¡Luces, género y acción!
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Las mujeres en el cine protagonizan menos de la tercera parte de las películas
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Vámonos Bárbara es considerada la primera muestra feminista del cine español
A lo largo del tiempo, el papel de la mujer en la industria audiovisual ha evolucionado hasta conseguir posicionarse donde está hoy. Desde la toxicidad mostrada en películas de los años 50 como Cielo negro, que refleja el poder del patriarcado y la imagen de la mujer sumisa, hasta otras producciones como Alien (1979) donde aparece una protagonista fuerte y luchadora. Este recorrido por la industria audiovisual recoge los hitos y referentes femeninos que supusieron el lanzamiento y empoderamiento de la figura de la mujer: Carmen Maura, Loles León y Bibiana Fernádez, entre otras. En contraste con lo anterior, la sexualización en papeles femeninos aún permanece vigente en la gran pantalla, no sólo en la interpretación de los personajes, sino también en sus relaciones personales. Asunción Bernárdez defiende que «tendremos que generar modelos nuevos para solucionar esta crisis. El modelo de la madre cuidadora y el padre proveedor de la familia no existe más».
La mujer española: su transformación en el tiempo
El cine actual nos presenta una mujer valiente, talentosa, fuerte e independiente, el trato que no se le reconoció a las actrices españolas en los años 40 y 50. En los primeros años de la década de los 50, se estrenó la película Cielo negro (1951), que es el perfecto retrato de un mundo hermético y enfermizo que absorbe a una mujer que busca la liberación a través de una doble sublimación: el amor y el matrimonio. La protagonista construye su mundo en torno al matrimonio, al hogar, a su familia en vez de ver el mundo exterior que la rodea.
Diez años más tarde la gran pantalla se centra en la representación de los estereotipos de una mujer pura y casta, pero a su vez objeto de deseo sin posibilidad de desear. Hacia los setenta, en el periodo de la Transición Española, aparecen las primeras mujeres directoras en el cine. Ellas conquistan el séptimo arte e introducen las teorías feministas. En la película Vámonos Bárbara, considerada la primera muestra feminista del cine español, vemos a la protagonista en el papel de una mujer que representa a miles de mujeres que están reprimidas por sus maridos y que cansadas de obedecer a una sociedad que les diga lo que tienen que hacer, decide dejar a su esposo y huir con su hija.
En esta misma década se percibe un aire de enfrentamiento entre los estereotipos femeninos del cine clásico y el surgimiento de las tendencias feministas mediante una figura de mujer fatal que busca conseguir poder mediante su atractivo. La mujer española se destapa, en sentido literal pero también figurado, en este momento aparece como una nueva mujer, aunque todavía en construcción.
Por lo general, las mujeres en el cine siempre han tenido papeles secundarios y protagonizan menos de la tercera parte de las películas. Los protagonistas son mayormente masculinos y los filmes que giran en torno a la mujer lo hacen desde un punto de vista masculinizado.
En 2003, la cineasta Icíar Bollaín marcó un hito en la historia de nuestro país hablando sobre la violencia de género en Te doy mis ojos (2003). También en 2009 Penélope Cruz entró en la historia de nuestro cine consiguiendo el Oscar por su papel en Vicky, Cristina, Barcelona dirigida por Woody Allen.
A pesar de los grandes avances logrados, según informa EuropaPress, un estudio realizado por la asociación Cima revelaba que la presencia de las mujeres en el cine español cayó al 24% en 2017, un año en el que los hombres ocuparon más del 70% de los cargos de responsabilidad en 131 películas españolas.
Cine de destape
Durante la época franquista, la censura estuvo a la orden del día en la industria cinematográfica. Las películas debían reflejar los valores del franquismo si querían ser publicadas. Sus personajes, también. El papel que tenían en el cine actores y actrices era muy distinto: los actores eran en la gran mayoría los protagonistas y el papel de las actrices no se entendía si no dependían de un hombre. Los personajes femeninos reflejaban a la mujer franquista y machista de la época, la cual adoraba a su marido y a su nación.
En este pretexto, el erotismo y el sexo eran tema tabú en el cine. El hecho de que fueran temas prohibidos solo creó una curiosidad irrefrenable en la ciudadanía española y llevó a muchos hombres a descubrir el cuerpo de las mujeres de maneras desafortunadas. Incluso, algunos españoles viajaban a Francia para poder ver las películas eróticas que en España estaban prohibidas. Destaca el caso de la película El último tango en París, que no fue permitida en el país hasta 1978.
Poco después de la muerte de Franco el cine se liberó de esa censura y vivió un despertar sexual que ya se venía anticipando en los últimos años de dictadura, donde ya se podían ver a algunas mujeres con “prendas cortas”. En 1977 se firmó el decreto que puso fin a la censura cinematográfica en España y los productores vieron una oportunidad para empezar a producir películas de contenido erótico y complacer a sus espectadores.
Nace así el “Cine de destape”, termino acuñado por el periodista Ángel Casas. Estas películas se caracterizaban por tener una dudosa calidad, chistes absurdos y fáciles y mujeres guapas mostrando su desnudez. No era un cine sustancial, solo era una excusa para poder ver a las “actrices fetiche” del momento, siempre guapas y normativas, semidesnudas.
El dúo de cómicos formado por Fernando Esteso y Andrés Pajares hicieron de este cine prácticamente toda su filmografía. Sus personajes se basaban en reflejar al español medio de la época mientras veían con cara de estupefacción a las actrices desnudarse ante sus ojos.
Fueron muchas las actrices que se convirtieron en mitos eróticos por estar claramente sexualizadas. No se las elegía por su capacidad interpretativa, si no por sus físicos, y cuando el cine de destape llegó a su fin fueron muy pocas las que pudieron labrarse una carrera en la industria. La gran mayoría fueron despreciadas por haber participado en cine erótico e incluso algunas, como Sandra Mozarowsky, se vieron obligadas a ejercer la prostitución. Cabe destacar que las actrices cobraban mucho menos que sus compañeros.
El auge del cine de destape duró, más o menos, una década, y acabó por puro aburrimiento de la audiencia. Los españoles ya se habían acostumbrado a ver a mujeres desnudas en las grandes pantallas y, poco a poco, se pasó a otro tipo de cine.
Sexualización en las relaciones entre mujeres
A partir de la década de los 2000, la cosificación de la mujer como objeto sexual seguía permaneciendo en las películas. Durante estos años, la mayoría de los papeles femeninos no tenían profundidad, simplemente sufrían problemas personales, pero sobre todo de pareja. Sin embargo, con el paso de los años, las mujeres han conseguido llegar a representar papeles de mayor reconocimiento. Aunque esto no ha sido excusa para dejar de seguir sexualizando la interpretación femenina.
En estos últimos años, una de las nuevas maneras que se ha incrementado para sexualizar a la mujer, es a través de la representación de relaciones entre chicas. Esto se debe a que progresivamente la sociedad está avanzando, e identificarse públicamente como homosexual o bisexual cada vez es más aceptado. Por esta razón, se ha comenzado a incluir con más frecuencia personajes con estas orientaciones en la gran pantalla. Aunque en la mayoría de los casos, se han centrado más en sexualizar las relaciones, que en narrar historias.
En el año 2013 se estrenó la película francesa La vida de Adele, la cual es considerada una de las películas LGBTIQ+ más importantes de la historia del cine. Como en la mayoría de las películas, aparecen escenas sexuales, pero en este caso se trata de una escena de sexo explícita de 10 minutos. Para rodarla, las protagonistas tuvieron que utilizar prótesis vaginales, las cuales le causaron daños. La autora original de esta historia, Julieh Maroh, dio su opinión sobre esta escena en su blog, definiéndola como: «una demostración brutal, exuberante y fría de lo que los hombres heterosexuales creen que es el sexo lésbico, que básicamente se limita a la pornografía».
Begoña Álvarez, directora y productora ejecutiva de Skam España, ha afirmado: «Tradicionalmente cada vez que aparecía una pareja de dos chicas con una relación sentimental sexual del tipo que sea en ficción, ha sido sexualizada. Creo que eso tiene mucho que ver con quienes eran los que contaban antes las historias». Hasta hace relativamente poco, los hombres eran los encargados de dirigir y producir las películas en su totalidad, reflejando su visión, dejando excluida la femenina. Poco a poco, la incorporación de la mujer en la industria audiovisual, está permitiendo ofrecer nuevos puntos de vista, que hasta el momento no habían sido contemplados. Así lo ha explicado la directora: «Afortunadamente, cada vez somos más las mujeres que estamos al frente de ficciones, y estamos aportando una nueva visión y una manera de entender la vida distinta. Estamos equilibrando la balanza, que creo que es lo que hacía falta».
En el año 2018, Movistar + estrenó la serie Skam España, un remake de la original noruega Skam. Esta serie ha sido la primera en España en mostrar una relación entre chicas bisexuales. La 2º temporada es protagonizada por Cris, una chica de 16 años, que a partir de conocer a Joana comienza a descubrir su sexualidad. Al representar una relación entre chicas, el equipo de Skam se enfrentaba al riesgo de poder llegar a sexualizar a las protagonistas, incluso de manera inconsciente. Pero según la directora: «Teníamos clarísimo que no queríamos perpetuar ese juego de aprovechar a sexualizar unos personajes a la vez que nos cuentan su historia. No, esta historia se podía contar sin tener que recurrir a eso».
Esta serie ha intentado cambiar la manera de contar este tipo de historias, de la forma a la que estábamos habituados. Así lo ha afirmado Begoña Álvarez: “Creo que somos capaces y que tenemos que ser capaces de contar las cosas de otra manera. Y Skam ha sido una plataforma y un trampolín maravilloso para poder mostrar que se puede”. Porque no hace faltar sexualizar, cuando el objetivo principal es visibilizar.
Las chicas Almodóvar
Cuando Pedro Almodóvar empieza sus andaduras como director, España todavía era un país donde salirse de lo establecido era muy difícil pero él lo consiguió. Tal vez el motivo de su indudable éxito es que trata temas y comportamientos de la sociedad vistos aún como tabú (la homosexualidad, las drogas…) con muchísima naturalidad. Por otro lado, dota a sus personajes de muchísima sensibilidad, pero a la vez con un carácter firme lo que les acaba dando una personalidad especial.
Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988) es la viva imagen de la mujer andaluza, que siempre ha servido como modelo de identificación de la mujer española en el exterior. Resulta también significativa la asociación de la mujer andaluza con la modernidad, evidente en los personajes femeninos de las películas de Pedro Almodóvar.
Los temas más destacados en las producciones del director manchego son la maternidad desde diferentes enfoques (la madre que enloquece, la madre transexual…), los problemas diarios que atormentan las mujeres como malos tratos, abandono, sumisión…). Todos estos factores tienen como resultado en esencia la lucha de las mujeres y su empoderamiento a nivel social.
El cineasta refleja de manera exponencial la afinidad hacia la mujer y su feminidad consiguiendo hacer partícipe de estos sentimientos al espectador.
Además, a través “de sus mujeres” nos muestra el contraste de la España urbana (una imagen femenina moderna y extravagante) y la España rural (una mujer de interior más sencilla, humilde, que sigue la tradiciones y costumbres españolas. Estas dos Españas y, a su vez, estas dos mujeres aparecen claramente reflejadas en La flor de mi secreto protagonizada por Marisa Paredes.
La mujer en la ficción
La forma en la que las productoras de entretenimiento muestran a las mujeres varía en cada nicho de la industria audiovisual. No obstante, existe una tónica habitual que sigue una serie de patrones, según nos cuenta Asunción Bernárdez, directora del Instituto de Investigaciones Feministas de la UCM: «Los géneros se representan con mujeres de una manera hipersexualizadas, cuyo valor principal es la belleza… mientras que para los hombres los valores principales son el dominio del mundo, el control sobre la realidad, etc.». Estos estereotipos, sin embargo, no tienen lugar en algunos de los productos mainstream que podríamos encontrar en plataformas como Netflix o HBO: «Lo mainstream sigue funcionando y sigue siendo el paraguas en el que somos capaces de colgar series que pueden hablar más de la diversidad, de la diferencia de géneros, del edadismo…».
Otra de las claves que nos ofrece Bernárdez es que las empresas de creación de contenido siguen produciendo para nichos, es decir, para personas que les gusta ver ese tipo de representaciones alternativas a lo que encontramos, por ejemplo, en televisión. No obstante, es necesario que la industria audiovisual rompa una brecha de género que existe desde el inicio de los tiempos. Por ello, el Instituto de la Mujer organizó en 2020 el festival Ellas crean, un evento que reunió a creadoras de todos los ámbitos para visibilizar su trabajo. Asunción Bernárdez también destaca el papel de las mujeres en la creación: «Es importante cambiar ese imaginario y que vaya saliendo otro tipo de productos y realidades que nos den para imaginar otros mundos más positivos para la igualdad, para generar un mundo menos violento, etc. Por eso es importante que las mujeres sean también creadoras y creativas, que puedan entrar en la creación».
En 2009, la brecha de género respecto al empleo se situaba en un 14% para mayores de 16 años y, tras reducirse hasta el 9,8% en 2013, no ha dejado de subir hasta el año 2018, según el Instituto Nacional de Estadística. En el año 2019 se ha conseguido reducir al 11,5%, pero estos datos son sólo un reflejo de cómo la sociedad, por mucho que pueda abrirse paso hacia la igualdad de oportunidades, avanza muy lentamente e incluso llega a retroceder. Centrándonos en el sector audiovisual, el Festival de Cine por Mujeres ha logrado lanzar, mediante el Ministerio de Cultura, la Red Abierta de Mujeres Profesionales del Audiovisual (RAMPA): su principal objetivo es acabar con la brecha de género de la industria mediante la visibilización y el incremento de su oferta profesional. Una de sus mayores reivindicaciones, además, es conseguir una base de datos donde se expongan las brechas de género en el sector.
Por su parte, Roxana Polpeka (profesora de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid) cree que es importante visibilizar a ciertos colectivos dentro de la ficción: «Tienen que dialogar en la misma jerarquía, es decir, que no se muestren mujeres madres como personajes secundarios, sino que también muevan la acción, que tengan un papel predominante, que no haya una discriminación en torno al género…».
Qué bien documentado!
Qué bien documentado y expresado!
Estupendo! Bien documentado y expresado
Muy interesante!
Me ha encantado, chicos. Esperando vuestro próximo reportaje con ansias