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periodismo universitario en internet

Las prácticas universitarias como método de esclavitud del siglo XXI

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Las empresas utilizan becarios para que hagan el mismo trabajo que un empleado / Variación XXI

  • Las prácticas universitarias se han convertido en un calvario para los jóvenes

  • Las empresas se enriquecen a costa de becarios con sueldos precarios

Dentro del proceso de formación académica, son muchos los estudiantes que pasan por un periodo de prácticas, ya sean contratos formativos o prácticas universitarias. En un mercado laboral competitivo, los jóvenes buscan diferenciarse del resto mejorando sus capacidades y aceptando prácticas en empresas, lo que los convierte en los conocidos becarios. Aunque esto puede resultar positivo, pues es una formación que ayuda a la inserción laboral, la realidad de los becarios es muy distinta.

«Fue un poco traumático porque no era nada de lo que esperaba y ahí fue cuando me di cuenta de que igual el periodismo no era lo mío», cuenta Manuel, de 26 años. Él es uno de los muchos testimonios que denuncian condiciones abusivas en sus prácticas universitarias, situaciones que podrían considerarse incluso una forma de explotación del siglo XXI y que algunos sindicatos quieren controlar con un Estatuto del Becario.

¿Qué es ser becario?

Antes de entrar en las condiciones de los becarios es importante conocer qué significa este término. Más allá de la definición de la Real Academia Española (RAE), que lo reduce a aquel que se beneficia de una beca, en el imaginario colectivo este concepto tiene otro significado.

Se entiende como becario a aquellos individuos que, de forma voluntaria, tienen un contrato formativo con una empresa. Se excluye por tanto a las prácticas curriculares de algunas carreras y grados como medicina, las cuales se consideran una asignatura más y no forman parte de este concepto.

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Estatuto de los Trabajadores / Ministerio de Trabajo

Una de las universidades más antiguas en ofrecer este tipo de ayudas fue la Universidad de París, seguida de instituciones como Oxford y Cambridge. Los monjes y clérigos eran los primeros en recibir estas ayudas para garantizar la formación de la próxima generación de líderes religiosos y académicos.

Sabiendo ya lo que es un becario, para poder analizar su situación hay que saber qué derechos y deberes tienen. En España la situación de los becarios no universitarios la regula el Estatuto de trabajadores. Este establece que existen contratos de formación en alternancia y contratos que combinan trabajo con formación. Ambos deben ser pagados siempre y su único objetivo es la formación, no pudiendo sustituir las labores de un empleado al uso. 

Los becarios universitarios están regulados por el Real Decreto 592/2014 y sus condiciones son similares, aunque no tienen derecho a un sueldo, pero sí que se debe orientar su actividad a la formación. Precisamente son estos los que más casos de explotación laboral denuncian en sus prácticas universitarias. Pero si la ley es clara, ¿qué denuncian estos becarios?

La cruda realidad

Como ocurre en muchas ocasiones, la normativa no se cumple y los derechos de los estudiantes no se respetan. Aunque la legislación es clara, la realidad es muy distinta. Son muchos quienes denuncian que sus experiencias como becarios se parecen mucho más a las de un empleado que a las de un contrato de prácticas. La línea entre formación y explotación desaparece en demasiadas ocasiones. 

La experiencia de Manuel es una de ellas, afirmando que «estaba haciendo al final el mismo trabajo que un trabajador, pero esa persona no tenía que hacer cuatro asignaturas y un TFG (Trabajo de Fin de Grado)». Parece que en ocasiones a las empresas se le olvida que los estudiantes tiene más obligaciones, de hecho muchos no pueden ni hacer prácticas,  y la carga de trabajo no solo va contra la ley, sino que perjudica los resultados académicos e incluso la economía de los jóvenes.

Este tipo de prácticas generan falsas expectativas a estudiantes que, ante el miedo a un mercado laboral complicado y una educación académica insuficiente, confían en estas prácticas para labrarse un futuro. Por su parte, las empresas se benefician de mano de obra barata o directamente gratuita, ignorando por completo que son estudiantes con sueños por cumplir. Las prácticas universitarias se convierten en pesadillas, en un sistema de explotación encubierta que emplea métodos poco éticos como comenta Manuel que sentía que «estaba aprendiendo, pero a base de palos».

La remuneración, o la falta de ella, también es una de las quejas claves. En España existen prácticas remuneradas y no remuneradas, algo muy controversial. Aunque las prácticas deben tener una finalidad formativa, no se puede ignorar que el becario genera riqueza a la empresa, y en una sociedad capitalista donde todo gira en torno al dinero, la ausencia de remuneración genera una situación de precariedad en los becarios. Este es el caso de Josu, estudiante de cuarto de Periodismo en Donosti.

Trabajaba en un periódico local 7 horas o más, que a veces «no es una jornada completa, pero es prácticamente lo mismo», y su remuneración era de 400 euros. Aun siendo de las más altas que se pueden llegar a ofertar, realizaba el mismo trabajo que un empleado cubriendo una baja: «cobran 1400, 1500 euros». Si la responsabilidad es similar, ¿cómo puede ser tan disparatada la diferencia?

 

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Distribución de los contratos / SEPE

Cierto es que los contratos de prácticas ofrecen en algunas ocasiones una beca económica, pero no es obligatorio y eso lleva a que en algunas empresas no paguen nada al considerar que la recompensa de los estudiantes es el aprendizaje. Aun así, la tutorización en muchos casos brilla por su ausencia. Manuel cuenta como la supervisión de su tutor era «nula» y que «no me corregían nada, no me explicaban nada, solo me decían que algo estaba mal hecho, pero no por qué estaba mal hecho», mientras recalca la importancia de equivocarse para aprender, y la necesidad de un tutor que cubra esas necesidades.

Pero más allá del dinero, que en las prácticas universitarias depende de la voluntad de la empresa, hay otros factores como los horarios o las vacaciones que hay que tener en cuenta. Manuel lo afirma: «básicamente trabajaba lo mismo y no tienes el mismo tiempo». Hablamos de estudiantes con exámenes, trabajos y clases que deben compaginar con las prácticas, pero no siempre pueden. Sin sueldo, sin tiempo libre y con condiciones precarias en el puesto de trabajo, los contratos de prácticas pueden convertirse en un verdadero infierno para algunos, sin duda una forma moderna de esclavitud. «Más que aprender me frustré mucho, o sea, como que le cogí miedo a ese mundo. Dije ¿de verdad me quiero dedicar a esto el día de mañana?» es lo que sintió Manuel.

Los falsos becarios: enriquecimiento empresarial y empobrecimiento obrero

Una de las múltiples consecuencias de los contratos formativos es el abuso que hacen de ellos las empresas. Se trata de una estrategia que permite contratar mano de obra cualificada a un bajo coste. Mientras, los jóvenes no encuentran contratos indefinidos y se empobrecen en una época de alquileres abusivos, inflación constante y una gran tasa de paro.

Juan José López, de 21 años, es graduado en Economía y asesor financiero de una empresa valenciana. Dentro de su trabajo y debido a su juventud, se ve ayudando a muchos de estos estudiantes que se enfrentan al mundo laboral, y afirma que todos hemos asumido que esta es la única forma de introducirse él, «hemos entrado en la rueda». Él no está de acuerdo con el sistema, «hay que denunciar que este es un sistema que por defecto está mal hecho y que fomenta las desigualdades y fomenta que sigamos viviendo en una sociedad que se considera más perjudicada con respecto a sociedades pasadas».

Teóricamente, las prácticas deben beneficiar a empresa y estudiantes. Las primeras forman a futuros posibles empleados y los segundos obtienen los conocimientos prácticos que necesitan. Un tutor debe vigilar y guiar al estudiante, guiarle en su proceso de formación. Sin embargo, esto no siempre se cumple y las empresas contratan estudiantes para hacer el trabajo de un empleado.

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Manifestación contra las malas condiciones de los becarios / Infobae

Teóricamente, las prácticas deben beneficiar a empresa y estudiantes. Las primeras forman a futuros posibles empleados y los segundos obtienen los conocimientos prácticos que necesitan. Un tutor debe vigilar y guiar al estudiante durante todo su proceso de formación. Sin embargo, esto no siempre se cumple y las empresas contratan estudiantes para hacer el trabajo de un empleado.

Son muchos los casos donde, como se menciona anteriormente, la tutorización es escasa o inexistente. Son muchos los muchos estudiantes que se sienten solos en un lugar que desconocen, sin una persona que les oriente y les enseñe la profesión .

Cuando se cumplen las condiciones donde el tutor está ausente o es inexistente estamos ante los falsos becarios. Uno de los casos más sonados que se vivieron en España ocurrió en la ciudad de Murcia. Una empresa fue condenada por utilizar estudiantes como trabajadores, llegando a tener 31 becarios y tan solo 27 trabajadores en su plantilla.

También multinacionales tan conocidas como Atresmedia y Mediaset fueron criticadas en el año 2019 por usar becarios de forma continuada en redacción, producción de programas y edición audiovisual, sin ofrecerles posteriormente un contrato formal. Estos becarios se sustituyen por otros después de unos meses para evitar costes laborales a largo plazo. 

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Atresmedia es una de las empresas con programas de prácticas / Wikipedia

Esto lo prueban diversos estudios que comparan la situación que se vive en España con la de otros países dentro de la Unión Europea. Dice Juan José que «el Foro Europeo de Juventud ha señalado las dificultades que tienen los jóvenes extra por tener prácticas no remuneradas», agravándose en España, donde «las prácticas remuneradas no llegan al tercio y de hecho aquellas que sí son remuneradas no llegan a cubrir los gastos que tiene un estudiante o que tiene una persona joven». «El Consejo de Juventud de España dice que más de la mitad de los jóvenes españoles, los que están entre los 16 y los 34 años, no pueden independizarse» cuenta Juan José, y sigue con los efectos que esto conlleva: «nos retrasa bastante en la comparativa otra vez con los países de la Unión Europea».

Y, por mucho que las empresas se beneficien a corto plazo de este sistema insostenible, Juan José está seguro de que «aquellas empresas que ahorran costes al proporcionar prácticas no remuneradas al medio largo plazo se resiente porque tiene más dificultad para retener el talento», pues tras hacer una inversión en el capital humano, pierden los beneficios que esto les proporcionaría a futuro.

«Como consultor financiero puedo afirmar que los problemas que genera que este sea el único camino que a día de hoy muchos jóvenes contemplan es malo para el conjunto de la economía», para Juan José, perdemos todos.

Regulación a la vista: el Estatuto del Becario

Ante este tipo de situaciones se han iniciado algunas medidas que buscan evitar su continuación. Varios sindicatos junto al Ministerio de Trabajo han apostado por el desarrollo de un Estatuto del Becario, todavía en proceso.

En él se plantean medidas muy polémicas, empezando por la eliminación de las prácticas extracurriculares al considerar que cumplen la misma función que los contratos formativos, pero carecen de derechos básicos. Se establecen además medidas que vigilen la presencia de tutores y limiten el número de becarios por empresa. Sin embargo, la patronal CEOE-Cepyme se opone al considerar que estas medidas dificultan la formación práctica en las empresas y hoy en día no hay medidas efectivas.

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Yolanda Díaz, ministra de trabajo, en la presentación del Estatuto del Becario / Ondacero

Aún a día de hoy nos encontramos en un momento donde la figura de los falsos becarios en España ha ido en aumento desde que se reforzó su detección en 2018, según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. En el año 2019, se registraron 267 infracciones relacionadas con el uso indebido de becarios, lo que representa un incremento del 178% respecto al año anterior. Además, el empleo regularizado tras inspecciones subió un 166%, evidenciando que muchos becarios realizaban funciones de empleados sin los derechos correspondientes.

En los últimos años se ha intentado frenar este abuso por parte de las empresas, pero lo cierto es que es insuficiente. Las empresas siguen abusando de los contratos de prácticas, pero ¿cuándo se verá un cambio sustancial en las condiciones de los becarios y una verdadera profesionalización de los estudiantes?

Manuel es tajante, «es una experiencia traumática que no sirve de mucho y que es un mero trámite más». Esta práctica podría ser una experiencia muy lucrativa para ambos actores si los beneficios se equiparan a algo más. Josu saca algo bueno de su experiencia y concluye, al contrario que Manuel, con un buen sabor de boca «si poco a poco además pueden subir un poco el dinero que uno gana estaría bien». Hay que tener cuidado con aceptar el sistema de becarios. Hay que denunciar la desigualdad moderna que ya estamos viviendo pues, según Juan José, «contamos con esclavos entre nosotros».

One Comment

  1. A mi me cogieron de práctica y la verdad que tela. Me pedían de todo salvo de lo mío. Gracias por este trabajo

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