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periodismo universitario en internet

El alquiler en Madrid, un infierno

Vistas de Madrid

Vistas de Madrid desde el puente de Toledo / C.Jaquete

En Madrid la demanda del alquiler es muy superior a su oferta

Los jóvenes se ven obligados a regresar a casa ante la subida de precios

Madrid es la segunda ciudad más cara para los inquilinos por detrás de Barcelona. El precio medio del alquiler es de 17,2 euros por metro cuadrado al mes y en Moncloa y Chamartín este precio ha alcanzado una subida histórica: 15,6 euros metro cuadrado y 16,7 euros el metro cuadrado respectivamente. Estos barrios son algunos de los favoritos para los estudiantes por su cercanía a las universidades y sus buenas comunicaciones. Para ellos encontrar una vivienda es cada vez más complicado en la ciudad. Madrid tiene alrededor de medio millón de estudiantes universitarios desplazados. Las habitaciones en piso compartido  cuesta de media 545€ según el índice de la plataforma houseanywhere. Unos precios que muchos consideran desorbitados, ya que además en muchas ocasiones se tratan de habitaciones pequeñas, sin luz y compartiendo zonas comunes con hasta doce personas.

Pero el mayor problema del alquiler en la capital no es el precio sino que la demanda sobrepasa a la oferta. Tras la pandemia y con la inflación ya no son solo los estudiantes los que comparten vivienda, muchos jóvenes trabajadores se ven forzados a esta situación ya que en cualquier barrio de  Madrid  los jóvenes tendrían que destinar más del 39% de su salario en el alquiler según estudio, según el análisis elaborado por urbanData Analytics (uDA), para Business Insider España.

Encontrar un piso para compartir o una habitación es todo un reto y muchos de los estudiantes alquilan sus habitaciones ya en junio para el próximo curso. Los jóvenes además tienen que enfrentarse a contratos abusivos y para entrar en el piso en ocasiones tienen que pagar un mes de agencia y hasta dos de fianza. Es decir, el primer mes de alquiler de una habitación en Madrid un joven deberá desembolsar una media de 2000€.

Balcones de Madrid/ C.Jaquete

Balcones de Madrid/ C.Jaquete

Santiago Tinaquero es estudiante de Historia. Llegó a Madrid en 2020, desde Álava, para cursar la carrera en la Universidad Complutense, y desde el primer año fue consciente de las dificultades para encontrar piso en el centro por menos de 450 o 500 euros. “No tenía ni idea de que iba a ser todo tan caro. Es imposible encontrar un piso decente por unos 300. Te tienes que ir a la periferia, a barrios bastante alejados de la universidad, para dar con alguno que ronde ese precio, y eso sí, siempre con unas condiciones muy justitas”. 

Santiago pasó ese primer año en Leganés. Los siguientes, ya con la lección aprendida, gestionó todo con mucha más antelación. “A finales del primer curso, antes de que empezase el verano, me puse a buscar piso, de cara al siguiente, junto a otros tres amigos de la carrera. Pensaba que, a diferencia del año anterior, al haberlo buscado con antelación, íbamos a encontrar algo más barato sin problema, pero me di cuenta de que la situación era más o menos la misma en todos sitios”.

Se trata de un problema global que no solo sufren los estudiantes. También son víctimas del mismo jóvenes independizados que, ante la subida del precio de los alquileres en los últimos años se han visto obligados a regresar a casa de sus padres. “Por mucho que quieras, no te salen las cuentas”, afirma Tamara Miró (29 años). “A mí me redujeron la jornada en el trabajo. Dejé de cobrar unos 300 euros, lo suficiente para que ya no pudiese seguir viviendo de alquiler. Había empezado pagando 550 por el piso, y en el momento en que lo dejé me costaba 700, más de la mitad de lo que cobraba. Es insostenible”. La joven reconoce, además, que en su penúltimo alquiler pagaba en B. “Es bastante frecuente. Alguna que otra amiga mía también lo hace así. Es una forma de abaratarlo y, al ir tan ajustado, casi que te ves obligado a hacerlo”.

También en B, pero a cambio de unas condiciones bastante más desfavorables, pagaba Raúl de la Osa su piso en el barrio de la Latina hace casi un año. Le salía por 600 euros un espacio de 30 metros cuadrados. “Me pilló en un momento en el que, de un día para otro, no tenía donde vivir. Me quedaba en la calle, y me vi obligado a aceptarlo. Se aprovechan de eso”.

 

Viviendas que anteriormente han sido sótanos, espacios ridículamente distribuidos y, sobre todo, precios completamente desorbitados. Eso es lo que se encuentra cualquier persona que quiere independizarse. Vivir solo es un completo lujo a día de hoy. Si no se quiere destinar el equivalente al salario mínimo interprofesional o más, es estrictamente necesario compartir piso. La intimidad se vende a precio de caviar en el Madrid de 2022.

Al comenzar a buscar pisos de una sola habitación para comprobar lo que es un secreto a voces, no podemos hacer otra cosa que echarnos las manos a la cabeza, o al bolsillo, y constatar que en ningún caso podríamos permitirnos tener algo tan sencillo como la intimidad de disfrutar un espacio íntegramente para uno mismo. 

Si buscamos por precios, vemos como, en zonas universitarias, los alquileres de pisos para una persona no bajan de los 900 euros sin incluir gastos de luz, agua, calefacción… Por este precio podemos encontrar viviendas en las que la nevera esté fuera de la cocina o que, simplemente sea un sótano remodelado del que se podría dudar su legalidad como vivienda. 

Si, por el contrario, buscamos un piso en el que un estudiante promedio se sentiría mínimamente a gusto, el precio ronda entre los 1.200 y 1.500 euros sin gastos. Todo ello sin contar que la mayoría de pisos Sion alquilados por inmobiliaria, quienes obtienen, según confiesan, un mes de alquiler como comisión más IVA, pagado por el alquilado. 

No queda aquí, sino que la inmobiliaria no tarda en pedir una ‘fianza legal’ y un depósito. Algo que, tras varias preguntas acaban por sentenciar que, efectivamente hay que desembolsar dos fianzas. La pregunta es terroríficamente obvia ¿Qué estudiante podría permitirse desembolsar alrededor de 3.000 euros entre fianzas y comisiones para después pagar otros mil cada mes?

Aunque lo pueda parecer, el dinero no es el único desembolso que los estudiantes realizan a la hora de buscar piso. Alberto Millas, estudiante de publicidad, comenta que, tras varios meses buscando una vivienda con dos amigos, debieron realizar varias entrevistas y mandar cartas de presentación. Además, cuando les confirmaron que eran los elegidos para ocupar el piso, se vieron obligados a firmar cláusulas abusivas en el contrato. 

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