Dinero Verde: ¿Propiedad del Estado o del Mercado Negro?
El fracaso de la guerra contra las drogas ha hecho que muchos países se planteen la legalización de algunas drogas, o la despenalización del consumo de las mismas. En el caso de España, tan solo dos partidos, Ciudadanos y Podemos, contemplaban en su programa el debate entorno a la legalización de la marihuana.
El enfoque actual ante las drogas se centra en el castigo. Consiste en penalizar o encarcelar a la gente para limitar su uso, pero se ha visto que esto no da resultado, y que lo único que genera es una masificación en las cárceles por delitos menores y el consumo continúa invariable.
Al ser un tema que genera un gran revuelo en la opinión pública, donde muchas veces pesan más los sentimientos populares o la ideología, en lugar de las pruebas, consideramos que es necesario basar nuestra investigación en un análisis de lo que en la práctica ha funcionado o no. Es por ello que vamos a analizar la situación de diferentes países, tales como Portugal o Estados Unidos, los cuales tienen diferente legislación en cuanto al consumo de drogas, para ver cuales han sido las consecuencias en materia social de estas legislaciones.
Teniendo como ejemplo el uso médico del cannabis, el cual es legal en numerosos países y estados dentro de Estados Unidos, podemos comprobar gracias a las estadísticas que legalizar el consumo de cannabis para fines médicos no ha provocado un incremento en el consumo total, sino que se ha mantenido invariable, no ha sucedido así con otro tipo de drogas, como la heroína, la cual sigue estando duramente penalizada en la mayoría de países, y ha sido la consecuencia directa de numerosas muertes a causa de sobredosis, triplicándose entre 2010 y 2013.
La ONU se ha puesto en marcha en este asunto, y celebró el año pasado numerosas asambleas para tratarlo. Según la ONU, las políticas contra las drogas han sido las encargadas de crear un amplio mercado delictivo internacional de tráfico de drogas, aumentando la violencia, la corrupción y la inestabilidad en numerosos países, y sin reducción alguna del consumo. Es por esto, que tras 50 años en la guerra contra las drogas, es momento de plantear otras alternativas si lo que queremos es mejorar la situación social.
Se estima que casi 300 millones de personas consumen drogas diariamente en el mundo, contribuyendo a un mercado ilícito internacional que mueve casi 400.000 dólares al año. Esto sin contar otras consecuencias indirectas, como pueden ser los recursos destinados a la persecución de consumidores y vendedores, y a la manutención de estos “delincuentes” en las cárceles.
Se ha observado que la prohibición no incide en la oferta y la demanda, sino en la localización de los mercados. Cuando la legislación se vuelve más dura en un territorio, simplemente se traslada la producción de drogas a otro sitio, se cambian las rutas de tráfico o los consumidores cambian de droga a una que sea más sencilla adquirir. Lo que en un principio se planteó como una limpieza de la criminalidad en las calles acabando con las drogas, se ha visto reflejado en una guerra contra los consumidores, la criminalización y el castigo por el consumo de las mismas han llevado a la masificación de las cárceles por delitos menores. Esto se ha visto reflejado sobretodo en Estados Unidos, donde la mayoría de estados tienen lo que se conoce como ‘mandatory minimum sentences‘ las cuales establecen la condena dependiendo de la cantidad de droga que lleves o si tu intención es el consumo propio o la venta. Estas sentencias nacen de la creencia de que hay delitos que deben ser castigados sin derecho siquiera a juicio, y uno de sus focos son las drogas, lo que ha llevado a miles y miles de personas sin antecedentes delictivos y que un primer momento no parecen peligrosas para la sociedad, a la cárcel durante un periodo de tiempo excesivo dado el delito cometido. Esto no solo conlleva un mayor gasto económico público, sino que también incide negativamente en la sociedad, llevando a personas totalmente productivas y contribuyentes a la cárcel, por el simple uso recreacional de la marihuana. Para un joven que tan solo consume drogas de manera ocasional, es mucho más pernicioso tener antecedentes penales por un delito menor de drogas que el propio uso.
Sabemos y creemos que las drogas han destruido muchas vidas, pero nos parece que las malas políticas de los gobiernos han sido las responsables directas de la destrucción de muchas vidas más. Es por eso que nos parece que los problemas con las drogas deberían tratarse como enfermedades, y no como delitos.
El caso de Portugal
Casos como el de Portugal, donde en el 2000 se decidió despenalizar la posesión de todo estupefaciente – desde la marihuana hasta la heroína – con unos resultados asombrosamente positivos. De esta manera, cuando se intercepta a una persona con una cantidad igual o superior a una dosis contemplada para 10 días de consumo personal, en lugar de detenerle y penarle, son citados ante los ‘comités de disuasión‘, formados por psicólogos, abogados y profesionales sociales. Estos comités valoran los casos de manera personal, y se estima que sería lo correcto, desde una mera advertencia, hasta terapias motivacionales o prescripción de otros medicamentos, cuando el sujeto en cuestión se ha presentado muchas veces ante el comité.
Consecuencias de estas medidas a destacar son el descenso en picado de las infecciones por VIH, al igual que el de las muertes por sobredosis, las cuales se han reducido en un 80% desde 2001. Se busco enfocar el problema de las drogas como un problema sanitario y no penal, y desestigmatizar el consumo, para que así las personas que sufren de una adicción tengan más vías para pedir ayuda. Es curioso también como bajo el consumo de algunas sustancias, como el de la heroína, reduciéndose a casi la mitad desde que estas medidas entraron en vigencia.
La despenalización y las políticas de reducción de riesgos suponen una mayor consideración de los derechos humanos de los consumidores, a la vez que permiten que las fuerzas de policía puedan dedicar sus recursos a otras causas.
Sin embargo en Portugal las drogas siendo ilegales, y los traficantes y distribuidores siguen siendo perseguidos por la ley, lo que supone que siga habiendo una alta tasa de criminalidad relacionada directamente con el tráfico de estupefacientes.
Vamos a tratar ahora el caso de Colorado, un estado en el que la venta y consumo de cannabis es legal desde 2012. La venta está permitía únicamente en lugares regulados y previa entrega de patentes sociales, mientras que la compra y el consumo está permitido para todo ciudadano de 21 años, con ID de Colorado, y hasta una onza de marihuana (unos 28 gramos) por cada vez que acuden al local. Todo aquel que no sea residente del estado puede comprar hasta un cuarto de onza. Se legalizó también el autocultivo en propiedad privada de hasta seis plantas por persona y doce como máximo por hogar. De igual manera, el consumo de marihuana en la vía pública está prohibido.
¿Qué consecuencias tuvo esto para el estado de Colorado?
Solo el primer año se recaudaron más de 250 millones de dólares en impuestos directo de la venta de cannabis, los cuales incidieron en la financiación de la policía municipal y estatal, en la creación de nueva infraestructura en el área de la salud, y en la puesta en marcha de campañas educacionales sobre el consumo de la marihuana.
El empleo también subió en considerable medida, solo en el primer año, 10.000 personas fueron autorizadas para trabajar de manera directa en la industria de la marihuana.
La delincuencia, en contra de la creencia popular, no subió, sino que bajó, los robos bajaron cerca de un 5%, los homicidios en un 40% y los delitos sexuales en un 19,8%. También se acabó en gran parte con el mercado negro y la criminalidad que este conlleva, del tráfico de drogas.
Los accidentes automovilísticos fatales descendieron en un 25,5%, aunque no está demostrado la relación entre ambos factores, son datos a tener en cuenta.
Y por último, el turismo aumentó un 73% respecto a años anteriores.
Esto son tan solo datos que creemos que deberían valorarse para educar mejor a la sociedad sobre el consumo de drogas.
¿Cómo tratar el problema de las drogas?
Si nosotros tuviéramos que proponer un plan respecto a las drogas para nuestro país, lo haríamos con cuatro medidas.
En primer lugar, es necesaria la descriminalización del consumo personal de drogas. El consumo es nocivo, pero es tarea del sistema de salud pública, y no de los tribunales.
En segundo lugar, hay que entender que un mundo libre de drogas es una utopía, en lugar de luchar contra ello, se deberían proponer medidas para que el consumo de las mismas causen el menor daño posible, con medidas de reducción de daños, como los programas de intercambio de jeringuillas.
En tercer lugar, es necesario promover una regulación y una educación pública en esta materia, en lugar de la prohibición total de estas, que como ya hemos visto a lo largo de los años, no funciona. Las medidas llevadas a cabo para la reducción del consumo de tabaco tuvieron mucho éxito, es hora de plantearse lo mismo con el cannabis y otras sustancias.
Y en último lugar, hay que llegar al punto en el que se reconozca que las drogas deben ser reguladas porque conllevan riesgos. Si una sustancia es peligrosa, es más lógico dejarla en manos de expertos, como pueden ser equipos médicos, que de los criminales, a los cuales no les preocupa la salud o la seguridad de la población, sino el beneficio económico, lo que puede conllevar un tráfico de sustancias ‘cortadas‘ que pueden ser muy peligrosas para el organismo.
En España existen clubs sociales de consumidores de cannabis cuyos miembros tienen el derecho de cultivar y comprar cannabis a través de pequeñas organizaciones no comerciales.
Aún queda mucho por avanzar en materia de drogas en nuestro país, pero creemos que es necesario un debate serio al respecto por parte de los grupos políticos. Y tú, ¿qué piensa sobre la legalización del cannabis o de otras sustancias estupefacientes? ¿Crees que sería positivo o negativo para el conjunto de la sociedad?