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El rugby, un deporte sin desigualdad

Equipos femeninos celebrando el final del partido

Equipos femeninos celebrando el final del partido

Cada vez con más fuerza, el rugby va captando adeptos entre los deportistas más jóvenes. Lo que era un deporte poco conocido en nuestro país en comparación con los grandes gigantes del deporte- fútbol y baloncesto- se ha hecho un hueco en la Universidad Complutense de Madrid, así como en muchas otras, dando una oportunidad a los que lo quieran probar de hacer ejercicio a la vez que conocen gente, culturas y nuevas disciplinas.  Los jugadores manchados de barro de camino al metro, el enorme campo al lado de la Facultad de Ciencias de la información o los cánticos durante cada partido se han convertido en un elemento más de la universidad y en parte de su identidad.

Un  deporte que, pese a su apariencia, por primera vez cuenta con más equipos femeninos que masculinos en su liga, que no hace diferenciaciones entre sexos y que puede presumir de buena convivencia entre jugadores y jugadoras.

Las chicas y el rugby

 

Las protagonistas en este caso son las jugadoras del equipo de Bellas Artes. Es jueves y hay partido. Muchas de ellas pelean en el campo, pero muchas otras animan desde las gradas con sus respectivas lesiones.

Alicia es una de ellas. Es el primer año que está en el equipo y no para de sonreír durante todo el partido pese a la lesión que tiene en la pierna. ‘El rugby ha supuesto una oportunidad de conocer a muchísima gente, de quedar todos juntos para ver un partido o para hacer una fiesta’.

En cuanto a la administración no se dan desigualdades como se pueden producir en otros deportes de equipo en los que se le da prioridad a un sexo frente a otro. Cristina, otra jugadora del equipo de Bellas Artes nos dice que puede que sea porque es un deporte que todavía no está implantado del todo en la sociedad y que aún estamos a tiempo  de darle la misma importancia al rugby femenino y al masculino.

Jugadores y entrenador animando el partido

Jugadores y entrenador animando el partido

Un ejemplo de la igualdad que existe en este deporte en la Universidad son Sergio López ‘Chiwi’ y María Hernández.  Ella es jugadora del equipo de Ciencias de la Información y a su vez entrena un equipo masculino de rugby. Él es el entrenador del equipo de Bellas Artes femenino de rugby.

‘En cuanto a la administración de la universidad no se hace ningún tipo de distinción entre chicos y chicas’ dice María. Ella lleva jugando tres años a este deporte y este es el primero que entrena al equipo masculino. En cuanto al juego, sí ve que hay algunas diferencias, ‘las chicas son más de estrategia y los chicos son más de golpes’

Sergio lleva años jugando al rugby, ha sido entrenador de la categoría jabatos (sub 8) y ha estado jugando y entrenando en el equipo masculino de Bellas Artes. Hace un par de meses, le pidieron ayuda para entrenar a las chicas de la facultad. En cuanto a las diferencias de juego entre ellos y ellas dice que ‘en general, las chicas son más disciplinadas, más centradas, aprenden más rápido, los chicos suelen ser más despistados y hay que explicar las cosas más veces’. Además, destaca la poca información que se le da a las chicas por parte de la universidad para jugar a este deporte y cree que se debería de informar mejor, para no pensar que es un deporte solo de chicos.

El tercer tiempo y el rugby

 

Grada del campo de Cantarranas

Grada del campo de Cantarranas

Otro de los aspectos más destacados de este deporte es el ‘Tercer tiempo’, momento en el que jugadores de ambos equipos, espectadores y entrenadores se juntan para enterrar el hacha de guerra una vez acabado el partido mientras beben cerveza.

Pese a las quejas que genera  por el ruido que se forma o la mala imagen que se puede dar, las jugadoras nos aseguran que es un modo de fomentar la deportividad, ‘en el rugby es muy importante la actitud que tienes tanto con tu equipo como con el contrario, es importante conocer después del partido a las chicas con las que te has estado pegando y dejar las rivalidades fuera del campo’ nos cuenta Alicia, ‘es una forma de hacer piña y no solo con tu equipo’.

Además, el tercer tiempo es un momento importante para los jugadores de los equipos ya que es una buena forma de alimentar las canteras. En muchas ocasiones los equipos van escasos de jugadores.

La UCM y el rugby

Desde la carretera, el elemento distintivo de la Universidad complutense es un inmenso campo de rugby, conocido como Cantarranas donde se han celebrado numerosos eventos como el festival anual DCODE, uno de los festivales de música más conocidos de nuestro país.

Pero es precisamente este campo el foco de las críticas de las jugadoras, ya que, pese a ser el lugar de entrenamiento y partidos de sus equipos, el campo se mantiene en muy malas condiciones: ‘Es tierra, y estaría bien que fuese césped. En los arañazos se nota mucho’ cuenta una de las jugadoras del equipo de rugby de Bellas Artes.

Cartel de rugby Bellas Artes

Cartel de rugby Bellas Artes

Pese a que hace poco se llevó a cabo la reforma del campo de rugby de Paraninfo, las peticiones para mejorar el Cantarranas se ha llevado hasta la plataforma de Change.org consiguiendo el máximo de firmas al poco tiempo de publicarse, sin embargo, la situación sigue igual. Hay zanjas, hoyos y demás descuidos que dificultan e incluso llegan a imposibilitar el juego en ese campo en muchas ocasiones, sobre todo con el mal tiempo.

En definitiva, el rugby es una de las señas de identidad de la vida universitaria en la Complutense de Madrid, un deporte que no distingue entre sexos ni pretende hacerlo, que busca el compañerismo a través del tercer tiempo y sobre todo, crear una familia en el campo y fuera de él. Si te apetece vivir esta experiencia deportiva no dudes en ponerte en contacto con los organizadores a través de su cuenta de Instagram.

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