Llegar al fútbol profesional: ¿Sueño o realidad?
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El fútbol, el deporte con más federados en España con más de 1,2 millones de niños
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Solo un 0,15% llegan a ser futbolistas profesionales
En el competitivo mundo del fútbol, el camino hacia el éxito comienza en las categorías de formación, donde se forjan no solo talentos, sino también muchos sueños. Exploramos el viaje de jóvenes futbolistas desde sus inicios, destacando cómo el trabajo, la disciplina y la pasión son factores determinantes en su desarrollo. A medida que van creciendo, algunos logran destacar y alcanzar el profesionalismo, mientras otros se quedan en el camino, enfrentando la dura realidad de la competencia. Un aspecto crucial en este proceso es el papel de los padres, quienes brindan apoyo tanto emocional como logístico, motivando a sus hijos a superar los diferentes obstáculos que se les presentan. Además, se aborda el creciente impulso del fútbol base femenino, que ha empezado a romper barreras y a ganar visibilidad en estos últimos años. A través de algún testimonio y análisis, este reportaje invita a la reflexión sobre la importancia de apoyar y fomentar el talento en todas sus etapas, pues el futuro del fútbol depende de estos cimientos.
En nuestro país, por suerte o por desgracia, el deporte más practicado es el fútbol. Ejemplo de esta afirmación es que casi 1,3 millones de niños (entre 5 y 17 años) están federados en este deporte, siendo el baloncesto el siguiente con casi medio millón (datos de las diferentes federaciones nacionales). Una diferencia significativa, ¿no creen?
Centrándonos ahora algo más en la Comunidad de Madrid, encontramos que de esos tantos niños que hemos mencionado antes, 150 mil están federados en fútbol. Aquí vemos un cambio significativo, ya que el golf sobrepasa al baloncesto y es el siguiente deporte con más federados, seguido de cerca por el deporte de la canasta, pero aun así, la diferencia sigue siendo muy grande, de más de 60 mil niños federados. Una auténtica pasada.
Debido a estos datos representados anteriormente, vamos a centrarnos en el fútbol base en la Comunidad de Madrid, ya que es algo cercano y trataremos de desgranar ciertas ideas a lo largo de todo el reportaje.
De prebenjamines a juveniles
Hemos podido comprobar que el sueño de cualquier jugador de fútbol cuando es pequeño, es poder llegar a ser profesional. Pero desde que entran en las escuelas de fútbol con apenas 5 añitos, todavía les queda un largo y duro camino para poder llegar a convertirse en aquello que desean.
Nos hemos adentrado en la Escuela de Fútbol Vicálvaro y en la Escuela Deportiva Moratalaz para hablar con varios entrenadores encargados de dirigir a algunos equipos de las categorías base de estos equipos. Hablamos en primer lugar con Diego Rodrigues, entrenador del alevín B del Moratalaz. “Actualmente mi papel en el equipo es meramente formativo. Los chicos sueñan con ser Lamine Yamal o Mbappé, pero mi función aquí es que se lo pasen bien y que además disfruten del deporte. A estas edades tan tempranas no podemos saber quién va a llegar o quién no a la élite. Lo normal es que no llegue nadie, pero ojalá, me sentiría muy orgulloso”, asegura Diego, quien no puede estar más en lo cierto. Solo un 0,15% llegan a ser futbolistas profesionales, y ya si hablamos de llegar a Primera División, la cifra baja hasta un 0,07%. Al Madrid y al Barcelona, que es dónde quieren jugar todos los niños, llegan solamente un 0,01%.
Días más tarde, conseguimos hablar con ‘Pina’, primer entrenador del juvenil A de la escuela de fútbol de Vicálvaro. “Cuándo ya llegamos a juveniles, los chicos aparte de pasárselo bien quieren competir, quieren ganar y sobre todo destacar. Saben que es muy difícil llegar a algo en el fútbol en equipos tan pequeños como el nuestro, pero trabajamos día a día para que alguno de mis jugadores pueda lograr vivir del fútbol. Claro que estaría orgulloso si alguno llega a ser profesional, pero también estoy orgulloso del que no va a llegar, lo que quiero es que sean buenos chicos”. Al final estos chavales siguen con el mismo sueño que cuando empezaron a jugar, quieren parecerse a sus ídolos.
Ser profesional: Misión ‘casi’ imposible
“Mamá, papá, quiero ser futbolista”. Esta es una frase muy común entre los más pequeños. De hecho, una encuesta realizada por el Grupo Adecco a partir de datos de 1.100 niños en toda España de entre 4 y 16 años, refleja que el 35,8% de los niños españoles quieren ser futbolistas de mayores. Sin embargo, la cruda realidad es otra: un reportaje de La Vanguardia publicado en 2020 señala que solo uno de cada 1.800 federados en categorías inferiores llega a Primera División.
Según los datos del Consejo Superior de Deportes (CSD), en el año 2023 el número de licencias federadas de fútbol llegó a 1.248.511 en los más de 30.000 clubes registrados en España, lo que supone un incremento del 9,7% respecto al año anterior (1.137.651). Como se puede comprobar en el gráfico, el número de federados no deja de aumentar año tras año, salvo un leve descenso en 2021, a causa de la pandemia del COVID-19. Sin embargo, las plazas en el fútbol profesional no varían y la competencia para llegar a primera o segunda división es cada vez más feroz. Es más, con el número actual de federados, las probabilidades de éxito serán todavía más reducidas: de 1 entre 2.600.
Ser profesional no es fácil. Obliga a sacrificar muchas cosas, entre ellas, el tiempo. Muchos jóvenes que terminan el Bachillerato y pueden comenzar la Universidad o la Formación Profesional, deciden dejar a un lado los estudios y centrarse exclusivamente en el fútbol. Sin embargo, esto es un error, ya que siempre se debe tener un ‘plan B’ en caso de no tener suerte. Entrar a formar parte de la cantera de uno de los 42 equipos de primera o segunda división puede parecer misión imposible, una de las metas más difíciles de alcanzar. En España, tan solo 1050 futbolistas son reconocidos como profesionales y pueden vivir de esto. No obstante, con talento y un poco de suerte, a veces el sueño se convierte en realidad.
Los sueños a veces se cumplen
Las historias en el fútbol, así como en la vida, a veces tienen un final feliz. Este es el caso de nuestro protagonista, Marco Abreu. Este joven de 20 años, se encuentra viviendo el sueño que todo niño desea cumplir, convertirse en futbolista profesional. Actualmente, se encuentra en el Málaga CF, en su filial, pero entrenando ya con el primer equipo.
El camino hasta llegar hasta donde está ahora no ha sido nada sencillo, ya que ha tenido que hacer muchísimos sacrificios para lograrlo. “Lo más duro es perderte momentos con tu familia y tus amigos… Al final son la gente que quieres, tu gente cercana, y no es fácil”, sostiene. Sin embargo, estos sacrificios también tienen su recompensa. “Estoy cumpliendo mi sueño y me siento un gran afortunado de poder vivir de lo que me gusta”, añade orgulloso.
Y otras veces no… ¿O sí?
En el mundo del fútbol, hay un fenómeno que suele llamar mucho la atención y son aquellas personas que, pese a no llegar a la élite profesional, continúan disfrutando del deporte como hobby. Más allá de las luces y el glamour de los estadios de renombre, existe un gran número de futbolistas que encuentran en el juego una forma de entretenimiento.
Aunque alcanzar el estatus de jugador profesional es el sueño de cualquier niño, la realidad es que solo unos pocos privilegiados logran hacerlo. Por otra parte, para aquellos que mantienen viva la pasión por el fútbol a través de partidos con los amigos y ligas locales, la experiencia va mucho más allá de la competencia profesional. El fútbol se convierte en un refugio, un espacio donde liberar tensiones, mantenerse activo y fortalecer las relaciones sociales.
Jugar al fútbol como hobby ofrece a las personas una serie de beneficios, desde los meramente físicos, al ayudarles a mantenerse en forma, hasta los emocionales, al darles así un escape del trabajo o de los estudios. A través de esta práctica, estas personas demuestran que el éxito no siempre está ligado a la fama o al reconocimiento público, sino que su percepción de lo que se denomina éxito ha variado. Los objetivos con los años van cambiando y ya no pretendes ser un jugador profesional. Su “éxito” puede pasar por ejemplo a su carrera profesional, a poder formar una familia o simplemente a las maravillosas personas que les rodean.
Estos amantes de la pelota sirven como recordatorio de que la verdadera felicidad radica en disfrutar del camino, en encontrar un significado y plenitud en aquello que nos mueve, independientemente de las metas profesionales alcanzadas. Por eso hemos querido hablar con un joven que jugaba al fútbol de manera federada en el pasado, con un sueño, pero que ya pasados los 20, sus objetivos son otros. No son ni menos increíbles ni menos ambiciosos, sino que el deporte está en un segundo nivel, aunque sigue formando parte de su vida.
La ‘cara B’ del fútbol: El papel de los padres
En un entorno en el que se buscan resultados inmediatos, el rol de los padres es crucial para el correcto desarrollo del menor. Es fundamental trasladarles que lo más importante del deporte es vivir una buena experiencia y guardar un gran recuerdo de él en el futuro. Sin embargo, no son pocos los sacrificios que los progenitores tienen que llevar a cabo para que su hijo mantenga la esperanza de ser profesional algún día y poder vivir de ello.
“Hay que hacer un esfuerzo, claro. Hay que pagar la escuela, hay que llevarles a los entrenamientos y hay que desplazarse en coche para los partidos que se disputen fuera de casa”, afirma un padre que, como muchos, vio frustrado su sueño de ser futbolista profesional. “Al principio, todos los niños quieren ser futbolistas. Luego vas creciendo y, aunque lo practicas con tus amigos, te vas dando cuenta de que la vida te lleva por otros caminos”.
El fútbol se ha convertido en un deporte muy precoz en los últimos años con el surgimiento de estrellas de la talla de Lamine Yamal o Pau Cubarsí, que con apenas 17 años ya triunfan en el FC Barcelona y la Selección Española. Sin embargo, puesto que la probabilidad de éxito es mínima, la presión a la que se ven sometidos los chavales no beneficia en absoluto, ni a su rendimiento sobre el césped, ni a su autoestima fuera de él.
Un exceso de exigencia puede llevar a los niños a experimentar estrés y ansiedad desde muy jóvenes. Algo que les puede repercutir muy negativamente en su día a día. Y son los padres, quienes se ven reflejados en sus hijos, los que les ponen bajo presión, muchas veces sin ser conscientes de ello, afectando a la visión que los chavales tienen del fútbol. Algo que veían como un juego, se convierte en una competición. Y, en consecuencia, acaban perdiendo la ilusión en muchas ocasiones.
Por este motivo, es primordial que los padres hagan ver a sus hijos que el fútbol no es una competición, sino una forma de vida. La comparación constante con otros compañeros no conlleva nada positivo, a diferencia de inculcar en el menor valores como el respeto o la solidaridad, que le permitan ser una buena persona en el futuro, ya sea dentro o fuera de los terrenos de juego. Lo más importante, por tanto, es ver enriquecido su desarrollo, no solo como futbolista, sino también como ser humano. No perder la humildad y recordar de dónde vienen. Porque el camino al éxito en el fútbol requiere mucho más que talento y entrenamiento. En ese proceso de maduración y evolución constante, los chicos necesitan al mejor de los ejemplos a su lado. Y tanto el apoyo emocional como la guía de sus padres, son esenciales.
El fútbol femenino, cada vez más al alza
El fútbol femenino en nuestro país, está experimentado un crecimiento bastante palpable en las categorías de base. Cada vez más niñas y jóvenes se suman a la práctica de este deporte, rompiendo con ello ciertos estereotipos y derribando barreras de género. Los equipos femeninos de fútbol base cuentan cada vez con mayor visibilidad y apoyo, lo que ha impulsado su desarrollo y profesionalización. Con el paso de los años vamos viendo que cada vez más niñas se animan y esas cifras no paran de incrementarse, aunque la diferencia con el fútbol masculino continúa siendo abismal. Las dificultades siguen siendo muy evidentes y aún hay un gran trecho por recorrer para conseguir una cierta igualdad.
En todo el país, van surgiendo academias y clubes dedicados al fútbol femenino, o por lo menos con una sección femenina, brindando por fin oportunidades de formación y competición a las jugadoras. A su vez, la aparición de jugadoras de primerísimo nivel como Aitana Bonmatí o Alexia Putellas, junto con los éxitos que va cosechando año tras año la selección absoluta, han favorecido que se le dé más visibilidad al fútbol femenino y que cada vez más niñas quieran ser como sus ídolos. Por eso podemos decir que se presenta un futuro prometedor e ilusionante para el deporte femenino en nuestro país.