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periodismo universitario en internet

Los movimientos antivacunas cobran fuerza

Las empresas trabajan rápido en el desarrollo de la vacuna contra el Covid-19

Sanitaria con una vacuna contra el Covid-19 / AdobeStock

  • Los antivacunas se han movilizado durante los últimos meses de la pandemia, rechazando la futura vacuna contra el virus

  • Las vacunas de las empresas farmacéuticas Moderna y Pfizer han demostrado una eficiencia mayor del 90%

En el contexto actual de la pandemia causada por el Covid-19 y la lucha por encontrar la vacuna contra el virus, los movimientos antivacunas se han visto más activos y han conseguido reforzar su visibilidad. Las redes sociales han tenido que tomar medidas para combatir la desinformación sobre coronavirus. La desconfianza generada por la competencia de las empresas farmacéuticas para conseguir la vacuna y los beneficios económicos que supone, ha jugado un rol muy importante en el fortalecimiento de estos movimientos. Por otro lado, la comunidad científica sigue batallando por controlar la pandemia y defiende que la vacunas es la solución más eficaz para acabar con ella.

Como la propia palabra indica, los movimientos antivacunas hacen referencia a los grupos de personas que se oponen a la vacunación por diferentes motivos, los cuales pueden ser políticos, religiosos, filosóficos, médicos e incluso científicos. Estas personas tienden a pensar que el hecho de vacunarse les aporta más consecuencias negativas que positivas a su cuerpo y salud. Estos movimientos argumentan sus teorías de diferentes maneras según sus creencias. Por ejemplo, si se trata de motivos religiosos defienden su postura afirmando que este tipo de inyecciones truncan el equilibrio natural, reduciendo en gran medida el número de defunciones anuales. En caso de creencias filosóficas, razonan que la obligatoriedad de la vacunación va en contra de los derechos humanos.

Otro de los argumentos más comunes entre estos movimientos hace referencia a los conocidos efectos secundarios de la vacunación. Entre los más comunes se encuentran malestar general, hinchazón y enrojecimiento en la zona de inyección así como las posibles reacciones alérgicas e incluso convulsiones en los casos más extremos. 

Los movimientos antivacunas se dan a conocer y se difunden sobre todo a través de redes sociales como Twitter, Instagram y Facebook. Según afirma la revista Nature de la Universidad de George Washington, estas estrategias de comunicación online son «preocupantemente efectivas y de gran alcance» por el simple hecho de estar en redes tan globales. Uno de los peligros de las redes es la facilidad de publicar y difundir a miles de personas bulos y “fake news” a pesar de que muchas de las grandes plataformas han intentado tomar algunas medidas para combatir la desinformación. 

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La desinformación sobre el Covid-19 / iStock

En caso de Instagram, a principios de mayo del año pasado se ha tomado la medida de bloquear todas las etiquetas que estuvieran en contra de las vacunas como #VacunasSonVeneno o #VacunasCausanSida para que al buscar dichos hashtags no apareciera ningún tipo de información al respecto. Por su lado, Twitter también ha adoptado algunas de las medidas para intentar controlar toda esta desinformación generada por la gran cantidad de publicaciones “bots” con afirmaciones erróneas o cuestionables, advirtiendo al usuario con etiquetas de “contenido engañoso”.

Sin embargo, es erróneo fundir los movimientos antivacunas con los negacionistas. Mientras los antivacunas se oponen a cualquier tipo de vacunación, los negacionistas niegan la existencia del virus y se posicionan en contra de la vacuna contra el. La rápida expansión del Covid-19 por todo el mundo no solo ha provocado una pandemia sino también ha creado una gran inestabilidad social. De esta manera, se ha generado así el contexto perfecto para que estos movimientos cobren fuerza, cuestionando la rápida creación de la vacuna, los posibles efectos secundarios a largo plazo y su eficacia. Estos argumentos ha sido reforzados en el contexto actual de la competencia entre las grandes empresas farmacéuticas, los gobiernos de los diferentes países y la conocida “plandemia”.

Movimientos anti-vacunas

Las primeras vacunas contra la viruela aparecen en 1798 en Gran Bretaña.

El creador de la primera vacuna, Edward Jenner. / Wellcome Trust

El movimiento antivacunas tuvo su nacimiento en el siglo XIX en Gran Bretaña. A principios de este siglo ya se empezaban a observar grupos críticos a la novedad que supuso para la época, la vacuna contra la viruela, creada por el investigador Edward Jenner. Como todo nuevo descubrimiento novedoso también se le criticó públicamente y se rechazaba su uso.

Entre las razones por las que se oponían a la vacunación, se podían encontrar objeciones sanitarias, religiosas, científicas y políticas. Se llegó a decir que el «usar material obtenido de las vacas, este era insalubre o poco cristiano, ya que se usaba materia de criaturas inferiores».

A mitad del siglo XIX estos movimientos ya tenían una gran fuerza en la población, por lo que una sucesión de leyes hizo que las vacunas fueran gratis y luego obligatorias, con la consecuencia de multas e incluso prisión para todos los que se negaran a usarla. Esto llevó a que se llevaran a cabo manifestaciones que terminaban en disturbios. Más tarde en 1869, se crearía la Liga antivacunas de Leicester, elogiada por todos los que se oponían a las vacunas y que incluso surgió de los propios médicos.

La liga antivacunas se encargaba de notificar todos los casos de viruela, aislar al paciente junto con su familia y en algunos casos quemar todas sus pertenencias, para así tener un mayor control de las infecciones y no tener que recurrir a las vacunas. Lo que aumentó en Leicester el número de procesados por no vacunarse de 1.154 en 1881 a unos 3.000 para 1884.

A medida que pasaron los años y con la comprensión de cómo se propagaban las enfermedades y con la extensión del uso de las vacunas, la viruela fue desapareciendo de Europa y América del norte, aunque la oposición y la desconfianza por las vacunas aún continúan. Aun así, desde que la primera vacuna se creó estas ayudan a evitar la muerte de unos 3 millones de personas al año.

Estas manifestaciones antivacunas se han hecho más frecuentes en el contexto actual de pandemia.

Manifestación de los movimientos antivacunas en Madrid. / GETTY IMAGES

Actualmente con la pandemia del Covid-19 estos movimientos que se habían apaciguado durante los últimos años han tenido mucha más repercusión, personajes conocidos se han opuesto públicamente, como es el caso de la tenista Novak Djokavic y el cantante Miguel Bosé. Las redes sociales están jugando un papel muy importante en la difusión de esta información y de las especulaciones en las que se basan para oponerse. Este año la Organización benéfica Wellcome Trust ha revelado mediante una encuesta que globalmente un 79% de las personas creen que las vacunas son seguras y el 84% que son efectivas, lo que dejaría a casi el 20% de la población en una posición en la que rechazan o tienen poca confianza en estas.

En este momento, la oposición por razones religiosas no muestra una gran importancia como lo hacía en los años 1800 cuando los primeros movimientos antivacunas surgieron, ahora estas están fundamentadas más en el escepticismo frente al sistema de gobierno o el establishment farmacéutico. Reyes, una activista del movimiento antivacunas de España afirma que «muchas de las enfermedades ya están erradicadas» y que por ello no ha vacunado a ninguna de sus dos hijas. Muchas de estas personas piensan que mediante la vacuna y la tecnología estas entidades podrían controlarlos obligándolos a vacunarnos con vacunas que contendrán microchips y que estos podrían estar vinculados al 5G, Cabe destacar que nada de esto se ha visto comprobado nunca.

Otra de las razones más particulares de la nueva oposición a una vacuna como solución a la pandemia actual, es la carrera apresurada en la que se encuentran las farmacéuticas y los países que se quieren posicionar mundialmente como los pioneros y los primeros en obtenerla, lo que causa en muchas personas desconfianza, incluso en las personas que no se identifican como opositores a usar las vacunas y que miran con inseguridad el lanzamiento a la venta de alguna vacuna que por su tiempo de creación se le pueda cuestionar su efectividad o la superación de todas las fases de pruebas, como ha pasado con Sputnik V, la vacuna rusa que se anunció como la primera vacuna del mundo contra la covid-19 aunque la misma Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmó que su eficacia aún debía ser comprobada, pasando por el resto de las fases de pruebas.

Carrera por la vacuna

La epidemia ha creado una competencia entre los países que han iniciado una carrera para tratar de ser los primeros en conseguir la vacuna y de esta manera controlar el mercado. De hecho, según los últimos informes recogidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde marzo más de 164 compañías han iniciado sus estudios en búsqueda de candidatos vacunales. Sin embargo, únicamente 48 han conseguido pasar a la fase clínica de prueba en humanos. Y de estas, solo 11 han pasado a la fase 3 previa a la aprobación donde a través de ensayos clínicos tendrán que demostrar la eficacia y seguridad de su vacuna en miles de voluntarios.

Las empresas que lideran el desarrollo de la vacuna se encuentra en la fase 3 de ensayos clínicos.

Vacunas en diferentes fases de ensayos clínicos / RTVE

En esta recta final se han encontrado varias compañías. Una de las primeras en hacer eco en los medios de comunicación ha sido la vacuna de las empresas Pfizer y BioNTech, que han anunciado una eficacia del 90%, superando los requisitos fijados por las administraciones estadounidense. El inconveniente de esta vacuna es que requiere una doble dosis para cada paciente además de una conservación a -80 grados. Aun así, Bruselas ha dado el visto bueno para la compra de 300 millones de dosis de la vacuna prevista para el principio del año que viene, de las cuales 20 millones serán destinadas a España. Sin embargo, la Sanidad afirma que los resultados no son definitivos en el cambiante contexto actual.  

Poco después de este gran anuncio, la empresa norteamericana Moderna ha adelantado a Pfizer, anunciado una eficacia de 94,5% de su vacuna. De hecho, en caso de conseguir la aprobación, Moderna tiene previsto establecer en España (Alcobendas) la planta de unos 400 metros cuadrados que se destinará a la producción de la vacuna para su posterior distribución en Europa. 

No es el único caso donde España desempeña un rol importante. Es uno de los países donde la empresa estadounidense Janssen Pharmaceutical Companies ha probado su vacuna en Fase 2. Aunque la compañía ha tenido que interrumpir por un tiempo sus ensayos debido a una enfermedad inexplicable en uno de los participantes. 

La vacuna rusa

Una de las que más conflicto y controversia ha generado es la vacuna rusa Sputnik V desarrollada por el centro de investigación estatal, Instituto Gamaleya. Rusia ha sido el primer país en registrar la vacuna contra el Covid-19. El ministro de Salud ruso, Mijaíl Murashko, ha afirmado «todos los voluntarios a los que se administró la vacuna desarrollaron anticuerpos y ninguno de ellos presentó complicaciones serias». El propio presidente, Vladimir Putin, al anunciar que la vacuna ha pasado todos los requisitos necesarios, ha informado que su propia hija se ha puesto la vacuna. Sin embargo, la OMS ha expresado su preocupación ya que hasta el momento Rusia no ha publicado ningún informe con los resultados de los ensayos realizados como el resto de los centros de investigaciones.  

Rusia ha sido el primer país en registar la vacuna contra el Covid-19

La vacuna rusa contra el Covid “Sputnik V”. / IntraMed

En respuesta, Rusia ha solicitado a la OMS una solicitud de registro acelerado además de una precalificación de la vacuna, según ha informado su director del Fondo Ruso de Inversiones Directas (FIDR), Kirill Dmitriev. Ahora, al igual que el resto de las vacunas que lideran la carrera, Sputnik V se encuentra en la fase III de ensayos clínicos. De hecho, poco después del anuncio de la eficacia de la vacuna de Pfizer, el Centro Nacional Gamaleya de Epidemiología anunció a través de un comunicado que Sputnik V tiene una eficacia de 92%. Un anuncio que crea poca confianza a pesar de que las fuentes oficiales anunciaron que actualmente están trabajando con los Gobiernos de Venezuela y Corea del Sur.  

Esta determinación por llegar los primeros es lo que ha causado un cierto rechazo por una parte de la población que considera que los intereses económicos realmente juegan un rol mucho más importante. Es el caso de Reyes de 52 años, que pertenece al movimiento antivacunas, que asegura que con la nueva vacuna se insertará un “chip” para tener a «todos totalmente controlados». Sin embargo, la comunidad científica también se ha pronunciado en este contexto de duda y según afirma la especialista en virología humana, Lucía Vázquez Sirvent, «a la ciencia no le puedes meter prisa». La bióloga, que actualmente trabaja en la Fundación Gimenez Diáz, asegura que «si una vacuna es aprobada es una vacuna segura y eficaz porque si no, no se aprueba».

En definitiva, se ha comprobado que los movimientos antivacunas no han surgido recientemente sino que han estado presentes en la sociedad desde hace años. Sin embargo, en el contexto de pandemia en el que se encuentra el mundo actualmente, se han visto reforzados por los medios de comunicación que indirectamente les han dado una mayor visibilidad. 

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Los movimiento antivacunas / Brainwash

Por un lado, la comunidad científica defiende el proceso de aprobación de vacuna que considera seguro y eficaz. Asimismo, confían en la vacunación como una posible solución tanto para esta pandemia como para próximas enfermedades. Ya que existe una transparencia de los resultados en los ensayos clínicos, cada vez que uno de los voluntarios se enferma, se tienen que parar las pruebas. 

Por otro lado, los antivacunas critican la rapidez con la que trabajan las empresas farmacéuticas con el fin de registrar la vacuna los primeros. Lo que tiene como consecuencia grandes beneficios económicos para la empresa. A su vez, consideran que la vacunación es un método más de los Gobiernos para controlar a la población. 

En este contexto de desinformación que se ha difundido por las redes sociales, estas han tomado el rol de “gatekeeper” al analizar el contenido que se publica y eliminar todo aquello que vaya en contra de la verdad. No se trata de censurar ninguna opinión personal sino de diferenciar los datos contrastados de las teorías conspiratorias.

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