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El coste de llamar a Madrid hogar

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La especulación y la falta de vivienda pública han convertido a Madrid en una ciudad inaccesible / Pixabay

  • Los altos precios del alquiler en Madrid expulsan a sus propios residentes

  • Más del 50% de los jóvenes en Madrid gastan más del 30% de sus ingresos en el alquiler

Desesperante, extrema y dramática”. Así define Alejandro Inurrieta, consejero de Inurrieta Consultoría Integral y exconcejal socialista en el Ayuntamiento de Madrid, la situación del mercado de alquileres en la capital. En 2024, vivir en Madrid se ha convertido en un privilegio inalcanzable. No importa cuánto trabajes, ahorrar para poder pagar el alquiler parece un sueño imposible. La Corte, antaño símbolo de diversidad y vida urbana accesible, ahora enfrenta una de sus mayores crisis: el precio desorbitado de los alquileres. Mientras la ciudad crece y parece desarrollarse económicamente, sus habitantes ven cómo se agrietan sus bolsillos. Esta paradoja prácticamente asfixiante plantea una pregunta urgente: ¿para quién es realmente esta ciudad?

 

Madrid ha alcanzado un triste récord. Es una de las ciudades más caras para alquilar en toda Europa. Según cifras recientes, los alquileres han subido más de un 30% en los últimos años, y, en consecuencia, han colocado a la capital junto a urbes como Londres o París, donde solo una minoría privilegiada puede permitirse vivir sin estar ahogada por el precio de la vivienda. Al mismo tiempo, el precio medio del alquiler en Madrid no ha parado de crecer. En enero de 2024, el costo promedio por una vivienda de 75 metros cuadrados se situaba en 1.372 € al mes, un 48% más que la media nacional. Esto supone un incremento que continúa mes a mes y que sitúa a la ciudad por encima del boom inmobiliario de principios de siglo.

La realidad es clara. Datos de Eurostat indican que, en 2023, más del 50% de los jóvenes que alquilan gastan más del 30% de sus ingresos en alquiler. Esto es inviable ya que, como explica José María Camarero, periodista económico, el porcentaje recomendado para que la vivienda sea considerada asequible debería estar por debajo del 30%. La situación, desgraciadamente, contribuye a que muchas familias se encuentren en condiciones precarias y que, por ese mismo motivo, lleguen muy ajustadas a finales de mes.

 

“La vivienda tiene muchas estadísticas”

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Fuente: Laura Morales & Cristina Hervás

El acceso a la vivienda, un derecho que debería ser básico, se ha convertido en un reto que define el futuro de la capital española. Las personas jóvenes, las familias trabajadoras y los mayores están viendo cómo se esfuma la posibilidad de vivir en la ciudad que han contribuido a construir. ¿Es este el precio a pagar por llamar a Madrid “hogar”?

A principios de la década de 2000, Madrid disfrutaba de un boom inmobiliario sin precedentes. La construcción de viviendas estaba en su punto máximo, impulsada por un acceso fácil al crédito y la especulación desenfrenada. Sin embargo, la burbuja estalló en 2008, lo que provocó una crisis financiera que dejó a miles de familias atrapadas en hipotecas impagables y condujo a un aumento dramático en la oferta de viviendas en alquiler.

La crisis no solo afectó a los propietarios, sino que también desató un aumento en el número de viviendas desocupadas, que se vendieron a fondos de inversión, lo que transformó el mercado del alquiler. Según datos del Banco de España, más de un millón de viviendas quedaron vacías después del colapso.

Alejandro Inurrieta señala que “Madrid tiene un grave problema desde hace décadas de vivienda social y asequible”. Menciona, asimismo, que durante los últimos 20 a 30 años, se ha construido muy poca vivienda pública. En su lugar, la oferta se ha centrado casi exclusivamente en el sector privado, lo que ha llevado a una escasez crítica de opciones de vivienda asequible.

Al mismo tiempo, destaca cómo “la llegada masiva de capital extranjero” ha contribuido a esta crisis, ya que muchos inversores buscan rentabilidades elevadas en un mercado donde la demanda supera la oferta. La especulación y el interés por las inversiones han hecho que los precios de los alquileres se eleven sin control, convirtiendo a Madrid en una de las ciudades más caras de Europa para vivir.

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La falta de vivienda pública y la inversión extranjera disparan los precios en Madrid / Jo Kassis (Pexels)

José María Camarero añade que la cobertura mediática del tema de la vivienda ha cambiado y recalca, por su parte, que “la vivienda tiene muchas estadísticas”, pero que no fue hasta la aprobación de la Ley de Vivienda en mayo de 2023 que los medios comenzaron a prestar atención real a la crisis habitacional. Esta ley fue vista como un punto de inflexión, aunque también desató una politización del debate. Camarero observa que “en la mayor parte de los medios se trata el tema muy ideologizado”, lo que dificulta un análisis claro y objetivo de las causas y posibles soluciones.

Además, la falta de intervención en el mercado ha perpetuado la crisis. Inurrieta enfatiza que en España, a diferencia de otros países europeos, no se construyó vivienda pública en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, lo que ha dejado a generaciones de ciudadanos sin opciones accesibles. Aquellos que no pueden pagar el alquiler deben buscar alternativas en otras ciudades o provincias y perpetuar el ciclo de desalojo y desplazamiento.

 

La amenaza de los fondos inmobiliarios y la política de no intervención

Inurrieta menciona como una de las causas más significativas del encarecimiento de los alquileres la escasez de vivienda pública. La venta de viviendas públicas a fondos de inversión ha agravado esta situación, ya que estos fondos priorizan el beneficio económico por encima del derecho a una vivienda digna. Esta falta de inversión en vivienda social se traduce en un mercado donde la oferta de viviendas asequibles es prácticamente inexistente, lo que deja a muchas familias a merced de precios desorbitados.

El papel de los grandes fondos inmobiliarios ha sido otro factor clave en el encarecimiento de los alquileres. Camarero se refiere a cómo la llegada de capital extranjero ha elevado los precios de los inmuebles en Madrid. Esta especulación ha convertido la vivienda en un mero producto financiero, donde las expectativas de rentabilidad superan las necesidades de los residentes. Una situación que, además, ha sido favorecida por una política que ha permitido que el mercado funcione sin intervenciones efectivas y sin preocuparse por las situaciones precarias de los inquilinos.

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Los precios de alquiler están fuera del alcance de muchas familias madrileñas / Pavel Danilyuk (Pexels)

De igual manera, la turistificación ha añadido una capa más de complejidad al problema. Ha convertido barrios enteros en meras zonas de entretenimiento para turistas. Plataformas como Airbnb han devorado el stock de viviendas residenciales y han obligado a los locales a dejar sus hogares o a pagar precios exorbitantes. Camarero menciona que “hay una burbuja creada por la turistificación que afecta a los precios”, y enfatiza cómo este fenómeno no solo perjudica a los inquilinos, sino que también desdibuja el carácter de la ciudad, lo que la transforma en un parque temático para visitantes en lugar de un hogar para sus residentes.

Y por si fuese poco, la falta de regulación efectiva es, sin duda, uno de los mayores obstáculos para abordar esta crisis. “Hay un vacío legal que ha sido aprovechado por los especuladores”, lamenta Inurrieta, con lo que deja claro que las políticas públicas han sido insuficientes y, en muchos casos, inexistentes. Camarero agrega que, a pesar de que los medios hayan comenzado a hacer más caso a este asunto tras la aprobación en 2023 de la Ley de Vivienda, aún queda un largo camino por recorrer para crear un marco regulatorio que proteja a los inquilinos. La reciente legislación fue un intento tardío de enfrentar la crisis, pero apunta que “la idea política en Madrid es no intervenir en el mercado”. Un enfoque, por tanto, completamente erróneo ante una crisis que exige una acción decidida y urgente.

 

El efecto de los alquileres elevados en las familias de Madrid

Sara, una joven de 26 años que trabaja como asistente en una agencia de publicidad, se encuentra atrapada en un ciclo de alquileres inasequibles. “En Madrid, los precios del alquiler superan el 50% de mi salario. Es imposible pensar en emanciparme”, lamenta. Según un informe de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada, más del 40% de los jóvenes en España viven con sus padres debido a la falta de opciones asequibles. Este fenómeno, conocido como “nido vacío”, refleja la desesperación de una generación que aspira a la independencia, pero se ve atrapada por un mercado que no ofrece alternativas viables.

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Fuente: Laura Morales & Cristina Hervás

Carlos, un trabajador de 38 años que vive en el barrio de Tetuán, ha sido testigo del desplazamiento de la clase trabajadora hacia la periferia. “Tuve que mudarme a un pueblo en las afueras para encontrar algo que pudiera pagar. Aquí, el alquiler es un poco más asequible, pero las oportunidades laborales son escasas”, explica. Según datos de Idealista, en los últimos años, más del 30% de las familias de clase media han abandonado el centro de Madrid en busca de alquileres más bajos en áreas periféricas. Esta tendencia ha generado un aumento en el precio de los alquileres en estas áreas, lo que complica aún más la situación para los que buscan vivienda asequible.

El impacto del encarecimiento de los alquileres es especialmente duro para los mayores. María, una jubilada de 70 años, cuenta: “Con mi pensión de 800 euros, no puedo permitirme vivir en el centro. Cada vez que sube el alquiler, siento que me quitan un poco más de dignidad”. Un estudio de Cáritas revela que cerca del 25% de los mayores en Madrid están en riesgo de pobreza debido a la presión del costo de la vivienda . Este grupo vulnerable se encuentra en una situación crítica, donde el encarecimiento de los alquileres amenaza su calidad de vida y bienestar.

La gentrificación ha transformado barrios tradicionales, como Malasaña y Lavapiés, donde los residentes originales son reemplazados por nuevos inquilinos con mayor poder adquisitivo. Pablo, un vecino de Lavapiés que ha vivido allí durante 13 años, denuncia que ya no reconoce su barrio. “Los precios se han disparado, y los locales tradicionales están siendo reemplazados por cafeterías y boutiques para turistas”, añade. Este proceso no solo afecta a los inquilinos, sino que también desdibuja la identidad cultural de estos barrios, lo que termina por convertirlos en zonas exclusivas y menos accesibles para los habitantes originales. Un informe del Ayuntamiento de Madrid estima que el 20% de los residentes de Lavapiés han sido desplazados en la última década.

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La gentrificación transforma barrios históricos de la capital / Felipe Pelaquim (Pexels)

 

Desafíos en la regulación del alquiler en Madrid

En noviembre de 2023 se aprobó un nuevo plan desde la Comunidad de Madrid con el objetivo de frenar el aumento de los precios y garantizar el acceso a la vivienda a los ciudadanos con rentas medias. Entre las principales medidas se encuentra la limitación de la subida anual de los alquileres al 2% y la bonificación de los impuestos sobre la vivienda para los inquilinos, que aunque no parezca suficiente, la Comunidad de Madrid defiende que es una medida necesaria para garantizar el derecho a la vivienda. Pero los inquilinos se quejan de la regulación de los alquileres, “mi casera cada dos meses nos avisa que debemos pagar diez euros más del alquiler habitual aunque no lo pusiera en el contrato”, comentaba Sara.

Con la subida general del 12,93% en los precios del alquiler nos podemos dar cuenta que la ley no ha cumplido con su objetivo principal que es el encarecimiento de los alquileres y la poca construcción de vivienda pública. Inurrieta añade “la venta de las pocas viviendas públicas a fondos de inversión, junto con la llegada masiva del capital extranjero para comprar inmuebles, ha configurado un panorama en el que la vivienda asequible prácticamente no existe, y el mercado se mueve por expectativas de demanda más que por oferta”.

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Los inquilinos se encuentran atrapados entre el aumento de precios y la falta de opciones asequibles / Laura Morales

Muchas de las capitales europeas tienen implementadas políticas para que se regule la vivienda. En Viena, Austria, el 60% de la población vive en viviendas municipales, con esta política se evita la especulación inmobiliaria por parte de agentes privados. En Países Bajos, la mayor parte del mercado inmobiliario está controlado por asociaciones de vivienda que controlan el precio de la vivienda por factores como calidad del inmueble, tamaño y ubicación. En Berlín, Alemania, se limitan los aumentos de precios en los alquileres, tanto en nuevos contratos como en renovación de los mismos. 

Estas son algunas de las medidas que la Comunidad de Madrid podría implementar a largo plazo en el mercado inmobiliario de la capital española.

 

Un futuro incierto para la capital española

A día de hoy, el mercado de la vivienda tiene un futuro incierto, la ciudad se enfrenta a una situación crítica en la que los errores políticos son cada vez más notables, y la falta de regulaciones hace que la situación sea desbordante. La falta de viviendas públicas ha hecho que el control de la vivienda lo tenga el mercado de la oferta y la demanda. Según el periódico El Economista, en los próximos 25 años, la capital española contará con 261.000 viviendas de nueva construcción que estarán divididas por distintas zonas periféricas de Madrid. Esto nos indica que la estabilización de los precios del alquiler es en un plazo mínimo de diez años y no se prevé solucionarlo de manera inmediata. 

Con la implantación de crecimiento urbano de Madrid en un largo plazo la ciudad tendrá la opción de regular el mercado inmobiliario. Además la mejora de barrios periféricos sería un punto clave para asegurar la calidad de vida de los residentes de la zona. 

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Fuente: Laura Morales & Cristina Hervás

 

La vivienda y el mercado inmobiliario se encuentran en un punto crítico, sobre todo en Madrid. El futuro del mercado de la vivienda dependerá de la capacidad de la propia comunidad autónoma para crear iniciativas y regulaciones a favor del inquilino y que los jóvenes no pierdan oportunidades en la capital por el elevado precio de las viviendas. Una de las principales problemáticas actuales es que los jóvenes se enfrentan a grandes dificultades para acceder a la compra de una vivienda, ya que debido a las condiciones económicas, es casi imposible generar ahorros suficientes para la entrada e hipoteca de una casa o piso propio.

Como el mercado de la vivienda siga así, Madrid se convertirá en una ciudad exclusiva donde solo unos pocos puedan permitirse vivir con estabilidad, y las personas con poder adquisitivo más bajo tendrán que optar por mudarse a la periferia o a otra ciudad.

El Gobierno de España también juega un papel fundamental en la regulación del mercado de la vivienda, ya que las políticas nacionales pueden influir en el acceso a la vivienda digna y asequible en todas las comunidades autónomas.

La falta de viviendas públicas y la ausencia de regulaciones efectivas a nivel estatal han permitido que la especulación inmobiliaria crezca sin control, lo que ha exarcerbado la crisis del alquiler. Para que Madrid no se convierta en una ciudad exclusiva donde solo unos pocos puedan permitirse vivir con estabilidad, es imperativo que ambos niveles de gobierno colaboren. La creación de políticas nacionales que fomenten la construcción de vivienda social y regulaciones que frenen el encarecimiento de los alquileres son esenciales para garantizar que los ciudadanos, especialmente los jóvenes y las familias de clase trabajadora, no se vean obligados a abandonar la ciudad que han ayudado a construir.

La Comunidad de Madrid, por su parte, debe encarar este reto con medidas concretas que garanticen el bienestar de los ciudadanos. Podrían tomar como ejemplo iniciativas europeas exitosas y ajustar la política de vivienda pública para proteger a los residentes de rentas medias y bajas. Al final, lo que está en juego es la posibilidad de hacer de Madrid un espacio habitable para todos, o dejar que la capital siga avanzando hacia un modelo de exclusión y desigualdad.

La capital, por tanto, debe decidir si desea seguir el camino hacia una ciudad habitable o caer en una espiral de gentrificación incontrolable que pone en riesgo su identidad y su equidad social.

 

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