Un estudio por parte de la Iniciativa Europea de Vigilancia de la Obesidad Infantil, de la Organización Mundial de la Salud, coloca a España como uno de los países europeos con mayor tasa de obesidad. La muestra analizó el peso y la altura de 250.000 niños de entre seis y nueve años, durante 10 años y en 35 países.

La obesidad durante la infancia es tremendamente problemática. Con la publicación de este estudio, Joao Breda, director de la Oficina Europea de Prevención y Control de las Enfermedades no transmisibles de la OMS, declaraba al diario La Vanguardia, que la obesidad infantil suele acabar provocando, en la edad adulta, enfermedades del tipo diabetes, cardiovasculares y de las articulaciones, cáncer e incluso problemas de salud mental.

 

LOS PROCESADOS DESDE UN PUNTO DE VISTA PSICOLÓGICO

Andrea García, licenciada en psicológica por la Universidad Complutense de Madrid y estudiante de un máster sobre la neuropsicología, nos informa sobre esta problemática.

La alimentación de los españoles se sitúa en un punto medio en la actualidad. Es cierto que los supermercados, las campañas publicitarias en televisión y demás, promueven de un tiempo a esta parte un tipo de alimentación más “sana”. Es preciso comentar que vivimos en una sociedad muy exigente movida por el agobio y un nivel de estrés bastante elevado, por lo que un tanto por ciento de la población recurre a los procesados y comida rápida. El motivo de todo ello es precisamente porque no se le da el sitio ni la importancia que realmente tiene. Se trata de un problema de gran envergadura.

Son numerosas las noticias publicadas en periódicos las que nos avisan de casos relacionados con los trastornos y enfermedades relacionadas con la ingesta de alimentos procesados. Muchas enfermedades sobre todo cardiovasculares guardan cierta relación con la manera de alimentarse. Y la sociedad no es consciente de lo que ello representa. La gente debe concienciarse sobre ello ya que una mala alimentación puede ser la causante de un problema de salud.

La ingesta de procesados es un problema a dos niveles: psicológico y físico. Una alimentación poco saludable no genera trastornos alimenticios. Crea una problemática como la obesidad y ésta acaba provocando un trastorno. Una “mala” alimentación unida a la inconsciencia genera trastornos como la obesidad, la anorexia, bulimia entre otras.

‘El trastorno viene ligado a un punto de vista social’

Todo trastorno viene ligado a un punto de vista social. Las personas que no encajan en ese canon estipulado por la propia sociedad y que no lleva una vida acorde con lo que ésta exige, puede provocar un problema psicológico.

Es cierto que precisamente por esto, el papel del psicólogo es fundamental. Pero no sólo el psicólogo, el nutricionista guarda el mismo papel o inclusive una importancia mayor ya que hablamos de la propia alimentación. Es importante hablar con un profesional que ayude a abrir la mente y a aprender a ser consciente de lo que ocurre. Pero previamente debe existir un papel fundamental: el nutricionista.

El nutricionista debe prevenir y formar sobre el tema tratado. Deben de estar más presentes en la sociedad ya que su papel puede llegar a ser vital. Sobretodo en instituciones públicas como los colegios y los hospitales.

El Estado a día de hoy no invierte en plantilla lo suficiente. Son necesarios puestos de trabajo destinado a profesionales cualificados en nutrición. En un número elevado de hospitales se componen de enfermeros/as que son preparados mediante cursos para afrontar esta situación. Clarísimo error. El Estado debería de estar obligado a crear puestos de trabajo para los respectivos nutricionistas por plantas y enfermedades, ya que cada una es un mundo al igual que cada paciente, y hay que estudiar cada caso de manera individual y afrontarlo.

En los hospitales, algo que parece inimaginable se abusa de los procesados; alimentos previamente preparados para la posterior ingesta. Bollería, zumos, y alimentos precocinados. La gran mayoría de la veces se trata de empresas de distribución de comida precocinada que trabajan para hospitales y colegios, sin atender a las necesidades de cada paciente ya que cada uno es un caso irrepetible e inigualable.

‘Estamos hablando de enfermos’

Debería de existir una alimentación ejemplar y no la hay. Hablamos de enfermos y para llevar una buena recuperación necesitan determinados nutrientes que un especialista es capaz de identificar. La sociedad se encuentra dividida en dos sectores:

  • La que se preocupa por la alimentación y le da la importancia y el espacio que se precisa.
  • Otra parte de la sociedad inconsciente de lo que significa una alimentación saludable.

‘Espero que en 10 años la situación haya cambiado’

Los profesionales esperan y creen firmemente en que en 10 años la situación cambiará radicalmente. Un mayor nivel de consciencia y un nivel educacional mayor sobre la problemática basada en la prevención y la formación desde los colegios. Educar a los niños desde pequeños. Todo ello conducirá a un nivel mayor de salud tanto físico como psicológico.

 

Aún queda esperanza

Sin embargo, la esperanza es lo último que se pierde y en España aún quedan unas cuantas dosis. No son pocos los personajes mediáticos relacionados con el mundo de la alimentación los que están creando un gran movimiento, y aprovechando su influencia en las redes sociales, para informar a la población sobre lo que realmente come y las consecuencias que, a corto y largo plazo, puede tener en su salud. Y, si algo positivo tienen los llamados “influencers” es su gran impacto en la población. Sólo hay que acudir al supermercado a comprar chocolate negro 85% o pistachos, tras ser recomendados por algunas de estas figuras, para darte cuenta que, a diferencia del resto de estanterías, están agotados.

Nutricionistas como Carlos Ríos, Gabriela Uriarte o el equipo de Futurlife, coinciden en la estructura de una dieta sana y recuerdan que lo principal no es contar las calorías sino la calidad de los ingredientes.  Además, cada día insisten en la importancia de mantenerse informado para poder identificar los ingredientes de los alimentos que comemos, entre ellos; azúcares llamados de numerosas maneras, edulcorantes, colorantes, o demás sustancias malignas para la salud.

Según ha revelado Deusto Salud, el problema con la alimentación y por lo tanto con la salud, ha provocado la demanda de grados y plazas para graduados en Nutrición, y asegura que el número de matrículas se han duplicado de un año a otro. El pasado año 2017 ha habido 2000 profesionales más del sector según el Ministerio de Cultura, Educación y Deporte. Sin duda un reflejo de la influencia y la iniciativa de los jóvenes y nuevos movimientos a favor de la comida real, que empiezan a dar sus primeros frutos.

One Comment

  1. Excelente reseña

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