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Mi primera novela

La escritura es un arte. Y como en todo arte el éxito no siempre es sinónimo de calidad. Hay artistas buenos y hay artistas malos, pero en las páginas de la Historia sólo permanecen los nombres de aquellas personas que consiguen besar la gloria y acaparar los comentarios y críticas de las tertulias. Es por ello que, aunque en España se publican de media más de 70.000 libros al cabo del año, sólo unos cuantos centenares consiguen llegar a las vitrinas las librerías, y únicamente unas pocas decenas verdaderamente consiguen obtener un buen rendimiento de ventas.

Así, con la ilusión del que busca escribir el próximo superventas del año –best seller, como se dice en inglés…- y con la pasión de quien aspira a ser el nuevo Charles Bukowski, miles de escritores noveles buscan una editorial con la que rubricar su primer –y, en ocasiones, último- trabajo.

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El título ‘Los naúfragos del Stanbrook’ (Algaida, 2004) fue la primera novela del escritor Rafael Torres.

La saturación de un mercado en crisis y la supremacía de las grandes firmas, obsesionadas con descubrir su particular gallina de los huevos de oro, conduce al polvo del interior de los cajones a muchas de estas obras. ¿Qué hacer entonces, si no recibes la llamada de Planeta y en la portada de tu libro no la firma  un tal Mario Vargas Llosa? Pues hace años poco más se podría haber hecho, pero las nuevas tecnologías y los formatos de negocio alternativos han abierto una nueva veda para estas situaciones: la autoedición.

Juan Palomo: yo me lo guiso, yo me lo como

Con este fenómeno miles de escritores noveles (alrededor de un 20% de los autores que publican en un año) están editando sus obras ante la falta de oportunidades. Se trata de una alternativa a través de la que un empresario –editor- se compromete a publicar y comercializar tu obra con una ayuda económica que debe completar el autor para llevar a cabo el negocio.

El procedimiento es casi siempre el mismo: el escritor, después de contactar con la editorial, envía el texto para que un ‘comité’ de lectura lo someta a valoración y, de forma gratuita, elabore un informe con las impresiones causadas. Si la obra es buena se plantea lanzar una tirada de 200 ejemplares -500 en algunas ocasiones, como con las obras de poesía-, mientras que si el libro no es garante de triunfo, es probable que la cifra de impresión no supere las 50 unidades.

Dependiendo del número de páginas, las correcciones, o las imágenes contenidas en el libro, el precio para su publicación oscila entre los 1.900 y 5.000 euros de media; cantidad sobre la que un 30%, en la media de los casos, corre a cargo del bolsillo del autor.

“La autoedición también es un camino que puede servir para quitarte la ansiedad cuando no se te abren las puertas”, afirma Ramón Alcázar, director de El desván de la memoria, una editorial enfocada a autores noveles que también hace las de escuela de escritura. “Hay editoriales que sí tienen la voluntad de ayudar a los autores noveles y miran la calidad, pero hay otras empresas, a las que yo casi que no llamaría editoriales, que sólo van al negocio puro y duro”, señala Ramón, para quien acudir a las grandes editoriales es “perder el tiempo”.

Atracadores de egos insaciables

Pero este paisaje no es tan verde como lo imaginamos. Dentro del mundo de la autoedición literaria los timos son una casuística a la orden del día. Las editoriales suelen tardar un mes en realizar el informe de lectura y, en caso de que sea positivo, suelen transcurrir hasta seis meses para que el libro llegue a las librerías. Aquí es donde en ocasiones se produce la estafa, ya que muchos autores denuncian que la obra no sale de imprenta. “Hay que mirar siempre las condiciones del contrato que se va a firmar, y también es recomendable tener varias opciones”, aconseja Ramón como editor.

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Sección de obras literarias de la biblioteca de la Facultad de Ciencias de la Información (UCM).

Él dice con conocimiento de causa, y es que este tipo de delitos están a la orden del día. Una de las estafas más sonadas se produjo en España y en parte de Latinoamérica, donde más de medio centenar de autores andan enfrentados a la editorial sevillana Jamais, dirigida por Santiago Rojas, quien ofrecía la edición de libros a precios competitivos y garantizaba la distribución y la promoción periodística con grandes personalidades del mundo de las letras.

“Siempre hay que saber en qué nivel está uno y dónde se mueve: si se pretende jugar en una liga superior, sólo se acumularán los fracasos”, afirma Clara García, empleada de banca y autora, quien dice haber aprendido esa lección “después de muchos fracasos”. Y es que la vanidad, en ocasiones, se torna un factor clave a la hora de denunciar este tipo de situaciones, pues a la situación de inferioridad ante las editoriales, también ha de sumarse la vergüenza de reconocer la estafa por una sobredosis de altanería.

“Hay gente que mataría por publicar, aunque su obra sea un verdadero bodrio”, añade Clara, quien ya ha publicado dos obras: ‘El lago de la luna’ y ‘Cuentos con el título al final’. Ella cree que la vanidad es una buena culpable en este tipo de casos: “la gente dice, ‘esto lo he escrito yo y lo vais a leer todos’”, comenta.

Prohibido perder la esperanza

Con todo ello, ni Ramón ni Clara recomiendan tirar la toalla. “Hay gente que se estanca con una sola novela o libro”, apunta el primero, para quien lo importante siempre es “seguir escribiendo”. Para Ramón, el hecho de escribir no tiene por qué estar ligado al de publicar, y piensa que cuanto más se entrene uno “mejor acabará escribiendo”.

Clara le da la razón, pero al contrario que su colega, que piensa que un escritor puede acabar consiguiendo encontrar una publicación si no ceja en el empeño, ella tiene claro que “ya no existen los mecenas” y que “nadie” va arriesgar el dinero por una obra que no garantice un éxito inmediato. En lo que sí que están de acuerdo es en una cosa: “para escribir un buen libro hay que romper muchos folios”.

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