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periodismo universitario en internet

Violencia vicaria: ¿bulo o realidad?

¿Qué es eso de la violencia vicaria? Una pregunta que aún se la hacen muchos, y otros tantos tratan de explicárselo, a veces con desesperación. Sin embargo, lo curioso es que el término se acuñó en 2012, hace ya muchos años, pero, además, es algo que está entre nosotros, podríamos decir, desde siempre. A la violencia vicaria la puso en la palestra pública la psicóloga y clínica forense Sonia Vaccaro en 2012, y se materializó un término que hasta el momento era abstracto (o, mejor dicho, inexistente) y que ella relacionaba directamente con los casos de violencia machista. Lo definía así: «Es aquella violencia contra la mujer que ejerce el hombre violento utilizando como objetos a las hijas o hijos, para dañarla». Por lo tanto, la violencia vicaria es un tipo de violencia de género.

Desde entonces, se han hecho estudios y se ha tratado de analizar más a fondo en este tipo de violencia que, a veces, es casi imperceptible debido al desconocimiento y desinformación. Esta forma de violencia se ejerce dentro del núcleo familiar, en el que uno de los miembros de la pareja realiza unos hechos dirigidos a los hijos e hijas con el único objetivo de dañar, chantajear o someter al otro miembro de la pareja. Es un mecanismo por el cual se ejerce presión sobre el otro miembro de la pareja para mantener el poder sobre ella, o como dice la abogada experta en violencia de género Paz Lloria: «utilizar a otro para hacer daño a un tercero».. Uno de los contextos en los que se suele producir la violencia vicaria es durante el proceso de separación o divorcio, y las maneras de ejercer ese daño hacia la pareja a través del menor pueden ser a través de daño psicológico, físico o económico. Con este tipo de reportajes, se busca proveer de información y crear alarmas que salten cuando se perciba la mínima expresión de este tipo de conductas.

Un niño víctima de violencia vicaria y maltrato.

Un niño es silenciado por su padre. / Getty Images

 

La violencia vicaria en las redes

¿Existe realmente la violencia vicaria? ¿La violencia de género afecta también al entorno de la víctima y sobre todo a sus hijos? ¿Es la violencia vicaria un bulo? Sí, la violencia vicaria existe y no, no es ningún bulo. Antes de dar argumentos que apoyen estas respuestas, deberíamos enfrentarnos a aquellas afirmaciones que aseguran que la violencia vicaria no existe. A pesar de encontrarnos con casos que prueban la existencia de la violencia vicaria y que, además, mostraremos a lo largo de este reportaje, aún hay personas anónimas y conocidas en el panorama nacional que opinan de una manera pública sobre este tipo de violencia.

El partido político VOX niega, desde su ideario y sus discursos, cualquier tipo de violencia machista. Cayetano Rivera asegura vía Twitter que no existe la violencia vicaria, tras lo acontecido en el caso de las niñas Anna y Olivia de este año.

Un artículo de Economía Digital afirma que la violencia vicaria no tiene que ver con la violencia machista y que es una invención más de la izquierda para «justificar sus políticas de género y reclamar justicia feminista».

 

 

Algunos usuarios de Twitter que manifiestan que la violencia vicaria no existe:

 

 

La mediatización de la violencia vicaria

Una vez explicado lo que es la violencia vicaria, cómo y para qué se emplea, nos apoyaremos en los siguientes datos (y posteriormente, en testimonios reales) para desmentir las afirmaciones de aquellos que niegan la existencia de la violencia machista y vicaria. En España hay registradas 1118 víctimas mortales por violencia de género desde el año 2003 hasta el día de hoy. Datos que pueden verse y que están recogidos con detalle por la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género. Uno de los primeros casos mediáticos de violencia vicaria (aunque en ese momento no se le llamaba así) fue en 2003, cuando Felipe Rascón amenazó a su mujer, Andrea González, con «darle donde más le dolía». y ese mismo día mató a la hija de ambos de 7 años en una visita permitida por el juez. Este caso fue muy sonado porque hasta 15 años después no fue cuando el Tribunal Supremo hizo justicia. Además, El Comité de Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer señaló que España no actuó con la diligencia debida para evitar lo sucedido.

El 2011 nos lleva hasta el caso de José Bretón, un padre que asesinó a sus propios hijos de 6 y 2 años. Fue un acto que realizó para vengarse de su mujer, porque ésta había decidido separarse de él. En el año 2017 ocurrió otro caso de violencia vicaria en el Hospital Infantil La Paz, en Madrid. Un hombre de 27 años con antecedentes de violencia de género se tiró por la ventana con su hija de un año desde una cuarta planta después de discutir con su pareja Principios del año 2021: caso de Rocío Carrasco. Uno de los casos más mediáticos y gracias al cual se comenzó a reconocer mucho más el término «violencia vicaria». y a conocer más de cerca las consecuencias que tiene el ejercicio de este tipo de violencia. Si nos fijamos en la actualidad, el año 2021 nos ha dejado con el caso de Anna y Olivia, dos niñas que fueron secuestradas por su padre cuando éste tendría que habérselas devuelto a la madre. Pasadas las semanas, se encontró el cuerpo sin vida de una de ellas en Tenerife. De esta forma, se constituye como uno de los casos más mediáticos del año, y que no dejan lugar a dudas a la afirmación de la existencia de la violencia vicaria.

Entonces, ¿la mediatización de los casos perjudica o beneficia? A pesar de que algunos sectores ponen en duda a las víctimas y existen personas que buscan desacreditar sus testimonios, es más beneficioso dar a conocer este tipo de casos porque, de este modo, se ayuda a otras víctimas a poderse ver reconocidas en esas palabras, además de alertar a los organismos de que existe un problema real al que se necesita poner remedio.

 

¿Violencia vicaria?

            Según la Real Academia de la Lengua Española, el término vicario se presenta como una persona que tiene las veces, poder y facultades de otra persona o las sustituye. No contempla el concepto de violencia vicaria, uno muy reciente en nuestro país. Tampoco incluye el término violencia de género, aunque esta lleva instalada en la sociedad desde hace décadas. Donde sí encontramos fácilmente estos conceptos, estos términos, es en las asociaciones. Verónica es una de las dirigentes de la Asociación Mum, una organización sin ánimo de lucro cuyo principal objetivo es ayudar a mujeres víctimas de maltrato. «La fundó una superviviente, Carmen, que había estado durante muchísimos años sometida a malos tratos con la pareja que tenía. Ella consiguió sobrevivir y con otra amiga suya, Consuelo, y otra compañera psicóloga, Rocío, decidieron que había que hacer algo para ayudar a las mujeres»..

Verónica habla en nombre de Carmen, de Consuelo y de Rocío, pero también lo hace en nombre de las cientos de mujeres víctimas de maltrato que se recuentan al año en España. Solo en su asociación han acogido a diecisiete mujeres. «Este mes hemos tenido 22 contactos y derivados han sido 17, porque las otras cinco llamadas o no encajaban con el perfil con el que trabaja la asociación o al final han encontrado otro recurso antes. Yo llevo en la asociación seis o siete años y entré en un momento en el que estaba todo esto en ebullición y luego se podían hacer las acogidas presenciales, que es lo mejor, hablar cara a cara con la gente y que vean la tuya». Ahora, la pandemia ha complicado mucho esa acogida presencial, ese intercambio de emociones que destaca Verónica. Es un problema al que se añade la falta de recursos por parte de las víctimas. «Con la pandemia tuvimos que empezar a hacer acogidas virtuales y hay gente que no tiene medios, esto es así. Hay gente que no tiene medios, que no tiene ni un teléfono. No hay forma de nada, tienen un teléfono y te llaman desde el bar y entonces dices: Oye ¿y cómo te veo? Pues resulta que no lo puedes ver porque están en esta situación. ¿Son situaciones límites y excepcionales? Sí, pero las hay». Las hay, dice Verónica, como también las hay víctimas de violencia vicaria, a pesar de que su asociación no se dedique exclusivamente a este tipo de maltrato.

El caso más reciente es el de la última mujer que entró a vivir al refugio que tiene la organización, donde acogen a víctimas con hijos que no pueden permitirse un nuevo hogar. «La última compañera que ha entrado a la aldea tiene un gran problema de violencia vicaria con el chico mayor, que tiene 8 años. Ha coincidido y estamos intentando buscar por todos los medios un psicólogo para él que, de he hecho, ya lo tenía en el otro refugio. El propio psicólogo nos lo decía: «Este chico no puede parar el tratamiento».

 

Una única asociación para miles de mujeres

Para este tipo de casos tan solo existe una única asociación en España. La Asociación MAMI se fundó hace apenas unos meses y está formada por ochenta mujeres víctimas de violencia vicaria. Ruth es su portavoz, pero también es una de las tantas víctimas que sufren este tipo de violencia. «Empezamos el recorrido varios meses atrás. La fundadora empezó años atrás, lo que pasa es que no se le daba nombre, no se sabía que esto que estábamos pasando se llamaba violencia vicaria. Todo fue a raíz del caso de Rocío Carrasco, cuando un grupo de madres decidieron formar la asociación». Fue entonces cuando Ruth, junto con el resto de asociadas, se unieron, cuando todavía el propio término no estaba introducido en la sociedad. Una sociedad que tampoco termina de reconocer lo que significa y supone la violencia vicaria. «Bulos hay muchos, también hay gente que dice que la violencia de género no existe, cuando están las estadísticas abrumadoras que afirman que las violaciones son a mujeres, que las muertes son de mujeres en manos de hombres y las muertes infantiles son también en manos de los padres y no de las madres. Nosotras como asociación queremos aclarar que desgraciadamente los niños son usados como armas para continuar el maltrato a nosotras. A ellos no les importan los hijos, les importa continuar el maltrato y nosotras estamos afectadas, pero al final nosotras hemos vivido nuestra infancia y adolescencia. Pero ¿qué infancia y adolescencia están viviendo nuestros hijos?».

Mujer víctima de maltrato se esconde de su agresor.

Una mujer se esconde de su maltratador. / Getty Images

Estos niños, precisamente, son otro de los objetivos de la asociación. Si esta reúne hasta a ochenta madres, a estas las acompañan, al menos, 120 menores. «Le damos asesoría a las madres de cómo gestionar la situación. Desgraciadamente ya sabemos cuáles son los primeros síntomas por la conducta de los niños, por lo que intentamos decirle cómo protegerse ellas también, porque no olvidemos que son las armas de ellos, pero también intentar protegerlos a ellos. El problema es que nos encontramos con que las que conservan a los niños, porque muchas ya los hemos perdido, quieren llevarlas a terapia, pero ellos se niegan y entonces hay que pedir una orden judicial para que el niño vaya a terapia. El problema es que están tardando los juzgados una media de seis meses, incluido los juzgados de violencia. Seis meses en un menor es muchísimo tiempo. En mi caso la ayuda llegó muy tarde, la había perdido».. Es entonces cuando Ruth empieza a narrar su historia, que al mismo tiempo es la de muchas mujeres en España. «Yo me acerqué al juzgado, les pedí que por favor, que mi hija tenía ideas suicidas, que me ayudaran. No salió el juicio y la niña al final tuvo que hacer lo que el padre dijo. Es complicado, intentamos también ayudar a los niños en la medida que podemos. El problema es que mientras estos menores estén con visitas y pernoctas con los violentos no los podemos ayudar. Los niños al final actúan o por miedo o por presión de estos padres violentos»..

 

«Se fueron en Semana Santa y ya no volvieron»

Ochenta madres, cada una con su propia historia, forman la Asociación MAMI. María José, una de estas víctimas, nos recibe cuando ya han pasado alrededor de 20 años desde su situación de maltrato. Las consecuencias de la violencia vicaria, sin embargo, se mantienen en su vida al no haber podido recuperar a sus hijos. «Esto fue en marzo, el 19 de marzo, el día del padre. Ese año cayó la Semana Santa en abril y deciden lo que nunca habían decidido: que se iban a ir con su padre a pasar la Semana Santa. A mí ya me sonó raro, porque yo estaba con una escayola y me dejaban con un bebé chiquitito, pero yo no les voy a quitar nunca que vean a su padre. Se fueron en Semana Santa y ya no volvieron. Así hasta hoy».

Lo cuenta prácticamente con la mirada perdida, a pesar del tiempo que ha transcurrido desde aquel día. Un día que supuso un punto de inflexión, pero que arrastraba años de maltrato. «Cuando mi hijo tenía 30 años fue cuando yo le dije que estaba en el mundo y nació sietemesino porque su padre me intentó estrangular hasta el punto de que perdí el conocimiento. Me desperté en el hospital pariendo, estaba ya de parto. Se adelantó el parto por culpa del padre. Nunca se lo había contado a nadie, lo tenía callado y a él menos, pero para que se dé cuenta ya de una vez de quién es su padre». El de María José es un testimonio que busca ayuda, que necesita hacerse oír. Es un testimonio que visibiliza los otros cientos de casos que recorren el país.

Su historia fue encontrada por la Asociación MAMI, pero no es suficiente. «Por Twitter la asociación se puso en contacto conmigo, porque yo ya desesperada he pedido ayuda por todos lados. He pedido ayuda a Jorge Javier, a Carlota Corredera, he llamado a Telecinco, a Antena 3… He llamado a todos los lados para pedir ayuda, que por favor se me escuche. Solamente quiero que me escuchen, que yo no soy la mejor madre del mundo ni lo pretendo ser, pero no soy mala madre. Y a mí me han hecho sentir durante un tiempo que yo era la peor madre del mundo y la peor persona del mundo, y yo creí que era verdad, que maltraté a mis hijos, y yo nunca he maltratado a mis hijos».. María José termina su testimonio sin poder contener las lágrimas. La suya es una historia de sufrimiento y dolor, pero, sobre todo, de injusticia. La misma que viven las mujeres víctimas de violencia vicaria en España, un país en el que el maltratador tiene más protección que la maltratada. Un país en el que una amplia parte de la sociedad todavía cuestiona la existencia de este tipo de violencia que se alarga en el tiempo. Un tiempo que acaba consumiendo a la mujer y que termina perjudicando a los hijos. Un tiempo en el que la mujer no puede recomponerse, no puede avanzar. Un tiempo que, frente a los ojos de una sociedad que mira a otro lado, demuestra que la violencia vicaria no es un bulo: es una realidad.

 

One Comment

  1. Interesante!!, desconocía que este tipo de violencia que se desarrollar dentro del núcleo familiar, se conoce como violencia vicaria, entendiendo a este tipo de violencia donde los hijos o hijas son utilizados por los padres para generar indirectamente daños en la madre o el padre, sin tener en cuenta la vulneración de los derechos del niño o niña. Asimismo, estimo que el poder identificar este tipo de violencia en la familia, se puedan accionar mecanismos de protección. Así como plantear políticas públicas a fin de garantizar y proteger al núcleo de la Sociedad como es la familia.

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