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Los grandes olvidados del fútbol español

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Partido a punto de comenzar / pixabay.com

  • La Segunda B contará con más equipos que nunca en la historia del fútbol español

  • Manu Rivas: “Echo en falta que me anime la gente, me daba un plus”

¿Qué es el fútbol si no son 22 jugadores corriendo detrás de un balón? El fútbol es pasión, emoción, fidelidad y todas ellas de manera incondicional, sea en el lugar que sea, la categoría o el resultado. Decir que solo son personas detrás de una pelota es una definición simplista, igual que si defines el trabajo de un cocinero con Estrellas Michelín como preparar comida para alimentarse o, el de un escritor ganador de un Premio Planeta, como escribir palabras. En esta difícil situación, nadie se ha olvidado del fútbol, pero sí de los clubes más humildes.

 

La pandemia y el fútbol

La pandemia provocada por el coronavirus causó un confinamiento extremo que hizo que todo lo que nos rodea se pusiera en pausa, igual que una película cuando aprietas el botón de ‘stop’. El deporte rey, a pesar de que a veces está inmerso en una realidad paralela, que trataremos más adelante; no fue ajeno a la realidad y fue obligado a detener durante meses su actividad. Además de eso, la situación económica derivada de la crisis sanitaria ha provocado que los clubes, sobre todo los más modestos, tengan dificultades para seguir adelante con su desempeño, por no hablar de la situación sanitaria que todavía sufrimos.

El virus provoca que todavía haya ligas, situadas en las postrimerías del fútbol español en cuanto a nivel que todavía no han podido retomar la competición y, que a menudo, son olvidadas por el gran público y los medios de comunicación de masas. La medida de no reanudar la competición parece razonable, hay muchas otras actividades que no han vuelto a la normalidad después del estallido de esta pandemia, pero no para todos. Por ejemplo, la Real Federación Gallega de Fútbol encargada de organizar el grupo 1 de la Tercera División, todas las categorías por debajo de esta (unas 4 más dependiendo de la provincia) incluyendo las inferiores, amenazó con descender de categoría a los equipos que renunciaran a inscribirse en la competición.

 

Los clubes alegaban falta de seguridad (la Federación aportaría test de antígenos de manera semanal pero insuficientes para la mayoría). Las dificultades económicas derivan de la falta de ingresos durante meses anteriores, la poca afluencia de público que se permite y la falta de recursos materiales, por ejemplo de espacio para mantener la distancia de seguridad y todas las medidas para evitar contagios. Además, por parte de los integrantes de los equipos, al no ser una actividad imprescindible en sus vidas, como un empleo, no quieren arriesgar entre comillas su salud y las de su círculo al ser un deporte de equipo y estar en contacto con muchas personas. Por ejemplo, en la provincia de Lugo, en la  Primera Autonómica, más de una decena de equipos de los 20 que integran la categoría se negaron a jugar por los motivos citados anteriormente contraviniendo a la Real Federación Gallega de Fútbol. Finalmente el organismo federativo dio marcha atrás a la amenaza catalogada por la mayoría del gremio como carente de sentido común y permitió que la decisión de los clubes no conllevara el descenso automático de división.

Hemos contactado con uno de esos equipos, en concreto con el Friol CF, del municipio lucense con el mismo nombre de 3.772 habitantes. Hablamos con uno de sus capitanes, Santi.

 

No todos los equipos han decidido renunciar, es cierto que en niveles más altos, la actividad se ha retomado también debido a la exigencia y el interés económico. En todos los lugares de España en el ámbito del fútbol no profesional, las categorías que sí que han retomado la actividad son la división de bronce del balompié español, la Segunda B y la Tercera División, eso sí, con ciertos cambios en su estructura. En la Segunda B jugarán más equipos que nunca en la historia, un total de 102 integrados en 5 grupos divididos en dos subgrupos cada uno por ámbito territorial debido a que la temporada pasada no hubo descensos en el fútbol no profesional. Los clubes participantes en la Tercera División serán distribuidos en 18 grupos conforme a criterios de territorialidad, dividiendo cada uno de esos grupos en subgrupos de 10, 11 o 12 clubes. Posteriormente en las siguientes categorías la distribución depende de lo que haya decidido cada una de las 19 federaciones del territorio español. Así como, en algunos lugares como Madrid se están disputando casi la totalidad de ligas mientras que en Lugo no se está disputando ninguna liga provincial por el momento.

 

Ausencias y limitaciones de aforo en ‘el nuevo fútbol de barro’

La esencia del fútbol reside en los aficionados, sin ellos este deporte carecería de sentido. El aliento de la afición es una parte primordial del fútbol y a lo largo de la historia, se ha convertido en la mejor baza de muchos equipos. A diferencia del fútbol profesional, en el fútbol semiprofesional y amateur si está permitida, entre comillas, la presencia de público en el estadio. Este último aspecto varía dependiendo de la categoría y la comunidad. Las competiciones a nivel nacional son reguladas por el Consejo Superior de Deportes, mientras que las que residen en el ámbito autonómico, dependen de cada gobierno. Cabe mencionar que los estadios que pueden recibir gente, tienen un aforo muy limitado. No existe un porcentaje de aforo general, todo depende de las características del estadio.

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Las gradas vacías de un estadio de fútbol / pixabay.com

Nos encontramos casos como el Estadio Romano de Mérida, perteneciente al AD Mérida (Segunda B, Gr.5B), el cual tiene permitido el acceso a 7000 personas, lo que corresponde a un 50% de su capacidad. Una cifra muy lejana para el Rico Pérez, del Hércules (Segunda B, Gr.3B), el cual tiene permitido la entrada a 1000, de 30.000 posibles. Unos datos desconcertantes, resultado de la inexistencia de un protocolo general que sirva como guía para las Comunidades Autónomas. Como cita en la entrevista el miembro de la directiva del Estradense, “los clubes pequeños son los más afectados, tenemos que hacer malabares para salir de esta situación”. Así bien, este curso nos hemos encontrado con campañas de abonados de todo tipo. Unos equipos han lanzado campañas con precios muy elevados y condiciones nefastas, en cambio, otras campañas tienen condiciones más acordes con la situación actual que está viviendo nuestro país. 

Si hablamos del balón, los más afectados por la ausencia o reducción de público en los estadios, son los propios futbolistas. Según un estudio del Departamento de Fundamentos de Análisis Económico de la Universidad de Alicante (UA), la eficacia de los equipos que jugaban en casa se ha reducido considerablemente, concretamente el equipo local ganaba un 45% de los partidos frente a un 29% del visitante. Con las nuevas condiciones en los estadios, pasa a ser un 41% de victorias locales y un 33% de visitantes.

Si preguntamos a los protagonistas, las opiniones son muy dispares. En el caso de Manu Rivas, perteneciente a la SD Compostela (Segunda B, Gr.1A), él nos confiesa en la entrevista que echa de menos a su afición. “Echo en falta que me anime la gente, me daba un plus”. En la otra cara de la moneda, hemos conocido en otras entrevistas que la falta de público permite mejorar la comunicación entre los participantes en el encuentro. También la falta de aficionados hace que los jugadores sientan menos la presión y no estén tan nerviosos.

 

 

El fútbol modesto cuenta con menos recursos para afrontar la ‘Covid-19

Son muchos los equipos que se han visto afectados de forma directa por la ‘Covid-19’. La situación empeora cuando se trata de un equipo modesto, el cual cuenta con menos recursos y se le pueden multiplicar los problemas. El miembro de la Junta Directiva del Estradense, afirma que las ayudas de la Federación Gallega son insuficientes. “Nos donan la cantidad de test de antígenos para cubrir a los jugadores y personal del club pero aleatorio y una vez cada dos semanas. Debería existir un mayor control”. Según nos cuenta el joven jugador de la SD Compostela, Manu Rivas, “en caso de un falso negativo en los test, contamos con pocas medidas de seguridad en ese aspecto porque entrenamos todos juntos sin mascarilla”. 

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Partido de Tercera División en curso / Jorge B.

Podríamos decir que los más afectados de este ‘nuevo fútbol’ son los futbolistas, pero esta situación también afecta a todos los trabajadores que engloba un equipo de fútbol, que no son precisamente pocos. Desde el cuerpo técnico, directivos, hasta todo el equipo médico, fisioterapeutas, mantenimiento y utilleros. Estos últimos, han multiplicado sus funciones después de la pandemia. Ahora deben acudir antes para desinfectar todas las instalaciones, material deportivo y las equipaciones. Para que todo esto esté en regla, los clubes han tenido que nombrar la figura del ‘responsable de higiene’. Su función consiste en reunirse en la previa de los partidos con los colegiados para constatar que se están cumpliendo todos los protocolos de higiene.

A todo esto hay que sumar que los propios jugadores, debido a las restricciones de las diferentes Consejerías de Sanidad de las Comunidades Autónomas, no pueden usar los vestuarios en los entrenamientos, siendo por esto que, a causa del mal tiempo, el frío y la lluvia propia del invierno, las bajas por cuadros gripales se han visto incrementadas. Esto junto a que los clubes más modestos no se pueden costear más pruebas que las estrictamente necesarias para poder disputar los encuentros, se ven obligados a confinar por prevención a cualquier miembro del club que presente la más mínima sintomatología similar a la de la Covid-19. Es en este caso cuando las juntas y departamentos directivos de los conjuntos semiprofesionales se plantean lo siguiente: ¿Por qué tanto a los equipos de más alto nivel y por qué tan poco a nosotros? Tal y como dice un miembro de la junta directiva del Estradense: “la Federación y LaLiga si ayudan a un Real Madrid, si ayudan a los equipos grandes pero deja lado a los equipos pequeños”.  Estas desigualdades son las que hacen que gran parte de los equipos se encuentren en el alambre. La existencia de unos recursos escasos y la carencia de las ayudas por parte de los organismos territoriales y nacionales han hecho que el fútbol de verdad, el que rebosa amor al deporte y se desentiende de los aspectos más ligados al show, se encuentre en riesgo de quedarse en fuera de juego.

 

La falta de ayudas económicas: ¿Equipos en peligro de extinción?

Está claro que la situación que ha derivado de la pandemia ha sido un fuerte revés para todos los equipos españoles pero, sobre todo, para aquellos de un origen más modesto y humilde. La ausencia de público o, en su defecto, la escasez del mismo debido a las restricciones, el gran gasto en material sociosanitario y la insuficiencia de las ayudas por parte de los organismos correspondientes, han hecho que equipos del espectro no profesional español hayan visto en la cuerda floja su situación financiera. Como remedio a estas adversidades hemos visto soluciones de todos los tipos: ingeniosas, directas, alarmistas y creativas pero, sin duda, todas con el mismo fin. Ayudar al club a sanear las arcas en una época donde los gastos se disparan y los ingresos desaparecen.

Los clubes modestos obtienen gran parte de sus ingresos de la venta de entradas en los partidos como locales y a través de rifas y sorteos que se llevan a cabo en los descansos de los partidos. Es por ello por lo que una reducción total o casi total del aforo de los estadios, depende de la comunidad y del ayuntamiento, genera unas desigualdades gigantescas. Para que esto quede más claro hemos puesto cifras a 2 de estos casos. El CD Estradense, tal y como dijo el miembro de la directiva cuenta con un aforo total de 500 aficionados, mientras que en la actualidad solo pueden acudir 150 personas. Esto traducido a números y con el precio medio de la entrada a 5 euros, supone una pérdida de 1.750 euros. Por otro lado, la SD Compostela, equipo vecino del anteriormente nombrado, su estadio puede alojar a 12.000 personas mientras que ahora solo son 1.000 los espectadores, lo que supone el 8% del total de 12.000. Con el precio de la entrada alrededor de los 15 euros de media, supone unas pérdidas estimadas de 165.000 euros, solo en la venta de entradas (los datos toman como referencia el estadio lleno).

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Aficionado de la SD Compostela en el último partido / Sandra Arroyo

A todo esto habría que sumarle lo que se deja de ingresar en las rifas, en los sorteos, en las cantinas y en la ropa que vende el club.

En lo que respecta a las soluciones, muchos de los equipos han llevado a cabo rebajas salariales parciales, reducciones de personal y han pedido a los negocios y empresas locales que se vuelquen con el equipo. Según contó el miembro del equipo directivo del CD Estradense “nosotros estamos sobreviviendo gracias a campañas publicitarias, a donaciones desinteresadas de los socios y a otras que son de origen anónimo”. La Federación hace lo que puede pero no es suficiente, el fútbol de barro se desangra lentamente.

Ese deporte que todos hemos visto, jugado o disfrutado. Ese deporte que nos ha dado tanto y que nos ha llenado y llena de ilusión. Da igual la población, da igual el número de habitantes y da igual la orografía, sea donde sea y sea como sea, en cada rincón que haya una persona con ilusión por este nuestro deporte, el fútbol de barro, seguirá latente.

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