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Praga, la Revolución de Terciopelo. Revoluciones de 1989, el año en que cambió Europa (4)

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La Revolución de Terciopelo, Praga 1989. Campaña para la presidencia de Vaclav Havel

Checoslovaquia era el siguiente país de Europa oriental, después de Hungría, en la línea de salida para la transformación democrática. El partido comunista que gobernaba el país con mano férrea parecía un obstáculo insalvable. A pesar de todo, su transición se llamó revoluce sametova, Revolución de Terciopelo, en palabras de la activista Rita Klimová que quedaron grabadas en la conciencia colectiva europea. Demasiado poética denominación para un tiempo que tenía de todo menos tranquilidad, y que fue liderado por el dramaturgo Vacla Havel. Sin duda el papel jugado por los intelectuales del movimiento Carta 77, afines a la Primavera de Praga del 68, fue fundamental y sus reuniones en el teatro La Linterna Mágica ayudaron a una transición con cierto tono pacífico e incluso poético visto desde la distancia. El politólogo y escritor Timothy Garton Ash puso el nombre del teatro como título en su libro sobre sus experiencias en aquella Europa de los ochenta. Los movimientos de transición en los países de Europa central y oriental fueron también denominados «refoluciones», el propio GartonAsh acuñó el término, por contracción de las palabras reforma+revolución, en clara alusión a Rosa Luxemburgo, y contaban, además, con el respaldo de  la gorbachoviana perestroika y la revolución liderada por los pueblos. Pueblos que dejaron personas por el camino, pero que en el balance general, obviando Yugoslavia donde murieron miles de personas y Rumanía, donde se ejecutó a su dictador, se puede decir que tuvieron un tono general de reforma.

Cronología de Terciopelo

En 1987, Gorbachov instó al Partido Comunista Checo a aplicar la perestroika, en uno de sus discursos durante una visita oficial a Praga. Las caras y el cruce de miradas del Politburó soviético debieron de ser un auténtico cuadro de asombro general e incluso de indignación. Desde luego, sin la aquiescencia de Gorbachov nada en Europa oriental hubiera sido igual. Hubo quien achacó también buena parte de la responsabilidad de los progresos reformistas en Europa del este al papa Juan Pablo II. Sin embargo, salvo en el caso polaco que era su propia patria, la influencia directa era menos lógica. Finalmente la transición checoslovaca llegó hoy hace 30 años, junto al proceso democratizador de Hungría y Alemania Oriental, entre octubre y noviembre del 1989. Cuando finalizó el año el país ya no volvería a ser el mismo.

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Ladislav Adamec, presidente checo, y Mijail Gorbachov en 1989

Cuando en otoño Ladislav Adamec, presidente del Presidium checoslovaco y primer ministro desde hacía un año, visitó Viena le quedaban escasos dos meses de poder. Para la visita oficial los periodistas teníamos que acreditarnos en el Bundeskanzlerei, para asistir a la rueda de prensa posterior al encuentro con el canciller Franz Vranitzky, del SPÖ. Un periodista checo, refugiado en Austria, hace una pregunta que incomoda al líder checo, el cual comienza a dar gritos acusando de mentiroso a aquel colega y la sala de la Cancillería parece temblar con sus atronadoras voces. Quizás Adamec esté tratando de cubrir las apariencias y quedar bien con Milos Jakes, secretario general del PCCh y reliquia viva de la era Breznev. Escribo el día 17 de octubre: «Checoslovaquia: tímidos signos de «perestroika» económica en un trasfondo de inmovilismo. El partido comunista checo no confía en las reformas de Gorbachov». En realidad me escriben, porque los titulares los pone mi Redactor Jefe de Internacional, Fernando Mas, un argentino grande y barbado con un envidiable carácter optimista. Mi información me lleva a hacer una prognosis del futuro cercano, y así escribía: «Los checos podrían muy bien ser los próximos en lanzarse abiertamente a las reformas democráticas, y la economía podría ser el primer paso» (El Independiente 17 de octubre de 1989). Nada que ver con aquel primer viaje a Alemania, mediando fronteras checoslovacas, ya narrado con anterioridad. En aquel momento el sistema de partido único y todo lo que ello suponía estaba todavía, aparentemente, en pie y pleno de salud socialista con Adamec al frente.

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Alexander Dubcek (izda.) y Vaclav Havel en una rueda de prensa de Foro Cívico en el teatro de la Linterna Mágica de Praga, en 1989

La oposición se moviliza

Nada de esto hubiera llevado a la «refolución» si no fuera por la movilización de figuras de la intelectualidad y del pasado reivindicativo de la Primavera de Praga, con Alexander Dubcek al frente, el movimiento Carta 77 con Vaclav Havel o la propia iglesia católica que contaba con las tímidas, todavía, reflexiones del Cardenal Tomasek. Antes de terminar el año, Havel se convertiría en el primer presidente de la nueva democracia de Checoslovaquia con el partido por él liderado, Foro Cívico (Obkanské Fórum). Entretanto, seguía vertiendo mi información e incluso me permitía ciertas licencias histórico literarias: «Al igual que la baja Edad Media y el Renacimiento la Gran Puerta Otomana servía de preámbulo protocolario a las relaciones de Occidente con el Islam, Austria sirve hoy, por sus particulares características geopolíticas, de Gran Puerta Occidental para las relaciones Este-Oeste». O cuando escribo: «Numerosos represaliados por el movimiento aperturista Carta 77 siguen llenando un buen número de celdas en las cárceles checoslovacas, mientras las cabezas blancas del partido continúan con sus cuadernos en la mano tomando buena nota de quiénes se dedican a hacer críticas al sistema. El futuro de Adamec y el Partido Comunista no está nada claro…» (El Independiente 25 de octubre de 1989).

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Júbilo en Praga, El Independiente, 26 de noviembre de 1989

Un mes más tarde firmo mi primer artículo de opinión formal, con titular en cursiva, Júbilo en Praga donde recojo las manifestaciones tras el hundimiento del Partido Comunista: «A primeras horas de ayer sábado la que había sido durante toda la semana escenario de las protestas del pueblo, la Wenzelsplatz de Praga, se encontraba vacía. Mientras, decenas de miles de personas llegadas en autocares de todas partes del país se concentraron ante la catedral de la capital checa para asistir al servicio religioso…». La imagen era sobrecogedora. La Plaza de San Wenceslao, lugar habitual de reunión de las protestas, es un gran espacio abierto al estilo de las plazas de ciudades europeas que conforman descomunales espacios con edificios de fondo delimitándolos pero abriéndolas a su vez a otros espacios, y verla vacía era sobrecogedor. Aquende los Pirineos nuestras plazas conceptualmente son distintas, cerradas para resguardarse del calor, no son la Plaza Roja, ni Alexanderplatz o Wenzelsplatz. La imagen de la gente reunida rezando bajo las indicaciones del cardenal Tomasek era también peculiar en un escenario en el que no había existido durante mucho tiempo el fervor religioso. El catolicismo polaco parece insuperable en la Europa del este, sin embargo en Checoslovaquia la iglesia ejercía, y ejerció durante los años difíciles, una influencia más que notable entre una parte importante de la sociedad. El fenómeno de la intelligentsia católica que se ha dado en la vecina Polonia no es tan fuerte aquí, e intenta recuperar lo más rápidamente posible el tiempo perdido. Los pequeños grupos intentan volver a tener tantos fieles como la tradición señala, «informando a las personas sobre todo ello sin odio».

Checoslovaquia respiraba ya independientemente de sus dirigentes, y tan sólo en un mes con la dimisión en bloque la cúpula del Partido Comunista encabezado por Milos Jakes, dio un gran salto a la democracia. El Politburó convocó, otra vez con carácter de urgencia, una reunión extraordinaria del Comité Central en la que se desintegró definitivamente la vieja guardia del partido, borrando de un plumazo a la mayor parte de las personalidades implicadas en la represión de la Primavera de Praga del 68. «La primera reacción del nuevo secretario general del PCCh, Karel Urbanek, no se ha hecho esperar, y ha ofrecido ya a través de los órganos de dirección política checos, un posible cambio en la Constitución, la introducción de una ley de prensa e incluso la posibilidad, todavía no descartada, de formar un Gobierno de coalición en el que figuren personalidades que no sean del partido. Urbanek ha reconocido también la casi completa pérdida de credibilidad de los comunistas al frente del Estado centroeuropeo» (El Independiente 26 de noviembre de 1989).

 

Urbanek, un presidente amortizado antes de gobernar

De entre los personajes políticos de la época, Karel Urbanek era un evidente «hombre de paja», una figura, considerada incluso prescindible, para la transición. Otra vez mis veleidades literarias me hacían titular: «Urbanek o el truco de las tres judías y el sombrero del mago». Haciendo hincapié en esa figura del nuevo presidente, escribía: «El monopolio de poder metió la mano en la chistera del mago, la manga bien cargada, y antes que un conejo blanco de ilusión sacó tres judías ante la sorpresa del público. Karel Urbanek, de 48 años de edad, es todavía un político carente de color».

Alexander Dubcek (izda.) y Vaclav Havel en el en la rueda de prensa de Foro Democrático en el teatro de la Linterna Mágica de Praga

Karel Urbanek, presidente checoslovaco, sucesor de Milos Jakes, encargado de finiquitar el sistema de partido único checo.

(…) «Su elección, según comunicaba la oficina de prensa del Comité Central en Praga, se había realizado por voto secreto y había sido unánime. En medios políticos checos se desconoce, dada su juventud, su implicación en la represión de la Primavera de Praga del 68. (…) En el momento de su promoción a la secretaría general del partido era un funcionario desconocido. Havel lo calificó de neoestalinista» (El Independiente 27 de noviembre de 1989).

Aquella había sido una semana realmente complicada en Praga: 17 noviembre, carga brutal de la policía contra una manifestación estudiantil; día 18, cierre de teatros en protesta por la represión policial y boicot a las clases en la universidad; día 19, manifestación y nacimiento oficial de Foro Ciudadano; día 20, 200K manifestantes en Wenzelsplatz; día 21, Adamec se reúne con la oposición, manifestación en Bratislava; día 22 Dubcek en Bratislava; día 23, 300K manifestantes en Praga; día 24, vuelta triunfal de Dubcek a Praga. Dimite el secretario general del PCCh Milos Jakes, dimite el Presidium y el secretariado del Comité Central.

 

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Vaclav Havel deposita flores en un homenaje a los caídos en la revolución

Van cayendo las piezas a ritmo desenfrenado

Lo que pasó entre medias fue la caída de sus dos vecinos y hermanos ideológicos, por el sur Hungría y por el norte la República Democrática Alemana, la caída del Muro de Berlín y la “refolución” húngara. De Budapest, vuelta a Viena, luego Berlín para tener que regresar a Praga. Mucho desktop work, quizás demasiado. Mientras, me llama, desde Marqués de Riscal, Fernando Mas y me dice que escriba algo sobre Moscú y Gorbachov. Hay que tener en cuenta de que aunque la historia se contó como una unidad, revolución en Europa del este/cae el Telón de Acero/democratización/se derrumba el sistema soviético/perestroika y glasnost superan al Partido Comunista, cada país era completamente distinto de los otros. En el caso de Checoslovaquia (Chequia y Eslovaquia) la importancia de Havel y Dubcek es patente en la evolución de los acontecimientos, desde los antecedentes mismos. Dubcek, a quien no le dio tiempo a disfrutar de los aires democráticos debido a su fallecimiento en accidente de tráfico, había sido Secretario General del PCCh y fue elegido Presidente de la Asamblea Federal, mientras que Havel llegó a presidir la república checa. Ellos, junto a otras figuras de la especificidad checoslovaca fueron apareciendo en mis artículos, aunque nunca consiguiera entrevistarlos.

El tremendo enjambre de intereses, países en juego y políticas de superpotencias interesadas en llevar las transformaciones adelante hacía difícil conseguir entrevistas. Aunque la implicación del oeste era muy evidente, así escribo: «Occidente está dispuesta a apoyar la renovación de los países del Este. El botón de muestra es la ayuda norteamericana concebida para la incentivación del sector privado en Polonia y Hungría, que ya ha visto dobladas las cantidades prometidas por el presidente George Bush» (El Independiente 25 de octubre de 1989). A finales de octubre Havel ya había convocado varias ruedas de prensa en Praga donde, aparte de las exigencias democratizadoras, también se dejaban ver los enfrentamientos internos en Foro Ciudadano, con Petr Uhl, líder de Carta 77, y Vaclav Maly, portavoz de la nueva formación. Un hecho importante en aquella ocasión fue la presunta muerte de un estudiante de matemáticas en una manifestación, hecho que fue desmentido definitivamente por la oposición. «Sí se confirmó, sin embargo, el que 38 personas resultaron heridas en los incidentes, 8 de ellas de gravedad. Bajo el lema “La escuela como Política, la política como juego”, han realizado un llamamiento a la solidaridad de los estudiantes de todo el mundo, invitándoles a participar en un acto multitudinario que tendrá lugar el domingo en Praga» (El Independiente 23 de octubre de 1989).

 

 

Dos países separados e independientes

Cada país de Europa del este era distinto y en el caso de Checoslovaquia esto se acentúa si tenemos en cuenta que se convirtió en poco tiempo en dos países. Para el año 93 ya estaba conseguida la división en República Checa y Eslovaquia. Los tiempos eran distintos y el periodismo gráfico, mucho más fácil ahora gracias a los teléfonos con cámara de foto y/o vídeo, no era mi fuerte. Así, me quedé sin las imágenes que hicieran historia. Tan sólo tengo el testimonio gráfico en mi cabeza. Lo hacíamos sin documentación gráfica, pero hicimos democrático a otro de los países del este, Checoslovaquia.

Pasó el tiempo y los focos informativos iban desplazándose. Havel perdía interés frente a Berlín, Bulgaría hacía de las suyas, siempre sentada en dos mesas esperando quién le podía ofrecer más, Polonia ya estaba encarrilada con Walesa y Mazowiecki, y Yugoslavia ¿dónde estará ese nombre aparte de en los libros de historia? preparaba el último acto del gran desastre europeo finales del siglo XX. Yo seguía leyendo mis periódicos y escribiendo crónicas sobre la evolución de la nueva democracia checa. La última de ellas desde Praga como corresponsal del diario fue en la primavera de 1990, y no suscitó mucho interés en Madrid, ya que no se publicó, aunque dejo aquí testimonio del titular: «Las nuevas dimensiones de dos nuevos países», en referencia a la futura separación que sería denominado por algunos, «El Divorcio de Terciopelo».

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