La cleptomanía: robar sin necesidad
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Los cleptómanos sienten euforia durante el robo, pero posteriormente el arrepentimiento les inunda de culpa
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Este trastorno afecta a 3 de cada 1.000 personas en el mundo
En una sociedad consumida por las enfermedades mentales y, en muchas ocasiones, la falta de conciencia, diagnóstico y ayuda, la cleptomanía se ha visto marginada a una segunda posición. Desde esa segunda postura, este desconocido trastorno continúa adquiriendo adeptos que son juzgados como ladrones desde el máximo desconocimiento.
La continua identificación de las personas cleptómanas como ladrones , confunde y complica el posible tratamiento de dicha persona. Lejos de robar por necesidad, los pacientes diagnosticados con cleptomanía sustraen objetos de forma ilegal por apaciguar una sensación de placer.
Este trastorno, considerado poco común, afecta a 3 de cada 1.000 personas. La cifra es poco realista, pues seguramente hay más casos de los que se cuentan y que en muchas ocasiones no se detectan y, por lo tanto, no consideran la necesidad de ir a terapia.
Desde El Prado Psicólogos en Madrid, Amelia Serra, psicóloga general sanitaria, y desde México, Jessica Morales , psicóloga humanista y psicoterapeuta, pretenden esclarecer las dudas que rodean a este trastorno mental que afecta de manera desconocida a tantas personas alrededor del mundo.
El concepto de cleptomanía
La cleptomanía , como definición del concepto, es un trastorno del control de los impulsos relacionados con robar objetos . Normalmente aparece en la adolescencia, pero dependiendo de cada persona, se puede desarrollar en la adultez.
La persona experimenta una tensión en sí misma que le lleva a sustraer algo que le llama la atención. La esencia de lo que sustraen no tiene ningún valor determinado ni económico para el individuo, ellos tienen la solvencia económica para podérselo comprar, sin embargo, lo hacen de este modo. Los robos suelen cometerse en centros comerciales o áreas públicas, pues el riesgo y la adrenalina es mayor. Pero eso no exime a las casas ajenas, roban sin pensarlo, a veces sin ni siquiera darse cuenta. Son movidos por el deseo de calmar una adrenalina que, normalmente, viene asociada a otros trastornos. A posteriori, surge un sentimiento de calma que les alivia a corto plazo.
Más tarde, les abruman los sentimientos de culpa y arrepentimiento, con ganas de deshacerse de lo robado, ya sea vendiéndolo o tirándolo a la basura.
Los pacientes que acuden a terapia para tratar el problema, casi siempre van impulsados por un familiar, lanzarse con intenciones propias a la terapia, es más difícil y muy poco común. « Llega un punto en el que no se pueden esconder más, ni ellos se pueden seguir engañando, y es ahí cuando necesitan ayuda » , mencionaba a Jessica Morales, psicóloga humanista y psicoterapeuta. « Necesitan una red de apoyo sin juicio alguno donde puedan acompañarlo y él [el paciente] pueda seguir un proceso ».
La patología afecta predominantemente a mujeres, dos de cada tres personas que acuden a terapia lo son, pero no hay un perfil concreto. A pesar de ser un trastorno que no tiene cura, se recurre a terapia psicológica para controlar las emociones. Una vez llegan a las sesiones, el primer paso para diagnosticar la alteración es el arrepentimiento : « Hay personas que llegan con un familiar y dicen, oye estoy haciendo esto y me estoy sintiendo mal, me estoy arrepintiendo. Lo siento, ayúdame, necesito ir a un médico » , narra Amelia Serra , psicóloga general sanitaria. Ahí es donde se refleja la angustia y es lo que les diferencia de un ladrón.Los profesionales acuden a un manual de trastornos mentales llamado DSM-5 y, de acuerdo a las características que incluye, pueden identificarlo y realizar el diagnóstico apropiado.
Asociación a otros trastornos
La cleptomanía puede ir asociada a otros trastornos como pueden ser los de la personalidad, emocionales o depresivos. También se da en personas que consumen sustancias como las drogas, el tabaco y el alcohol. Se presentan perfiles cercanos a la ludopatía y con carencias a la hora de llenar sus necesidades.
El perfil tipo de un cleptómano
Los cleptómanos no tienen un perfil concreto, no se trata de un trastorno basado en un rango de edad, en una determinada situación social o incluso en el género, ya que, aunque dos de cada tres pacientes diagnosticados son mujeres, no se ha hallado una explicación científica para ello y puede depender de muchos otros factores. Con lo que sí podemos relacionar este tipo de trastorno impulsivo es con otras adicciones, por lo general relacionadas con sustancias tóxicas o con el juego. También puede aparecer en un momento de gran estrés o ansiedad para el sujeto, como cuando se pasa por un suceso traumático o se vive en una situación desquiciante de forma prolongada, como por ejemplo conviviendo con depresión crónica.
A niveles neurológicos se relaciona con una alteración en el lóbulo prefrontal que afecta a la planificación, la toma de decisiones o la valoración de las consecuencias de los propios actos. Desde la psiconeurología se considera que está estrechamente relacionado con la falta de serotonina y dopamina, rasgo que comparte con otros trastornos impulsivos.
El tratamiento de la cleptomanía
El primer paso para recibir tratamiento es reconocer que se tiene el problema, sin embargo, los cleptómanos no suelen pedir ayuda por la vergüenza que les produce esta situación. Al robar por impulso, el sentimiento de arrepentimiento les lleva a deshacerse del objeto, ya sea devolviéndolo o tirándolo, e ignorar el hecho de que no pueden resistirse a dicho acto. Una vez que el cleptómano se reconozca a sí mismo y se decida a pedir ayuda, lo recomendable es que encuentre a alguien de su entorno que no le juzgue, le impulse a recibir terapia y le acompañe durante el tratamiento para evitar recaídas. Así como el proceso nos puede recordar al alcoholismo o la drogadicción, el tratamiento psiquiátrico consiste en medicamentos reguladores de la serotonina y la dopamina, que son las hormonas responsables del desequilibrio que les lleva a sentir adrenalina o placer cuando sustraen objetos. Estas indicaciones del psiquiatra deben ir siempre acompañadas de una terapia psicológica cognitiva en la que se le enseñe al paciente a distinguir con claridad el bien del mal y a actuar en consecuencia. En este tipo de terapia también se insiste en que tomen conciencia del daño que estos impulsos pueden llegar a provocar, tanto a nivel personal como a nivel legal.
¿Qué dice la ley?
No existe una ley específica ni ningún apartado en el Código Penal que ampare a los cleptómanos, pero sí se puede considerar un atenuante si el trastorno está avalado por profesionales. Así nos lo contaba Isabel Serrano Maíllo, profesora de la asignatura Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid .
Lo cierto es que para que en un juicio se admita que la persona juzgada no era responsable de sus actos se debe demostrar que actuó por impulso o en estado de enajenación.
En el caso de los cleptómanos, esta es una baza difícil de jugar, pues al actuar a escondidas muestra que sí distingue el bien del mal y en el momento del robo sabían que lo que estaban haciendo era ilegal. Aún así, las penas a las que pueden ser condenados no suelen ser altas y por norma general se trata de hurtos, robos de objetos sin violencia y con un valor económico menor a 400 euros, y no de un delito mayor.
Mientras la salud mental se sigue subestimando, la cifra de casos del trastorno cleptómano es poco acertada. Entretanto, sigue sin haber concienciación respecto al asunto y son muchas las personas que seguirán sin acudir a terapia por miedo a creer que están locas. Fenómenos como la ansiedad o la depresión pueden favorecer la aparición de la cleptomanía, trastorno que al ser todavía menos común, supondrá tema de debate y de prejuicios en la sociedad. Es necesario crear un entorno seguro para poder hablar de estado mental de cada uno, al igual que está interiorizado hablar de la salud física. Lejos de promover el morbo de relatar un trastorno no tan sonado, cuyo índole es robar objetos, el objetivo es visibilizar una patología que afecta a 3 de cada 1.000 personas en todo el mundo . Si el final deseado es un mundo mejor, quizás muchas más personas se atrevan a lanzarse e introducirse en la terapia.
Muy buen reportaje que aclara mucho sobre este transtorno.
Muchas gracias, nos alegramos de que te haya servido!
Fantástico y muy interesante!
Muchas gracias!!
Gran estudio Elsa. He disfrutado mucho leyéndolo.
A veces ni siquiera lo necesitan, o lo quieren solo porque alguien se lo sugirio.