La Gatoteca: el templo del gato en Madrid

Desde hace poco más de dos años los amantes de los gatos pueden encontrar en el corazón del barrio de Lavapiés el primer café gatuno creado en España. Su fundadora es Álex, una enamorada de estos animales y de la cultura japonesa que ha dedicado su vida a los felinos. Estudió diseño de interiores y su proyecto de fin de carrera fue el boceto de lo que años después se convertiría en La Gatoteca, un espacio dedicado expresamente a los gatos que tiene su origen en los “neko cafés” de Japón.

Ágata, una de las gatas de La Gatoteca / Nicolás Merino Vázquez.

La Gatoteca, el Club del Gato

Este café gatuno ofrece una gran variedad de actividades educativas, terapéuticas y lúdicas que giran en torno a unos protagonistas: los gatos. Los clientes tienen a su disposición cafés, tés y todo tipo de refrescos además de una amplia gama de libros. Uno de los aspectos más llamativos es la forma de pago: se paga por tiempo con los gatos y no por consumición. La diferencia con los neko café originales y gran innovación es que La Gatoteca nace como un proyecto solidario.

La historia de este lugar engloba dos años en los que ya se han alcanzado las 100 adopciones de gatos sin hogar. El local de La Gatoteca está situado en pleno centro de Madrid, concretamente en la calle Argumosa, número 28. Una localización idónea dentro de uno de los barrios más emblemáticos de la capital: Lavapiés. Su interior consta de 160 metros cuadrados, dos plantas y una decoración y mobiliario diseñado para los felinos. A pesar de estas amplias instalaciones, su directora explica que tan sólo se acogen a un máximo de entre 15 y 20 gatos para que estos puedan contar con las mayores comodidades posibles.

La idea parte de la asociación ABRIGA (Asociación Benéfica por el Rescate e Inserción de Gatos en Adopción), que crea su sede física con el propósito de fomentar la adopción de gatos adultos abandonados. La Gatoteca les ofrece un hogar donde serán mimados por trabajadores, voluntarios y visitantes mientras esperan una familia. Gracias al boca a boca y a las redes sociales – aquí tienen su facebook y twitter –  y la implicación de muchas personas, la asociación ha ido creciendo y cumpliendo sus expectativas.

Sala de reuniones y cursos de La Gatoteca / Nicolás Merino Vázquez.

Adopción de los gatos

Los gatos que viven en el café se escogen cuidadosamente; principalmente acogen a aquellos que por su carácter tienen más dificultades para vivir en las perreras. «Cada vez que La Gatoteca acoge a un gato, está ayudando a dos» explica Álex, pues además de a este, también deja un sitio libre en la perrera que podrá ser ocupado por otro.

Antes de formalizar una adopción es necesario que los adoptantes superen un proceso de selección. La ventaja que ofrecen las instalaciones de este lugar es que los visitantes pueden conocer previamente al gato, y el personal a los visitantes. La directora cuenta a Variación XXI que quienes frecuentan el local «pueden conocer a un gato y enamorarse de él y de su personalidad». De esta manera se ahorra un exceso de procedimientos burocráticos pero, eso sí, quien quiera hacerse con alguno de los gatos de La Gatoteca debe pasar primero una entrevista personal y a continuación el Curso básico del gato, de carácter obligatorio. Con estas dos premisas, además de enseñar al adoptante las pautas para la educación y el cuidado del que será su próximo compañero de vida, se confirma que las ganas y recursos para mantener al gato sean reales y no simple capricho.

Gestión de La Gatoteca

El proyecto fue en su origen una idea muy arriesgada, puesto que no contaba con ningún tipo de financiación pública y toda su creación corrió a cuenta de su fundadora. Actualmente se mantiene gracias a distintos tipos de aportaciones, la mayoría de ellas nacen de voluntarios que ayudan tanto económicamente como con su tiempo y esfuerzo.

Los asistentes a La Gatoteca se distinguen entre visitantes y socios: los primeros pagan una tarifa según el tiempo que pasen allí, 4 euros media hora, 6 euros la hora y 10 céntimos el minuto a partir de ahí. Estos disponen también de un pequeño espacio comercial con diversidad de productos y artesanías tanto para dueños como para mascotas, todos de temática gatuna. Con su compra también aportan otra pequeña ayuda a la manada. Sin embargo, el gran soporte financiero del café son los socios. Ellos aportan una cuota fija que les permite disfrutar de bonos de horas de asistencia o invitaciones a amigos, entre otras ventajas.

Julito, uno de los gatos adoptados recientemente / Nicolás Merino Vázquez.

En este momento hay seis trabajadores fijos– entre ellos la directora – que se ocupan del trámite de adopciones, mantenimiento del local y manejo de la página web y redes sociales, con las que consiguen extender las fronteras de La Gatoteca, pues admiten que no sólo viven del “boca a boca”. La Gatoteca aspira a poder remunerar a sus empleados, aunque al tratarse de una asociación sin ánimo de lucro, las ganancias han de reinvertirse en primera instancia en la propia Gatoteca: veterinarios, alimento y un sinfín de necesidades y comodidades para los felinos.

Además de la adopción de los gatos abandonados, también pretenden ayudar a las familias que ya tienen un gato en casa. Así imparten los numerosos cursos, charlas y actividades dedicados al cuidado y educación de las mascotas. Esto supone otra fuente de ingresos para la asociación.

Este proyecto de nueva creación en España y en el mundo consigue combinar ocio y solidaridad. Gracias al trabajo y entusiasmo de las personas que encabezaron el propósito y de todos los apoyos que reciben, hoy en día hay un centenar menos de animales abandonados y que han pasado a tener una vida digna. En La Gatoteca humanos y gatos disfrutan de un beneficio recíproco: la compañía de 15 simpáticos gatos a cambio de la ayuda a muchos más. Esta original idea ya ha servido de inspiración al recientemente creado «Espai de Gats» en Barcelona y todo apunta a que lo seguirá haciendo para más de un amante de los animales.