La inflación hace mella en las donaciones de alimentos
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Las donaciones de alimentos caen al mismo ritmo que la inflación aumenta
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Distintas asociaciones aseguran que nada más pueden hacer ante la crecida de solicitantes de ayuda
La pobreza es mucho más que la falta de ingresos y recursos que garanticen unos medios de vida sostenibles. Hablamos de un problema de derechos, según señala la ONU. En España ya no existe la pobreza extrema. Sin embargo, siguen persistiendo grandes problemas de necesidad en nuestro país. El hecho de que el 21,6% de la población española viva por debajo del umbral nacional de la pobreza es un dato que refleja lo que muchas personas están viviendo en nuestro país. La inflación y el paro no dejan de crecer, provocando que el indicador internacional que mide la pobreza no pare de aumentar y se sitúe en los niveles más altos. Los alimentos han alcanzado un precio inaccesible para ciertos ciudadanos. Nos desplazamos al barrio de Aluche y al Banco de Alimentos de Madrid para conocer esta realidad en primera línea.
El huracán perfecto: miedo a una crisis y aumento de los solicitantes de ayuda
El gran trabajo por parte de todas las organizaciones ante el desafío de la pobreza no es algo nuevo. A lo largo de los años, a raíz de la creación de la Federación Española de Bancos de Alimentos y sus respectivas organizaciones, se ha producido una cooperación para erradicar la pobreza, y como consecuencia de este trabajo, el número de personas afectadas por la pobreza se ha reducido a la mitad desde el año 2.000, aunque, según datos de la ONU, en las regiones en desarrollo, una de cada diez personas, siguen subsistiendo con 1,90 dólares diarios.
«Pueden pagar las facturas, el alquiler y la luz o la calefacción pero entonces no pueden comprar comida», Elena Doria.
«La gente está preocupada de cómo se va a presentar el invierno», apunta Elena Doria, portavoz del Banco de Alimentos de Madrid. Uno de los grandes perjudicados, a causa de la inflación, han sido los bancos de alimentos. Perciben que el aumento de precios, en la cesta de la compra, ha provocado que las personas dejen de donar comida por el miedo a una posible crisis. «Gente que a lo mejor donaba pero le suponía un esfuerzo pues ahora prefiere guardarse ese pequeño donativo porque no saben si lo van a necesitar ellos», expone Doria.
La Federación Española de Bancos de Alimentos, señala que cada vez hay más solicitantes de comida y menos donantes y que se trata de una situación que afecta a toda España, y especialmente a las familias en riesgo de pobreza.
Cada vez hay más solicitantes de comida y menos donantes
En 2021 se distribuyeron 27.330.198 kilos de alimentos, alimentando a 1,5 millones de personas, según recoge su memoria anual. En 2022, como consecuencia de la inflación y por ende, el encarecimiento de la cesta de la compra, se prevé un repunte del 20% en el número de personas que acuden a los bancos de alimentos en busca de comida, según las previsiones de la Federación Española de Bancos de Alimentos. Como consecuencia de ese encarecimiento, los bancos de alimentos han tenido que reducir en un 10% la cantidad de alimentos que reparten diariamente.
Por ejemplo, el Banco de Alimentos de Madrid terminó el 2019 garantizando la comida a 130.000 personas diarias. Tuvieron un pico durante la pandemia que rebasó las 200.000 personas y cerraron el 2020 con 180.000. Pensaban que 2022 iba a ser el año de la recuperación. « Estábamos más estables o teníamos un poco más facturada la crisis sanitaria pero han surgido otros condicionantes como la guerra de Ucrania o la crisis energética o el tema de la inflación y no nos ha permitido bajar y reducir esas cifras». Doria añade que antes del verano tuvieron que hacer una campaña para pedir aceite. «Era la primera vez en la historia del Banco de Alimentos de Madrid que veíamos que nos quedábamos sin aceite»
Y es que las donaciones no solo han bajado por parte de los particulares. A nivel empresa, Doria confirma que las donaciones han bajado. No solo eso sino que la huelga de transportes de principios de año perjudicó la distribución de la materia prima y de los alimentos por parte de las empresas alimentarias, porque también reciben donaciones de esta industria. «Como a ellos les ha encarecido la energía, la luz y la materia prima para elaborar sus productos pues también han tenido que reducir las donaciones».
Red de Apoyo Mutuo de Aluche, las muchas caras de la inflación
Durante el confinamiento en España debido al Covid-19 la Red de Apoyo Mutuo Aluche se hizo conocida mediante unas imágenes compartidas por un vecino. En el vídeo se podía ver una extensa fila de personas esperando para recibir alimentos donados. Las denominadas «colas del hambre, siguen a las puertas de esta asociación». Rogelio Poveda, presidente de la Red, subraya el descenso en donaciones. «La semana pasada tuvimos que decirle a 50 familias que no». Desde la Red de Apoyo consideran que es inevitable el descenso de ayudas debido al aumento de los precios en todos los productos, no solo en los alimentos.
Comienza a predominar un sentimiento de miedo ante el futuro, por lo que los españoles están recortando gastos. Ante la posibilidad de un invierno duro en el plano económico, muchos ciudadanos prefieren ahorrar y generar un colchón para asegurarse los meses de invierno. «Hay gente que antes daba dinero, daba ayudas y ahora se han tenido que sumar a las colas», asegura Poveda.
La reticencia de los donantes se suma al aumento de los solicitantes. Desde la Red de Apoyo Mutuo de Aluche subrayan que las personas que acuden a pedir ayuda son muchas españolas, y no solo inmigrantes como muchas veces se cree. «Hay de todo», afirma Poveda al ser preguntado por el perfil de los solicitantes de donación. Casos como familias de 13 miembros o personas que no se pueden permitir un frigorífico o pagar la luz para calentar la comida. Tanto a la red como al Banco de Alimentos de Madrid llegan perfiles de personas de lo más variado. «Mucha gente piensa que las personas que acuden a los bancos de alimentos son inmigrantes y es cierto que hay inmigrantes pero ahora mismo también hay muchas familias españolas de un nivel medio o medio bajo que no llegan a fin de mes incluso teniendo trabajo», informa Elena Doria, portavoz del banco de Madrid. La lógica es simple: «Pueden pagar las facturas, el alquiler y la luz o la calefacción pero entonces no pueden comprar comida», explica Doria.
Al local de la Red de Apoyo Mutuo de Aluche llegan furgonetas cargadas de alimentos que se apilan en cestas de plástico. Las donaciones provienen del Banco de Alimentos, alguna empresa y de personas particulares que colaboran por Bizum («Donación» – 04861), transferencia bancaria o físicamente. «Muchas vecinas que nos ven con la camiseta nos vienen con bolsas de carne, fruta… El otro día un chaval en un bar nos quería dar 10 euros», afirma el presidente, «es un barrio solidario».
«La fruta antes no se valoraba, hoy se valora»
«Nosotros damos depende lo que recibamos. La fruta antes no se valoraba, hoy se valora. Antes costaba muchísimo menos». El presidente de la Red explica que a veces no tienen nada más que fruta y esos días tienen que dar fruta. Dan aceite, harina, pasta, cereales para los niños, leche… Acuden al mercado de Copasa, situado cerca de la Red y todos los sábados, cuando se ha terminado de repartir la comida, los comerciantes les dan el pescado, carne, embutidos… que congelan y a la semana siguiente lo reparten. « Aquí los vecinos se están portando fenomenal», afirma el Poveda.
«Ahora, cuando hablamos de vivienda, hablamos de habitaciones compartidas que cuestan 400 euros al mes». En la Red llegan casos de personas que comparten habitaciones, nos explican que la nueva concepción de vivienda dista mucho de la que imperaba hace unos años. La gente no tiene dinero para permitirse un hogar tradicional. Los alquileres se llevan una buena parte de los ingresos familiares. Poveda señala los factores que hacen acabar a mucha gente necesitando de la caridad ajena para sobrevivir. Subiendo todos los gastos, aseguran que la gente llega a una situación en la que invierten todo el sueldo y aún quedan otras necesidades que sufragar. Algunos de esos gastos no están aún contemplados por el Estado, como los productos de higiene femenina. Esta nueva regresión, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), se está produciendo por una combinación muy dañina, provocada por un Índice de Precios al Consumidor (IPC) del 7,3% y una tasa de paro del 12,7%, y aunque la tasa de desempleo y la inflación hayan bajado en el mes de octubre, la invasión rusa a Ucrania y la crisis energética han hecho mella en la sociedad española.
Las donaciones bajan y la demanda aumenta
Al ritmo en que las donaciones descienden el número de familias que solicita ayuda aumenta. Desde la Red aseguran que ellos ya no pueden hacer más, «estamos saturados». Buscan implantar un sistema efectivo que les haga ayudar a quienes verdaderamente lo necesitan. Poveda recuerda que muchas veces hay personas que necesitan ayuda y no la piden por reparos a la hora del «qué dirán». «En las colas del hambre la gente puede sentirse muy mal. Piensan ¿qué dirá la familia? Ellos están ahí, expuestos. Al hambre se le llama hambre y a la necesidad, necesidad. El que está ahí y llega a las cuatro de la mañana para coger una bolsa de comida, está ahí porque lo necesita».
«Nos cuesta el transporte, el mantenimiento del local…» Al echar cuentas doce meses de servicio les conlleva más o menos 25.000 euros para mantenerse. El dinero debe ir destinado a sufragar esos gastos y no a conseguir más alimentos.
«El que está ahí y llega a las cuatro de la mañana para coger una bolsa de comida, está ahí porque lo necesita»
Desde la Red buscan convertirse en un colchón para el barrio, tratando de motivar iniciativas que van desde conciertos hasta carreras solidarias. Lo que más les preocupa ahora mismo es si van a seguir existiendo y dando ayudas. Tienen para 6-7 meses a lo sumo. «Esperemos que haya por ahí alguien que nos eche una mano y podamos seguir aguantando unos meses más hasta que lleguen las fiestas del barrio». Durante las festividades de Aluche consiguen recaudar más con diferentes iniciativas. En el mismo local que reparten bolsas de comida dan clases de inglés a niños por precios bajos y ofrecen más servicios, reflejando que la necesidad está en muchos más ámbitos que el de los alimentos.