La sumisión química, un arma para los violadores
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El Código Penal no incluye una mención expresa para criminalizar el empleo de la sumisión química
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Las drogas más utilizadas son de fácil acceso y tienen un efecto rápido y potente
Imagina que esta noche sales con tus amigas. Decidís ir a un bar en vuestro barrio para tomar unas copas y disfrutar. Os lo pasáis genial, bailáis y cantáis todas las canciones que suenan. Subís las fotos a Instagram porque está siendo una noche para no olvidar. Conocéis a unos chicos que os invitan a una copa que vosotras no aceptáis. La fiesta no puede parar y no le dais más vueltas, seguís a lo vuestro. Pero la cosa se empieza a torcer. Todo se vuelve negro y te levantas al día siguiente con moratones y arañazos, no recuerdas nada de lo que ocurrió. Intentas reconstruir la historia y preguntas a tus amigas. Ellas te contestan que «Estabas irreconocible» y que «no parecías tu». Saltan las alarmas, ha sido víctima de sumisión química. Un arma cada vez más extendida para perpetrar agresiones sexuales y violaciones.
Según el Servicio de Toxicología Forense del Instituto de Medicina Legal de Santiago de Compostela, el término sumisión química (SQ) tiene su origen en el francés soumission chimique y puede definirse como «administración de sustancias psicoactivas a una persona, sin su conocimiento, con fines delictivos o criminales ». Dentro de los delitos, los más recurrentes son el abuso y la agresión sexual.
Cabe destacar que la principal diferencia entre abuso y agresión sexual se encuentra en la Ley Orgánica 10/1995 del Código Penal. Esta distinción hace referencia a que para que exista agresión sexual debe ejercerse violencia o intimidación sobre la víctima, si no existe intimidación ni violencia estamos ante un abuso sexual.
Tipologías de sumisión química
Se pueden distinguir tres tipos de sumisión química según la forma en la que la víctima ingiere la sustancia, conjugadas bajo el acrónimo DFSA ( Drug Facilitated Sexual Assault ):
- Sumisión química proactiva: La intoxicación se hace de forma deliberada por parte del asaltante y de manera encubierta. La víctima ingiere una o varias sustancias combinadas con alcohol.
- Sumisión química oportunista: La víctima consume, de forma deliberada, una o varias sustancias acompañadas de alcohol y la situación de intoxicación es aprovechada por el asaltante.
- Sumisión química mixta: Administración conjunta por parte de la víctima y del asaltante de sustancias químicas, que el asaltante se aprovecha de esta situación.
Algunas de las drogas más utilizadas para llevar a cabo la sumisión química por parte de los agresores son la burundanga, droga que reduce la voluntad y la memoria de la persona que está bajo sus efectos; la ketamina, anestésico empleado en veterinaria y utilizado como droga recreativa; y el éxtasis líquido (GHB), prácticamente indetectable debido a su potente efecto incluso en bajas dosis. Estas drogas son inodoras e insípidas, por lo que la administración es muy sencilla y suelen tener un efecto rápido.
Según María Dolores Moreno, dirección del Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF), las sustancias que se encuentran con mayor frecuencia son el alcohol, seguido de psicofármacos (benzodiacepinas) y drogas como el cannabis y anfetaminas. Agregar en una entrevista a EFE Salud que «el agresor suele elegir una droga que tiene efectos de sedación y amnésicos, ya veces también se utilizan sustancias que producen desinhibición para facilitar la agresión sexual».
Uno de los problemas más destacados a nivel médico y legal para la víctima es que la sustancia disuelta, una pequeña cantidad de 10 o 20 milígramos, es suficiente para conseguir un estado de inconsciencia en la víctima. Dejándola en situación de vulnerabilidad y quedando su voluntad a expensas del agresor. Por ello, al ser un fármaco de acción rápida y de corta duración, puede desaparecer de la sangre en menos de 24 horas. A lo que se debe sumar la posibilidad de crear amnesia de lo ocurrido en el intervalo de acción.
La respuesta legal a este problema
Las primeras regulaciones legales que contemplan la sumisión química datan de finales del siglo XIX. En concreto, la británica Ley de Delitos contra la Persona de 1861 y modificada en 1956 por la Ley de Delitos Sexuales de 2003. A pesar de ser un problema con un largo recorrido en la historia, la legislación de la mayoría de los países europeos no hace referencia de forma específica al uso de drogas como sustancias incapacitantes en los casos de agresiones sexuales. Pero sí lo hacen en el caso de otros delitos como el robo.
En el Código Penal de España, los delitos sexuales cometidos sin consentimiento de la víctima se articulan en dos grupos:
- Agresiones sexuales: Se emplea la violencia o intimidación.
- Abusos sexuales: Cometidos sin consentimiento y sin que medie violencia ni intimidación.
En este texto, aprobado en el año 1995, no se incluye la mención expresa de la administración de fármacos o drogas a fin de materializar un encuentro sexual sin oposición de la víctima. Por lo tanto, existe una ausencia de regulación expresa debido a que la jurisprudencia que trató este tipo de hechos optó por situarlo junto con las agresiones sexuales, en concreto, la violación.
Debido al aumento de los casos en España se incluye, desde 2010, entre estas modalidades el artículo 181.2 del Código Penal que indica «la anulación de la voluntad de la víctima mediante el uso de sustancias idóneas para ello». Es decir, cuando una mujer pierde la capacidad de tomar decisiones no existe consentimiento.
Situación epidemiológica actual
El último informe de la Fiscalía de Madrid muestra que en los últimos dos años las denuncias por agresión sexual empleando la sumisión química han aumentado un 21%. En 2019, estos delitos suponían un 14% de las denuncias; en lo que llevamos de 2021, las denuncias ascienden a un 35%. Otro de los datos que también preocupa es el hecho de que sólo durante el 2020, el año del confinamiento y de los cierres de bares y discotecas, se recibió un total de 1.902 denuncias por violación en España.
Fuera de la capital, en otros puntos de España como Barcelona, una de cada cuatro víctimas de violación aseguran haber sido sometidas a sumisión química. Mientras que, en Alicante, en 2019, tuvo lugar el caso conocido como La manada de Alicante donde una joven de 19 años denunció haber sido violada bajo efectos de alguna droga. Gracias al testimonio de la víctima se pudo conocer que cuatro jóvenes la ofrecieron una bebida para después llevarla hasta el lugar donde se produjo la violación.
La sumisión química es, en la actualidad, uno de los principales métodos para perpetrar violaciones, abusos y agresiones sexuales. En los últimos meses, tras la recuperación de la vida nocturna por la pandemia, los casos han aumentado exponencialmente. La dificultad para la comprobación y defensa de la víctima hace que, en la mayoría de los casos, las denuncias se traten como abuso y no como agresiones, lo que conlleva que el atacante recibe una condena menor. Las víctimas no llegan a recibir los recursos tanto psicológicos como compensatorios fijados penales y constitucionalmente para este tipo de delitos.
Consecuencias psicológicas
Las primeras consecuencias que tiene la sumisión química llegan, aproximadamente, veinte horas después de la ingesta de las sustancias. Lo que dificulta profundamente la obtención de concluyentes que sentencien este problema. La víctima comienza a sentirse confusa y aturdida, con incapacidad para recordad con claridad lo ocurrido. Provocando que se entorpezca la denuncia.
Según los psicólogos, este tipo de violaciones tienen repercusiones psicológicas muy graves en las personas que la sufren. Tras las agresiones tienen volver problemas de socialización y les cuesta a confiar en las personas, sobre todo, en ambientes festivos.
Los primeros pensamientos son, casi siempre, negacionistas. Se sienten vulnerables por no recordar qué ocurrió la noche anterior. Llega incluso a producirse un rechazo al ir a denunciar, debido a la falta de pruebas y de recuerdos de la situación. Eso le lleva a pensar que fue un mal efecto del alcohol y unas relaciones sexuales, posteriores, consentidas. Las consecuencias complican que estas mujeres vuelvan a tener relaciones sentimentales y que se sientan seguras de volver a salir de fiesta.
Todo esto conlleva que la persona que ha sido víctima pase por un duelo que, según los psicólogos y centros sanitarios, provocan depresiones, estrés, ansiedad y diversos problemas psicológicos que te impiden volver a tener una vida normal a corto y medio plazo. Las víctimas pasan por las fases propias de un duelo. Una vez superada la negación, viene la impotencia de no saber qué hacer ni poder actuar. Tras eso, encontramos la negociación y la depresión que provoca todos los problemas sociales en la víctima. La resignación nubla toda su vida y le impide realizar situaciones cotidianas como ir a la compra o salir a estudiar.
Muchas víctimas narran que el problema se agrava con respecto a su autoestima, el cual se ve destruido por completo por el juicio popular. En las situaciones en las que no eres consciente de lo que ocurre a tu alrededor, debido a la inhibición que provocan las sustancias ingeridas, las personas que te acompañan te ven actuar de forma no acorde a la normalidad.
La denuncia es primordial «aún en casos en los que la chica no sabe qué denunciar, debe hacerlo. Si vas a comisaria afirmando que no recuerdas nada de la noche anterior, ni cómo llegaste a casa, puede que no podamos hacer nada en un primer momento. Si después vienen tres chicas más con el mismo testimonio y ocurrió en el mismo bar, ahí comienzan a haber unos indicios que ya nos lleva a investigar », afirman agentes de la policía nacional.
Repercusiones en Redes Sociales
España no es el único país que está sufriendo un aumento de denuncias por sumisión química, es un problema en expansión por toda Europa. Ahora, las denuncias han transgredido a redes sociales como Instagram o Twitter, plataformas que han supuesto un impulso para la lucha y denuncia contra este problema.
Fue Bélgica el primer país en extrapolar la denuncia más allá de las comisarias y convertirlo en una denuncia social a través de las redes sociales. La etiqueta #BalanceTonBar ( #DenunciaTuBar en España) invita a las usuarias de estas aplicaciones para contar su testimonio y señalar los lugares en los que han sufrido agresiones sexuales por sumisión química.
Esta iniciativa ha provocado que miles de chicas avisaran de en qué bares han perdido la memoria, fueron drogadas y violadas. Tras varios días de protestas en las redes, las manifestaciones llegaron a las calles y la Fiscalía de Bruselas decidió abrir una investigación. La movilización ha llegado a España, un grupo de mujeres han creado una cuenta en Instagram y Twitter llamada @denunciatubar, donde siguen los pasos de las mujeres belgas denunciando situaciones ocurridas en diversos bares de España.
Las creadoras de esta plataforma han abierto un correo electrónico para recibir las denuncias del resto de personas. Afirman que «las manifestaciones acaecidas en Bélgica las impulsaron a iniciar el movimiento y« el hecho de tener amigas y conocidas que han sufrido ataques de sumisión química », sumado a que España es una localización con gran interés turístico y un alto consumo de drogas sabían que «el movimiento iba a tener una gran repercusión en la población», como así ha sido.
Esta iniciativa ha favorecido la denuncia de millas de mujeres gracias a las facilidades que dan sus fundadoras como el anonimato de las víctimas al denunciar su agresión. Afirman que «pretenden hacer presión social para visualizar el número de casos sufridos en España». Insisten en que se debe dejar de juzgar a las mujeres y poner el foco en los agresores. También que se faciliten los trámites de las víctimas a la hora de denunciar o recurrir a los servicios sanitarios para poder recabar pruebas que certifiquen la violación que han sufrido.
Esta plataforma ha provocado una oleada de protestas cada vez más recurrentes en las redes. Se espera que la visibilización siga aumentando, siendo una lucha más para el colectivo feminista. Mujeres y hombres unidos para erradicar la violencia contra las mujeres. Son muchas las personas que ya se han hecho eco de estas nuevas agresiones sexuales que pasaban desapercibidas por los medios. Las redes sociales han favorecido la divulgación de estas plataformas y el aumento de comentarios denunciando los bares potencialmente peligrosos.
Ojalá no hiciera falta tener miedo o cuidado cuando sales, queda mucho por hacer… Muy interesante