TDAH: ¿Mito o trastorno?
Al buscar la definición de TDAH, en la mayoría de los casos te encontrarás con la siguiente descripción: El trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH por sus siglas en inglés), es un trastorno que se inicia en la infancia y se caracteriza Por la dificultad para mantener la atención frente a actividades, tanto académicas como cotidianas, unido a la falta de control de impulsos.
Pese a que puede existir sospecha clínica en niños de menos de 6 años, el diagnóstico de TDAH requiere haber superado esta edad. Además, es frecuente que el TDAH se reconozca en los niños cuando comienza la educación primaria, coincidiendo con las dificultades en el rendimiento escolar y la presentación de las disfunciones sociales. Según (feaadah), el TDAH afecta al 6% de la población infantil mundial.
Para realizar el diagnóstico, los profesionales de la salud mental se rigen por los criterios recogidos en la quinta edición del Manual Estadístico y de Diagnóstico de los Trastornos Mentales, ( DSM-5 ) publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría (APA).
«Somos lo que nuestro cerebro nos dice que seamos», asegura Denia Méndez Álvarez, psicóloga infantil y psicoterapeuta. Por ello explica que el TDAH no es una enfermedad sino que es un trastorno; puesto que no existe daño cerebral. La diferencia es que el cerebro de la persona con TDAH es estructuralmente diferente a las personas que no presentan este trastorno.
La psicóloga considera que es muy importante el matiz en la definición, ya que «cuando etiquetas un niño o un adolescente, este tiende a pensar que sufre una enfermedad y lo asociará con algo horrible, por lo que es muy importante no generar, estigmas y etiquetas».
Los primeros síntomas del TDAH se suelen notar a partir de los siete años, pero los primeros diagnósticos certeros no deberían hacerse hasta los nueve. Y aun así con cautela, para evitar caer en un diagnóstico que puede mal influir en la vida del niño. Para valorar a los niños, los psicólogos utilizan pruebas que miden la conducta y el nivel cognitivo de los pacientes.
El fracaso de la medicalización en David
Este no fue el caso de David, un adolescente de 15 años que fue diagnosticado de TDAH a la edad de siete. Quienes dieron la voz de alarma fueron los profesores, al ver que David no se comportaba de la misma manera que sus compañeros de clase. Él prestaba mucha menos atención y no era capaz de concentrarse en una actividad durante un tiempo prolongado. Sus padres decidieron llevarlo al médico de cabecera, y este lo derivó al psicólogo.
Ya en consulta y después de varias pruebas, que consistían en comprobar si David era capaz de concentrarse en una misma tarea, el psicólogo le recetó un jarabe: Risperdal. Su tratamiento se basaba en tomar este antipsicótico y acudir a una psicoterapia. El Risperdal, además de recetarse para el tratamiento de la hiperactividad, también se prescribe para la esquizofrenia y la bipolaridad. David tomaba el jarabe antes de ir al colegio y según los profesores le ayudaba a estar más tranquilo y a concentrarse mejor en clase.
Tras dos años medicándose todos los días, sus padres decidieron retirarle el fármaco porque descubrieron cuales eran los efectos secundarios. «Cuando come se levanta continuamente de la mesa y está todo el tiempo moviéndose. Sólo está tranquilo cuando llega del colegio y se encierra en su habitación con las luces apagadas, le relaja mucho», cuenta su hermana Laura. Aunque es muy impulsivo durante todo el día. «Tiene ataques de ira cuando las quitas el móvil, da portazos, pega patadas a las puertas y nos insulta», añade.
David – al que le cuesta mucho mantener una conversación fluida y necesita levantarse de la silla varias veces durante la entrevista o se marcha sin decir nada- cuenta que por ese entonces se tomaba el medicamento una vez al día, cada mañana, y se encontraba más calmado, pero con permanente dolor de cabeza y garganta.
Ahora David no toma Risperdal, ya no le duele la cabeza y sigue sin prestar la atención necesaria en clase. Tampoco para quieto en casa y tiene problemas de integración social porque se expresa con dificultad, unido a un problema auditivo derivado de su nacimiento prematuro. Cuando llega a casa se dirige a su habitación, baja las persianas, se queda en la cama, quita la almohada y gira la cabeza de un lado a otro porque le relaja. Probablemente sufra de acatisia , uno de los efectos adversos del Risperdal que se define como un trastorno del movimiento por un sentimiento de inquietud y una necesidad imperiosa de estar en constante movimiento.
¿Cómo y quién elabora el concepto de lo que se entiende por enfermedad?
Ejemplos como el de David han servido a la sociología para llamar la atención a la psiquiatría y plantear temas de envergadura. La sociología en el campo de la medicina se ha ocupado de la distinción que hace la psiquiatría entre enfermedades y trastornos. Esta distinción tiene que ver con la tercera edición del DSM.
En esta edición se introduce la diferenciación entre enfermedades y trastornos, que tiene que ver con la reordenación de la medicina mental, un cambio absolutamente decisivo. La introducción del trastorno en el DSM permite ampliar de forma extraordinaria el rango de acción legítima de los médicos, ya que a partir de entonces se comienza a medicalizar una serie de situaciones en las que antes los médicos no tenían ningún tipo de potestad para intervenir. Así se produjo una revolución farmacológica que continúa y que está teniendo efectos sociales decisivos que son estudiados por la sociología.
En este sentido, el profesor de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, Luis Tojar, habla de la medicalización del comportamiento infantil y sus contundentes efectos socialesSegún el profesor -y a diferencia de la psicóloga Méndez Álvarez- un trastorno es una patología leve pasajera y una enfermedad es una patología grave y más profunda, pero ambos deben tratarse.
¿Dónde está la frontera entre la intervención médica saludable y la intervención médica iatrogenia (acción médica que produce daño)?
«La sociedad moderna confía en los médicos como profesionales altamente cualificados para que en cada caso decidan hasta dónde se puede intervenir. El problema es que la psiquiatría se ha lanzado a la medicalización masiva, porque ha ganado legitimidad y recursos como escuela médica. La medicina mental contemporánea es rica en financiación y proyectos de investigación, en los que laboratorios vuelcan su esfuerzo publicitario y recursos económicos para generar nuevos fármacos que cada vez se venden menos como solución a una supuesta enfermedad y más como una manera de mejorar la vida . Este es el caso del Metilfenidato; pasó de ser un medicamento contra la hiperactividad, a publicitarse como un medicamento que mejora el rendimiento escolar de los niños. Muchas personas usan ciertas medicinas para mejorar su rendimiento social y no para combatir una enfermedad, algo muy peligroso socialmente. Pero el sociólogo no puede decir dónde está el límite entre lo patológico y lo normal».
Cuando el Metilfenidato pasó a ser legal en España, se disparó la tasa de diagnóstico de TDAH
Aprovechamos para preguntar a Luis Tojar acerca de la posible relación causal de este fenómeno y revela que precisamente lo que nos ha enseñado la revolución farmacológica es que primero va el fármaco y luego la enfermedad. Una vez que se aprueba el fármaco, lógicamente el número de diagnósticos se multiplica, ya que se busca un conjunto de síntomas para los que el fármaco pueda ser efectivo. A ese conjunto de síntomas se le llama enfermedad, en este caso TDAH.
«De este modo, la enfermedad soluciona muchos problemas, ya que pasamos de decir que el niño se porta mal, es inquieto, tiene mal carácter o es nervioso, a decir que tiene TDAH. Y los padres en cierto sentido se tranquilizan porque han descubierto cuál es el problema. Pero en realidad lo que han hecho es darle un nombre a ese problema, que puede ser terapéutico o no, por eso yo no estoy a favor de la eliminación de este tipo de fármacos», aclara el profesor. «Es el médico o el especialista quien debe juzgar en qué caso se da o no se da. Puede haber niños con problemas neurológicos de verdad ante los que este medicamento pueda ser eficaz. Ahora bien, es complicado pensar que ese número de individuos sea tan numeroso, y que afecte a un 15 o a un 20% de la población infantil».
Otro tema sociológico es la infancia como categoría descontrolada en nuestra sociedad. «Cada vez sabemos menos qué hacer con los niños y la solución farmacológica está muy a mano», denuncia el sociólogo.
En busca de respuestas
El presente reportaje esclarece algunas dudas acerca de las controversias que rodean al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad, que afecta tanto a los niños como a los adultos. No obstante, la pluralidad de voces expertas en el tema, nos han demostrado que es imposible llegar a una única conclusión.
Responder a la pregunta de si el TDAH existe o no, es por el momento imposible, ya que interactúan múltiples factores que imposibilitan la simplificación de la respuesta. Desde la psiquiatría se hace hincapié en la delicadeza a la hora de etiquetar a los niños como «enfermos». Además de llegar al tratamiento farmacológico como último recurso.
Desde la sociología que se ha tratado para las características sociales que han llevado a un sobrediagnóstico del trastorno. Los sociólogos prestan atención a las presiones económicas que envuelven las investigaciones médicas y los de las drogas, como la medicina que predomina en la psiquiatría, al menos, en cualquier entorno; la necesaria inversión del estado en recursos de salud mental; la urgente implicación de los medios de comunicación para contar la realidad de los efectos de los fármacos y la resistencia de los padres a la aceptación y el fracaso en el desarrollo de la vida del niño.
La sociedad deberia manifestarse para pedir que no se utilicen a lo niños como conejillos de indias. Hace falta hablar más de este tema
Este reportaje no tiene ninguna base científica. Es como si yo cojo a un amigo médico y le pregunto que qué opina. Hay numerosas investigaciones y fuentes que se pueden utilizar para un reportaje como este y que pueden evitar echar más leña al fuego.