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periodismo universitario en internet

La voz de los deportes invisibilizados

Bboy Grazy Money Time Battle breakdance

Bboy Grazy en la Money Time Battle

  • Tres historias que cuentan cómo se vive a la sombra de los gigantes mediáticos

  • El desafío más grande al que se enfrentan es la poca cobertura que reciben

El sacrificio, el riesgo, las lesiones, los contratiempos, volar fuera del nido en busca de oportunidades. Todo ello forma parte de querer ver la luz al final del túnel, el éxito es una palabra que cada persona siente de manera diferente, es algo personal, propio de cada ser. Los protagonistas de esta historia luchan cada día para poder hacerse un hueco en el mundo de los deportes mediatizados. El fútbol sala femenino, el breakdance o el horseball son deportes que viven a la sombra de aquellos que son adorados por las masas y los medios de comunicación. Patricia, Grazy y Daniel sufren en sus carnes lo que es dejarse la piel en algo que no tiene el reconocimiento suficiente en los medios de comunicación y de la sociedad. Los obstáculos son piedras en el camino con las que puedes llegar a tropezar, pero nada comparado con el sabor que te deja llegar al final y encontrar tu propio destino, ¿merecerá la pena?

El deporte es algo popular y cotidiano en la sociedad actual, es algo tan trascendental en nuestra vida que tiene su propio apartado en los medios de comunicación. Sin embargo, no todos los deportes tienen el mismo espacio ni reconocimiento; la gran mayoría viven a la sombra mediática de unos pocos. Estos deportes invisibilizados por los medios y en gran medida dejados de lado por la sociedad, son conocidos como deportes minoritarios. Cuentan con una menor financiación, tienen un menor número de patrocinadores para sus competiciones, ligas y premios y necesitan llegar muy alto o muy lejos para hacerse con un espacio en los medios de comunicación que los deportes más populares cubren con noticias cotidianas y normalmente poco relevantes para su propio deporte. Las consecuencias de esta gran diferencia entre unos deportes y otros las sufren principalmente sus deportistas. Las posibilidades de vivir de ello son bajas, el sacrificio personal es alto y el reconocimiento popular brilla por su ausencia en la mayoría de los casos. Además, la conciliación entre la dedicación a su deporte y su vida es, muchas veces, un océano sin final.

No obstante, estos deportistas son personas, son como el resto, y como tal buscan hacer de su pasión su profesión, su forma de vida. Es un camino difícil, arriesgado, duro y exigente, pero es el camino que en algún momento tienen que elegir tomar o renunciar a hacerlo. Y ellos eligen seguirlo, eligen apostar por sus sueños, por su pasión, por aquello que les llena, sabiendo que las recompensas, normalmente, no son equivalentes a su dedicación.

 

 

Un gol contra los estereotipos

Patricia Blázquez Gol C.D Leganés

Patricia celebrando un gol / Toño Ramos (@Fotonio22)

Patricia Blázquez Roldán es jugadora del Club Deportivo Leganés, un equipo de fútbol sala femenino de primera división. Tiene 20 años, y tuvo la suerte de descubrir muy pronto cuál era su vocación. «Desde siempre he jugado en el patio del colegio con todos mis amigos», comenta Patricia sentada en un banco del polideportivo en el que entrena con su equipo, «Eran todos chicos. Yo era la única chica de mi clase a la que le gustaba. Era raro porque todos eran chicos».

A pesar de que nunca ha tenido unos objetivos claros en su carrera deportiva, Patricia ha ido escalando poco a poco en las categorías del fútbol sala hasta hacerse un hueco en la élite. Lo que comenzó como un simple juego de recreo ha acabado convirtiéndose en su forma de vida. «He tenido muy buena suerte porque en mi club de La Rioja tenían todas las categorías». F.S.F. Rioja Diamante le abrió las puertas del fútbol sala femenino, brindándole la oportunidad de convertirse en una futbolista de primera división.

El recorrido de Patricia como deportista de élite comenzó pronto: «Cuando el primer equipo de me necesitó, tuve que esperar a los 15 años y, en cuanto los cumplí, debuté en primera». Ni siquiera había pasado un año de este primer gran cambio en su vida cuando todo dio un nuevo giro. «Hace cuatro o cinco años, cuando debuté en primera, me llamaron a final de temporada para la selección española», recuerda, «¡No me lo esperaba para nada! Estar en Las Rozas… En la Ciudad del Fútbol… simplemente con la profesionalidad con la que te trataban allí… fue increíble».

No obstante, no todo ha sido un camino de rosas. «El equipo de mi ciudad no estaba en la categoría en la que yo quería jugar, entonces tuve que irme, estudiar fuera y echar de menos a mis padres porque me fui a Alicante». Esta etapa de su vida además estuvo marcada por una lesión de rodilla a la que se tuvo que enfrentar sola, lejos de sus seres queridos, los mismos que le apoyaron en su decisión de dedicarse al futsal.

Patricia Blázquez C.D Leganés fútbol sala

Patricia dando un pase / Toño Ramos (@Fotonio22)

El fútbol siempre ha sido concebido como un deporte masculino, propio de los roles de género que la sociedad ha formado y que poco a poco se están rompiendo. Aunque Patricia no ha sido víctima de este tipo de actos discriminatorios de una manera directa, desde muy pequeña se ha visto envuelta en ellos por ser mujer. «Nos decían “buah, hoy jugamos contra chicas, seguro que ganamos” y nosotras, que éramos muy buenas, pues normalmente o ganábamos o les peleábamos el partido. Y se sorprendían». En cambio, tal y como cuenta la jugadora, «Nosotras siempre hemos competido como un equipo más, sin hacer ningún tipo de discriminación y eso es con lo que me quedo».

La equiparación salarial entre el fútbol sala femenino y el masculino parece una utopía al contrastar las cifras entre lo que cobran las mujeres y lo que cobran los hombres. De acuerdo con la Asociación de Jugadoras de Fútbol Sala, el 70% de las jugadoras de primera división no tiene ningún contrato por escrito, y el 80% de las que reciben un sueldo cobran menos del salario mínimo.

En España, sólo hay un equipo de fútbol sala femenino en el que sus jugadoras tienen un contrato profesional, el Pescados Rubén Burela FS.

Por otro lado, el eco que los medios hacen de este deporte no ayuda a que las condiciones de estas jugadoras cambien a mejor, pues la visibilidad que se les da es muy reducida y en medios generalistas de gran alcance es prácticamente inexistente. «Yo creo que estamos en una postura muy difícil ya que, además de ser un deporte minoritario, somos mujeres y creo que en la sociedad no está muy bien visto que las mujeres jueguen al fútbol», comenta Patricia al respecto.

«No creo que esté totalmente normalizado y es algo por lo que tenemos que luchar», añade, «Poco a poco los medios de comunicación están intentando dar un poco de visibilidad, pero no creo que sea toda la que nos merecemos porque trabajamos igual o más que los hombres», reclama.

 

40 países y una pasión

Bboy Grazy breakdance

Bboy Grazy / JEOSM (@jeosmphoto)

Graciel Stenio, Bboy Grazy, es bailarín de breakdance a tiempo completo. Ha levantado su propia empresa, Ntamoperformance, es fundador de la Seventeenth Generation Crew y bailarín del Circo del Sol. Tiene 33 años y desde los 15 no ha dejado de bailar. Esta profesión le ha permitido vivir muchas experiencias, y actualmente está escribiendo un libro dirigido a deportistas, un manual sobre breakdance para ayudar a la gente.

«Empecé a bailar hace 18 años, y empezamos porque en ese momento bailaban los mayores de mi barrio. Nosotros estábamos todo el día en la calle, entonces al ver bailando a la gente que admirábamos, empezamos a imitarlos y empezamos a bailar por pura imitación», rememora Grazy.

Cuando Grazy empezó a bailar, no contaba con los recursos con los que cualquier persona hoy puede tener al alcance de su mano. «Yo empecé con un VHS. Teníamos un vídeo para ocho personas, para Fusion Rockers que era mi grupo, y esa era la única fuente de información. Era un vídeo de unos americanos que competían, y nosotros queríamos estar ahí». Ese joven Graciel de 15 años no sabía que la gente se podía dedicar a esto, tampoco que se podía proliferar tanto en este camino.

Bboy Grazy breakdance bailarín

Bboy Grazy bailando / Alexander Miller (@kelox_ts)

En España, el breakdance no está tan valorado como otros estilos de baile. «En Francia, En Estados Unidos o en Corea el breaking se valora más como herramienta para muchos tipos de plataforma, desde un videoclip hasta una gira. En este aspecto, España va cinco o seis pasos por detrás», por ello, muchos bailarines como Grazy tienen que buscar una alternativa internacional para darse a conocer.

En España, cada vez hay menos compañías de danza para englobar a todos los bailarines del país, según el Informe Anual de Situación de las Compañías Independientes de Danza 2017 realizado por la FECED. En la mayoría de estas compañías, el salario de los bailarines supera apenas los 900€, y de sus ingresos, únicamente el 19% proviene de subvenciones.

«Me es más fácil encontrar trabajos mejor pagados y mejor remunerados en el extranjero que en España. Por este tipo de trabajos a lo mejor en Inglaterra me pagan tres veces más», se queja Grazy. En Londres, un bailarín en una compañía de baile llega a cobrar 3.000€.

 

De un castigo a una profesión

Daniel Muñoz caballo equitación salto

Daniel Muñoz compitiendo en CCN2 de la Copa S.M. El Rey

Daniel Muñoz es el Director Técnico del Club Hípico Tramontana y subcampeón de horseball de la Liga Madrileña. Comenzó a montar con 16 años, pero su interés por los caballos viene de mucho antes, de aquellos fines de semana en los que iba a visitar a sus abuelos y estos le llevaban a montar. «Siempre que pedía un deseo yo pedía un caballo, es mi sueño desde pequeño», recuerda Dani de cuando decidió abandonar aquello que se había convertido en un sueño, «Cuando tenía 16 años mi hermana, que tiene siete años menos que yo, empezó a montar y un día me castigaron yendo a montar con ella», y en ese momento se reconcilió con la monta hasta ahora que tiene 27 años.

Comenzó haciendo equitación, pupilaje, pero el horseball no tardó en llamar su atención. «Yo siempre he jugado al baloncesto y me pareció una disciplina muy interesante. Es un deporte de equipo dentro de la equitación, el único que hay». Para Dani no fue muy complicado aprender, «Como he jugado toda mi vida al baloncesto, para mí era bastante fácil ya que sólo me quedaba controlar al caballo y empecé a practicarlo».

El horseball es un deporte ecuestre que forma parte de esos grandes desconocidos en España. Integra el rugby, el baloncesto y el polo en un mismo deporte, y el objetivo de sus partidos es conseguir meter el mayor número posible de goles en las canastas.

Aunque Dani tiene una carrera profesional cosechada de logros, siente que aún tiene un largo camino por delante. «He descubierto una forma de retarme cada día que no conocía, siempre he jugado al baloncesto y el mundo de los caballos es un poco más desconocido», comenta Dani. Los últimos cinco años como jugador de horseball estuvo entre los 5 máximos goleadores cada año, y más adelante consiguió su propósito de convertirse en el máximo goleador de la Liga de Madrid. Actualmente, como deportista, compite en salto de obstáculos y concurso completo de equitación.

Daniel Muñoz caballo potro campo

Daniel Muñoz con un potro

A pesar de que Dani ha tenido mucha suerte, el acceso a la práctica de este deporte es complicado, pues como él mismo señala «está el mito de que es un mundo caro, que no es para todos los bolsillos, y es un poco verdad». Otro factor importante es que es un deporte muy dejado de lado por los medios, especialmente por los televisivos y radiofónicos, «La verdad es que el horseball no lo conoce casi nadie, tiene muy poca visibilidad y nos tienen menos en cuenta aún, pero es muy divertido». 

«Estando dentro del mundo de la hípica me entero de todo, pero es verdad que sería agradable para todos salir en la televisión, por ejemplo, y compartir un poco más todos los éxitos del deporte español en hípica, que son muchos».

2 Comments

  1. Un gran trabajo

  2. Muy interesante la verdad, he aprendido cosas que desconocía. Y muy bien escrito.

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