Todo lo que se perdió con el cierre de El Café Comercial
El Café Comercial de Madrid, con más de cien años de historia, cerró sus puertas el pasado verano, cogiendo por sorpresa a sus 19 trabajadores y centenares de clientes de toda la ciudad. Este emblemático establecimiento no se trataba únicamente de una cafetería, era el mejor escenario de tertulias, plató de cine y punto de encuentro habitual de numerosos intelectuales y artistas de diferentes generaciones. El cierre de este café supuso una importante pérdida de la riqueza de Madrid de la que muchos de los que fueron sus clientes habituales aún no se han recuperado. La mayoría de los vecinos del barrio de Bilbao de Madrid ya se han acostumbrado a la ausencia del Café Comercial, pero ven con nostalgia y tristeza la desaparición de un lugar mágico que forma ya parte de la historia cultural y social de la ciudad. Variación XXI ha acudido al barrio de Bilbao para hablar con los vecinos y contar de primera mano todas las cosas que se han perdido con el cierre del Café Comercial.
El cierre del Café Comercial fue un duro golpe anímico para el barrio
«Un shock». Esa es la expresión más repetida entre muchos ciudadanos y vecinos cuando recuerdan el día que se enteraron del repentino cierre del Café Comercial de Madrid, tras nada más y nada menos que 128 años de historia. El 27 de julio de este año, de un día para otro y sin previo aviso para la mayoría, la célebre cafetería situada en la Glorieta de Bilbao de Madrid colgó el cártel de cerrado, sorprendiendo a toda la ciudad y diciendo adiós a mucho más que a una cafetería. En boca de los que fueron sus clientes habituales, que se encuentran desamparados porque no encuentran un punto de reunión parecido, el Café Comercial era algo más que un bar. «Es, bueno era, uno de esos sitios que recuerdas con cariño durante el resto de tu vida», dice Gerardo Martínez, asturiano residente en Madrid desde hace veinte años y cliente habitual del café.
Una pequeña visita a lo que era el Café Comercial basta para comprobar lo mucho que ha perdido el barrio con su cierre: el constante ir y venir de gente, el sonido diario de las cafeteras, las mesas llenas y las tertulias mañaneras leyendo la prensa se han esfumado y del café únicamente queda su fachada. Sus ventanas están ahora empapeladas de cartón y la entrada, tapada con una verja metálica, se encuentra llena de restos de basura. A los vecinos no les ha quedado otra que acostumbrarse a la desaparición del café, pero escuchándoles se aprecia la tristeza y la nostalgia del que sin duda fuera uno de los lugares más emblemáticos de todo Madrid.
«Había escuchado algún rumor pero no le daba ningún crédito. Un día abrí la prensa, vi el artículo del cierre del café y me quede seriamente impactado. No diré situación dramática pero es obvio que se rompió un hábito de mi vida, y eso me afectó», cuenta Alfredo Baños, que era cliente habitual del Café Comercial desde hace más de 30 años. Baños, como muchos otros, empezó a ir a la cafetería en su época universitaria, «íbamos a hacer trabajos y me acuerdo que muy pronto nos hicimos amigos de los camareros. Cuando pasó la época universitaria seguía yendo por el gran ambiente que había. Conocí a muchísima gente maravillosa y me gustaba mucho el ambiente de las tertulias. En los últimos tiempos el trabajo no me permitía ir tanto pero cuando tenía ocasión me dejaba caer por allí por cuestiones nostálgicas», explica. Baños es muy pesimista en cuanto al futuro de locales del tipo el Café Comercial, según dice, debido a los tiempos que corren, con el apogeo constante de franquicias de todo tipo, los locales clásicos como el Comercial con atenciones personalizadas «están abocados a desaparecer». Ese es uno de los motivos principales que comparten muchos de los que fueron clientes habituales para no buscar otros locales de encuentro que pudieran funcionar como sustitutos del Café Comercial.
Un termómetro que puede servir para medir lo que supuso el cierre del café es el kiosco situado justo en frente del local. Rafa, el dueño del negocio, ha visto desde una situación privilegiada todos los detalles del cierre del Café Comercial. «Cuando nos enteramos que cerraba el choque anímico fue brutal, ahora ya nos vamos acostumbrando porque no nos queda otra. Se ha perdido mucho, es toda una vida con los vecinos y gente entrando y saliendo del café continuamente, también estaba la relación con los camareros que era fantástica y en lo que a mí me toca, por supuesto, el negocio para el kiosco», explica Rafa. Respecto al cierre, este kiosquero no guarda rencor a los dueños de El Comercial: «El Café lo llevaron cuatro generaciones y ya no tenían la necesidad de tener este negocio para vivir pero es una pena y un tristeza porque era parte única del patrimonio de Madrid».
La edad y el cansancio de las dueñas, motivos del cierre
¿Cuáles fueron las razones que hicieron que se cerrasen las puertas de este emblemático café? El local no es de renta antigua ni de alquiler, sino que el edificio completo pertenece a la familia, tampoco existen problemas familiares ni una posible venta del local, por lo que el cierre de un café con tanta historia, y sin aviso y sin dar otra opción, ha resultado una verdadera sorpresa. El motivo del cierre fue que, tras cuatro generaciones, las actuales dueñas, María Isabel Serratacó Contreras y su prima Isabel Contreras, decidieron este verano que no querían mantener el local abierto, argumentando que ya son mayores y que se encuentran un poco enfermas.
La administración y gestión del Café Comercial fue pasando de generación en generación hasta acabar en manos de los hijos de las dueñas, quienes se encargaron de remodelar la planta de arriba y de organizar actividades culturales. Pero ni esta situación ni el hecho de que en el año 2000 le fuese concedido a la familia Contreras el premio al mejor café del año en España y haber recibido título de Establecimiento Centenario en Madrid otorgado por la Comunidad de Madrid, ha influido en la decisión de las dueñas de no continuar con el negocio.
El cierre de la emblemática esquina se hizo realidad con un comunicado vía Facebook, que ya ha pasado a la historia de la ciudad:
«Después de tantos años de actividad del Café Comercial nos dirigimos a vosotros para comunicaros el cierre con fecha del día 27 de julio de 2015», señala el mensaje colgado en la red social, que no explica sin embargo el motivo de la decisión. «Es una lástima tener que escribir un mensaje como este, pero ha llegado el día del cierre y, por ello, queremos agradecer de todo corazón la confianza que nos habéis brindado durante estos muchos años llenos de maravillosas experiencias.»
Este memorable escenario de tertulias, conciertos y actos literarios ha compartido popularidad con otros establecimientos como el Café Gijón o la Chocolatería de San Ginés, todos ellos fundados a finales del siglo XIX. En la actualidad vemos como la ciudad va perdiendo referencias, como el pasado cierre del Mercado de Fuencarral unos metros más abajo del Café Comercial, dejando ver como en el barrio se multiplican las cadenas y franquicias que, según los vecinos, sustituyen el encanto de los lugares más tradicionales.
Un café lleno de historias y cultura
El encanto de este café era la heterogeneidad de los asistentes, quienes no se sentían desafiados por el peso de la cultura de la época; su amplio salón ha servido de oficina para muchos, de punto de reunión para incontables celebridades de la literatura, el periodismo o la música, de plató de cine… En una de sus mesas tenía su escritorio Antonio Machado, y en otra esquina, José Cela, escribía su novela La Colmena, en la que cuenta que las mesas del café eran «viejas lapidas puestas del revés». Mientras, entre ambas mesas, David Trueba dirigía su película Madrid 1987, protagonizada por María Valverde y José Sacristán y ambientada en los años 80.
Este gusto de los escritores por el Café Comercial no solo era propio del pasado, sino que en la actualidad también han sido asiduos literatos como Luis García Montero o Arturo Pérez Reverte, además de músicos como el cantautor Javier Krahe o actores como Antonio Resines.
Pero sobre todo, este lugar ha cobijado tertulias de abuelas mientras disfrutaban de un café con churros en invierno o limonada en verano, y que maravillaban con su viva presencia a los extranjeros, quienes veían como una de nuestras extrañas particularidades y se siguen sorprendiendo de la enorme actividad social de los ancianos, más aun de las ancianas, amantes de las cafeterías.
Una de las claves del éxito que tenía el Café Comercial era su localización, un sitio estratégico para las citas y los encuentros a cualquier hora. Lo estupendo era que tenía en frente un kiosco de prensa, y mientras esperabas el café podías ir poniéndote al día. Además contaba con la ventaja de tener una boca de metro casi a sus puertas. Y lo histórico eran esa barra, las sillas, los espejos, las lámparas y esas mesas tan típicas de mármol que tantas veces se habrán ensuciado con tantos chocolates y donde se han escrito tantas páginas entre los tintineos de las cucharillas y el vaivén de esos camareros con un sinfín de anécdotas para contar. El café no era solo amado por los madrileños, sino que fue muy querido también por aquellos turistas que venían buscando algo del viejo Madrid, y la verdad es que este cierre a traición ha sentado muy mal, sobre todo cuando se le ha entregado tanta fidelidad.
Era ese carácter de literatura y tertulia lo que hacía del Café Comercial un lugar insustituible para los clientes, donde, entre sus paredes, se cuidaba una parte del Madrid de otra época, y junto al Café Gijón constituía uno de los últimos reductos de aquellos lugares de tertulia. No obstante, algunos de estos clientes han asegurado que no encuentran otro café igual, porque el Café Gijón ahora está repleto de turistas, en lugar de intelectuales y artistas.
El Ayuntamiento asegura la conservación de los elementos históricos del Café Comercial
Actualmente, pese a la existencia de muchos rumores, se desconoce por completo el futuro del local del Café Comercial. Muchos vecinos creían que pasaría lo habitual cuando cierra un local histórico de estas características: la instalación de grandes superficies de supermercados o negocios masivos que no respetarían la esencia y los orígenes del Café Comercial. En ese sentido, pese a lo dramático del cierre, los vecinos recibieron hace escasos meses una noticia positiva; y es que el Ayuntamiento de Madrid, liderado por Manuela Carmena, ha garantizado la conservación de los elementos históricos del café, que son prácticamente todos. Eso significa que sea cual sea el negocio que se instale en el local de la Glorieta de Bilbao, este deberá respetar los objetos y cuerpos que fueron esencia del café a lo largo de su historia. Se podrá instalar casi cualquier tipo de negocio pero está prohibido realizar obras que puedan suponer un peligro para los elementos dichos anteriormente. Esta medida del Ayuntamiento, aunque no sirva para superar el cierre del Café Comercial, ha sido bien recibida por la mayoría de los vecinos del barrio de Bilbao. «El Comercial ha desaparecido pero por lo menos no nos vamos a dañar la vista viendo un Macdonals», apunta con ironía Gerardo Martínez.
Muy bueno.
Muy buen reportaje. Desde luego, una gran pérdida.