La nomofobia, un fenómeno al alza en España
Más de ocho millones de españoles se consideran adictos al móvil, según un informe de Rastreator
Actualmente, de media, la población española dedica más de 60 días completos al año a estar con el móvil
Al hablar de adicciones, instintivamente se piensa en las drogas o el alcohol. Pero quizás, en la nueva era digital, poca gente se atreve a calificar el exponencial uso de las nuevas tecnologías como una adicción. Lo cierto es que cada vez se registran un mayor número de adicciones asociadas al uso prolongado de ciertos dispositivos tecnológicos, entre ellos, el móvil. El teléfono móvil se ha convertido para muchos en un apéndice más de su cuerpo. Cuando una persona siente dificultades para separar la vista de la pantalla o tiene una necesidad imperiosa de mirar lo que ocurre en el móvil tiene una adicción con nombre propio: nomofobia. Actualmente, en España más de 8,1 millones de personas se consideran adictas al móvil, es decir, el 17% de la población española, según un informe de Rastreator.
A finales de 2019, en el mundo había más de ocho mil millones de dispositivos conectados y se prevé que para 2024, haya cerca de 14 mil millones (sin contar televisores inteligentes, consolas de juegos ni ordenadores personales). Esto supone un crecimiento del 12% cada año, según un estudio realizado por Ditrentia. Además, para 2030 se estima que se llegará a usar una media de 15 dispositivos por persona. En España, de los 47 millones de habitantes, 30,5 millones son usuarios. En el país se constata que cada vez se usa más el móvil y para más cosas.
Según un informe realizado por Rasteatror, más de 8,1 millones de españoles se consideran adictos al móvil y el consumo de sus smartphones se sitúa en una media diaria de 4 horas y 22 minutos. Esto equivaldría a emplear más de 60 días completos al año a estar con el móvil. Muchos de los usuarios aseguran que no pueden separarse de su teléfono. La dependencia a esta tecnología cada vez es más alta y desbloquear un smartphone al despertar y bloquearlo justo antes de ir a la cama ya es la rutina diaria de seis de cada diez españoles. Los españoles superan la media mundial en el uso de aplicaciones en todas las categorías salvo en las de citas. Especialmente utilizan aplicaciones de mensajería instantánea, redes sociales, mapas, compras y música, según indican desde Ditrentia. La capacidad de estos teléfonos, el acceso a la información que proporcionan y sus infinitas y crecientes posibilidades derivan en la necesidad de revisarlos constantemente hasta el punto de convertirse en un problema grave para la salud psicológica: una adicción.
Esta adicción a los smartphones tiene nombre propio y se conoce como nomofobia. El término se define como el miedo irracional a no tener teléfono móvil, a estar desconectados del mundo por la vía digital. El cerebro de la persona con nomofobia actúa de la misma forma que el de un adicto a las drogas o al alcohol, activando los mismos circuitos cerebrales y liberando la misma sustancia que provoca la necesidad de volver a consumir en los casos de adicción a sustancias. Este término nació a raíz de un estudio de la estimación de la ansiedad que sufren los usuarios de los teléfonos móviles realizado por el Instituto Demoscópico YouGov.
Síntomas de la nomofobia
«La gente no es consciente de que este uso del móvil puede llegar a ser patológico y, por tanto, desconocen sus síntomas», asegura la psicóloga Jessica Muñoz, especializada en el ámbito sanitario. El primero de los síntomas de la nomofobia y el más común es la ansiedad que sienten los pacientes ante la ausencia de su teléfono móvil y la imposibilidad de estar desconectado de él durante un cierto periodo de tiempo.
Sin embargo, la psicóloga destaca que es un proceso paulatino y que deben observarse con atención los cambios conductuales relacionados con esa ansiedad. No dormir por estar con el móvil o dejar de hacer cosas con el fin de utilizarlo más son algunos de los cambios de conducta más habituales.
Otros indicadores destacables son la revisión constante del móvil o evitar ir a sitios sin cobertura. Un nomofóbico, en resumen, es incapaz de desconectar de su smartphone y dejar a un lado ese mundo electrónico.
Principales afectados: adolescentes
«Cuando alguna vez he olvidado el móvil en casa, algo raro porque no suele olvidarse, me he sentido vacía, como si me faltase algo», confiesa María Díaz, estudiante de Publicidad y Becaria en el Gabinete de Comunicación de la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM. Al igual que María, muchos jóvenes aseguran sentir esa inseguridad ante la ausencia de su teléfono móvil. El mayor porcentaje de afectados por esta enfermedad se encuentra en jóvenes situados entre los 18 y 24 años. Un 47% de ellos confiesan ser adictos a sus smartphones, los cuales emplean más de seis horas de media diaria. Esto es 2 horas y 24 minutos más que la media nacional y el doble que los españoles mayores de 55 años
Los teléfonos móviles son actualmente una gran fuente de actividad social, entretenimiento y ocio, pero también en los últimos años se ha incrementado su uso en el mundo educativo y en el laboral, sobre todo a raíz de la pandemia del COVID-19 y la imposición de clases online y el incremento del teletrabajo. Según el informe de Rastreator, el uso más extendido del móvil es el consultar las redes sociales (20%), por delante de otros aspectos más tradicionales como realizar llamadas telefónicas (18,5%) o la gestión del correo electrónico (14,4%). Todo ello provoca, que no solo para la población en general, sino que para muchos adolescentes sea inevitable estar constantemente “conectados”
Dentro de los adolescentes, este estudio también demuestra que, en concreto, las mujeres españolas tienden más a usar su teléfono móvil con una media de 4 horas y 47 minutos diarios, 50 minutos más que la media masculina. Esto indica que el uso de esta tecnología también cambia según el género. Las mujeres suelen consultar más las redes sociales, a diferencia de los hombres, que invierten más tiempo en las llamadas.
«Las redes sociales fomentan unos cánones de belleza peligrosos especialmente para las adolescentes», asegura María Díaz desde su propia experiencia. El mayor consumo de estos dispositivos por parte de las mujeres jóvenes se relaciona con esta imposición de estereotipos inalcanzables que son generados a raíz de redes sociales como Instagram y a través del auge de las influencers de moda y belleza, que contínuamente exponen sus cuerpos, generalmente normativos, en la plataforma. «La gente tiene que ser consciente de que lo que vemos no siempre es real, muchas veces somos adictos a una realidad ficticia donde se venden una felicidad y cánones que no son reales».
Consecuencias de la adicción
Tres de cada 10 padres creen que sus hijos pasan demasiado tiempo enganchados, ensimismados por la pantalla de su teléfono o tableta.
Jesús Nieto es padre de dos adolescentes, una chica y un chico, de 17 y 13 años y licenciado en Sociología. En su núcleo familiar, la adicción al móvil de uno de sus hijos ha dinamitado las confianzas familiares. Para él, el teléfono está afectando a la vida de sus hijos: «no quedan tanto con algunos amigos o, a la hora de salir a la calle, su salida va en previsión de lo que se haya dicho por el móvil»,. Para él «las relaciones sociales si no se producen a través del móvil da la impresión de que no existen. El tú a tú se deja un poco más de lado. Incluso cuando se reúnen con los afines, otra vez tienen el móvil delante. Da la sensación de que es más importante las conversaciones que transcurren en ese mismo momento a través del móvil que la presencial que pueden llegar a tener».
Jesús no conocía hasta ahora el término nomofobia, pero sí cree que sus hijos puedan llegar a tenerla en cierto grado. Especialmente, su hijo menor de 13 años que «ha llegado a hacer cosas extrañas, como, por ejemplo, faltar a clase para poder usar los dispositivos tecnológicos, ya no solo el móvil, sino también videoconsolas». Todo ello, ha provocado que el adolescente llegue incluso a tener deficiencias académicas: «ha llegado a suspender asignaturas e incluso mentir a la familia a la hora de decir que las tenía aprobadas y luego no era así. Su rendimiento académico se ha lastrado y el hecho de engañar a la familia ha provocado que las confianzas familiares hayan estallado y se han erosionado».
La adicción al teléfono no solo puede provocar malos rendimientos académicos o defectuosas relaciones familiares y sociales entre los adolescentes, sino que diversos estudios han confirmado que los dispositivos móviles contribuyen a la aparición de ansiedad, bajas autoestimas y diversos problemas mentales, a los que pueden añadirse incluso trastornos alimenticios.
Tratamiento de la adicción
Para Jesús Nieto fue complicado tratar este problema tan serio en la vida de su hijo. La primera reacción, como padres, fue quitarle el dispositivo móvil a su hijo hasta que mejorase las notas y comenzase a hacer caso en lo que se le pedía. Además, también intentaron «encauzarle unos horarios más adecuados para que tuviese un rendimiento académico óptimo». Sin embargo, se han sorprendido, porque su hijo ha acabado haciendo resorte a sus restricciones: «Si le quitas el móvil, el ordenador que tiene como instrumento de trabajo para sus asignaturas, ya que cursa una modalidad en la que trabajan con tablets en las clases, de repente, ha sustituido el móvil y sigue haciendo cosas que no teníamos previsto y que le habíamos dicho que no hiciera. Además, las hace en las horas dedicadas al estudio. Evidentemente, ahí tenemos otro problema. Aunque le restrinjamos un dispositivo, algunas veces se sale por la tangente y sabe bordear esas restricciones».
Él incluso ha admitido que si no consigue corregir esta conducta, deberá acudir a profesionales. «Cuando veamos que hay cambios conductuales o emocionales siempre hay que acudir a un profesional», destaca la psicóloga Jéssica Muñoz, a lo que añade que «también contamos con esas unidades de adicciones, que no solo tratan las sustancias, sino también conductas adictivas, como en este caso la adicción al móvil».
Para Muñoz, desde casa se deben promover los hábitos saludables de consumo de las tecnologías, especialmente en la primera toma de contacto con los móviles. Asimismo, en las escuelas también es necesario un aprendizaje, «donde quizás podría servir de contexto global y donde podrían enseñar desde pequeños a cómo utilizar el móvil correctamente», reflexiona Jéssica Muñoz.
Como profesional, Muñoz recomienda a la población en general limitar el uso del móvil, algo que distintas aplicaciones, como Instagram, ya permiten. Además, señala que cada persona debe ser capaz de analizarse a sí misma y de evaluar su entorno: «¿cuánto tiempo invierto yo con el móvil?, ¿estoy dejando de hacer cosas, me produce ansiedad, por qué? Un poco el observar, porque eso es sobre todo lo que nos va a ayudar a ser consciente de sí le estamos dando un uso saludable al móvil o no en este caso».
Mientras tanto, infinidad de jóvenes en España continúan usando su teléfono móvil de manera realmente preocupante. Ya no se utiliza como una herramienta tecnológica, sino como una herramienta primaria para la vida. Limitación, conocimiento y ayuda de un profesional: las medidas que se pueden tomar para frenar este fenómeno al alza son múltiples e inexcusables. Pero es evidente que estas medidas llegan tarde y que las consecuencias de la nomofobia ya conviven cotidianamente entre nosotros. Como dice Díaz, “Lo primero es concienciar de que esto supone un problema, y hacerlo de una forma más amplia y con una eficacia mayor.”
Espectacular reportaje, ha hecho que me de cuenta que yo también soy nomófoba y así poder disminuir mis horas de uso del teléfono.
Deberíamos darle más importancia a esta adicción y no infravalorar dicho problema. Muy buena noticia!!
Muy interesante, enhorabuena por el reportaje 👏🏼
Hola Amigos,….y si hablamos de temas relacionados con el mundo de las comunicaciones como es la casi ABANDONADA RADIOAFICIÓN (comunicación a través de equipos de radio, GRATUÍTA…) que en sus buenos años (80´s y casi todos los 90`s) era la VERDADERA RED SOCIAL y donde se SALVABAN vidas en caso de catástrofes, que me decís que tras 42 años en ese mágico mundo, la radioafición ha quedado reducida a unos MUY MUY pocos JUBILADOS de avanzada edad y donde la mayor parte de nuestras bandas autorizadas (que son muchas) están más MUERTAS que un cementerio por la noche, antes ibas de viaje desde tu casa a otros lugares y daba GUSTO el poder conocer nueva gente con un simple walky talky,….ahora CASI casi siempre me vuelvo de vacío, UN SALUDO CORDIAL, VIVA LA RADIO, MUERA LA NOMOFOBIA!!.