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periodismo universitario en internet

Crónicas magyares. Revoluciones de 1989, el año en que cambió Europa (2)

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Budapest, capital de las transformaciones democráticas tras el Telón de Acero

Puede decirse que Hungría fue el país del área de influencia soviética que más rápidamente saltó a las portadas de los diarios de todo el mundo por sus movimientos aperturistas. Aunque Polonia se adelantó, técnicamente, con las elecciones del 4 de junio de 1989 en las que el sindicato Solidaridad obtuvo una holgada victoria, podemos decir que Hungría era un proceso anterior, con la aquiescencia de las potencias a ambos lados del Telón de Acero. Su posición geográfica y su historia la hacían tener un papel privilegiado frente al resto de países de la zona. Desde Viena esa era también una ventaja, la proximidad y la cercanía histórica al ex imperio austrohúngaro.

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Tanques soviéticos en las calles de Budapest 1956

La primavera del 89 había sido agitada en Budapest, aunque ya hacía un año que habían comenzado los signos de cambio: «Desde la defenestración, en mayo del 88, del inmovilista Janós Kádar al frente del Partido Comunista, las luchas internas y el surgir de nuevas formaciones de carácter democrático han ido abriendo paso a una suerte de ilusión democrática en un país de clara vocación occidental» (El Independiente, 10 de octubre 1989), así lo comenté en mi primer artículo publicado a la vuelta del verano. Por otra parte, ya en mi primer viaje periodístico a Budapest tuve la impresión de que Hungría era una parte de Europa occidental. Me recordaba mucho al Madrid de los setenta, sin modernizar pero con signos de cambio, de ahí que los titulares tuvieran ecos de la Transición en España.

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János Kádar con Leonidas Breznev

Lo que vendía en la prensa era el símil con el caso español. Ciertamente no había pasado tanto tiempo de nuestro despegue a la modernización y durante los procesos transformadores en el Este se habló mucho del parecido de la Transición española con los procesos de los países de Europa central y oriental. Después de aquella, hubo muchas más crónicas magiares repletas de nombres protagonistas de entonces y que tuvieron un importante papel. Imre Pozsgay, Reszoe Nyers, Miklos Németh, Jozsef Antall, eran figuras principales, que junto con el nuevo partido Foro Democrático iban protagonizando los avances. El presidente Karoly Grosz se quedó en el propio aparato del partido único, que intentaría recuperar años más tarde. Todo ello supuso para mí fue un gran filón de información y de trabajo.

 

Breve cronología de la transición húngara

Los antecedentes de la reciente historia política húngara se remontan a 1949 con una constitución basada en la de la URSS de 1939. República Popular de Hungría es el nombre del país desde entonces. 1956: revolución húngara, protesta estudiantil en la que se traslada el descontento de la sociedad y que finaliza con una dura represión por parte del ejército soviético. Mayo 1988: János Kádár, secretario general del PSOH desde 1956, presenta su renuncia ante el descontento social.

    • Transición. Marzo 1989: PSOH se aproxima a la socialdemocracia europea y se rebautiza oficiosamente PSH, tras las manifestaciones conmemorando la revolución de 1848. Junio 1989 se reúne la Mesa Nacional con partidos políticos, incluido Foro Democrático. Homenaje a Imre Nagy, héroe de la revolución de 1956 (juzgado en secreto y ejecutado dos años más tarde). Se pide la retirada de las tropas soviéticas en el país. En septiembre, tras el denominado Picnic Paneruopeo se abren fronteras a los germano orientales desplazados que huyen de la República Democrática (DDR).

  • Política y Economía. Octubre 1989 mes clave en la apertura, último congreso del PSOH ahora PSH, presidido por Reszo Nyers. 23 de octubre 1989 se autodisuelve el Partido Socialista (Obrero) Húngaro. Noviembre de 1989 reférendum para las elecciones democráticas de primavera. Marzo de 1990 primeras elecciones legislativas democráticas con victoria de József Antall de Foro Democrático. Junio 1990 salen las últimas tropas soviéticas de Hungría. Desparición del COMECON, mercado común de países socialistas. Alemania se convierte en el primer inversor en Hungría.
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Imre Nagy, líder de la revolución húngara de 1956

Las concomitancias con la transición española eran un poco forzadas, pero la prensa y los politólogos buscaban las similitudes para atraer la mirada de Europa también a nuestro país. Ser un modelo de transición era una clave importante para los propios políticos. A los periodistas nos daba mucho juego no cabe duda. Comencé a informar desde Budapest en la primavera del 89 y continué escribiendo a partir de entonces, hasta junio del 90 en que ya pasadas las elecciones democráticas dejé al país sumido en su nueva circunstancia. Pero antes, mi primera crónica de otoño ¡oh fatalidad, salió sin firmar! Viena, 10 de octubre de 1989: «Los húngaros afianzan las reformas políticas. Los estatutos del partido aprobados ayer suponen una ruptura total con el pasado».

 

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El Independiente viernes 10 de octubre de 1989

Transición otoñal magyar

En periodismo lo escrito no siempre es lo publicado, sobre todo cuando se es personal de tropa. Corresponsal, pero personal de a pie en definitiva. Es más, cuando estás en el extranjero tiene que haber una razón de peso para que tus crónicas y artículos vayan abriéndose hueco entre el resto de informaciones, aunque a ti te parezca lo más importante del mundo. De hecho aquel punto geográfico del globo terráqueo era importante, pero en las páginas de un periódico compites contra demasiados focos de actualidad. Así las cosas, el lunes 27 de noviembre titulaba «Referéndum en Hungría para decidir el día de las elecciones. El pueblo decide por primera vez cómo elegir al presidente de la República».

 

 

Hay que tener en cuenta que entre una y otra crónicas había habido mucho, muchísimo movimiento en el resto del mundo, que me habían llevado a tener que informar por ejemplo sobre Berlín o Praga y sus procesos diversos. Pero había muchas curiosidades que reseñar sobre el caso de las reformas democratizadoras en Hungría: «Los 7,8 millones de personas que pudieron participar en el referéndum de ayer debían contestar a cuatro preguntas: ¿Debe ser elegido el presidente de la República después de las elecciones generales? ¿Deben ser retiradas las organizaciones del partido de los lugares de trabajo? ¿Debe dar cuenta el Partido Socialista Húngaro (PSH) de las propiedades que tiene? ¿Debe ser liquidada la milicia de los trabajadores?» Un referéndum ciertamente complicado para el electorado.

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El Independiente, Hungría 27 de noviembre 1989

La actividad democratizadora continuó durante todo el otoño e invierno. A veces perdíamos la perspectiva, los periodistas y los políticos, y lo contemplábamos como un todo, olvidando que no era lo mismo la revolución en Hungría o Checoslovaquia, que la caída del muro de Berlín, las elecciones polacas, la defenestración de Ceaucescu o el desastre de Yugoslavia, sin contar la situación de Bulgaria o la inminente implosión de la Unión Soviética. Sin embargo había focos de atención en los que todo se unía, como la Conferencia sobre desarme de Viena, las CFE-CSCE que seguían su curso, y que daba pie a unificar en una pieza informativa los esfuerzos comunes de ambos bloques: «Se acelera la dinámica del desarme en Europa». Precisamente hice algunas piezas relacionadas con ello, pero así como ésta suscitó el interés del periódico, otras piezas enviadas se debieron de quedar en alguna mesa de redacción bajo algún montón de teletipos y papeles varios. Pero a mí me parecía importantísimo, por considerarlo un «…momento de inflexión en el que una esperanza se pone en marcha y en el que los conceptos de guerra, disuasión y diálogo comienzan a cambiar». En ese saco de las informaciones nunca publicadas se quedaron también varias entrevistas, al JEMAD español de entonces que visitó la conferencia, o al embajador español en la CSCE, entre otras.

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El Independiente Conferencia CSCE Viena 1989, 22 de octubre de 1989

La actualidad de Hungría siguió ofreciéndome historias interesantes que contar. Gracias a otro curioso personaje que conocí en la CSCE, Herr Kozusnik, tuve oportunidad de visitar en Viena a un miembro del Partido Comunista Húngaro quien se comprometió a facilitarme una entrevista con Karóly Grosz, en Budapest por supuesto. Sin embargo nunca se produjo tal encuentro. Lástima, porque en la primavera anterior, y en el marco de la Reunión Interparlamentaria de Budapest en marzo lo tuve a menos de dos metros de distancia, en los pasillos de la sala de reuniones de la conferencia, cuando todavía era presidente, y precisamente por esa circunstancia iba tan rodeado de escolta que fue imposible acercarle el micrófono. Mis crónicas sobre Hungría pasaron a un segundo plano y aunque informé puntualmente de las elecciones en la primavera, interesaron más otros temas relacionados con la corrupción y el desarme: «Investigan el tráfico de influencias en Hungría. Todos los políticos deberán declarar» (10 de marzo de 1990). Pero mis crónicas incluían los sondeos de opinión para los inminentes comicios. Mis previsiones, bien informadas, mostraron en abril, día 9, cómo: «El Foro Democrático es el favorito en las elecciones húngaras». En marzo de ese mismo año ya había informado sobre la salida de las tropas soviéticas de territorio húngaro: «Comienzan a retirarse de Hungría las tropas de la Unión Soviética. Tardarán un año en transportar 50.000 soldados y 230.000 toneladas de armamento». Y así dejé a la nación magyar sumida en su nueva rutina predemocrática.

El Independiente marzo 1990 Las tropas URSS se retiran de Hungría B

El Independiente marzo 1990 Las tropas URSS se retiran de Hungría

 

La rutina de un corresponsal

La rutina de un corresponsal es difícilmente descriptible en términos metodológicos. Cada profesional va creando sus agendas, protocolos y dinámicas en función de las necesidades informativas. Tenía que ir creando un modus operandi que justificara mi labor profesional. La única forma de actuar era la que me dictaba la construcción de mi imaginario de un corresponsal de prensa a través de las actitudes de los personajes que protagonizaban las lecturas de las novelas, o la información que la actualidad iba generando a mi alrededor.

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El Telón de Acero que dividía Europa

Tenía un hándicap añadido, y es que me costó bastante encontrar un apartamento o piso para vivir en la capital austriaca. Ello me llevó incluso a habitar el sofá en casa de algún amigo durante una temporada, más larga de lo que me hubiera gustado a mí y mucho más de lo que le hubiera gustado a mis anfitriones. Después de varios tumbos por la Josefstadtstrasse y por las afueras en el distrito 22, Florisdorf, conseguí un piso en la Marrokanergasse, en el tercer distrito cerca de Belvedere. Un barrio muy céntrico que me permitía tener a mano todo lo que necesitaba par realizar mi labor. La casa era bastante amplia, aunque como todos los apartamentos vieneses antiguos las comodidades no eran lo que los definía. Por absurdo que parezca, y debido a la división de las grandes casas del centro en la posguerra, la ducha por ejemplo solía ser un elemento que habitualmente estaba incluido en la cocina.

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Monumento a los soldados soviéticos en el distrito 3 de Viena, cerca de UnteresBelvedere, zona de la URSS tras la 2ª GM

Salía a primera hora de la mañana e iba a la Universidad donde de forma gratuita podía obtener los diarios informativos más importantes, Die Presse y Der Standard. Luego compraba en el pasadizo subterráneo del Opernring el Pravda en alemán, y escuchaba con atención la radio, ORF, único canal informativo. En los años ochenta todavía el panorama de la radio en Austria no era demasiado amplio y recordaba un poco el sistema informativo de los tiempos anteriores a la Transición en España, cuando RNE era la única emisora que podía emitir información. Por otra parte estaba registrado como corresponsal en el Kanzleramt austriaco y en alguna otra asociación de corresponsales que me enviaba información sobre las agendas políticas o sociales de la zona. Ello hacía que estuviera constantemente pendiente del buzón de correos como principal fuente de información.

Medios para la comunicación hace treinta años

Después de leer las columnas de opinión políticas y escuchar la información en la radio, componía una columna de opinión sobre la situación política en Europa oriental que junto con alguna crónica informativa de actualidad diaria o semanal escribía y enviaba puntualmente al periódico. Salvo la utilización del teléfono, que constituía el método para enviar crónicas de urgencia, mi canal para el envío de información era el repicado de textos desde la oficina de correos, die Post, donde realizaba un envío diario vía telex. Arte diabólico, por otra parte, ya que el telex era un medio de comunicación que obviaba gran parte de la información tipográfica, es decir no podía escribir mayúsculas, ni comillas, ni ningún otro signo de puntuación. Constreñido además por las variaciones de los teclados germánicos que cambiaban algunas letras en la configuración habitual de la máquina de escribir. Hungría despegó y rápidamente se sumó a los países democráticos de la Europa moderna. Tuvo sus episodios de retroceso involucionista también, en ello afortunadamente España no fue un modelo al que seguir.

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