El 11-M. Cuando España conoció el yihadismo
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Un análisis con testimonios de primera mano sobre lo ocurrido en los atentados del 11 de marzo de 2004 en diferentes trenes de la red de cercanías de Madrid
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Un hecho que conmoció a toda la sociedad española, cambió la historia de nuestro país e hizo tomar conciencia a toda la opinión pública
El 11 de marzo de 2004, Eulogio fue a trabajar como cada día, pero cuando llegó a la oficina los teléfonos no paraban de sonar. Le informaron de varias explosiones, una de ellas en El Pozo: «Cuando vi el recorrido de los trenes, vi que era el que hacía mi hijo para ir a la universidad». No conseguían localizarle y se recorrió los hospitales de la zona en busca de una respuesta, pero la incertidumbre se alargó hasta el 16 de noviembre, cuando unas pruebas de ADN confirmaron los peores pensamientos: «No supe nada de mi hijo hasta 5 días después del atentado».
Eulogio Paz Fernández, es hoy el presidente de la Asociación 11M Afectados del Terrorismo y ha valorado, todo lo que ha vivido y como los medios y los políticos trataron este asunto que fue un antes y un después para España.
Antecedentes del 11M
En el último año, se han realizado en nuestro país una veintena de operaciones contra el terrorismo yihadista. A pesar de esto y de la tendencia que -independientemente de la capacidad de memoria de cada uno- tenemos a olvidar, hay un día que se ha instalado para siempre en el imaginario colectivo español: una veintena son precisamente los años que, cada vez, están más cerca de cumplirse desde el 11M. Exactamente 17 años han pasado desde aquel 11 de marzo de 2004 y todos seguimos siendo incapaces de olvidarnos de dónde estábamos y de qué hacíamos en aquel momento. A la periodista de la Cadena SER, Ana Terradillos, el mayor atentado de la historia de España, le pilló trabajando: «En un primer momento se vivió como un atentado de ETA». Tras cubrir en 2003 la Guerra de Irak, Terradillos se especializó y centró su carrera en la información sobre la lucha antiterrorista, por lo que la masacre perpetrada por Al Qaeda es algo que, le es de todo, menos ajeno.
El de Madrid, no fue el primero -el grupo terrorista Yihad islámica ya se había cobrado 18 vidas en el restaurante El Descanso en 1985- ni, desgraciadamente, el último golpe de corte yihadista en nuestro país. No obstante, sí fue un momento decisivo en el que la totalidad de los españoles tomaba conciencia, a través del televisor y la radio, del que ha sido uno de los males más acuciantes de las últimas décadas. En ese momento, todo el conjunto de la sociedad conocía que España estaba -y sigue estando- bajo la amenaza del islamismo radical. La Fuerzas de Seguridad- curtidas, ya en aquel momento, en años de lucha antiterrorista contra ETA y, en menor medida, los GRAPO- tuvieron que enfrentarse al horror y acostumbrarse, como todos, a convivir con un alto riesgo de ataques que nunca ha desaparecido.
Aunque los orígenes históricos del yihadismo son de gran complejidad, sí es conveniente acercarnos al inicio del conflicto en España. La red de terrorismo yihadista, empieza a tejerse en nuestro país a principios de la década de los 90. Así lo demuestra las primeras detenciones, que tuvieron lugar en 1997. En los primeros noventa, una guerra civil de independencia se había desencadenado en Argelia, lo mismo que ocurrió en Afganistán tras la invasión soviética. Sumando a esto el primer conflicto checheno o los enfrentamientos en los Balcanes, resulta lógico que muchos de los perseguidos de cada disputa acabasen recalando en territorio español. Es entonces cuando se fragua una de las primeras y mayores células con las que Al Qaeda ha contado en la Europa occidental. La mayoría de expertos datan este momento en torno a 1994.
Paralelamente, en el plano internacional, Osama Bin Laden -el ya desaparecido fundador y líder de la organización terrorista- firma en 1998 una declaración de guerra sustentada en “la misión de matar a los americanos y a sus aliados”, según él, “un deber individual de todo musulmán ”. La historia posterior a nadie es ajena. El 11 de septiembre de 2001, un total de 19 terroristas de Al Qaeda secuestraban cuatro vuelos comerciales y cometían el atentado terrorista más mortífero de la historia. Esta serie de ataques suicidas, marcaron para siempre el skyline neoyorkino y acabaron con casi 3000 vidas. Fue durante la administración Bush y la magnitud de las consecuencias -este hecho motivó en gran parte la invasión de Irak en 2003- se hizo notar en nuestro país.
El día que cambió España
Aquel jueves 11 de marzo de 2004 quedará para siempre en la memoria de la sociedad española. Entre las 07:36 y las 07:40, 193 personas perdieron la vida y alrededor de unas 2.000 víctimas resultaron heridas tras explotar diez artefactos al mismo tiempo en cuatro trenes de Cercanías de la red de Madrid en la estación de Atocha, frente a la calle Téllez, El Pozo y Santa Eugenia. Fue el mayor atentado de la historia de España y el segundo mayor atentado en Europa.
El viernes 12 de marzo, cerca de 12 millones de personas salieron a la calle en diferentes puntos de toda España para expresar su rechazo al terrorismo y en memoria de las víctimas. La manifestación de Madrid, lugar donde ocurrieron los atentados, estuvo encabezada por José María Aznar (presidente del Gobierno en aquel momento); el líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero; y el príncipe Felipe junto con las infantas entre otras autoridades.
Unos atentados que se produjeron tres días antes de las elecciones generales de 2004. El PP y el PSOE se acusaron mutuamente de ocultar o distorsionar información relativa a los atentados por razones electorales. Tres días después, la participación fue del 77,26%, una de las más altas de la democracia.
Ana Terradillos, en el foco de la noticia
«En un primer momento se vivió como un atentado de ETA, incluso el lehendakari vasco y Arnaldo Otegui, líder en ese momento de la izquierda abertzale lo pensaron de ese modo. Nadie dudo de que aquello fue obra de ETA, la cosa se empieza a complicar con la furgoneta que se encuentra en Alcalá». Así recuerda Ana Terradillos, la periodista de la Cadena Ser los primeros compases del atentado múltiple del 11 de marzo de 2004.
Terradillos era por aquel entonces una redactora de la Cadena Ser, especializada en terrorismo, en concreto en el terrorismo de ETA. Ya había cubierto, también para la Ser en 2003, la guerra de Irak. Todo cambia para ella y para los demás periodistas especializados en terrorismo cuando se producen los atentados. Durante el resto de sus vidas, el yihadismo habrá entrado para convertirse en un actor más de la guerra que libran los demócratas frente al totalitarismo ya sea político, religioso o cultural que pretende instaurar a bases de tiros en la nuca o terroristas suicidas.
La furgoneta que se encuentra en Alcalá es una furgoneta Renault Kangoo que la policía localizó gracias a la denuncia de un portero de la zona, alertó de la existencia de una furgoneta sospechosa aparcada en las cercanías de la estación de Alcalá.
El vehículo en cuestión era una Renault Kangoo que fue robada pocos días antes en el barrio madrileño de Tetuán, fue una pista clave durante todo el proceso y fue, durante ese primer día, el revolcón a la investigación que dió al traste con las teorías de que había sido ETA la causante de la masacre. En la comisaría de Canillas se detectaron dentro de la furgoneta una serie de cintas con rezos del Corán y una bolsa con detonadores y material explosivo.
«A pesar de la insistencia del gobierno», continúa Terradillos, «en que el atentado había sido perpetrado por ETA, pues la labor de los periodistas y de la Cadena Ser fue intentar encontrar más indicios para llegar a una conclusión»
Preguntada por su valoración del periodismo español durante el 11-M y los meses posteriores, Terradillos respondió que ella cree que fue «un periodismo valiente, con una investigación muy grande y delicada ya que estaba el ejecutivo de Aznar». Incluso, añade posteriormente, «se dio el caso de que los policias de forma unilateral proporcionaron información a los periodistas para tener un relato muy concreto de los hechos». Un riesgo para ellos claro, dada la presión del gobierno de Aznar en mantener la teoría de que era ETA la que había provocado las muertes en las distintas explosiones en los trenes de cercanías de Madrid.
Elude la periodista de la Cadena Ser el papel de los medios de comunicación y los periodistas que optaron por unas teorías alternativas a la que después ratificó la justicia. Hubo dos principales medios, el diario El Mundo y la Cadena Cope que fueron los principales propagadores de esas teorías. Por un lado, periodistas como Pedro J. Ramírez o Casimiro García Abadillo en el diario y locutores como Federico Jiménez Losantos en la Cadena Cope, eludieron días después de la masacre los presuntos fallos de la investigación que los periodistas calificaban de manipulaciones y de invención de pruebas falsas. El objetivo, entre otros, era colocar el mensaje de que la derrota del Partido Popular en las elecciones generales, que tuvieron lugar tres días después, fue injustificada dado el supuesto engaño al que sometieron a la población, los principales cuerpos y fuerzas de seguridad del estado.
La sociedad española quedó conmocionada y le cambió para siempre la mirada sobre el terrorismo yihadista que habíamos visto de lejos, por ejemplo en los atentados del World Trade Center. «Era el primer atentado gordo y de ese tipo, el primero fue aquel atentado del bar Descanso». Un atentado que se produjo en el restaurante El Descanso, situado en la carretera Madrid-Barcelona (Nacional-II) en abril de 1985, dejando 18 muertos en total. Su objetivo fueron los militares estadounidenses que frecuentaban el restaurante, pero el total de víctimas fueron españolas.
«A raíz de los atentados del 11-M cambió todo, cambió el periodismo para todos los que nos habiamos dedicado a estudiar, investigar y seguir la obra de ETA, cambiamos para estudiar el terrorismo de corte yihadista. También la polícia tuvo que reciclarse y empezar a enfrentarse a un terrorismo que no tenía nada que ver con los atentados yihadistas. Unos atentados que tuvieron una fuerza que nunca consiguió ETA », sentencia Ana Terradillos.
España continúa en la diana
Tras los atentados del 11 de marzo de 2004, la Policía trabajó durante semanas para localizar y cercar al comando terrorista responsable de estos actos. El 3 de abril de ese mismo año, varios de los miembros fueron localizados en un piso de la madrileña localidad de Leganés. En ese lugar, se llevó a cabo una operación en la que intervino el Grupo Especial de Operaciones de la Policía. Durante horas, se produjo un tiroteo intermitente, que se saldó con la inmolación de cuatro terroristas -los autores materiales del 11M, pero, también, con una explosión que acabó con la vida de un GEO -Francisco Javier Torronteras- convertido, a la postre, en símbolo contra el terrorismo yihadista. Las imágenes de ese bloque de hormigón de Leganés destrozado y desnudo, permanecen en la retina de muchos españoles y contribuyeron a no bajar la guardia en la lucha contra la amenaza yihadista. Desde entonces, no se ha dejado de investigar, detener y desarticular nuevas células en todo el territorio español. Se ha hecho en una aparente calma, que se rompió más de una década después: el 17 de agosto de 2017 con un atropello masivo tomó por sorpresa Las Ramblas de Barcelona y se cobró 15 vidas.
Un estudio reveló que Cataluña es ahora el centro del yihadismo endógeno en nuestro país: los miembros de estas nuevas células ya no son inmigrantes procedentes de países islámicos, sino que pertenecen a una nueva generación -descendientes de musulmanes, pero nacidos en España- y su perfil es mucho más joven -entre 20 y 30 años-. Esto último, se debe a las preocupantes estrategias de captación y radicalización que afectan, sobre todo, a adolescentes. Los atentados de Barcelona se prolongaron durante días y reavivaron la espiral de violencia yihadista vivida durante esos años en Europa. Años después, a día de hoy y desde la actual calma, España mantiene el riesgo alto de ataques y según expertos, no dejará de ser objeto de esta amenaza.
Muy buen artículo.