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periodismo universitario en internet

Jóvenes en búsqueda de estabilidad emocional

Jóvenes participando en el taller

Un grupo de jóvenes participa en un taller sobre la gestión de las emociones.

    • La psicoterapeuta Nuria Fernández-Cid organiza un taller para ayudar a sus pacientes a entender y gestionar sus emociones.

    • Para digerir las malas emociones es necesario hacerlo poco a poco: «sentir y gestionar, no apartar.»

La importancia por una salud mental sana ha entrado a debate en el último año y medio. Tanto es así que el pasado octubre el Gobierno de España anunciaba el Plan de Acción 2021-2024 Salud Mental y COVID-19. Uno de los desbarajustes provocados por la pandemia ha sido la mella psicológica que ésta ha erosionado en los ciudadanos. En este reportaje hablamos con profesionales de la psicoterapia que nos narran su experiencia.

Nuria Fernández-Cid decidió dedicarse a la psicología porque siempre le ha encantado trabajar con personas que estuviesen en situaciones de sufrimiento. Cuando le tocó decidir qué carrera estudiar, a los 18 años, le diagnosticaron un cáncer del sistema linfático. Para ella, esto fue lo definitivo para elegir psicología y poder acompañar a personas que estuviesen en situaciones como la que ella estaba atravesando.

Para cuidar la salud mental, asegura, «lo más importante es conocerse a uno mismo. La ausencia de esta conexión y cercanía puede desembocar en una enfermedad que, aunque no sea cáncer, será desarrollada como tristeza, soledad, aislamiento, inicio a una adicción o trastorno alimenticio».  A la psicóloga Fernández-Cid le motiva estar en constante revisión y conexión consigo misma para transmitir a los demás esa salud cultivada. Sus pacientes más jóvenes buscan regular y entender cómo gestionar sus emociones. Nuria Fernández-Cid les ayuda a saber qué les pasa y cómo gestionar sus emociones.

Fernández-Cid afirma que sus pacientes de entre 15 y 35 años sienten tristeza, mucho miedo a la soledad, ansiedad, agobio y estrés. Entran en la dinámica de apartar emociones malas, pero cuando algo no es auténtico ni coherente, se detona la bomba. Para prevenir esa explosión hay que conocerse, estar cerca de uno mismo, acompañarse y respetarse. Para digerir las malas emociones es necesario hacerlo poco a poco: «sentir y gestionar, no apartar».

Según estudios del CIS de 600 personas sobre la salud mental antes y después del comienzo de la crisis de la COVID-19, al principio de la pandemia un 30,3% de jóvenes entre 18 y 24 años admitieron padecer uno o más ataques de ansiedad o pánico, y un 22,6% de aquellos entre 25 y 34 años. El estudio también reveló que de entre los que habían sufrido ataques, el 50,4% del grupo de 18-24 años admitió que estos habían producido por cambios en su vida habitual, y del otro grupo un 65,1% admitió lo mismo.

Terapia grupal para jóvenes que quieren sanar sus heridas emocionales

El taller de artes expresivas en movimiento y psicología de Fernández-Cid es una terapia grupal que consiste en poder escuchar a otras personas. Esto sirve de espejo para uno mismo porque, a veces no sabemos lo que nos pasa y poder escucharlo de otras personas nos permite darnos cuenta de lo que nos pasa. Poder abrirnos a los demás siempre ayuda. «Escucha, libera y moviliza tu cuerpo. Talleres destinados a cultivar la autocomprensión, el cuidado y la confianza en uno mismo». Con el movimiento expresamos la autenticidad de lo que somos: el cuerpo dice lo que las palabras no pueden.

Entramos en el taller, una sala completamente blanca con un esqueleto llamado Honesto y 13 personas sentadas sobre colchonetas de yoga. La sesión se desarrolla en inglés y en español para que jóvenes de distintas nacionalidades puedan comprender cada paso hacia el descubrimiento de su interior.

Jóvenes en terapia

Jovenes participando en un taller de salud mental. / Autor: Elena Hernández

La relajación del cuerpo y una alimentación equilibrada contribuyen a sanar las heridas emocionales, autorregularse y mantener una comunicación más empática con los demás. Para poder gestionar las emociones,se recomienda identificarlas, confrontarlas, aceptarlas, regularlas e integrarlas. Considera que es muy importante ser consciente de lo que nos pasa y acompañarnos.

Esquema para el control de las emociones

Esquema con intrucciones para el correcto manejo de las emociones. Autor: Psicóloga Nuria Fernández-Cid

Las heridas emocionales son la huella de algo que nos ha producido un miedo muy intenso y que no hemos podido afrontar. Cuando no se procesan acaban acumulándose y siendo la base de adicciones, depresiones, ansiedades, trastornos de alimentación y malestares. Cuando esas heridas se abren, dice, nos sentimos en peligro y acaban tomando el control del cerebro subcortical, haciendo que tengamos respuestas impulsivas, involuntarias, irracionales e inconscientes. «Nos desconectamos socialmente», puntualiza.

Estos talleres tienen una parte de expresión a través de la música, la escritura y el dibujo. En el cuerpo se almacenan nuestras historias y emociones. En la calle, cada persona tiene una postura diferente, que expresa lo que hay dentro de la persona. Es la información auténtica del movimiento y expresión cultural sin un control mental que elige lo que sí y lo que no. El cerebro funciona muy bien con imágenes, procesa así la información. Esto ayuda a la persona a entender qué le está pasando.

 

Servicio de atención psicológica a jóvenes universitarios

Dos millones de españoles toman ansiolíticos a diario. Según cifras oficiales, somos la décima potencia mundial en consumo de antidepresivos. La psiquiatrización de la vida cotidiana hace que se medicalice problemáticas que son estructurales y sociales. Para la Organización Mundial de la Salud, «un estado de bienestar en el que la persona realiza sus capacidades y es capaz de hacer frente al estrés normal de la vida, de trabajar de forma productiva y de contribuir a su comunidad» pero la realidad es bien distinta. En 2020, España registró la mayor cifra de suicidios de su historia: 4000 personas.

En 2017 nace PsiCall, el servicio de atención psicológica de la Universidad Complutense. Este medio de comunicación telemática, cuyo principal fin es proporcionar a la población universitaria cuidados en salud mental, es el principal vehículo que usa el alumnado. Entrevistamos a Ignacio Peña, supervisor de PsiCall. Peña es el encargado de coordinar a un grupo de telefonistas. En su mayoría, alumnos del Máster de Psicología de la Complutense. Éstos, becarios en formación, realizan sus prácticas con PsiCall, para ellos representan una gran escuela.

De una calidad muy alta de gran información, se da un proceso de selección muy alto para dar con buenos profesionales. «Nuestro cometido es dar una asistencia puntual de atención primaria y, si se tercia, derivar los casos más complejos a terapias más específicas. Es decir, ponemos en contacto al paciente con Salud Mental. Más tarde, se opta por una derivación a la clínica de psicología. Lo bueno, precio reducido para los universitarios. A veces puede haber una lista de espera muy larga. No obstante, si el tema puede reconducirse, contactamos con otras unidades dentro de la Complutense si es tema que puede reconducirse dentro de la institución» declara Ignacio Peña.

PsiCall opta por usar medios telemáticos pues éstos facilitan a los estudiantes su relación con el servicio: «Es más cómodo, sobre todo en momentos de crisis. Es algo más inmediato. El contacto telemático sirve de puente si alguien quiere establecer una terapia más larga con el punto de salud mental. Por cantidad total, recibimos más correos. Sin embargo, la comunicación telefónica es la más resolutiva. En ella la conversación es más ágil y útil.».

¿Qué perfil de estudiante hace más uso de PsiCall? «En primer lugar, el mayor volumen de llamadas es de mujeres (65%). A datos de 2019, ellas se preocupan más por su salud mental. Son números que rondan a nivel general con la población española. El 37% son alumnos de ciencias sociales y el 30% de ciencias de la salud».

La época de exámenes son los momentos más adversos para la mayoría. Por su experiencia, Peña, cita mayo como el mes con más llamadas por parte del alumnado pues coincide con el inicio de los exámenes del segundo cuatrimestre y, además, luego está la recuperación posterior de pendientes del primer y segundo cuatrimestre. «Notamos que cuando difundimos mejor o promocionamos más el servicio, recibimos más llamadas. Creo que es el detonante de que aumenta la ansiedad y tras ella se oculta o transparenta otros motivos. La época de exámenes es un disparador. Puede haber problemas personales o familiares. O en sí mismo un problema preparar o enfrentarse a los exámenes. En este aspecto es un malestar más personal. Tiene que ver con alguien al que los exámenes o las notas les supone un desgaste tremendo», puntualiza Peña.

Desde PsiCall se percibe que hoy día los universitarios toman conciencia de la importancia de la salud mental en sus vidas: «Observamos que las llamadas empiezan a crecer. En general, nuestros datos confirman esta hipótesis. Aumentan los recursos destinados a salud mental y encontramos más altavoz en los medios de comunicación». Irremediablemente, la pandemia de la COVID-19 ha afectado psicológicamente al alumnado: «El impacto ha sido muy grande. Podríamos teorizar incluso más en el sector universitario. Afecta más porque hay chicos que se han visto confinados lejos de su hogar. Agrava más psicológicamente. Tenemos datos globales de que ha habido problemas tremendos.  Aún perdurará en el tiempo los efectos de ese desgaste. La pandemia ha tenido una incidencia muy directa en nuestras vidas».

Variación del estado de salud percibido en los últimos 12 meses

Datos del INE sobre variaciones del estado de salud mental en un periodo de 12 meses en la población de 15 a 44 años de edad.

Impacto de la Psicología Clínica

La demanda profesional en psicología clínica ha aumentado en la última década y aún así resulta insuficiente ante la demanda. Nos ponemos en contacto con el psicólogo sanitario Carlos Domínguez Rico del gabinete sevillano Mind Psicólogos.

Domínguez realiza un acompañamiento terapéutico con personas que sufren algún tipo de problema mental, fundamentalmente depresión y ansiedad. «La labor de un psicólogo sanitario no podría entenderse sin una adecuada formación en terapia, imprescindible para el abordaje psicoterapéutico. Contextualizo mi trabajo en la terapia centrada en la persona y que como herramienta terapéutica utilizo la EMDR (Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares), la terapia cognitivo-conductual y, en ocasiones, la hipnosis».

Desde la pandemia los medios se hacen eco de una importante subida de depresiones, adicciones y de suicidios. «Tendríamos que tener en cuenta varios aspectos de la pandemia. Por una parte, son evidentes las secuelas psicológicas derivadas del confinamiento. En clínica he podido notar un aumento de cuadros hipocondríacos en lo que se refiere a la propia enfermedad que llegan a intervenir de forma notable en la desescalada», valora el psicólogo.

De la misma forma, el del COVID 19 ha hecho que muchas personas se vean expuestas a situaciones de profunda vulnerabilidad como los fallecimientos de familiares y amigos. Por otro lado, el Covid-19 se presentó como un factor añadido en pacientes que anteriormente ya manifestaban problemas psicológicos. 

El pasado 10 de octubre se celebró el Día Mundial de la Salud Mental. Un día antes el Gobierno de España anunciaba el Plan de Acción 2021-2024 Salud Mental y COVID-19. Una ley efectiva en materia de salud mental es una demanda que España lleva pidiendo bastante años. Interrogado al respecto, Domínguez comenta: «La atención psicológica es un recurso caro. En la actualidad, veo muy complicado proporcionar una adecuada atención terapéutica dentro este modelo de atención. Creo que el reto es mayor. Un reto donde los españoles deben ser conscientes que deben encarecer su sistema sanitario para acoger a la patología mental de forma correcta. Quizás es hora de plantearnos el modelo en sí mismo.»

A raíz de las cifras oficiales de índice de suicidio, ansiedad o depresión empiezan a visibilizarse estas dolencias que experimentan las personas en su día a día. «El paciente que llega a consulta se siente mejor únicamente poniéndole nombre al problema que experimenta. Es tan desconocida la salud mental entre muchas personas que ni siquiera saben qué les pasa o si lo que les ocurre es común. La ansiedad es un problema generalizado en nuestra sociedad. Los problemas de motivación, ansiedad, insomnio o depresión tienen una incidencia social especialmente alta. Las cifras del suicidio no varían sustancialmente con los años aunque sí son preocupantemente altas» valora Domínguez Rico.

¿Son estas dolencias fruto de nuestro estilo de vida? ¿En qué medida las redes sociales contribuyen a ello? El psicólogo contextualiza el escenario en el que se implementan: «En primer lugar, no hay que olvidar que una enfermedad mental no es producto directo de ningún estilo de vida. La enfermedad mental tiene su base en cuestiones neuropsicológicas o fisiológicas. Es cierto que un determinado estilo de vida puede o no favorecer la expresión de una enfermedad mental».

Por primera vez en nuestra historia la preocupación social por la salud mental se presenta como un debate candente. Tanto en el foso político como en la opinión pública se dirime qué lugar exacto ocupa. Que no sea un tema tabú, ya es un gran paso.

 

 

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