Gentrificación: un proceso inevitable en nuestro sistema
- La intervención de las clases creativas es uno de los motores fundamentales.
- Cualquier política pública tiene consecuencias no intencionales.
¿Qué entendemos cuando hablamos de gentrificación? ¿Creemos que es un proceso contemporáneo o por el contrario lleva existiendo siempre, solo que ahora lo llamamos de una forma determinada? ¿Cuál es la naturaleza del fenómeno? ¿Es un proceso negativo o es el resultado del sistema económico que hemos creado durante siglos?
Técnicamente, cuando hablamos de gentrificación, nos referimos a un proceso de transformación del tejido social en un lugar determinado, motivado por la inversión económica que eleva el precio de la vivienda, provocando que los habitantes de esa zona no puedan costear los alquileres y tengan que desplazarse para encontrar precios más asequibles.
Etimológicamente, el término gentrificación procede del inglés Gentry, palabra que sirve para definir a una clase social media alta, principalmente propietarios de tierras. El sinónimo español podría ser hidalgo, una estrato social que no llega a formar parte de la nobleza pero que económicamente es bastante pudiente. Por lo tanto, el principal agente gentrificador tiene que ser un avatar que cuente con un alto nivel adquisitivo y que tenga la intención de comprar a un precio bajo, mejorar las características del lugar, y así poder revalorizarlo y poder enriquecerse.
Pese a que actualmente el término está siendo repetido y tiene más protagonismo, no es un fenómeno nuevo, ni nace por generación espontánea. Las ciudades tienen dos maneras fundamentales de crecer: por un lado encontramos la expansión hacia la periferia, con la intención de crear nuevos núcleos urbanos, y por otra parte, nos encontramos con la regeneración de barrios que se encuentran en el centro de la urbe y que por diferentes motivos han sido abandonados durante años, provocando que los precios de la vivienda no sean elevados, lo que conlleva que la clase social que principalmente ocupe ese lugar sea de un nivel adquisitivo reducido.
Aquí es cuando la propia naturaleza de ese barrio o zona, permite que haya una rehabilitación de las viviendas y un impulso de las actividades comerciales y artísticas. La degradación siempre es una oportunidad de mejora y embellecimiento. Cuanto más en el centro de la ciudad esté y más deteriorada sea la zona de un gran urbe, más posibilidades tiene de convertirse en un experimento social.
Oportunidad idónea para que personas con un gran capacidad innovadora y artística renueven la zona, dándole otro aire, aprovechando el pasado de dicho lugar. Cuando un elemento muere, tiene la oportunidad de ser renovado con otra forma, manteniendo su legado histórico, el cual puede ser utilizado prácticamente como una marca.
Los barrios que se sitúan en el centro de la ciudad y que se revitalizan, son un reclamo para personas que quieran darle otro aire y sobre todo, se convierten en un reclamo turístico. Hay numerosos casos a lo largo del mundo; Russafa (Valencia), Malasaña (Madrid), Grácia (Barcelona) o Dalston (Londres). Todos ellos eran barrios degradados y con un estigma desvalorado. Es cuando entra en juego el sector privado y el sector público para “darle un lavado de cara” y regenerarlos.
Supongamos que el Estado o el ayuntamiento se encarga de construir parques, un mejor pavimento, renovación de las farolas y demás medidas para renovar el lugar. Aparece también el agente privado con la intención de comprar a un bajo precio, sanear la apariencia del lugar, y vender a un precio superior cuando se revalorice. Los elementos de mejora que se han añadido al barrio, que anteriormente estaba en decadencia, provocan que sea un reclamo para personas de un mayor nivel adquisitivo, de manera que comienzan a expulsar a las personas que vivían en ese barrio con anterioridad.
Es un proceso sencillo que encaja en la lógica capitalista. Una vez renovado el barrio y aumentado el precio de la vivienda, al contar con un legado histórico, se convierte en un reclamo para artistas. Afloran las tiendas de segunda mano de ropa vintage, las tiendas de vinilos, las salas de exposiciones, etc. El ser humano tiende al embellecimiento de los elementos manteniendo su esencia. Los artistas son capaces de producir un elemento artístico vanguardista con la esencia de lo antiguo, eso es lo que ocurre en los barrios gentrificados: se convierten en una oportunidad para crear arte, y un barrio, en el que participan todos para embellecerlo, se convierte en un reclamo.
La gentrificación: desde siempre y para siempre
Las ciudades cambian, es el principal hecho. Este fenómeno social ocurre en todos los lugares del mundo, aquellos barrios donde crecimos se van transformando lentamente o de la noche a la mañana. Algunos se convierten en víctimas de esta transformación, obligándoles a ser desplazados asediados por un cambio que no solo afecta a la estructura de sus calles, sino a la de su bolsillo. Nueva York es uno de los mejores ejemplos de ‘hipergentrificación’ , tal y como el autor Jeremiah Moss lo bautiza. En otras ciudades se puede observar un cambio pasivo del mercado libre, en Nueva York es una culminación de una calculada toma de poder por parte de las clases más elitistas. El autor lamenta en su blog la desaparición de Nueva York como pueblo; cafeterías administradas por familias, librerías con estantes viejos, hoteles para gente de clase baja, etc.
Un informe de Contraloría NYC hace un estudio sobre los 10 vecindarios con más crecimiento de empresas en Nueva York. La mayoría han doblado sus negocios en desde el 2000 hasta el 2015. El informe describe que hay más tiendas de comida, bancos y restaurantes. De esta forma podemos ver la doble cara de la ciudad, Nueva York rico y Nueva York pobre. Diferentes caras que muestran apartamentos valorados en 100 millones de dólares en Manhattan que conviven con el hecho de que hay 60.410 personas sin techo. Nueva York cada año es más desigual. La quinta parte más rica de Manhattan tiene un ingreso 40 veces mayor que la quinta parte más pobre, de acuerdo con el censo de 2010.
Los restaurantes y tiendas que se abren cada vez más convierten Manhattan en un lugar más exclusivo, la población y el ambiente bohemio que reinaba hace más de una década está siendo expulsada. Los altos precios de Manhattan han provocado que las familias se muden a Brooklyn, estos nuevos residentes están dispuestos a pagar un promedio de 3.000 dólares mensuales por un pequeño apartamento debido a que la ciudad se ha vuelto más segura en las últimas décadas. La ciudad de New York es un gran ejemplo a gran escala de este proceso sociológico que en las ciudades de occidente avanza con más velocidad que antaño.
A pesar de que la palabra gentrificación escuchada por primera vez, pueda sonar de una forma algo aterradora, este vocablo tan extenso lleva consigo un debate casi infinito. El concepto en sí, es entendible pero ¿llega este curioso vocablo al resto de la sociedad? Y sobre todo, ¿de qué forma enfocan este fenómeno los medios de comunicación?
Un fenómeno poco mediático
Para responder a estas preguntas nos hemos fijado en diversos artículos de ABC, El país y El mundo. En los tres se hace mucho énfasis en el proceso de desplazamiento que sufren los miembros del barrio, los cuales se marchan a otros lugares porque no pueden afrontar el aumento de los precios.
Sabido esto, hasta hace unos años, solo los geógrafos académicos y los defensores de la vivienda utilizaban el término. En los últimos años, sin embargo, el tema ha entrado en la corriente principal, y la palabra se ha vuelto cada vez más ubicua en lo que parece ser casi todas las ciudades del mundo.
La preocupación en los tres diarios generalistas es bastante evidente. Tanto ABC, como El Mundo, tratan el tema con gráficos, datos, ejemplos y fuentes (profesores, arquitectos, especialistas en riesgos inmobiliarios…). En cuanto a El País, desarrolla con exactitud todo lo que tiene que ver con el proceso gentrificador; al igual que deja claro que el fenómeno no se produce solo en Lavapiés o Malasaña sino que también sucede en Berlín, París o Manhattan. Además, siempre menciona la gentrificación a la hora de hablar de los pisos turísticos, la subida de los alquileres en las zonas clave y Airbnb.
Las soluciones no se ven a largo plazo en ninguno de los artículos, de hecho la gentrificación está señalada más bien como un proceso violento que va en aumento por su evolución natural; por lo tanto la percepción casi segura que cala en la mayoría de la sociedad es que el suceso trae más consecuencias negativas que positivas.
Por parte del material audiovisual, hemos analizados dos reportajes: uno de ellos de equipo de investigación de la Sexta (La burbuja del alquiler) que hace mucho hincapié en la subida del alquiler y desarrolla el concepto de gentrificación de forma amplia, además de poner ejemplos de las típicas tiendas gourmet y tiendas de ropa que han reemplazado a las carnicerías de barrio.
El segundo reportaje audiovisual se encuentra en YouTube, el equipo de Sinfiltros es el encargado de hacer un recorrido por los míticos barrios de Lavapiés, Chueca y Malasaña. “Mi barrio está de moda” hace un repaso y resuelve las preguntas de cuáles son las consecuencias de este proceso. Hay ejemplos muy llamativos como el Bar Manolo que cierra y abre una tienda de cupcakes. Asimismo, no se olvidan del turismo ni de las grandes marcas que al final invierten en ese espacio y el barrio se termina poniendo de moda.
En definitiva, dado que la mayoría de titulares, subtitulares, noticias y reportajes audiovisuales utilizan un tono acusador y describen más problemas que beneficios, lo más normal sería que la mayoría de la población perciba este fenómeno como algo peligroso e irremediable. Es por eso, que el debate se ha intensificado: la oposición a la gentrificación se está volviendo cada vez menos silenciada, más organizada y visible. Asimismo, las representaciones de los medios de comunicación tienen mucho peso y es evidente que hacen falta más estudios, datos, noticias y reportajes audiovisuales, para que se influya de manera correcta en la percepción pública y a su vez, que el tema no quede en el aire para que se puedan llegar a realizar formulaciones o políticas locales en torno al desarrollo urbano.