Una mirada feminista a la prostitución
La Real Academia Española (RAE) define el término prostitución de la siguiente manera:
En realidad todo el mundo sabe lo que es la prostitución, pero mucha gente ignora lo que supone a nivel social esta actividad que ejercen alrededor de 300.000 mujeres en España y que mueve diariamente más de 10 millones de euros. También se desconoce el debate que suscita dentro del propio feminismo, ya que existen distintas posturas a la hora de abordar el tema.
Beatriz Gimeno, Diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid y activista feminista, es la autora del libro La Prostitución: aportaciones para un debate abierto. Desde su punto de vista la prostitución es «el privilegio masculino para acceder por un precio al cuerpo de las mujeres», y explica que su principal repercusión en la sociedad es perpetuar la desigualdad y la pobreza entre hombres y mujeres, manteniendo a estas últimas en una posición inferior. Considera un problema que la sociedad vea la prostitución como una opción libre de la mujer, puesto que es una cuestión mucho más compleja. Según Gimeno, tiene que ver con redes globales de tráfico de personas y movimiento de dinero, con la propia riqueza y pobreza de los países, con la incentivación de la demanda por parte de las empresas etc.
Existe el tópico de que la prostitución es el oficio más antiguo del mundo, y ciertos hechos como el descubrimiento de lupanares como el de Pompeya en el siglo VII a.C. han contribuido a esta idea. Sin embargo, la prostitución ha ido evolucionando a lo largo de la historia y, a día de hoy, no se puede debatir sobre esta cuestión sin considerar la influencia del capitalismo y del patriarcado. Gimeno asegura que «la prostitución es uno de los pilares fundamentales del patriarcado y sin embargo hay una parte del feminismo que no lo ve peligroso». Este fue uno de los motivos por los que la diputada decidió escribir su libro.
Además revela que uno de los principales problemas del debate entre mujeres feministas sobre esta cuestión es que está tremendamente viciado porque existen conflictos de intereses del lobby de la prostitución. «Una de las grandes teóricas de la regulación de la prostitución, Laura Agustín, ha escrito muchos artículos y se descubrió que le pagaba una asociación de empresas del sexo», expone Gimeno.
¿Qué supondría la regulación de la prostitución?
La prostitución siempre ha estado normalizada y regulada. Es parte del establishment. De hecho fue en el siglo XIX, con la primera ola de feminismo, cuando se empieza a cuestionar y se abre una lucha por la abolición que se verá frenada de nuevo en el siglo XX. Momento en el que una parte del feminismo consideró que todo lo que tenía que ver con el sexo era algo liberador/empoderador para la mujer.
La prostitución en España se encuentra en una situación de alegalidad, es decir, no es legal (porque no es una profesión reconocida ni reglamentada) ni tampoco es ilegal (porque no está prohibida a nivel estatal). Sí está prohibido y sancionado con multas su consumo en zonas públicas, y el Código Penal recoge como delito aquellas actividades que impliquen coacción a menores, pero no se sanciona el ejercicio de la prostitución en sí mismo. Esta situación de alegalidad implica que la prostitución no se considera un oficio más. Sin embargo, desde 2009 las mujeres que se dedican a esta actividad pueden darse de alta como autónomas. Según la activista «es una práctica frecuente que muchas de ellas se den de alta como masajistas y no como prostitutas, nadie quiere que en su currículum profesional aparezca una etapa como trabajadora del sexo».
Mientras tanto, las encuestas revelan que en los países en los que la prostitución está regulada existe una gran desvalorización de la mujer. Uno de estos países es Holanda, en donde los hombres tienden a creer que las putas son personas sin valor, y que por ende, todas las mujeres son prostitutas. Desde la postura abolicionista que defiende Gimeno, regular la prostitución supondría «legitimarla socialmente». «Se asumiría que es algo normal y aceptaríamos que por algún motivo misterioso los hombres tienen unas necesidades sexuales que las mujeres no tenemos.»
Otra de las consecuencias que conlleva la regulación sería el disparo de la demanda, y por tanto el aumento de la trata de mujeres o proxenetismo para satisfacer las necesidades de este mercado sexual. «Que no se hable de las necesidades de las mujeres es consecuencia de una desigualdad patriarcal de origen. Regular esto en lugar de combatirlo o discutirlo, es regular la desigualdad y la explotación». manifiesta Beatriz.
¿Qué proponen las abolicionistas?
Abolir no es prohibir. Se trata de un proceso que comienza por ofrecer alternativas a las mujeres que se prostituyen en todo el mundo para acabar con su situación de precariedad. «La mayoría de las mujeres que practican la prostitución no tienen otra opción. Por tanto uno de los primeros pasos sería ofrecerles una alternativa. Y si aún así hay gente que decide seguir ejerciendo porque eso les supone más dinero, ya estaríamos hablando de algo residual». Y es que el 80% de las mujeres que se prostituyen lo hacen por necesidad, es decir, contra su voluntad. Suelen ser mujeres extranjeras de menos de 35 años, sin estudios y con menores a su cargo, aunque a raíz de la crisis más mujeres españolas se ven en la obligación de prostituirse, pero sigue siendo un número mínimo, entorno al 20% de las meretrices.
Precisamente por necesidades económicas se adentró Catalina Santana (nombre que ha elegido ella misma para mantener su anonimato) en el mundo de las «damas de compañía». Catalina tiene 18 años, es de Ecuador y vive sola en España. Su madre no podía costearle tantos gastos y una amiga le propuso esta forma de ganarse la vida.
«Al principio no me lo planteaba pero al final acabé aceptando y me ha venido muy bien. He pagado parte de mis estudios, le he dado dinero a mi madre, he podido comer con eso. Ha sido sobre todo para poder ayudarla», explica Catalina. «Me dedico a esto por necesidad, no es que me muera de hambre pero sé por lo que mi madre ha pasado y he querido ayudarla. Tengo una edad y tampoco quiero ser una carga para ella. Además no hay trabajo y esto es otra salida con la que no hago daño a nadie, más que a mí misma», afirma.
Aunque Catalina se gane la vida vendiendo su cuerpo, asegura que siempre ha estado en contra de la prostitución. «No me parece mal lo que hacen las mujeres, lo respeto, pero una mujer vale muchísimo más como para tener que hacer estas cosas. Pero la necesidad a veces es lo que tiene», sentencia.
El hombre al que acompaña Catalina tiene 80 años. Piensa que dentro de lo malo, ha tenido suerte con él porque se siente solo y paga a las chicas para que le hagan compañía. La primera vez quedaron durante media hora y recibió 350 euros. La cantidad más baja desde entonces. Lo máximo ha sido 1000 euros por pasar la noche juntos. En definitiva, Catalina no se plantearía siquiera la posibilidad de vender su cuerpo de no ser porque necesita dinero.
Por eso, es de extrema urgencia abordar la prostitución desde una posición ideológica anticapitalista y antipatriarcal. Se trataría de no abrir más los espacios al mercado. Ya que en el momento en el que abres un mercado (en este caso el del sexo) en algún lugar del mundo, estás obligando a los pobres a entrar en él. Y es que los mercados ayudan a mantener la desigualdad de clases. Los ricos jamás van a vender su cuerpo, sus órganos y tampoco alquilarían su vientre. Los ricos van a comprar y los pobres van a vender porque los mercados organizan a la gente para que unos estén obligados a vender y otros puedan compran.
Si a eso le unimos el patriarcado (una situación de base desigual) ocurrirá que las que van a tener que vender más cosas son las mujeres, porque la ideología dominante hace que sean precisamente éstas las que vendan sexo. Cosa que no se le ocurriría a un hombre en situación de precariedad.
En esta búsqueda de soluciones, será necesario alcanzar un consenso mayoritario sobre qué significa la prostitución para las mujeres y la sociedad. Habrá que exigir el compromiso de los medios de comunicación, que durante muchos años han sido cómplices del patriarcado para lucrarse económicamente de campañas publicitarias. Y tampoco se puede seguir consintiendo más casos de compadreo entre proxenetas y miembros policiales, que dejan a las mujeres en situaciones de vulnerabilidad y al margen de cualquier posibilidad de amparo.
No obstante, y al igual que Beatriz Gimeno, esperamos que este resurgir del feminismo haga que se replanten muchas cosas en beneficio de todas las mujeres.
El equipo de este reportaje se hace eco de una campaña dirigida a los puteros.
Sin palabras. Es muy necesario que se hable de temas como estos muchísimo más, gracias sinceramente por artículos como estos. Enhorabuena.
El tema de la prostitución es muy desconocido entre las personas y eso crea un gran estigma sobre este colectivo, por lo que vuestro trabajo es de gran ayuda a la hora de visibilizar esta realidad. Muchas felicidades chicas por el gran trabajo