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Hablar por las manos

Gloria Fernández (izq.) y Mari Carmen (dcha.) / Variación XXI

Gloria Fernández (izqda.) y Mari Carmen (dcha.) / Variación XXI

  • «La lengua de signos es natural y se aprende de forma natural y por contacto»

  • Gloria, aprendió lengua de signos de pequeña, y Mari Carmen, sorda desde los dos años, son amigas y profesoras del CSIM

  • Cada país tiene su propia lengua de signos

«Ellos tienen como un sexto sentido. Hay algo que les hace ser un poco diferentes. Si a las personas nos falta un sentido, desarrollamos otro mucho más», asegura Gloria Fernández al hablar de las personas sordas, aquellas que hablan con sus manos gracias a la lengua de signos, y en concreto de su compañera y amiga Mari Carmen González, que se quedó sorda a los dos años. Ambas son profesoras y comparten departamento y aulas en el Centro Superior de Idiomas Modernos de la Universidad Complutense de Madrid y en un encuentro con Variación XXI cuentan qué es la lengua de signos y cómo es el día a día de una persona sorda, además de la importancia de la docencia en este tipo de lengua tan peculiar y desconocida para muchas personas.

Y como ocurre con cualquier lengua oral, cada país tiene su propia lengua de signos y no siempre mantienen relación una con otra ni se parecen entre ellas. Un ejemplo claro de esto último es que «la lengua de signos británica puede parecerse a la americana, pero no es así porque históricamente la que se enseñó en América fue la lengua de signos de Francia», añade Gloria.  

«La lengua de signos es natural y se aprende de forma natural y por contacto», explica Gloria. Un claro ejemplo de esta forma de aprender está durante la entrevista sentado a su lado. Su amiga Mari Carmen cuenta, a través de sus manos y con los signos que Gloria interpreta y traduce al lenguaje oral, que ella aprendió la lengua de signos de pequeña en el colegio, que era oralista pero tenía personas sordas. «De forma visual la aprendí, en contacto con otra gente», añade.

Gloria también podría ser un ejemplo de cómo no son sólo las personas sordas las que aprenden esta lengua como algo común. Ella la aprendió cuando era porque tenía una amiga que era sorda. Además, Mari Carmen asegura: «Yo tengo hijos que son oyentes, pero hablo lengua de signos con ellos y lo han aprendido como algo natural».

Gloria Fernández y Mari Carmen González charlan con Variación XXI sobre la lengua de signos. Ambas son amigas y profesoras del Centro Superior de Idiomas Modernos de la Universidad Complutense de Madrid (https://idiomascomplutense.es).

Mari Carmen con sus alumnas dando clase en el CSIM. / Variación XXI

Todas las personas sordas no son iguales

Mari Carmen es postlocutiva, es decir, se quedó sorda a los 2 años, pero ya tenía adquirida una parte importante del lenguaje. «Es una persona que lee estupendamente bien, que te lee los labios muy bien y que tiene unos conocimientos de la estructura oral estupenda», explica Gloria. En cambio hay otro tipo de personas sordas que son las perlocutivas, es decir, las que son sordas de nacimiento o han perdido la audición antes de adquirir algún conocimiento del lenguaje. Esto provoca que tendrán más problemas a la hora de adquirir, por ejemplo, la estructura del castellano o al leer.

«En clase se aprende una forma comunicativa de forma natural para que asimilen la lengua. Los saludos o los datos personales son fundamentales, todo asociado siempre a un contexto. Lo que más me preocupa a mí y a ellos es el espacio visual; no tienen la costumbre de mirar. Y en lengua de signos se deben practicar las imágenes», dice Mari Carmen.

Esta es una parte fundamental que desarrollan Gloria y Mari Carmen en sus clases porque una de las diferencias principales que tiene la lengua de signos con la lengua oral es el canal de comunicación. A diferencia del lenguaje oral, que se establece bajo un canal vocal-auditivo, las personas sordas utilizan sus manos para comunicarse a través de un canal gesto-viso-espacial.

Pero esta lengua también comparte aspectos con el lenguaje oral: existen parámetros, gramática, técnicas y hasta entonación. «Es importante la expresión, la interacción y la comprensión», asegura Mari Carmen. Además, hay niveles de conocimiento de la lengua que van desde el A1 hasta el C2, en orden de menor a mayor dificultad.

El papel de los intérpretes

Mari Carmen necesita un intérprete para acudir a las reuniones del colegio de sus hijos y para ir a la consulta del médico. A pesar de que existe un servicio de intérpretes, el número de personas disponibles es muy bajo y se tienen que solicitar con dos semanas de antelación. Gracias a que ella tiene una gran capacidad para leer los labios, cuando acude al médico de cabecera no necesita de estos servicios. «Pero en un médico especialista debo pedir un intérprete y si no me llevo a mi madre o a un amigo, como la mayoría de las personas sordas, aunque yo prefiero un intérprete o que incluso el médico supiera hablar lengua de signos», añade.

Y al hablar de intérpretes y música se nombra a Beatriz Romero, la intérprete de lengua de signos de la cantante Rozalén. Mari Carmen dice sonriendo: «Me encanta, la chica es buenísima, es de lo mejorcito que hay. Los gestos, la estructura, cómo es capaz de adaptar las canciones… es perfecto. Lo entiendo todo».  

Un mundo en lengua de signos

«Ojalá el mundo supiera lengua de signos», pide Mari Carmen al mirar al futuro. Médicos, profesores, abogados, jueces, periodistas y hasta políticos hablando lengua de signos para así romper las barreras comunicativas que existen y hacerles más fácil la vida a estas personas que hablan por las manos a través de los signos.

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