Los nuevos emprendedores: la delgada línea entre el éxito y el fracaso
En un mundo donde emprender es cada día más complicado por las regulaciones restrictivas y son cada vez más escasas las fuentes de financiación privadas que quieran apoyar nuevos proyectos, nos hemos planteado la siguiente hipótesis centrándonos en los jóvenes emprendedores: ¿Por qué unos negocios triunfan y otros no?
Parece que basta con hacer uso de las redes sociales para dar visibilidad a las campañas de marketing, aunque no lo es todo. En el siguiente estudio hemos realizado una comparativa entre el éxito de tres negocios de jóvenes españoles que, a pesar de la falta de ayudas por parte del Estado, han sabido crear un producto y generar éxito internacional, con otros dos que, al menos de momento, no han tenido la misma suerte.
Hawkers y Pompeii: emprender a base de ‘hype’
Aunque son los productos que aparecen en sus escaparates virtuales, estas ‘startups’ no venden gafas de sol, ni zapatillas, venden una marca. Su modelo de negocio se basa en hacer ruido (hype) y generar expectación.
Vamos a remontarnos al principio de todo. Hawkers nace de la mente de cuatro jóvenes emprendedores de Elche: Pablo, Iñaki, Alejandro y David, quienes, en el año 2013, y tras una experiencia en importación y reventa de gafas de sol desde Estados Unidos, se decidieron a lanzar una e-commerce con un producto low cost. Fueron capaces de ver la oportunidad de poner en el mercado un artículo tan común como las gafas de sol, no exento de competencia, y triunfar.
En su nacimiento, el negocio de las gafas Hawkers contaba con un socio de lujo, Jorge Lorenzo, quien se encargó de mostrarlas públicamente. Fue un primer impulso a la marca, pero no el único. Si hay un punto que ha calado en el público, es el del precio. Con los modelos más de moda y frente a carísimas gafas de sol de marca, Hawkers defiende la filosofía de estrenar gafas de sol baratas cada verano y cambiar de estilo siempre que se quiera. Por una media de 25 euros ponen a disposición del público diseño, calidad y estilo de vida.
Aliarse con uno de los grandes productores chinos de gafas polarizadas conllevó un ahorro en la producción. Con el ahorro, está asegurada la combinación ganadora: producto de calidad a precios reducidos. No han inventado nada nuevo: copiar diseño de alta pasarela y ponerlo al alcance del comprador medio es algo que a Zara le sigue funcionando. En este sentido, Hawkers ha sabido crear una receta del éxito a base de ingredientes con resultado garantizado. Y les ha funcionado.
Su éxito reside en que supieron ver que Facebook era la red social más usada, encontraron en ella a su público y le sacaron el mayor partido ajustando las publicaciones a los días de sol y las franjas horarias más activas, invirtiendo miles de euros en Ads, haciendo volar imágenes de famosos con el producto y ‘persiguiendo’ a los compradores dudosos en sus navegaciones por Internet (retargeting). Una estrategia impecable y otra de las claves del éxito de Hawkers.
Inspiración para emprendedores
Su éxito ha sido tal que ha creado escuela. “De ellos admiramos cómo se han movido en internet, intentamos hacer algo parecido”, explica Jaime Garrastazu, 23 años y cofundador de Pompeii. En menos de un año, esta ‘startup’ ya factura casi medio millón de euros vendiendo zapatillas ‘online’. El 85% de sus clientes viene de Instagram. “Somos especialistas en generar ruido”.
Pompeii es una marca de zapatos fabricados en España que ha triunfado a base de copiar el modelo establecido por la start up ‘Hawkers’. Su estrategia se basó en que los 4 socios reuniesen todo el dinero que pudiesen para invertirlo en la fabricación de unas zapatillas únicas y atractivas para posibles compradores. Lograron juntar 18.000 euros y se los dieron a una empresa de Elche, llegando a fabricar solo 350 pares de zapatillas.
Se quedaron sin dinero para llevar a cabo cualquier otra acción y optaron por “hacer ruido” a través de las redes sociales de Facebook e Instagram, logrando reunir en un mes 4.000 seguidores. Gracias a eso, cuando las zapatillas estaban listas y se pusieron a la venta, lograron dar salida en un escaso periodo de tiempo a todas ellas y quedarse sin existencias, lo cual les permitió continuar produciéndolas. Al conseguir poco producto durante su primera inversión, se les ocurrió numerarlas con el objetivo de dotarlas de exclusividad, algo que funcionó e hizo que los fans de las zapatillas no dudasen en comprarlas a cambio de 50 euros, el precio que siguen manteniendo hoy en día.
Aprendieron día a día, enfrentándose a problemas que no sabían resolver y que subsanaban como podían. Entendieron que no eran ellos los que marcaban qué se vendía y qué se ponía de moda, sino que son los clientes y aprendieron a amoldarse a ello. Cometieron fallos como producir en masa, pero supieron aprender y a día de hoy producen en cantidades mucho menores, mientras que se dedican a escrutar el mercado con el objetivo de no dejar de actualizar sus modelos nunca. La virtud de los chicos de Pompeii es que han sabido reinventarse para seguir existiendo.
El éxito de lanzamiento de Pompeii fue crear perfiles en las redes sociales y empezar generar contenido que la gente no podía adquirir. Así estuvieron mes y medio antes de tener las zapatillas. Además, justo en ese momento empezaba a pegar fuerte Instagram y las tiendas pop ups. Se crearon una cuenta de Facebook e Instagram y durante el mes que tardaba la fabricación, promocionaron el producto. 30 días y 1.000 seguidores después, tardaron apenas un fin de semana en vender todo su stock.
Pompeii se ha convertido en otro caso de éxito ‘made in Spain’: venden calzado a 50 euros y reconocen que “al final, todo el ruido lo están generando nuestros clientes”. En todo caso, la estrategia es la misma: mostrar publicidad en Facebook y hacer que algunos rostros famosos (como los de Paula Echevarría o Dani Alves) se pongan las gafas a cambio de nada o luzcan tus zapatillas porque sí. Así, el ‘hype’ se genera solo, el ruido crece y los internautas terminan pasando por caja
Cabify: vender servicio en vez de producto
Otro de los mayores casos de éxito entre los jóvenes emprendedores de España es Cabify, el eterno rival del monopolio de los taxis. “Tenemos dos opciones: prohibir la disrupción o liderarla”. Así resumía Juan de Antonio, consejero delegado de Cabify para la revista Consejeros la carrera empresarial que comenzó en 2011 cuando decidió fundar Cabify.
Una app coherente con los tiempos telemáticos que corren, en los que las nuevas tecnologías no cesan en dominar nuestras interacciones cotidianas. Cabify se desarrolló para localizar los vehículos en tiempo real y permite al cliente conocer el precio del recorrido, automatizando así el servicio de taxi tradicional que todos conocemos. La app que ofrece servicios de transporte en España, opera principalmente en América Latina de donde obtiene al menos el 70% de sus ingresos. Lo que comenzó siendo una start up fundada en Madrid por un ingeniero en telecomunicaciones hace solo seis años, cerró el año 2017 con un crecimiento global de más del 500% en sus ingresos brutos y solicitudes de viajes, triplicó su base instalada y multiplicó por seis el número de viajes realizados frente a 2016, según informó la compañía en un comunicado.
Todo parece pura estrategia, ¿verdad? Entonces, ¿es tan sencillo crear un negocio de la nada, con una cuenta con apenas dinero, una falta de experiencia en el sector y sin un mecenas que apueste por ello? Como es el caso de muchos negocios, todo tiene un golpe de suerte, de listín de contactos y de “echarle morro”.
La ilusión de emprender
Para realizar este estudio nos hemos puesto en contacto con dos jóvenes emprendedores que han montado sus negocios de la nada y que nos cuentan su experiencia en el sector, evaluando los pros y contras y comparando las claves del éxito de los grandes negocios españoles como Hawkers, Pompeii o Cabify.
Isabel Estévez es una joven de 28 años graduada en estadística que, aparte de tener su trabajo fijo en una empresa de seguridad, decidió hace dos meses emprender. Compró el centro de belleza Be Beauty que se encuentra en el centro comercial Castellana 200, en Madrid. Be Beauty es una cadena de franquicias de uñas y belleza exprés. Es la primera cadena española con manicura, pedicura, depilación con hilo, extensión de pestañas y maquillaje exprés en un mismo centro.
La principal razón por la que Isabel se lanzó a la aventura de emprender fue porque, aparte de su trabajo en el que lleva más de cuatro años, quería tener su propio negocio y ser su propia jefa.
Para hacer publicidad de su centro, recurre sobre todo a Internet. Usa redes sociales como Facebook para hacer llegar a mucha gente su información y está en proceso de crear una página web para que sea más rápido y más dinámico el poder pedir cita, por ejemplo. Fuera de Internet, también hace uso de los flyers, pues le dan mucha visibilidad.
Reconoce que al principio tuvo miedo, pero que hay que vencerlo porque el resultado puede ser muy gratificante. “Como tengas éxito, al final, tú eres dueño de tu propia vida”, comenta. A pesar de ese miedo al posible fracaso, se lo recomienda a las personas constantes, que puede afrontar situaciones adversas.
Ana Estévez tiene 30 años, estudió magisterio infantil y hace menos de un año decidió formar su propia escuela infantil. Se llama Little Duck y está ubicada en Las Rozas, Madrid. Ana decidió tomar esta decisión por dos motivos: cobraba poco en su antiguo trabajo -como profesora en una escuela infantil- y porque su sueño siempre había sido tener su propio centro de enseñanza.
La experiencia -con 10 años de carrera profesional a sus espaldas- y la ilusión son el punto central de que su nuevo negocio esté dando sus frutos. Como bien dice, emprender no es como muchos se creen, no llueve el dinero del cielo. Empezar algo de cero implica mucho esfuerzo y estar preocupado las 24 horas del día.
Al igual que Isabel, Ana también tuvo miedo a lanzarse a esta nueva aventura, pero a diferencia de ella, no lo recomienda, pues dice que quita mucha calidad de vida. Algo en lo que también coinciden ambas es en que ser tu propio jefe tiene muchas ventajas.
¿Qué les falta para triunfar?
Si hay una lectura que queda patente en cada uno de los casos que hemos visualizado en este artículo es que, para emprender hoy, independientemente de la edad, tienes que aportar un valor añadido. Es cierto que en el caso de Pompeii vemos un modelo de negocio similar al de Hawkers y que ambos han triunfado, pero sin duda, la clave de su triunfo reside en hacer un buen uso de la comunicación, siendo capaces de crear impacto en muchas personas, potenciando así su marca incluso antes de comenzar a distribuir su producto.
Se puede llevar a cabo un proyecto de comunicación con el fin de publicitar un producto de muchas maneras, pero la clave es que el potencial cliente siempre identifique la marca en cuestión, siendo ese el factor diferencial y el que atrae una y otra vez a los clientes, fidelizándolos.
Tener la capacidad de saber reinventarse cada vez que el mercado o la moda lo requiera, pero sin perder la esencia que ha hecho grande a la marca, nos parece la virtud primordial que los emprendedores tienen que poseer para que su proyecto no caiga en el olvido y pueda seguir creciendo día tras día.
De cualquier manera, la máxima debe ser diferenciarte del resto, pues ya lo advirtió Albert Einstein hace ya casi un siglo: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”.