Las «Pinturas Negras» de Goya: las obras que inspiraron el disco de St. Vincent

Las «Pinturas negras» son fuente de inspiración para todo tipo de artistas. / RTVE
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El desarrollo de la guerra de la independencia interfirió en la obra de Goya
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Las «Pinturas Negras» tienen un gran trasfondo psicológico que ha inspirado a la cantante St. Vicent
Las «Pinturas Negras» de Goya esconden tantos misterios que solo unos ojos comprometidos con el arte y el expresionismo pueden llegar a ver algo más allá. St. Vicent fue una de esas personas que al entrar en la sala 67 del Museo del Prado sufrió un cambio emocional. Tal fue que estas 14 pinturas se convirtieron en la fuente principal de inspiración para su último disco, «All Born Screaming», ahora uno de los más aclamados por la crítica. La conexión de la artista trasciende lo visual y el fruto de esto, un disco lleno de emoción despierta el interés del público. Pero ¿qué tienen estas pinturas que, dos siglos después, siguen siendo una fuente inagotable de fascinación?
Creadas en un periodo de aislamiento, enfermedad y desesperanza, las «Pinturas Negras» son el reflejo de un Goya atormentado por el contexto histórico y personal que le rodeaba. En ellas, lo humano y lo grotesco se entremezclan en unas de las mejores etapas del pintor que no solo transformó el arte de su época, sino que sigue inspirando a artistas del mundo de la música, el cine y la literatura.
Contexto histórico
Todos conocemos el nombre de Francisco de Goya y Lucientes, uno de los grandes pintores del siglo XVIII. Nacido en Zaragoza (España) en 1746, dedicó toda su vida al arte y participó en diversos movimientos artísticos, desde el romanticismo y el impresionismo, pasando por el surrealismo y el expresionismo. Durante su vida, se gana el reconocimiento gracias a sus retratos y escenas costumbristas del Madrid de la época, con una pincelada de crítica social.

La familia de Carlos VI. / Wikipedia
En su evolución pictórica, tuvo varios profesores, pero no fue hasta su viaje a Italia cuando su desarrollo se disparó. Lejos de la rigidez académica, Goya encontró en el arte italiano una gran fuente de inspiración, haciendo que su forma de entender el arte cambiara radicalmente. Al instalarse en Madrid (1775) consiguió un rápido ascenso social gracias a dedicar su tiempo a pintar tapices para los palacios reales. Más tarde se convirtió en retratista de la corte española, dándole gran popularidad. Aunque, si destaca por algo, era por su dominio de capturar los rasgos psicológicos de los personajes retratados, siendo en su legado una fuente histórica de interés, como sucede en el tapiz «La familia de Carlos IV».
Sin embargo, todo se truncó. Su vida cambió radicalmente en 1973, cuando Goya cayó gravemente enfermo de lo que se cree que pudo ser sífilis o saturnismo (intoxicación por derivados del plomo). Esta enfermedad afectó duramente al artista maño, no solo por su bajón de salud sino porque su carácter se volvió más agrio. Nunca había sido especialmente agradable, pero este suceso empeoró su humor, haciendo que se encerrara en sí mismo, física y emocionalmente, en su propia casa en la calle Valverde. Esto, sumado al duro contexto social por el que pasaba España como motivo de la guerra de la independencia, hizo que el autor desarrollase una de sus mejores colecciones: «Pinturas Negras».
Goya en la guerra de la independencia
La guerra de la Independencia (1808-1814) fue un conflicto en el que España, Reino Unido y Portugal se enfrentaron a Napoleón Bonaparte para terminar con la ocupación francesa. Este evento tuvo un gran impacto en la vida de Goya. El pintor sufrió las consecuencias de la invasión napoleónica, su llegada a Madrid y la destrucción de su ciudad natal: Zaragoza. España quedó dividida entre los afrancesados (que apoyaban la ocupación) y los patriotas. Ante esta situación intentó adaptarse lo mejor que pudo, sin tomar partido por un bando u otro.

El dos de mayo de 1808 en Madrid. / Wikipedia
Goya vio afectada su salud mental y por ende esto repercutió a su obra. Esta última la utilizó para reflejar sus sentimientos en obras como «Los desastres de la guerra», «El dos de mayo en Madrid; la lucha con los mamelucos» y «El tres de mayo en Madrid». Sus obras se vuelven más oscuras y, a pesar de mostrar una crítica clara a Napoleón Bonaparte, apoyó públicamente a José Bonaparte en algunas ocasiones, hecho que tuvo graves consecuencias al terminar la guerra. Tras la vuelta de Fernando VII del exilio, el pintor acusado de jurar lealtad al invasor, lo que manchó su imagen por completo, a pesar de no tener finalmente repercusión judicial.
Las atrocidades de este duro capítulo de la historia de España, el desprestigio, la muerte de su mujer en 1812, su enfermedad y la pérdida de muchas amistades no hizo más que acrecentar su aislamiento. Goya perdió mucho trabajo, y la restauración del absolutismo y el fin del Trienio Liberal hizo que el pintor optara por irse a Francia ante las posibles represalias del nuevo régimen contra él. Aunque viajó a Madrid en algunas ocasiones, el autor pasó sus últimos años en Burdeos sin dejar de pintar, donde falleció el 16 de abril de 1828.
La psicología dentro de las «Pinturas Negras»
La etapa de las «Pinturas Negras» de Francisco de Goya (1819-1823) representa uno de los momentos más oscuros y enigmáticos de su vida. El pintor decidió aislarse completamente de cuerpo y alma en su finca, la llamada Quinta del Sordo, en las afueras de Madrid, y pintar al óleo sobre las paredes de esta. La serie cuenta con catorce pinturas sombrías, marcadas por temas de desesperación, miedo y violencia, como la desilusión política y social en la que Goya se sumió tras el regreso de Fernando VII y la siguiente imposición de duras represiones al grupo de los afrancesados.
Además, es importante conocer que Goya ya sufría de una enfermedad que lo dejó casi completamente sordo en 1793, lo que fue crucial para el deterioro de su salud mental, lo que hizo que progresivamente se volviera un personaje solitario con una visión mucho más oscura del mundo. Estos dos motivos influyeron para que cambiara su obra radicalmente, pues aislado del bullicio de la urbe madrileña, se sometió a la exploración de sus pensamientos y emociones más escondidos, enfrentándose así a sus miedos.
Adentrándose en las pinturas como tal, se observa un tono pesimista y sombrío, cambiando el total de su paleta a tonos oscuros, aplicados con una pincelada tosca, bruta y libre. Esto provocó que el resultado resultara humanamente grotesco, planteándose así el pesimismo que él sentía ante la condición humana, con imágenes llenas de expresión y emocionalidad.
Es verdad que este razonamiento cuenta con una cordura total de Goya y un conocimiento sobre lo que hacía, pero hay que tener en cuenta los factores que lo influyeron. Algunos expertos sostienen que las «Pinturas Negras» reflejan un posible trastorno mental o estado de paranoia en Goya durante esta etapa, debido a la crudeza y violencia que estas obras sugieren al que las mira.
Las interpretaciones son muy variadas, desde el estado en el que se encontraba Goya al crearlas, como la crítica que esconden. Algunos dicen que es un grito de desesperación existencial, y otros ven en ellas una crítica religiosa, política y social. Son muchos los ilustrados de distintos campos los que se han enzarzado en debates y dan su visión sobre el significado de los lienzos.

Grabado de La quinta del sordo. / Wikipedia
Las «Pinturas Negras» representan un momento culminante en la obra de Goya y reflejan los aspectos más oscuros de su vida y de la sociedad de su época. Esta serie, con su carga emocional y crítica, influenció profundamente el arte moderno y es considerada un preludio de movimientos artísticos como el expresionismo. La intensidad y crudeza de estas obras nos dejan una impresión de introspección, horror y cuestionamiento de la naturaleza humana.
Tras su muerte, las pinturas fueron trasladadas de las paredes de la Quinta del Sordo a lienzos. ¿Cómo? Fue el barón Émile d’Erlanger, un coleccionista francés el que lo llevó a cabo, y finalmente se donaron al Museo del Prado. Esto ha despertado debate sobre la preservación de las obras originales y los posibles cambios que supusiera el traslado. ¿Estamos viendo lo que Goya pintó en esas paredes de la Quinta del Sordo? Nunca lo sabremos.
Las pinturas en profundidad
Las «Pinturas Negras» de Goya representan una visión desoladora de la condición humana y su tiempo, combinando simbología mitológica y referencias a la dura realidad de la España de la posguerra. Estas obras expresan el desencanto y la introspección profunda de Goya, cuya salud y fe en la humanidad se encontraban debilitadas en su última etapa.
«Saturno devorando a su hijo» es, seguramente, la pintura más famosa de esta serie está inspirada en el mito de Cronos (Saturno), que devoraba a cada uno de sus hijos tras nacer, por miedo a ser derrocado. El canibalismo simboliza la crueldad y la tiranía del poder, por lo que refleja su temor al paso del tiempo y a la tiranía en la que estaba sumida el país, que se autodestruye como hace Cronos con su propia descendencia. El punto de luz nos lleva la figura que este debora, siendo el color rojo el principal para generar el horror de la imagen. El negro del fondo genera la profundidad de la obra, y la incertidumbre de no saber qué hay detrás.

Saturno, Francisco de Goya y Lucientes. / Museo del Prado
En «Dos viejos comiendo sopa» se repite la temática del miedo al mostrar la imagen de dos figuras decrépitas sacudidas por el tiempo, donde se refleja la decadencia y la desesperanza ante la vida. Dos maneras distintas de representar el horror que sentía Goya a la muerte y el paso del tiempo. Al ser un tema realista, y el hecho de que la comida que ingieren es sopa, se ve una intención de transmitir la pobreza en la que el pueblo se encontraba en esos momentos.

Dos viejos comiendo sopa, Francisco de Goya y Lucientes. / Museo del Prado
En «Duelo a garrotazos» aparecen dos hombres enfrentados entre sí, en una posición previa a golpear con los dos bastones que llevan en la mano. Esta dualidad alude a la división de España del momento. Esta lucha violenta entre los dos hombres, cuyos pies están atrapados en la arena, simboliza la irracionalidad de los conflictos humanos, y de las guerras civiles. Los bandos, la incapacidad de huir de ese conflicto. Goya, completamente decepcionado con la sociedad española del momento ve como no intentan salir de la represión.

Duelo a garrotazos, Francisco de Goya y Lucientes. / Museo del Prado
«El aquelarre» cambia el objetivo de su crítica. Se aprecia como un gran grupo de personas rodea una figura protagonista, situada en la parte derecha de la imagen: el diablo, como macho cabrío. Se representa una ceremonia satánica. Los rostros asombrados, asustados, intrigados, prestan completa atención. Goya, que había perdido su fe, hace así una crítica a la superstición y el poder que se seguía otorgando a la religión con ese miedo irracional al diablo.

El aquelarre o El gran cabrón, Francisco de Goya y Lucientes. / Museo del Prado
En «La romería de San Isidro» su intención es similar, pues las celebraciones populares, como son las romerías, le parecían una manifestación carente de sentido y eran una representación de esa ceguera social que él contemplaba. En la obra, lejos de parecer una festividad, se ven un grupo de personas con rostros deformados y carentes de elementos que eludan la felicidad.

La Romería de San Isidro, Francisco de Goya y Lucientes. / Museo del Prado
«Cabezas en un paisaje» muestra dos cabezas flotantes que representan el aislamiento y la soledad extrema. Podrían simbolizar el alma sin cuerpo, atrapada en el vacío. Un reflejo de la melancolía y la soledad del pintor.

Cabezas en un paisaje. / Fundación Goya de Aragón
«Asmodea» elude a un demonio de la mitología judía, Asmodeo. Este representa el caos y la lujuria. En la obra, la figura alada parece llevar a otro personaje al abismo. Como la representación de verse arrojado a un destino fatal e inevitable.

Asmodea, Francisco de Goya y Lucientes. / Museo del Prado
En «La lectura» las figuras están sumidas en la lectura, lo que puede simbolizar la búsqueda de respuestas o conspiraciones en un momento de incertidumbre, cuando España estaba llena de secretismo y traiciones políticas, la lectura se concluye que simboliza esta tensión. La oscuridad impregna todo, pero el punto de luz está muy bien escogido, pues lleva la mirada al libro, generando esta simbología previa mediante la claridad que sale del elemento que representa a los ilustrados.

La lectura, Francisco de Goya y Lucientes. / Museo del Prado
«Judith y Holofernes» representa la historia bíblica de Judith decapitando a Holofernes, un acto de venganza implacable. Goya resentido con el poder representa esta famosa historia como la justicia con la que, espera, serán juzgados los poderosos por sus actos. Una resistencia a la tiranía.

Judit y Holofernes, Francisco de Goya y Lucientes. / Museo del Prado
«Las parcas» son las diosas del destino, y en sus manos sostienen la vida humana. La aparición del reloj simboliza, de nuevo, la mortalidad y el paso del tiempo. Es la representación del destino que el pintor veía para el país. Esto recoge la idea que todas sus obras llevan detrás.

Las Parcas (Átropos), Francisco de Goya y Lucientes. / Museo del Prado
«Una Manola: doña Leocadia Zorrilla» es la solitaria figura femenina de una posible pareja de Goya: Doña Leocadia Zorrilla. La vestimenta negra, color de luto, incluso con un velo cubriéndole la cara, podría representar la figura de la mujer durante la guerra.

Una Manola: doña Leocadia Zorrilla, Francisco de Goya y Lucientes. / Museo del Prado
Sin duda, las «Pinturas Negras» de Goya son una gran fuente de inspiración. La profundidad de estas obras, el contexto socio-político que las rodea y el estado de salud en el que el autor se encontraba cuando las desarrolló, no solo las convierte en un gran atractivo para los apasionados de la pintura, sino que ha ayudado a otros artistas de diversas disciplinas como St. Vincent a desarrollar su arte. Todas ellas se encuentran en el Museo del Prado.