¿Qué es el movimiento okupa? ¿Es un movimiento o sólo una tribu marginal?

El fenómeno okupa ha tomado cuerpo a través de los medios de comunicación. Los poderes que gobiernan nuestro país utilizan diversos caminos y estrategias para deslegitimizar la okupación. La primera y más vieja ha sido la estigmatización. La palabra okupa es en sí un estigma lanzado por la prensa, una palabra equívoca que trata de separar y excluir a estas personas de la ciudadanía “normal” y normalizada.

A la palabra okupa se le atribuye todo un repertorio de imágenes y conductas perniciosas: punkis, drogadictos, vagos, sucios, anarquistas, etc.

Arrinconados en el territorio del silencio por la prensa, este movimiento crea sus propias formas y medios de comunicación: panfletos, pintadas, debates abiertos, los propios espacios de los centros sociales, pero también sus revistas, radios libres, periódicos no formales y distribuidoras de material alternativo y disidente.

Graffiti que preside la cocina en la ESOA La Dragona / Miriam Ortuño

En este tiempo otra de las espadas que se lanzan contra los okupas es la represión policial y jurídica mediante el desalojo de todas y cada una de sus casas, desmoronando el trabajo creativo levantado sin subvenciones y sin ayudas de ningún tipo. Pero no sólo no ha sido suficiente sino que además les ha dado más fuerza: los desalojos, con su espectacularidad violenta han llevado el debate de la okupación a sectores sociales y territorios a los que antes no tenían acceso debido a la escasez de medios. No hace demasiados años, el gobierno llevó a cabo una reforma del
Código Penal. Hasta entonces los okupas estaban en la contradictoria línea que separa la legalidad del delito. Su medio de lucha, la usurpación temporal del uso de edificios abandonados, no era un delito sino un supuesto de ilegalidad. Ahora en cambio sí que es ilícito y estas personas son consideradas delincuentes lo que ha ocasionado la pérdida de innumerables Centros Sociales y viviendas okupadas. Los desalojos han mostrado la otra cara del movimiento. En “tiempos de paz” los okupas son buenos, se meten en una casa y con ingenuidad se ponen a hacer actividades para el barrio, locales de ensayo para grupos, pases de vídeo, gimnasios, biblioteca, etc. Pero cuando son desalojados la emprenden a pedradas con los bancos, la policía y destrozan el mobiliario urbano.

Lo cierto es que el movimiento, a la vez que cuestiona el derecho a la propiedad privada, también cuestiona el monopolio de la violencia en manos del Estado y la burguesía. Y es cierto también que en el movimiento se responde con justa rabia a la violencia del Estado, pero habría que reconocer que la violencia de los okupas es meramente simbólica y defensiva, una reacción espontánea de los jóvenes explotados de la urbe capitalista.

La Democracia y la Constitución están vacías de contenido porque lo que rige es la ley del mercado. Todos los sistemas de valor han sido laminados por el sistema de valor capitalista: todo es cuestión de dinero y los nuevos proletarios, los que sobreviven a base del paro, la economía sumergida y el trabajo temporal y no garantizado, no encuentran otro sentido a su existencia que no sea el del rechazo, la rebeldía y la desobediencia.

¿Qué son y qué quieren los okupas?

Una de las pocas cosas en que están de acuerdo casi tod@s es en rechazar cualquier mediación institucional en su lucha, de ahí que se separen conscientemente de cualquier partido y/o sindicato. Los okupas procuran no repetir la estructura partidaria y jerárquica en el seno de sus organizaciones y por ello tratan por todos los medios de descentralizar su política interna mediante asambleas, en las que se procura no votar para así romper la dinámica que aplasta a las minorías mediante la toma de decisión por consenso.

¿Cómo okupar?

Las dos alternativas más comunes son la entrada masiva (a plena luz del día de manera pública y notoria) o la entrada de un reducido número de personas para que abra la puerta de manera sigilosa y después pueda entrar el resto del grupo, si es que lo hay. Los dos puntos por los que suele ser más fácil la entrada son la puerta o la ventana, aunque también se puede valorar el tejado o azotea.

En los últimos años la video vigilancia se ha extendido por muchas zonas de nuestra ciudad, por lo que se debe tener en cuenta al trazar el plan. Sobre todo para que no se pueda reconocer de manera evidente a las personas que van a actuar.

ESOA La Dragona / Miriam Ortuño

Una vez ya se está dentro, lo primero que se debe hacer es asegurar la puerta     de entrada. Cuanta más gente haya dentro, más se lo pensarán los policías     para entrar por las malas. Una vez comprobado que nadie va a entrar por           la puerta fácilmente, hay que desmontar la cerradura y cambiarla por               una propia. No se debe abrir la puerta bajo ningún concepto, ya que en             ese momento podrían entrar a la fuerza y obligar el desalojo.

En principio, la policía no puede entrar salvo que pille a algún compañero           in fraganti, o tenga una orden del juez. Aún así querrán identificar a los   ocupantes por lo que habrá que decidir cuántos DNIs se facilitan, si es que           se facilita alguno. Que los ocupantes decidan identificarse depende de ellos.

Sin embargo, en la calle todos estamos obligados legalmente a mostrar         nuestra documentación a la autoridad. Para estos momentos de tensión               con el propietario, la policía, o ambos, es aconsejable recurrir a las redes               de apoyo para convocar a cuanta más gente mejor.

De esta manera la policía prescindirá del uso de la violencia a la hora de actuar. Llegados a este punto, es conveniente elegir a algún compañero para que medie con ellos, les explique de qué se trata, les tranquilice y les recuerde la necesidad de una orden judicial para poder entrar.

La Comunidad de Madrid cuenta en la actualidad con más de 20 centros ‘okupas’, los cuales continúan abiertos pese a la oleada de cierres y denuncias del último años. Antes del 15-M el número de aperturas de casas ‘okupas’ en la ciudad era exiguo, y la mayoría de las que resistían habían sido inauguradas muchos años atrás. De hecho, antes del 15-M, el número de centros okupas abiertos en la ciudad apenas superaban la decena. No se trata de ‘okupaciones’ por necesidad, sino de centros sociales que funcionan de forma asamblearia y cuyo propósito, en un principio, es mejorar la vida cultural y social de los barrios.

Mapa con los edificios okupados de la Comunidad de MAdrid / El diario 20 minutos

Una de las últimas okupaciones ha sido la del Colegio Mayor San Juan Evangelista, conocido comúnmente como “el Johnny”. Este recinto lleva abandonado desde el 29 de julio de 2014 y la Universidad Complutense no puede actuar puesto que Unicaja es la actual concesionaria de las instalaciones.

Antea, una estudiante de Periodismo que lleva okupando desde octubre de 2014, explica que cuando llegó había alrededor de 80 personas viviendo en el edificio, un número que ha ascendido notablemente en los últimos meses hasta alcanzar los 400 habitantes.

La primera persona que entró en el colegio mayor fue una chica de 18 años que tenía amigos excolegiales que le cedieron las llaves para no tener que forzarlo. “Al poco de instalarse ella con unos amigos, llegó un clan de gitanos que le ofrecieron una suma bastante elevada de dinero a cambio de dejarles desvalijar el colegio mayor. Pero ella dijo que no.”- comenta la entrevistada.

La gente que vive allí, ¿Cómo se gana la vida?

A.- Pues hay de todo la verdad. Hay gente que estudia, hay gente que trabaja, hay gente que estudia y trabaja (como en mi caso), hay gente que hace trapicheos, hay gente que se va a tocar al metro, gente que hace artesanía, gente que sabe coser y hace arreglos… y hay gente que no hace nada y que se dedica a pedir simplemente.

La gente que vive aquí, ¿Hacen esto por necesidad o porque no quieren vivir de otro modo?

A.- Creo que antes de contestar esta pregunta debo intentar aclarar el concepto de okupación. El movimiento okupa es un movimiento social que consistente en dar uso a terrenos desocupados y viviendas vacías que no les pertenecen, como edificios abandonados temporalmente o permanentemente, con el fin de utilizarlos como tierras de cultivo, vivienda, lugar de reunión o centros con fines sociales y culturales.

El principal motivo es denunciar y al mismo tiempo responder a las dificultades económicas que los activistas consideran que existen para hacer efectivo el derecho a la vivienda. Es un pensamiento y una forma de actuar acompañada de un sentimiento de descontento y lucha. Dicho esto, a mi parecer hay gente que está viviendo en el Jony que si fuera por mí no estaría viviendo allí. No por cuestiónes personales, sino por una cuestión de principios. Me refiero a gente que no hace nada ni tiene intención de hacerlo. Gente que se ha subido a un carro muy goloso como es tener un techo con luz y agua gratis, pero que ni comparte, ni entiende, ni sabe de qué va el movimiento okupa. Y mira qué casualidad que precisamente es esta gente la que aparte de no colaborar ni contribuir al mantenimiento y desarrollo del Jony como centro social, ocasionan problemas e incentivan una imagen bastante sesgada del movimiento okupa.

Desde mi punto de vista, la okupación que está haciendo este tipo de personas, es una falta de respeto fundada por una terrible ignorancia y envalentonada con una desmesuarada osadía. Y hay desde niñitos/as de papa y mama que quieren vivir aventurillas para darle un poco de emoción rebelde a su vida, hasta personas drogodependientes que han encontrado un agujero propio donde consumirse en paz. Pero por otra parte hay gente que realmente necesita una vivienda donde poder desarrollar sus proyectos, y que lamenteblemente no tiene los medios económicos como para poder hacerlo de acuerdo con la legalidad vigente. Me refiero a gente activa y con muchas ganas de trabajar. Gente que aporta, que instruye, educa y motiva más que con sus palabras, con su ejemplo.

¿Cómo se organizan las tareas?

A.- Las asambleas se comunican mediante carteles que se van colgando por las diferentes plantas. En las asambleas se tratan temas comunes que puedan influir a todas las personas que estamos viviendo allí. Por otro lado están las asambleas de planta, donde solo acuden los que viven en ellas y se tratan temas de convivencia. Respecto a la limpieza, cada uno se hace cargo de que su planta esté limpia, en cambio, para los espacios comunes es complicado que la gente mantenga unos horarios fijos por lo que el método que se utiliza es limpiar lo que cada uno ensucia.

Horarios de actividades en ESOA La Dragona / Miriam Ortuño

¿Hacéis talleres o algún tipo de actuación colectiva?

A.- Si, por supuesto. Hay bastantes talleres activos como talleres de mantenimiento, huerto, idiomas, teatro, baile, percusión, gimnasio, futbol, basket, artesania, de costura, comida vegana… Son talleres con un número reducido de personas porque hasta la fecha las personas que más acuden son las mismas que están viviendo allí, pero puede asistir toda persona que quiera. En una de las puertas del colegio hay un horario con algunos de los de los talleres que se realizan.

¿Qué tal es la convivencia entre tanta gente tan diferente? ¿Ha habido algún altercado desde que vives aquí? ¿Crees que puede llegar a ser peligroso?

A.- La convivencia con tantas personas es parecida a la convivencia que pueden tener los colegiales de colegios mayores vecinos, pero con la diferencia de que la franja de edad es bastante más amplia y teniendo en cuenta que el máximo control de las personas que hay allí viviendo, es el que se ejerce uno sobre sí mismo.Y hay que tener en cuenta que no todo el mundo tiene el mismo grado de autocontrol. Claro que ha habido percances y algunos violentos, pero como todo lo que rápido sube, rápido baja.

¿Predomina algún tipo de perfil sociológico?

El perfil más común es el del joven desamparado. Hay más varones que mujeres, eso seguro, pero somos todos muy diferentes. Piensa que somos casi 400 personas. Mujeres, hombres, españoles, extranjeros, con empleo, sin él, que consumen drogas, que no consumen, que tienen dinero, que no lo tienen…

¿Tenéis agua caliente? ¿Cómo lo hacéis?

A.- No hay agua caliente de por si, pero para la ducha hemos inventado un mecanismo con el que convertir el agua fría en agua caliente. Basta con un bidón de plastico, una resistencia y un par de clables. Esta es una de las cosas buenas de vivir en un sitio así, que aprendes a ser ingenioso por necesidad. LA CARENCIA MOTIVA AL INGENIO.

¿Lo sientes tu hogar?

A.- La verdad es que si. Hay muy buena gente y muy diferente, y eso enriquece mucho, te da mucha visión y amplia tu capacidad de empatía y entendimiento hacia las personas. Podría decir que estoy haciendo un máster en sociología gratis. Y aunque los pasillos a veces estén un poco revueltos y las cocinas un poco sucias, mi cuarto es mi templo. Y cuando entro allí me aíslo de todo.