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periodismo universitario en internet

El aula para todos: la inclusión que transforma

  • Muchos estudiantes discapacitados no piden ayuda por miedo a ser tratados como diferentes

  • La falta de recursos universitarios para el apoyo a las minusvalías se ha acentuado desde la pandemia

Todos somos iguales, todos merecemos las mismas oportunidades. Más aún cuando hablamos de la educación y formación que reciben las personas cuando entran a la Universidad. Sin embargo, el miedo al rechazo y a la soledad que sufren las personas con alguna discapacidad, en muchas ocasiones hace que estas afirmaciones no puedan llegar a cumplirse. Aceptarlo y contarlo es el primer y fundamental paso para hacer una sociedad con inclusión. Pero, ¿saben las personas como actuar para pedir esta ayuda? ¿Dónde tienen que acudir para poder solicitarla? ¿Habrá personas de confianza para poder abrirse sin ningún pudor?

En una pequeña sala del edificio de estudiantes de la Universidad Complutense se esconden cuatro almas que dan vida y claridad a la etapa universitaria de las personas con discapacidad. Aunque, en temas de claridad, hablamos del pequeño habitáculo en el que se forjan las adaptaciones. Diez enormes cristales con vistas a unos bancos exteriores. cubren cuatro grandes sonrisas. Pese a compartir espacio con la Casa del estudiante, la oficina de inclusión de personas con diversidad en unidad de diversidad (OIDP) tiene un enorme espacio de abarcación de temas. «Hacemos mucho con muy pocos recursos que tenemos», comenzaba la conversación Antonia Durán, trabajadora social y una de las creadoras de esta oficina de ayudas a la diversidad. Aunque, ahora, sea un programa de la Universidad Complutense.

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Compañeros de clase ayudan a una compañera invidente a tomar apuntes | TifloEduca

A su lado, más recatada y con mayor miedo a la expresión, encontramos a Lali Carmona, otra trabajadora social, con gran capacidad organizativa. Ambas componen un equipo – compuesto por dos becarios más-, que hacen de la vida estudiantil universitaria mucho más sencilla.

Una de sus funciones empieza a trabajarse mucho antes de que el estudiante ponga un pie en la universidad. «Nosotros actuamos antes de que vengan los chavales», exclamaba Toñi con confianza y voz contundente. La oficina de diversidad de la UCM cuenta con más de 200 centros adscritos, o lo que es lo mismo, el número de centros que van a realizar la prueba de acceso a la universidad a la Complutense. Pero, ¿cómo afectan ellas en este proceso? «Somos las encargadas de gestionar las ayudas que las personas exijan.

Por ejemplo, ampliar el tiempo de un examen por problemas de concentración». Son  los propios orientadores los que mandan las adaptaciones de los alumnos para que ellas puedan conseguir esas adaptaciones a la hora de realizar la PAU. De esta manera esta prueba que puede resultar estresante, debido a la importancia que tiene sobre tu vida, se equilibra y hace que todas las personas estén en igualdad de condiciones a la hora de conseguir las calificaciones.

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El trabajo del grupo de Programa de Atención a Personas con discapacidad apoya a los complutenses | Cristián Ramón

Es más, las personas que necesitan alguna adaptación curricular para los exámenes, son mandados a una aula concreta ubicada en la Facultad de Odontología. «Les recomendamos que vayan, no están obligados», expresaba Lali, algo más relajada, pero recatada con sus palabras. Continuaba Toñi para ayudar a la soltura de su compañera: «Hay que estar pendientes de ellos. Por ejemplo, hay chicos con narcolepsia, que se van quedando dormidos en los pasillos. Por ello, tienes que estar más pendiente, con más apoyo». Son compañía en los momentos más complicados y ayuda para hacerlos mucho más fáciles.

 

El acompañamiento en una decisión personal

Una vez superada la PAU, es cuando empieza el verdadero trabajo de Lali y Toñi. Con ganas de dar voz a su trabajo, Toñi expone: «Se tiene que inscribir en esta oficina para saber que esa persona necesita algún tipo de adaptación. Ahí está el gran problema. Los que nos conocen desde el inicio vienen, pero no nos conocen todos». Dos viandantes asomaron por la puerta justo al terminar estas palabras. Parecían ser jóvenes que habían acudido alguna vez más. De inmediato y con una sonrisa reconfortada, Lali les derivó a uno de los becarios situados más cerca de la puerta de salida.

Suerte de ambos dos que conocían esta oficina y que han tenido la oportunidad de toparse con Lali y con Toñi. Tras dos minutos de detenimiento en el tema, siguieron explicando. «En el caso de que nos conozcan, es necesario mandar un correo electrónico para poder comenzar la tramitación». En este, se deben incluir sus datos y un pequeño resumen de lo que les pasa, aunque en algunas ocasiones lo dejen en blanco. Además de esto, es necesario el  informe que acredite el certificado de discapacidad.

«No tenemos la capacidad de diagnosticar a nadie. Muchos nos han venido a vender la moto. Por eso, necesitamos algún justificante oficial y tramitado que nos permita seguir adelante», explica Lali, algo más suelta que al comienzo. Aunque haya ocasiones en donde puedan percibir o detectar qué les pasa algo, si no traen el diagnóstico no pueden atenderle. También, por un tema de revisión protocolario.

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Las personas en sillas de ruedas suelen sufrir más la falta de apoyo | Fizkes

Una vez ya tienen esta documentación obligatoria, comienzan las entrevistas individualizadas. Esto favorece una comunicación más personalizada y directa. Las trabajadoras sociales son las encargadas de cotejar las palabras de los usuarios. Por eso mismo, son las encargadas de plantear el diagnóstico. Tratan de identificar las dificultades que tienen los alumnos y qué necesidades son requeridas. «Hay cosas que no podemos controlar. Por ejemplo, las ausencias a las clases, o la no realización de las prácticas. Tampoco podemos controlar el miedo al rechazo que muchos alumnos tienen y que por eso no soliciten ninguna ayuda», concluía la más extrovertida. «Quieren probarse porque quieren ver que ellos son igual que el resto y que no necesitan ninguna adaptación».

Otras veces, los alumnos no quieren identificarse, o piensan que esto puede constar en su expediente, a pesar de que no lo hará. «No quieren identificarse. Tienen miedo al estigma y el rechazo. Vamos antes muerto que decir que tengo un problema», comentaba la trabajadora más extrovertida. Ese es el motivo por el que muchos de los necesitados no demandan. Es fundamental acudir allí a solicitar algún tipo de ayuda.

Aunque sea mínima. La ayuda de profesionales es un complemento que hará la vida del requerido mucho más sencilla. Es por esto, por lo que deben acudir. Sí, deben. Lali y Toñi -como ninguno de los profesionales- son adivinos para saber que alguien necesita alguna adaptación. Pueden intuir, pero nunca afirmar hasta que el usuario dé un paso que, aunque él considere que es pequeño, es muy grande para mejorar su etapa estudiantil superior y su calidad de vida.

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Toñi dirige la actividad de la oficina Programa de Atención a Personas con discapacidad de la UCM | Alba García

«Es en la propia entrevista donde se detecta de que necesitan. Muchas veces es algo más que solo lo básico que pueden llegar a querer tener», comentó Loli. Pese a querer tener un seguimiento tutorizado y regulado, la falta de personal y de medios impide la posibilidad de ello. Así, se hace una tutoría al comienzo de cada uno de los dos trimestres. «Muchas ocasiones se aplican una serie de ayudas durante el primer cuatrimestre que en el segundo son insolventes; o al revés, se aumentan las medidas por la poca efectividad durante el primer cuatrimestre», contaba Lali sobre su trabajo durante el curso. La falta de manos es necesaria, no tienen efectivos para cubrir unas necesidades, que desde la pandemia van en aumento.

 

La implicación de los docentes

Hablando de manos y de colaboración. Los profesores, una de las partes más implicadas en este asunto. Y a la vez, con mayor desconocimiento. Para poder dar a conocer al profesorado lo que ocurre en momentos concretos, se aporta una sencilla documentación con las adaptaciones que se deben hacer. Así, se pone en conocimiento de los trabajadores las diferentes formas de actuar según la situación y tener las herramientas necesarias. «Ellos son profesores, entonces hay muchas ocasiones que no saben cómo afrontarlo», explica Lali.

Otra de las figuras importantes dentro de este proceso es la del coordinador de cada facultad. David Álvarez es el coordinador de inclusión de la Facultad de Ciencias de la Información. Nos recibió en su sitio más personal del ambiente universitario: su despacho. Parece el bien más cotizado del edificio por su ubicación exiliada: al final del pasillo de la última planta del edificio. Aunque el bien valorado, estaba en el interior, vestido con un traje oscuro. Con una sonrisa, abre la puerta. Tras colgar el teléfono, nos da paso a una sala muy tenue y pequeña.

Con tal encanto y educación como de costumbre, se coloca en la silla. Aunque seríamos nosotros los que deberíamos empezar preguntando, toma el relevo. «¿En qué os puedo ayudar?». Es un gran comienzo, sobre todo, cuando es el mismo el encargado de ayudar a cientos de personas.

En esta facultad, hay cerca de 35 adaptaciones de lo más variadas. Es el encargado de que todas estas posibilidades puedan surgir. Además, de ser el nexo comunicativo con Lali y Toñi. Su trabajo comunicativo y coordinativo con los demás profesores hacen que su labor docente y personal sea mucho más reforzadora y empática. «Yo lo hago porque creo en la parte cooperativa del ser humano, yo no cobro nada por hacer este trabajo».

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El profesor David Álvarez durante su turno en la oficina de Inclusión y atención para discapacitados | Alba García

A lo largo de su día en la facultad de informadores, se ocupa de detectar a las personas que necesitan esa adaptación y encuentra la manera para poder facilitarles, tanto al alumno, como a los profesores que vaya a tener durante el curso.

Pero David, también aboga por lo mismo que lo hacen Lali y Toñi: «La iniciativa tiene que salir del alumno y pedir esa adaptación, aunque ya digo que habrá gente que no quiera», porque muchas veces el miedo al rechazo o el sentirse diferente hace que las personas se escondan y no se muestren tal y como son, además, el mundo que en el que vivimos actualmente está repleto de tecnología, en donde como señaló David: «Nadie puede negar que sean algo positivo», pero a pesar de esto, siempre que no se use de una manera adecuada, puede producir que este tipo de personas se pueden llegar a aislar más en mundo de avatares, en donde no se revela una identidad real.

Es la huella que ha dejado la pandemia. «Claramente desde hace unos 5 años veo una serie de pautas y de cambios en donde los jóvenes tienen una peor salud mental», afirmó con un tono firme David Álvarez, ya que muchos de los casos de aislamiento vienen de ese sentimiento de no sentirse integrado y que puede generar que a la larga aparezcan unas adicciones, que en ninguno de los casos se pueden dejar pasar por alto.

 

Apoyo por parte de las universidades

Además del papel personal de los trabajadores sociales y coordinadores, las universidades, como institución, desempeñan un papel crucial en la inclusión en el apoyo de estudiantes con discapacidad. «A nivel más general, proporcionamos recursos materiales, recursos monetarios, y en ocasiones, recursos sanitarios. Atención más personalizada,» expone, con poco tiempo y agilidad expresiva, María Calero, periodista en la Dirección de Comunicación e Imagen de la ONCE.

Estas ayudas buscan garantizar que los estudiantes con discapacidad puedan acceder a una educación de calidad en igualdad de condiciones, promoviendo la autonomía, el respeto y la equidad en el entorno académico. Las instituciones educativas, con acuerdos con diferentes asociaciones, ofrecen recursos como adaptaciones en los métodos de enseñanza, infraestructura accesible, herramientas tecnológicas especializadas y apoyo académico personalizado.

Además, se brindan servicios de orientación y asesoramiento psicológico, así como programas de becas y financiamiento para cubrir los costos asociados a sus necesidades específicas. Estas iniciativas contribuyen no solo a la inclusión, sino también a empoderar a las personas con discapacidad, fortaleciendo sus oportunidades de desarrollo profesional y personal.

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Las oportunidades se transforman en logros académicos | El Referente

Por ejemplo, la Universidad Complutense cuenta con el programa ‘Apoyo a la Inclusión, un apoyo financiero para cubrir costes adicionales de estudiantes y personal con menos oportunidades que participan en actividades de movilidad del programa Erasmus+. Además, esta universidad pública cuenta con una Unidad de Diversidad, en el cual cuenta con el Programa de Atención a Personas con discapacidad y/o Necesidades Específicas de Apoyo Educativo – liderado por las mismas Lali y Toñi.

Es un espacio de apoyo, acompañamiento, escucha, orientación, asistencia, formación y asesoramiento. Este programa cuenta con entidades colaboradores entre las que están la misma ONCE, Confederación Estatal de Personas Sordas, Confederación de Salud Mental España o la Asociación de Asperger Madrid.

Otra iniciativa que tiene actualmente la Universidad Complutense, es la repartición de créditos entre aquellos estudiantes que ofrecen algún tipo de ayuda sobre los estudiantes que necesitan de alguna ayuda durante las clases o durante el camino a clase. «También podéis hacer esa labor los pares, se da unos créditos a aquellas personas que participan de este programa de voluntariado», destacó David Álvarez ante nuestro asombro, porque era la primera vez que escuchábamos sobre estas acciones, en la que los pares contribuyen a estar pendientes y colaborar con el día a día tanto académico como personal de los compañeros que necesitan una ayuda especial.

 

Mismo objetivo público y privado

Por otro lado, las universidades privadas, también, cuentan con numerosos apoyos y adaptaciones para el correcto desarrollo de la vida estudiantil de las personas necesitadas de estos recursos. No hay mucha diferencia con la universidad pública. En todas las universidades, hay un programa centrado en ayudar a las personas con discapacidad o necesidades adaptativas.

Por ejemplo, la Universidad Francisco de Vitoria de Madrid cuenta con el SAPNE, un servicio de atención y acompañamiento centrado en el alumno, que tiene el objetivo de fomentar la presencia, participación y acompañamiento a los alumnos con discapacidad y Trastorno del espectro autista (Autismo y Asperger) en la universidad. En esta misma página web, se cuenta con unas explicaciones completas de las principales discapacidades y adaptaciones o ayudas que se pueden ofrecer. A esto se suma, la atención especializada y concreta.

El modo de operación es exactamente igual que en la pública: una persona con necesidad de algún tipo de adaptación, acude a este departamento. «El estudiante entrega la documentación necesaria y comienza el proceso individualizado, centrado en ayudar y mejorar su experiencia universitaria», contaba María, una educadora social que atendió a nuestra llamada para contarnos sobre las ayudas y procesos que se siguen en esa universidad.

En cuanto a las becas, la universidad pública tiene mayor número de convenios y de ayudas para las personas con discapacidad. Algunas asociaciones, como la ONCE, no hacen distinción. «A los jefes les importa más, en términos económicos, a qué tipo de universidad ayudar. Pero, si viene una universidad pública y te pide un equipo específico para un estudiante, ¿de verdad, le vas a decir que no por no ser privada?», exponía la componente de la ONCE. «Ayudamos a las dos partes, por eso, tenemos tantos convenios con ambas partes», explicaba la periodista de la organización.

Otras fundaciones que también se encargan de lanzar un gran número de becas son la Fundación Banco Santander o la Fundación Universia. Su posición es fundamental. Se encargan de transmitir el apoyo a todas estas personas. Gracias a estas oportunidades, todas las personas están en igualdad de condiciones para conseguir un mejor futuro para sus carreras profesionales y para el desarrollo de su vida. No obstante, la Fundación Universia ha cambiado la modalidad en la que presenta sus becas: se han ido centrando en el fomento de empleo. Por lo tanto, y aunque el modus operandi sea parecido en ambos casos, tanto en las universidades públicas como en las privadas, tienen un mismo objetivo: ayudar a hacer una vida mejor para todos los alumnos que cursan los estudios universitarios.

Otra de las principales diferencias entre ambos tipos de educación es la distribución de la información. En las universidades privadas, la comunicación es mucho más directa y expresiva. De esta manera, todas las personas – docentes, alumnos y necesitados- tienen una información más clara y precisa, sin necesidad de estar buscando alternativas extraoficiales. En las universidades públicas, hace falta una mayor distribución de la información. Esto es fundamental para que todas las partes, sepan cómo actuar o dónde acudir si se necesita alguna ayuda. Al final, lo que todos pretenden, la búsqueda de una igualdad de recursos para que se tenga una equidad de oportunidades.

 

Un final feliz y muy luchado

María, una joven navarra graduada en Educación Infantil, tiene Síndrome de Asperger. “Una profesora le dijo a mi padre que era una niña muy poco madura para mi edad, con tres años”, comentaba al empezar la entrevista. Esta discapacidad no le ha imposibilitado realizar su vida de forma rutinaria y corriente, sobre todo cuando hablamos de su etapa en la Universidad.

Solo necesitaba un poco más de tiempo en los exámenes, si es que lo necesitaba”, afirmó María ante las ayudas que necesitaba en las clases. Con visitas eventuales al hospital y estas simples adaptaciones curriculares, la vida de María al igual que todas las personas que necesitan, se convierte en mucho más sencilla y llena de aprendizaje y colaboración.

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María Velasco enseña su beca de graduada en Educación Infantil | Marcos Rubio

Gracias a profesionales como Lali, Toñi, David, las aspiraciones y los sueños de todas las personas que necesitan alguna adaptación, pueden cumplirse. Todos tenemos los mismos derechos de poder disfrutar de las mismas oportunidades para alcanzar aquello que deseamos. Contar es una ayuda y lo primordial para que este proceso pueda dar los frutos esperados. El miedo o el rechazo social no tienen que ser un impedimento para poder llegar a las metas y sueños de las personas.

Aunque, parte de la culpa de este ‘no contar’ es de la sociedad tan malvada y dañina en la que vivimos. ¿Cómo se puede reconstruir la sociedad para olvidarse de las diferencias? ¿Está la sociedad preparada para dejar de lado los prejuicios y aceptar a todas las personas tal y como son? Si la respuesta es que no, ¿en qué ha evolucionado la sociedad?

5 Comments

  1. super interesante!!!!

  2. Me parece muy importante la labor que hacéis con este artículo reivindicando y dando reconocimiento a las personas con diversidad . Gran artículo y excelente final.

  3. Me ha parecido un tema muy interesante, abordado desde una perspectiva muy real.

  4. Comment super interesante y es la realidad de muchas personas maravillosas

  5. Muy interesante

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