Los centros de acogida son el refugio en tiempos de desamparo para los menores
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Los menores buscan en su residencia una vida individualizada y normalizada
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El impacto positivo de ofrecer ambientes seguros y oportunidades a jóvenes vulnerables
Los centros de atención dedicados a la acogida y cuidado de niños y adolescentes, cuyas edades oscilan entre los 3 y los 18 años, representan espacios de refugio para aquellos que se encuentran inmersos en circunstancias de desprotección extrema o riesgos significativos. Estos lugares se erigen como salvaguardias para aquellos menores que han sido víctimas de maltrato físico, psicológico u otras condiciones gravosas que comprometen su bienestar. Según los datos más recientes proporcionados por el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, la cantidad de menores de edad alojados en este tipo de centros en España supera los 15,000, una cifra que evidencia la dimensión y la urgencia de atención hacia esta problemática social.
Diferencia entre centro de acogida y centro de menores
Los centros de acogida y los centros de menores, aunque comparten la responsabilidad de cuidar y atender a los jóvenes, difieren en su enfoque y propósito. Los centros de acogida están destinados a refugio y apoyo a niños y adolescentes que han sufrido situaciones de abandono, maltrato o se encuentran en riesgo, los centros de menores se orientan a los jóvenes que han cometido delitos o se hallan en conflicto con la ley. A veces se confunden porque algunos chicos en centros de menores también han vivido situaciones difíciles, pero sus objetivos y enfoques son distintos. La falta de información contribuye a la percepción errónea de los diferentes tipos de instituciones, cuando en realidad abordan realidades y necesidades diferentes de los menores involucrados.
La llegada al centro
La llegada de un niño a estos centros se produce cuando las autoridades públicas detectan una situación de abandono, cuando los padres lo solicitan, o por orden judicial. Los motivos de ingreso en estos centros pueden incluir situaciones de desamparo, desestructuración familiar, maltrato y, en algunos casos, la condición de refugiado. Desde la orfandad hasta problemas de maltrato físico y emocional, diversas circunstancias llevan a los menores a buscar protección en estos centros de acogida
Los datos del Observatorio de la Infancia sobre el ingreso de menores en estos centros durante 2020 revelan que la mayoría de los casos están relacionados con tutelas “ex lege”, es decir, establecidas por la ley. Le siguen los casos de guarda provisional, solicitud de custodia por parte de padres o tutores, custodia judicial, y otros ingresos debido a circunstancias no especificadas.
Perfil de los acogidos
Según los datos del Observatorio de la Infancia, la mayor parte de menores en centros de acogida son varones; formando 11.325 frente a las 5.666 chicas. La franja de edad con mayor número de menores es entre los 11 y los 17 años en ambos sexos. Además, aunque en una parte de la sociedad se ha generalizado la idea de que la mayoría de menores en acogimiento residencial son extranjeros, la realidad es diferente. De los 16.991 menores en centros de acogida, el 54% tiene nacionalidad española, es decir, 9.245 jóvenes frente a 7.746 con nacionalidad extranjera.
En todos estos jóvenes se puede reconocer una característica común, su vulnerabilidad. Esto se debe a que vienen de situaciones duras como maltrato, abandono o falta de cuidados por parte de su familia.
Marta Cuesta, directora general nos comenta que a pesar de lo que piensa la gente, al entrar no hay un perfil del menor en acogimiento residencial pero destaca que al pasar los años si se notan características comunes:
«Cuando un niño lo tienes institucionalizado muchísimos años, ahí se puede ver un perfil más genérico, son niños que tienen mucho índice de fracaso escolar, muchos problemas de autoestima y les cuesta mucho insertarse en la sociedad porque viven separados de todo».
Centro de Primera Acogida de Hortaleza
En España hay 35.883 menores tutelados, de los cuales 16.991 viven en centros de acogida. Estos menores están repartidos entre los 1.219 centros que existen alrededor del país. En específico, el Ayuntamiento de Madrid cuenta con 12 centros de atención a la Infancia, siendo el Centro de Primera Acogida de Hortaleza uno de ellos. Las residencias de primera acogida acogen a niños, niñas y adolescentes que ingresan por procedimiento de urgencia. Les realizan un estudio valorando la situación del menor y proponen a la Comisión de Tutela la medida más adecuada.
En centros como el de Primera Acogida de Hortaleza, intentan que los jóvenes lleven una vida lo más normalizada e individualizada posible. Por ello, al llegar trazan un plan educativo y de cuidado con los objetivos que tienen que trabajar. Suelen organizarse en grupos por edades y tienen hogares de 10-15 niños con sus educadores de referencia. Marta Cuesta lo describe como una vida de campamento, que al principio lo pasan muy bien pero cuando van creciendo se les hace más complicado. Este centro forma parte de una red de centros supervisada, planificada y coordinada por la Dirección General de Infancia, Familia y Fomento de la Natalidad y deben tener en cuenta los siguientes principios educativos: agrupación, inclusión, atención multiprofesional, individualización, normalización y coeducación.
Historia de Mika
Cada centro de menores acoge múltiples historias como la de Mika que actualmente tiene 22 años y estudia periodismo en la universidad. Tenía 15 años cuando ingresó en su primer centro de Hortaleza en Madrid. Aunque al principio cuenta que fue difícil adaptarse, «la resi», como ella lo llama, le ha brindado oportunidades y le ha mostrado una forma diferente de crecer. Su experiencia en el centro tuvo altos y bajos. El primer encontronazo que tuvo fue la prohibición de sus cosas y no tener contacto con el exterior los primeros días :
«Es una norma del centro que me impactó porque yo era una chica muy social y no podía tener mi móvil» dice Mika
Con el tiempo, aprendió a esconder su móvil pero también se dió cuenta de la importancia de dicha norma. «Me di cuenta cuando vi a una chica que había llegado de Vietnam hablar por teléfono. Me pidió que no se lo contara a nadie y después de clase pregunté por ella y me dijeron que se había marchado. Luego me explicaron que muchas veces esas niñas vienen aquí con la intención de trata de niñas y desaparecen».
Así como recuerda malos momentos, se lleva consigo otros muy buenos, sobre todo con Virginia. Mika tuvo como referente a Virginia, una educadora del centro. Por el día de la madre envía un mensaje a su madre, con quien a día de hoy mantiene una buena relación, y a Virginia. «Para mi, ella es como mi madre, me enseñó a cocinar, a gestionar mis emociones, a vivir mis dramas con mis parejas, y a absolutamente todo».
Una vez cumplida la mayoría de edad, tuvo que abandonar el centro de menores. Se mudó a una residencia para mujeres víctimas de violencia de género que tenía un ala para universitarias y empezó a estudiar Periodismo. Estuvo viviendo allí hasta el 2020 cuando consiguió independizarse en un piso compartido. Y, aunque no ha sido fácil adaptarse y se ha sentido dividida entre dos mundos, Mika sigue luchando por su futuro.
La salida del centro de acogida
La edad de emancipación de los jóvenes en España es de 30,3 años de media en 2022 según Eurostat. Sin embargo, los jóvenes ex tutelados tienen que hacerlo con tan solo 18 años. La transición a la vida adulta es difícil para quienes han vivido en centros de acogida. El apoyo después de cumplir la mayoría de edad es limitado, y enfrentarse a la independencia sin un colchón de seguridad puede ser aterrador.
Los centros de acogida no solo actúan como refugios temporales, sino como facilitadores del cambio personal. Hay fundaciones que ayudan a estos centros con programas de formación académica, inserción laboral y desarrollo personal que son elementos clave para preparar a los jóvenes para enfrentar los desafíos que les esperan al salir afuera. Desde reforzar el aprendizaje escolar hasta proporcionar formación prelaboral, estos programas abordan diversas áreas para garantizar una preparación completa.
Un ejemplo es la Fundación Soñar Despierto la cual cuenta con un programa de ayuda a ex tutelados. «¿Qué quieres ser de mayor?» está dirigido a aquellos jóvenes que, una vez han cumplido los 18 años, deben abandonar el centro de menores. Desde la Fundación evalúan sus aptitudes a partir de los 13 y 14 años para que luego ese salto a la vida adulta no sea tan radical. Les dan herramientas, les orientan para labrarse un futuro y, gracias a la ayuda económica de empresas particulares, se pueden financiar los estudios (grado medio, grados superior, bachillerato, grado universitario…).