La cultura de los ultraprocesados
En estos últimos años hemos visto como los casos de cáncer aumentaban en nuestras fronteras, y fuera de ellas afectando principalmente a países occidentales en los que la superproducción y el consumismo han llevado a la sociedad a abandonar los alimentos naturales y sustituirlos por ultraprocesados. Ya hay más de un estudio que relaciona este tipo de alimentos con el considerable incremento de los afectados por esta enfermedad. La Universidad Sorbona de París ha publicado recientemente uno de ellos en el British Medical Journal. En él se relaciona el cáncer con el excesivo consumo de alimentos ultraprocesados.
El movimiento Realfooding nace de la mano de Carlos Ríos, un nutricionista que aboga por el derecho a una alimentación saludable para la población, evitando alimentos ultraprocesados. Él lo califica como un movimiento de revolución contra la cara más oscura de la industria alimenticia.
Esta tendencia que está arrasando en Redes Sociales parte de la diferenciación de los alimentos en tres categorías. Por un lado, lo que denomina comida real, y la componen aquellos alimentos que prácticamente no han sido manipulados o procesados, o que en el procesamiento, su calidad no ha variado. En el segundo grupo nos encontramos con los buenos procesados, el proceso mejora o es inocuo para el alimento, los dividirá en gamas cuyo punto común será que la calidad del alimento, que no disminuye. Por último aparecen los ultraprocesados, aquellos alimentos que han sido transformados empeorando su calidad haciéndolos perjudiciales en mayor o menor medida para nuestro organismo. Son dichos alimentos contra los que lucha Carlos Ríos y todos sus seguidores.
La guía nutricional de este movimiento se centra en la prevención de riesgos y enfermedades como pueden ser la obesidad, la diabetes tipo 2, enfermedades neurodegenerativas, autoinmunes derivadas entre otros factores del consumo de productos ultraprocesados. Asimismo se relacionan con trastornos psicológicos como puede ser la depresión.
Adam Drewnowski, especialista en sobrepeso y obesidad apunta la existencia de factores sociológicos que facilitan el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados para determinados sectores de la población. Así los productos ultraprocesados son más accesibles y baratos, lo que conlleva que aquellos con bajos recursos adquieran estos hábitos perjudicando su salud. Además esta industria voraz no es aplacada por políticas públicas que eduquen a la población en el ámbito de la alimentación ni que hagan accesibles alimentos “reales”.
Hacia una ciudad sostenible
Este movimiento ha provocado una concienciación enorme en las nuevas generaciones y cada vez son más las iniciativas ciudadanas que impulsan los huertos comunitarios. Hemos pasado de contabilizar 1.000 en el año 2000 a 15.000 en la actualidad, según un sondeo realizado por la consultora GEA 21 (Grupo de Estudios y Alternativas). De esta manera, entre comunidades pueden cultivar sus propios productos libres de transgénicos y manipulaciones genéticas. Estas iniciativas están siendo muy bien recogidas y cada vez son más los mercados ecológicos que se organizan semanalmente en diferentes ciudades. La Red de Huertos Urbanos es una de ellas. Impulsada por ciudadanos que se dedican a la agricultura comunitaria, y con el objetivo de unir iniciativas de agroecología comunitaria de la capital. En 2014 empezaron a legalizarse algunos huertos urbanos en Madrid y en el pasado mes de mayo se contabilizaron 17 terrenos municipales gestionados por asociaciones y vecinos de los barrios. Son cedidos por el Ayuntamiento haciendo pujas públicas. El Ayuntamiento quiere seguir ofreciendo los beneficios ambientales, sociales y educativos por ello ha anunciado que en los próximos meses se sumarán otros 29 huertos urbanos.
Por otro lado, en la Red de Huertos Escolares Ecológicos de Madrid participan ya 134 centros de educación infantil, primaria, secundaria y educación especial, concienciando sobre sostenibilidad a través de los huertos ecológicos.
La mayoría de ellos aprovechan parcelas abandonadas o solares en desuso de titularidad pública y los transforman en parcelas ecológicas de sostenibilidad, autogestión y convivencia con el fin de avanzar hacia un modelo de ciudad más sostenible.
La estrecha relación entre la alimentación y la depresión
La depresión es un trastorno que afecta a unos 300 millones de personas en todo el mundo. Esta enfermedad se produce ,entre otros factores, por una desregulación en la segregación de serotonina en el organismo, hormona generada en el tracto digestivo y de la que depende el estado anímico de una persona. O por escasez de triptófano que ayuda a regular esta hormona.
Teniendo esto en cuenta determinados alimentos podrían determinar el estado anímico de una persona. No existe comida que aumente de forma directa los niveles de serotonina. Muchos estudios también atribuyen a este trastorno los cambios en el modo de alimentarse; sobre esto, la nutricionista Ana Núñez apunta: “Es cuestión de hábitos, si realmente se tiene un problema al utilizar la comida para gestionar emociones, quizá ir a terapia psicológica para ganar otras herramientas, y aprender a superar las circunstancias, sea una muy buena opción en lugar de enterrarlas en comida hiperpalatable.”
Durante este proceso de concienciación que está viviendo la sociedad surgen iniciativas como Sinazucar.org, una asociación de fotógrafos que visibiliza la cantidad de azúcar presente la mayoría de alimentos que consumimos en nuestro día a día. También en las charlas TEDx se aborda este tema, lo que desconocemos sobre nutrición, consumo de azúcar entre otras.
Todas estas iniciativas demuestran a la sociedad que es posible cuidarse físicamente y psicológicamente a través de la alimentación. El tópico de que para hacer una dieta saludable es muy caro está claramente demostrado que no es así. Es posible mantener una dieta sana y limpia con productos naturales asequibles. La sociedad empieza a concienciarse hacía el modelo de una vida más sostenible, educativa y participativa.
Una realidad oculta
El ritmo de vida frenético al que nos vemos sometidos desde niños afecta a nuestro organismo de manera progresiva. Este hecho también nos hace, en muchas ocasiones, descuidar nuestros buenos hábitos y nuestra alimentación. En nuestro día a día los alimentos ultraprocesados y procesados están presentes más de lo que creemos. La confusa publicidad de los envases nos lleva en muchos casos a deducir que lo que te ofrecen es bueno, mientras que si miramos los ingredientes descubriremos una larga lista de nombres indescifrables que muchas veces no hacen referencia al componente que se está utilizando. Un ejemplo de esto lo encontramos en los múltiples aditivos y azúcares añadidos y denominados con otros términos como la fructosa.
Conforme ha ido aumentando la conciencia social en torno a este tema se han incorporado y desarrollado regulaciones y verificaciones de la calidad de cada producto. Es el programa orgánico nacional de Estados Unidos el encargado de otorgar el sello USDA Organic.
En España y en la mayoría de países aún queda un largo camino por recorrer. Pero de momento, las intenciones son buenas, por lo que solo podemos continuar formándonos y luchando contra una industria alimenticia que mira por el macro consumo en lugar de por la calidad de los productos.
Aquí les dejamos uno de los vídeos del precursor del movimiento Real Food, en el que realiza un recorrido por uno de los Supermercados más concurridos de nuestro país, el Mercadona. Cojan apuntes, porque realmente no sabemos ni lo que comemos.
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