Los smartphones, la heroína de nuestro siglo
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Los usuarios digitales pasan 105 días al año conectados a Internet
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El 33% de los jóvenes de 13 años nunca apagan su móvil
La adicción al móvil cada vez es mayor en la población mundial. Los usuarios digitales dedican de media seis horas y 54 minutos diarios a los dispositivos conectados a Internet, lo que se traduce en casi 105 días completos dedicados únicamente a conectarse a la red. Esto está teniendo graves consecuencias principalmente en la población más joven según ha explicado el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social, ya que es más probable que desarrollen trastornos ligados al uso del móvil cuanto más joven sea el adolescente al adquirir un teléfono. Los adolescentes de 13 años son un claro ejemplo de la adicción a este dispositivo móvil dado que el 33% afirma no apagarlo nunca.
Según el informe el Informe Mobile 2021 que analiza los principales datos de consumo, uso y tendencias de los dispositivos móviles y conectados en España, Europa y el mundo, España es el país que más tiempo dedica al uso del teléfono móvil en Europa. Los españoles dedican al día cuatro horas y doce minutos a mantenerse conectados a internet desde cualquier dispositivo, de los cuales tres horas y 27 minutos lo dedican al móvil. En el empleo del teléfono móvil, aproximadamente una hora es el tiempo que utilizan para acceder a aplicaciones de comunicación y redes sociales. El tiempo sobrante, una hora y 25 minutos, lo emplean en juegos online o servicios streaming, aunque se observan diferencias en el uso según la edad de los usuarios.
Cada vez son más los hogares que cuentan con dispositivos inteligentes conectados a internet. Entre los datos internacionales que ofrece el Informe Mobile 2021, se observa que el 97,1% de la población mundial tiene un teléfono móvil , el 64,4% tiene ordenador y el 34,3% tiene una Tablet.
En España, de media en cada hogar hay cinco dispositivos conectados: smartphone, ordenador portátil, Tablet, Smart TV y ordenador de sobremesa. Los datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística revelan que el 96% de las familias españolas cuentan con al menos un teléfono móvil y que el 77% de las personas acceden a internet a través de este dispositivo electrónico, que para muchos se ha convertido en un foco de adicción que está generando nuevos trastornos ligados a su uso.
Otro dato que recoge el Informe Mobile 2021 es que el número de usuarios únicos de móviles en el mundo ha aumentado en más de 93 millones desde 2020 . El teléfono móvil está creando dependencia en la sociedad y esto se debe en gran parte a los cambios que se han dado en los hábitos de consumo móvil. Por ejemplo, se ha producido un crecimiento exponencial en el uso del móvil para el consumo de servicios de videos y TV por streaming, servicios de videollamada, códigos QR, el aumento de aplicaciones de alimentación o salud, pero el mayor crecimiento se ha dado en los servicios de compra electrónica. Se espera que para el año 2025 el comercio móvil acapare el 75% del valor total de las transacciones .
Este auge del comercio móvil también se ha visto reflejado en España. El 76% de los usuarios españoles ya han comprado a través de sus dispositivos móviles y supone un incremento del 3% con respecto al año anterior. Entre estos, el 92% utiliza su móvil para realizar estas compras.
La necesidad de emplear el teléfono móvil para realizar todo tipo de servicios ha llevado a una parte de la población a sentir miedo irracional a no disponer de este dispositivo, lo que se denomina nomofobia.
La adicción en jóvenes
La nomofobia, es la dependencia de los teléfonos móviles llevada a niveles extremos, al de la adicción. Sin embargo, usuarios, sociedad e incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) siguen sin otorgarle importancia y, evidentemente, tampoco soluciones a esta nueva adicción que los avances tecnológicos del siglo XXI han traído consigo.
Esta nueva fobia está adquiriendo cada vez más adeptos sobre todo entre los más jóvenes que, a su vez, son los más vulnerables. Esta adicción, a diferencia de otras, se presenta en usuarios cada vez más jóvenes de entre 11 y 12 años, tal y como afirma el centro El Prado Psicólogos de Madrid . Este temprano vínculo que, cada vez más, se crea entre menores y móviles está acrecentando el número de usuarios que padecen de está adicción y que, por supuesto, experimentan las consecuencias de la misma.
Estas consecuencias, tal y como exponen los expertos del centro El Prado Psicólogos, pueden ir desde cambios en el estado de ánimo que pueden desembocar en depresión o ansiedad, hasta problemas de atención o de memoria pasando por inseguridades, dificultad para conciliar el sueño, síndrome de abstinencia… Estos devastadores vienen, obviamente, precedentes de efectos determinados signos o señales de alarma que dejan entrever la existencia de un problema. Sin embargo, ¿son los futuros nomofóbicos conscientes de su incipiente e, incluso, ya desarrollada adicción?
Para ello, hemos encuestado a 50 jóvenes que afirman que sus smartphones o teléfonos móviles son parte indispensable de su día a día. El 82% de ellos aseguran que de olvidarse el móvil en casa, volverían a por él; signo que, tanto Victoria Orbe como el resto de expertos de El Prado Psicólogos, consideran evidencia de la existencia de una adicción o dependencia a estas tecnologías.
En la entrevista que nos ha concedido la psicóloga Victoria Orbe, trabajadora del Centro El Prado Psicólogos, explicaba que una de las claves para detectar o diagnosticar una adicción a los móviles es el tiempo que los usuarios pasan conectados a ellos.
Los jóvenes que tomaron parte en la encuesta, realizaron estimaciones acerca de su tiempo de uso de estos dispositivos móviles diariamente; un 62% estimó que su tiempo de uso diario rondaba entre las 3 y 4 horas, un 22% creyó que su uso del móvil sobrepasaba las 4 horas diarias y el 16% restante, consideró que su conexión diaria a su smartphone estaba entre 1 y 2 horas. Sin embargo, absolutamente ninguno de los jóvenes encuestados marcó la opción de un tiempo de uso diario menor a una hora.
Posteriormente, les invitamos a revisar sus ‘tiempos de uso’ en los ajustes de sus teléfonos móviles, ejercicio que dejó ver que pasaban más tiempo conectados a sus móviles del que ellos pensaban; un 9,7% de los jóvenes pasa entre 1 y 2 horas enganchado al móvil, un 61,3% entre 3 y 4 horas diarias y el 29% dedica más de 4 horas al día a su smartphone, porcentaje que subió hasta 7 puntos entre ambas preguntas.
“La gente que tiene una adicción tiende a descuidar y abandonar un poco sus actividades”, explicaba Victoria Orbe, señal también reflejada en las respuestas que, algunos jóvenes, nos han dado en la encuesta, el 66% afirma hacer uso del teléfono móvil durante reuniones sociales y un 72% también hace uso de ello durante el horario laboral o académico.
Otra de las preguntas que formulamos a los encuestados fue si volverían a por su teléfono móvil de habérselo dejado en casa, a lo que un 82% respondió un sí rotundo. También, el 66% afirmó sentir cierta angustia e intranquilidad cuando no llevan sus dispositivos móviles consigo. Ambos porcentajes muestran otras dos señales claras de nomofobia, tal y como explicaba Victoria Orbe en su entrevista: “Un signo claro es esa gente que si se olvida el móvil, lo ve una tragedia”.
“Otra señal son esas personas que están siempre revisando a ver si hay un mensaje”, comentaba Victoria, síntoma que el 52% de los jóvenes encuestados afirma padecer.
Finalmente, decidimos cerrar nuestra encuesta con una la siguiente pregunta, ¿te sientes incapaz de renunciar al móvil?, a lo que el 62% de los jóvenes respondió con un sí… ¿Hay más adicción de la que pensamos o es que está normalizada? ¿Qué podemos hacer ante la dependencia que se crea a los móviles desde edades tan tempranas?
“Hay que reeducar, reaprender a relacionarse con las tecnologías, esto no es como con otras drogas que puedes dejar de consumir y ya está; el móvil está ahí y es algo muy necesario”, explicaba Victoria Orbe durante su entrevista, pues cada vez son más las personas que viven su vida enganchados a estos dispositivos, más en concreto, los jóvenes. Hecho respaldado por un estudio del Ministerio de Sanidad en el que se estima que cerca del 18% de los jóvenes entre 14 y 17 años hacen un uso compulsivo de los mismos, sin embargo, los expertos siguen sin catalogarlo como adicción y prefieren esconderlo o disiparlo bajo el término ‘abuso’.
“Sobre la adicción al móvil, muchos psicólogos, lo que solemos decir es que es ‘la heroína del siglo XXI’, al final es algo que altera el sistema de recompensa, de control de la inhibición, también el estado de ánimo, es algo que afecta mucho y tiene muchísimas consecuencias bastante negativas, incluso en el desarrollo cognitivo, ralentizandose”, cuenta la especialista, Victoria Orbe.
Así, los profesionales coinciden en que los adolescentes son más propensos a mostrar síntomas similares a la adicción con el uso de los smartphones que otros grupos de edad, es decir, están en riesgo.
Estudios muestran que el uso de los dispositivos móviles alcanza su punto máximo durante la adolescencia; la utilización excesiva de smartphones entre adolescentes es tan común que el 33% de los jóvenes de 13 años nunca apagan su teléfono, ni de día ni de noche. Y cuanto más joven un adolescente adquiere un teléfono, es más probable que desarrolle patrones de uso problemáticos, tal y como explica el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social. Usos que pueden derivar en depresión, ansiedad, aislamiento social, problemas de comunicación, alucinaciones, inseguridades, entre muchos otros.
“En los colegios se debería orientar en cuanto a los riesgos que puede tener el mal uso de internet, porque además en los adolescentes puede ser desde acoso entre compañeros, sexting, personas adultas haciéndose pasar por otras de su edad”, explica Victoria Orbe.
Cada vez son más los estudios que encuentran correlación entre el excesivo empleo de los smartphones y problemas de salud mental en los más jóvenes. Según el Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social, un análisis realizado en E.E.U.U. observó el aumento de la depresión y el suicidio en adolescentes de los últimos años y su relación con la utilización de las pantallas. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) había notado un aumento en las tasas de ambos durante los años 2010-2015 y encontró que las niñas estaban particularmente en riesgo: la tasa de suicidio en féminas aumentó en un 65% en esos cinco años y el número de niñas con depresión severa aumentó en un 58%.
Otra investigación realizada por Augner y Hacker (2012) examinó la asociación entre el uso excesivo de los teléfonos móviles y la salud psicológica, el cual demostró que la baja estabilidad emocional, el estrés crónico y la depresión tienen una correlación con el uso del teléfono.
“Ha habido un abrupto cambio en la forma de vida que aún no hemos aprendido a gestionar y ello ha llevado a que se normalice el uso abusivo de los móviles que, además, hay padres que no saben gestionar”, expresa Victoria Orbe.
El problema es que los adolescentes pasan cada vez más tiempo, no hablando por teléfono como en décadas pasadas, sino en Instagram, WhatsApp, Twitter, TikTok, entre otros servicios. Aplicaciones que dan la apariencia o simulan la interacción social, pero que, realmente, están muy lejos de ella. “Este aumento en los problemas de salud mental entre los adolescentes es muy alarmante”, dijo Jean Twenge, autora del libro: “iGen: Por qué los niños superconectados de hoy están creciendo menos rebeldes, más tolerantes, menos felices y completamente desprevenidos para la edad adulta y lo que eso significa para el resto de nosotros”, en el que profundiza aún más sobre esta tóxica relación entre los móviles, la salud mental y los adolescentes.
“Si la gente tomase conciencia, se reduciría este problema, pero la cuestión es si vamos a tomar conciencia”, declaraba Victoria Orbe.
Una de las formas de controlar el uso del móvil es rebajando el uso de las horas que pasamos frente a nuestros dispositivos. Puede parecer fácil decirlo, pero existe un tipo de método que lo permite, y actúa como si de un remedio natural se tratase. Hablamos del minimalismo digital. Para ello hemos decidido consultar a un joven “ex-adicto” al móvil que nos contó su experiencia como hace para sus miles de seguidores.
Esperanza de cambio
El futuro depende de uno mismo. “Conocí el minimalismo digital a raíz de una adicción. Supe que tenía un problema porque no podía hacer mi vida con normalidad y tenía ansiedad cada vez que no usaba las redes sociales.”, confesaba Samuel Gavilán, un joven con más de 150.000 suscriptores en su cuenta de YouTube al preguntarle sobre su peculiar forma de relacionarse con las tecnologías. Samuel se considera minimalista digital y cuenta su experiencia en su canal y en su cuenta de Instagram con alrededor de 30.000 seguidores.
El minimalismo digital es una filosofía en la que se limita el uso de la tecnología, concentrando tu tiempo en línea en un pequeño número de actividades óptima y cuidadosamente seleccionadas, que respalden las cosas que valoras, y que luego te permitan desentenderte felizmente de todo lo demás.
Samuel decidió aplicar en su vida este modo de relacionarse con las pantallas a raíz de darse cuenta de su problema. “Al final daba un poco igual lo que mirara, tenía necesidad de tapar un vacío y lo hacía a través del móvil o de las redes sociales.”, reconocía el joven.
Este pensamiento no está en contra del uso de la tecnología, pero aboga por una utilización más responsable y consciente de las herramientas tecnológicas. “El tiempo que pasamos en las redes sociales es tiempo que inviertes ahí, y siempre que no sea siguiendo a gente de calidad o viendo contenido que te aporte beneficios en tu vida, es tiempo que no le estás dedicando a otras cosas como podría ser tu pareja o tu familia.”, explicaba el protagonista.
“Me pongo un horario de uso del teléfono móvil, y sigo solamente a gente que me aporta realmente verdadero valor. Consumo las redes sociales de una manera consciente e intento usarlas para aprender y conocer gente interesante. Las utilizo yo a ellas, no ellas a mí.”, explicaba.
Acciones tan sencillas como apagar las notificaciones, administrar el tiempo de uso o eliminar las aplicaciones que no necesitamos, son algunas de las estrategias para conseguir un uso racional acorde con el minimalismo digital.
Pero… ¿Es posible aplicarlo en una sociedad tan conectada como la nuestra? Samuel lo ve necesario. Fenómenos como la apnea del email, el síndrome del ojo seco, junto a otros efectos como el nerviosismo o la aceleración del pulso, respaldan la imprescindible aplicación de esta filosofía a nivel global.
“Es el inicio de algo necesario para vivir una vida que merezca la pena ser vivida. Ya no te digo ser feliz, o dedicar tiempo a tus propósitos, sino una vida en la que no seas esclavo y dependas de algo externo.”, defendía el youtuber.
Hace aproximadamente un año, se retó a sí mismo a eliminar todas las redes sociales de su teléfono móvil durante siete días, con el objetivo de dejar de ser preso de esta adicción y empezar a ser responsable de sus propias decisiones. Samuel Gavilán invita a reflexionar sobre qué es lo que realmente quiere cada persona en su vida y anima a ser consciente de las acciones frente a las pantallas.